martes, 21 de noviembre de 2023

GAUDETE ET EXSULTATE

CAPÍTULO PRIMERO
EL LLAMADO A LA SANTIDAD
Tu misión en Cristo


    22. Para reconocer cuál es esa palabra que el Señor quiere decir a través de un santo, no conviene entretenerse en los detalles, porque allí también puede haber errores y caídas. No todo lo que dice un santo es plenamente fiel al Evangelio, no todo lo que hace es auténtico o perfecto. Lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo y que resulta cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su persona[26].

[26] Cf. Hans U. von Balthasar, “Teología y santidad”, en Communio 6 (1987), 486-493.

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO DEL DÍA - 22 DE NOVIEMBRE - San Lucas 19,11-28.


    Segundo Libro de Macabeos 7,1.20-31.

    También fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley.
    Incomparablemente admirable y digna del más glorioso recuerdo fue aquella madre que, viendo morir a sus siete hijos en un solo día, soportó todo valerosamente, gracias a la esperanza que tenía puesta en el Señor.
    Llena de nobles sentimientos, exhortaba a cada uno de ellos, hablándoles en su lengua materna. Y animando con un ardor varonil sus reflexiones de mujer, les decía: "Yo no sé cómo ustedes aparecieron en mis entrañas; no fui yo la que les dio el espíritu y la vida ni la que ordenó armoniosamente los miembros de su cuerpo.
    Pero sé que el Creador del universo, el que plasmó al hombre en su nacimiento y determinó el origen de todas las cosas, les devolverá misericordiosamente el espíritu y la vida, ya que ustedes se olvidan ahora de sí mismos por amor de sus leyes".
    Antíoco pensó que se estaba burlando de él y sospechó que esas palabras eran un insulto. Como aún vivía el más joven, no sólo trataba de convencerlo con palabras, sino que le prometía con juramentos que lo haría rico y feliz, si abandonaba las tradiciones de sus antepasados. Le aseguraba asimismo que lo haría su Amigo y le confiaría altos cargos.
    Pero como el joven no le hacía ningún caso, el rey hizo llamar a la madre y le pidió que aconsejara a su hijo, a fin de salvarle la vida.
    Después de mucho insistir, ella accedió a persuadir a su hijo.
    Entonces, acercándose a él y burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua materna: "Hijo mío, ten compasión de mí, que te llevé nueve meses en mis entrañas, te amamanté durante tres años y te crié y eduqué, dándote el alimento, hasta la edad que ahora tienes.
    Yo te suplico, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y al ver todo lo que hay en ellos, reconozcas que Dios lo hizo todo de la nada, y que también el género humano fue hecho de la misma manera.
    No temas a este verdugo: muéstrate más bien digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que yo vuelva a encontrarte con ellos en el tiempo de la misericordia".
    Apenas ella terminó de hablar, el joven dijo: "¿Qué esperan? Yo no obedezco el decreto del rey, sino las prescripciones de la Ley que fue dada a nuestros padres por medio de Moisés.
    Y tú, que eres el causante de todas las desgracias de los hebreos, no escaparás de las manos de Dios.

    Palabra de Dios.


Salmo 17(16),1.5-6.8b.15.

Escucha, Señor, mi justa demanda,
atiende a mi clamor;
presta oído a mi plegaria,
porque en mis labios no hay falsedad.

Y mis pies se mantuvieron firmes
en los caminos señalados:
¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas!
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes:

inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
Escóndeme a la sombra de tus alas.
Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro,
y al despertar, me saciaré de tu presencia.


    Evangelio según San Lucas 19,11-28.

    Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.
    El les dijo: "Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida.
    Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: 'Háganlas producir hasta que yo vuelva'.
    Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: 'No queremos que este sea nuestro rey'.
    Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.
    El primero se presentó y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más'.
    'Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades'.
    Llegó el segundo y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más'.
    A él también le dijo: 'Tú estarás al frente de cinco ciudades'.
    Llegó el otro y le dijo: 'Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo.
    Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado'.
    El le respondió: 'Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré, ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses'.
    Y dijo a los que estaban allí: 'Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más'. '¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!'.
    Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene.
    En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia".
    Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.

    Palabra del Señor.

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO -22 DE NOVIEMBRE - “Hizo llamar a los servidores”


      Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301) monja benedictina Los Ejercicios, 7, Prima


“Hizo llamar a los servidores”

    Oh Verdad amada, oh justa Equidad de Dios ¿cómo compareceré ante tu faz llevando conmigo mi iniquidad..., el peso mi negligencia demasiado grande? El tesoro de la fe cristiana y de la vida espiritual, desgraciadamente no lo he dado a guardar a los banqueros de la caridad donde tú los hubieras podido retirar inmediatamente, según tu placer, aumentado con los intereses de toda la perfección. El talento que me confiaste, mi tiempo, no tan sólo lo he malgastado en vano sino que incluso lo he dejado huir, estropeado y perdido totalmente. ¿Adónde iré? ¿Hacia dónde me dirigiré? « Adónde escaparé de tu mirada? » (Sl 138,7).

    Oh Verdad, tus asesores inseparables son la justicia y la equidad... Desdichada de mí si comparezco ante tu tribunal sin tener un abogado que responda por mí. Oh Caridad, descárgame tú. Responde tú por mí. Solicita tú mi perdón. Pleitea tú mi causa para que, gracias a ti, yo viva.

    Ya sé lo que haré: «Alzaré la copa de la salvación» (Sl 115,13). Pondré el cáliz de Jesús sobre la bandeja vacía de la Verdad. Esa actitud suplirá todo lo que me falta. Así cubriré todos mis pecados. Por este cáliz levantaré todas mis ruinas. Por este cáliz supliré, dignamente y más todavía, todo lo que en mí hay de imperfecto...

    Oh amada Verdad, venir a ti sin mi Jesús me sería intolerable, pero con mi Jesús, comparecer delante de ti será para mí una cosa muy agradable y amable. Oh Verdad, siéntate ahora en tu tribunal... «Nada temo» (Sl 22,4).

SANTORAL - SANTA CECILIA

22 de Noviembre


    Santa Cecilia es una de las mártires de los primeros siglos más venerada por los cristianos. Se dice que el día de su matrimonio, mientras los músicos tocaban, ella cantaba a Dios en su corazón. Su fiesta se celebra el 22 de noviembre y es representada tocando un instrumento musical y cantando.

    Las “actas” de la santa la presentan como integrante de una familia noble de Roma. Solía hacer penitencias y consagró su virginidad a Dios. Sin embargo, su padre la casó con un joven llamado Valeriano.

    Cuando los recién casados se encontraban en la habitación, Cecilia le dijo a Valeriano: "Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí”.

    El esposo le pidió que le mostrara al ángel y que haría lo que ella le pidiera por lo que Cecilia le dijo que si él creía en el Dios vivo y verdadero y recibía el bautismo, entonces vería al ángel. Valeriano fue a buscar al Obispo Urbano, quien lo instruyó en la fe y lo bautizó.

    La Tradición señala que cuando el esposo regresó a ver a su amada, vio a un ángel de pie junto a Cecilia y el ser celestial puso una guirnalda de rosas y lirios sobre la cabeza de ambos. Más adelante, Valeriano y su hermano Tiburcio serían martirizados.

    Cecilia fue llamada para que demostrara su fe en los dioses paganos, pero convirtió a sus detractores. El Papa Urbano la visitó en su casa y bautizó ahí a 400 personas. Posteriormente, la Santa fue llevada a juicio y condenada morir sofocada en el baño de su casa, pero a pesar de la gran cantidad de leña que pusieron los guardias en el horno, Cecilia no sufrió daño alguno.

    Finalmente, la mandaron a decapitar y el verdugo descargó tres veces la espada sobre su cuello. Santa Cecilia pasó tres días agonizando y finalmente partió a la Casa del Padre. Esta historia es de fines del siglo V, pero no está del todo fundada en documentos.

    En marzo de 2014, el Papa Francisco se refirió a los mártires de los primeros tiempos cristianos, como Santa Cecilia, y dijo que “llevaban siempre con ellos el Evangelio: ellos llevaban el Evangelio; ella, Cecilia llevaba el Evangelio. Porque es precisamente nuestro primer alimento, es la Palabra de Jesús, lo que nutre nuestra fe”.

    En Trastévere, Roma, se edificó la Basílica de Santa Cecilia en el siglo V. Allí actualmente se encuentra la famosa estatua de tamaño natural y del escultor Maderna, que muestra a la Santa como si estuviera dormida, recostada del lado derecho.

Oremos

    Señor y Dios nuestro, tu escogiste para ti desde sus más tiernos años a Santa Cecilia. Ella amó a Dios, a su familia, a sus semejantes, hasta entregar todos sus bienes a los pobres. Desde su imagen nos señala una ruta. Es un faro luminoso en los acantilados del mundo. Se nos muestra joven, hermosa, rica y sana. Exhibe valentía, carácter, robustez del alma… hasta entregar su vida. Queremos aprender de ella esa fe y esa valentía para vivir nuestro cristianismo sin claudicar. Lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

-FRASE DEL DÍA-