domingo, 23 de febrero de 2020

CARTA ENCÍCLICA FIDES ET RATIO DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II SOBRE LAS RELACIONES ENTRE FE Y RAZÓN



CAPÍTULO V
INTERVENCIONES DEL MAGISTERIO EN CUESTIONES FILOSÓFICAS





El discernimiento del Magisterio como diaconía de la verdad

56. En definitiva, se nota una difundida desconfianza hacia las afirmaciones globales y absolutas, sobre todo por parte de quienes consideran que la verdad es el resultado del consenso y no de la adecuación del intelecto a la realidad objetiva. Ciertamente es comprensible que, en un mundo dividido en muchos campos de especialización, resulte difícil reconocer el sentido total y último de la vida que la filosofía ha buscado tradicionalmente. No obstante, a la luz de la fe que reconoce en Jesucristo este sentido último, debo animar a los filósofos, cristianos o no, a confiar en la capacidad de la razón humana y a no fijarse metas demasiado modestas en su filosofar. La lección de la historia del milenio que estamos concluyendo testimonia que éste es el camino a seguir: es preciso no perder la pasión por la verdad última y el anhelo por su búsqueda, junto con la audacia de descubrir nuevos rumbos. La fe mueve a la razón a salir de todo aislamiento y a apostar de buen grado por lo que es bello, bueno y verdadero. Así, la fe se hace abogada convencida y convincente de la razón.

PENSAMIENTO DE LOS SANTOS



    Santa Madre Teresa de Calcuta, tú dabas gran valor a la dignidad de cada persona como hijo de Dios "creado para grandes cosas: para amar y ser amado". Inspirados por tu ejemplo y ayudados por tu intercesión, haz que podamos respetar y cuidar el don de la vida desde su concepción hasta su fin natural. Que, reconociendo a cada persona como "mi hermano y mi hermana", podamos amarnos unos a otros con el tierno amor de Dios. Amén

EVANGELIO - 24 de Febrero - San Marcos 9,14-29


    Evangelio según San Marcos 9,14-29.

    Cuando volvieron a donde estaban los otros discípulos, los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas.
    En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo.
    El les preguntó: "¿Sobre qué estaban discutiendo?".
    Uno de ellos le dijo: "Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu mudo.
    Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron".
    "Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuando estaré con ustedes? ¿Hasta cuando tendré que soportarlos? Tráiganmelo".
    Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca.
    Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que está así?". "Desde la infancia, le respondió, y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos".
    "¡Si puedes...!", respondió Jesús. "Todo es posible para el que cree".
    Inmediatamente el padre del niño exclamó: "Creo, ayúdame porque tengo poca fe".
    Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más".
    El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: "Está muerto".
    Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie.
    Cuando entró en la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?".
    El les respondió: "Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 24 de Febrero - «¡Todo es posible para quien cree!»


       Beato Charles de Foucauld - Meditaciones sobre el Evangelio: a propósito de las principales virtudes

«¡Todo es posible para quien cree!» 

    «Si vuestra fe fuera como un grano de mostaza…, nada os sería imposible» (Mt 17,20). Todo lo podemos por la oración: si no recibimos es que hemos tenido poca fe, o que hemos orado poco, o que sería malo para nosotros que nuestra petición fuera atendida, o que Dios nos da alguna cosa mejor que lo que hemos pedido. Pero jamás dejaremos de recibir lo que pedimos por ser la cosa demasiado difícil de obtener: «Nada os sería imposible».

    No dudemos en pedir a Dios incluso las cosas más difíciles, como es la conversión de grandes pecadores, de pueblos enteros. Pidámosle, pues, incluso aquellas cosas que creemos son las más difíciles, con la certeza de que Dios nos ama apasionadamente y que cuanto mayor es el don más desea hacerlo el que ama apasionadamente; pero pidámoslo con fe, con insistencia, con constancia, con amor, con buena voluntad. Y estemos seguros que si pedimos así y con mucha constancia, seremos escuchados y recibiremos la gracia pedida o una todavía mejor. Pidamos, con osadía, a nuestro Señor las cosas más imposibles de alcanzar cuando son para su gloria, y estemos seguros que su Corazón nos las concederá tanto más cuanto ellas parecen humanamente imposibles; porque dar lo imposible al que ama es agradable a su Corazón, y ¡cuánto nos ama él!

SANTORAL - BEATA ASCENSIÓN DEL CORAZÓN DE JESÚS NICOL GOÑI

24 de Febrero


    Nació en Tafalla (Navarra, España), el 14 de marzo de 1868, última hija del matrimonio de Juan Nicol y Águeda Goñi. Su padre era comerciante de calzado y aperos de labranza. Fue bautizada y se le impuso el nombre de Florentina, por la memoria de la santa que se celebra en esa fecha. Recibió la educación propia de las niñas de su estrato social, y luego fue a Huesca, al centro que las religiosas Dominicas de la Tercera Orden tenían y que se conocía como el Beaterio de Santa María Magdalena y Santa Rosa. Allí descubrió su vocación religiosa.

    Cuando tenía 17 años, el 22 de octubre de 1885, fue admitida en la comunidad de religiosas de Santa Rosa de Huesca. Tuvo un noviciado feliz, se sentía llena de fervor y desbordante generosidad; todo le parecía poco para lo que ella anhelaba entregar a Dios; además, lo hacía con alegría y espontaneidad. Profesó al año siguiente y recibió el nombre de Ascensión del Sagrado Corazón.

    Encontró ciertas dificultades cuando, en 1907, fue nombrada directora del Externado, pues su carácter jovial y alegre le atraía las muestras de afecto de las niñas; las superioras consideraron desmedida la familiaridad amistosa hacia la joven religiosa directora. Para corregirla, la trasladaron a otros trabajos comunitarios, donde no tenía necesidad de tratar a las pequeñas. Pasada esta prueba, regresó a la enseñanza, fortalecida por la práctica de la virtud de la obediencia.

    En 1912 el Gobierno clausuró la Escuela normal de Santa Rosa de Huesca. Las religiosas se hallaron de pronto sin su trabajo apostólico de preparación de docentes y sin su fuente de recursos económicos. Aquí se sitúa el primer encuentro de la madre Ascensión con el padre dominico fray Ramón Zubieta, que llegó hasta Huesca a buscar religiosas que quisieran integrarse en el trabajo de la misión de Urubamba y Madre de Dios en Perú.

    Como la orden ya tenía intención de enviar a América, en particular a Perú, a las religiosas a las que el Gobierno había privado de su Escuela normal, el proyecto pasó al Consejo de la Casa, mientras el padre Zubieta recibía en Roma la ordenación como obispo de Aráa (15 de agosto de 1913). Se formalizó el proyecto misionero y cinco hermanas del Beaterio de Santa María Magdalena y Santa Rosa de las Religiosas Dominicas de la Tercera Orden partieron el 17 de noviembre de 1913; llegaron a Lima el 30 de diciembre, después de hacer escala en Río de Janeiro. El viaje en barco proporcionó a monseñor Zubieta la oportunidad de conocer más a fondo a las religiosas, y en particular a la madre Ascensión, a quien iba a profesar un profundo y afectuoso respeto, evidente en todas sus cartas.

    El Beaterio de Nuestra Señora del Patrocinio de Lima fue escogido para recibir a las madres de Santa Rosa de Huesca, a las misioneras que se iban a dedicar al apostolado en su prefectura apostólica de Santo Domingo del Urubamba y Madre de Dios en Perú. El Beaterio sufría entonces de relajación y falta de vida regular. El obispo dispuso que todas se sometieran a las reglas y constituciones de las madres de Huesca y, el 2 de febrero, nombró a la madre Ascensión superiora responsable; pero la reacción de las hermanas peruanas fue muy enérgica y se procedió a organizar la elección: el 1 de abril fue elegida para el cargo de priora por la comunidad del Patrocinio por una mayoría de votos muy grande.

    El espinoso proceso de integración de las dos comunidades de Lima reclamó la presencia de la madre Ascensión en el Beaterio del Patrocinio, donde había sido elegida priora. Las adversidades la condujeron a un desprendimiento mayor y a buscar sólo en Dios su consuelo, aun en medio de soledades y aridez espiritual.

    A finales de abril de 1918, pasó por Lima el padre Theissling, maestro de la Orden de Predicadores, en visita canónica; aprobó la obra y les encomendó la fundación de acuerdo al nuevo Derecho canónico de 1917, pues ya tenían diez religiosas españolas y veinte peruanas, y contaban ya con cuatro casas.

    El padre Osende, o.p., trabajó en las Constituciones y aceleró el proceso jurídico. Así nació la Congregación de las "Misioneras Dominicas del Santísimo Rosario". El 27 de septiembre fueron aprobadas las primeras Constituciones. Y el 5 de octubre se erigió en Lima la congregación; la madre Ascensión fue nombrada superiora general. Se decidió que el noviciado se hiciera en Pamplona (España).

    Con ocasión de la visita ad limina de mons. Zubieta al Papa Benedicto XV, la madre Ascensión y la madre Visitación pudieron también tener la entrevista con el Papa, y le trataron un número importante de problemas que sólo podían ser resueltos por la Santa Sede. El 25 de marzo de ese mismo año la Congregación fue agregada a la Orden de Predicadores.

    La desmedida actividad y la falta de descanso habían agotado a monseñor Zubieta; su salud cedió y finalmente, el 19 de noviembre de 1921, murió santamente, a los 57 años de edad.

    La madre Ascensión siempre se negó a que la llamaran fundadora. Para ella el fundador era mons. Zubieta, pero, al morir este, recayó sobre ella toda la responsabilidad de la naciente fundación, así como la interpretación del carisma de la Congregación, a la vez misionero y educativo.

    La inauguración del colegio de Sonsonete, en El Salvador, en 1924, marcó el momento de la autonomía de la Congregación. La madre Ascensión desplegaba una prudencia audaz, unida a su exquisita misericordia, durante los aciagos tiempos de la guerra civil española, la segunda guerra mundial y la revolución comunista en China; un gobierno lúcido y firme al servicio de las religiosas que, con indecibles obstáculos, se consagraban a la difusión del Evangelio en las misiones y en las escuelas.

    Habían pasado los seis años reglamentarios desde la fundación de la Congregación y la celebración del primer consejo general; se convocó el primer capítulo general, donde la madre Ascensión fue elegida priora general. La Congregación fue tomando forma de institución internacional.

    En 1926, a pesar de las reticencias de la madre Ascensión debido a las necesidades locales, ante la insistencia del obispo del lugar, la Congregación se hace cargo del Colegio nacional de Cuzco. Se fundó una comunidad para atender la Escuela de educandas y, por tanto, la Congregación se abrió a la educación civil, además de la educación propiamente religiosa. Más tarde se harán cargo también del Colegio nacional de Arequipa, en 1928, y luego de otro más en Puno.

    La Congregación recibió la aprobación de Roma ad experimentum por siete años. La llamada misionera a China se hacía cada vez más apremiante; en septiembre de 1932, ese proyecto tan deseado podía iniciarse; al frente de la expedición de China iba la madre Ascensión.

    El segundo capítulo general, celebrado en Pamplona, reeligió por segunda vez a la madre Ascensión; y se dirigió a China por segunda vez. Otro Beaterio, Santa Rosa de Zaragoza, se incorporó a la Congregación. Ese año, el 22 de diciembre, Roma permitió a la Congregación su división en provincias.

    El tercer capítulo general volvió a reelegir a la madre Ascensión. Esta vez su salud ya no tendría los recursos para soportar el peso de tantas responsabilidades y exigencias. El 6 de enero del año siguiente se le declaró la enfermedad que la llevaría a la muerte. El 22 de enero recibió el viático y la extrema unción, en medio de sufrimientos muy agudos, que sobrellevó con virtud; murió con fama de santidad el 24 de febrero en la ciudad de Pamplona.

Oremos

    Señor Jesucristo, que recibiste en heredad todos los pueblos de la tierra, y quieres que brille para ellos la luz de la Buena Nueva que nos comunicaste por tus apóstoles, te suplicamos que siguiendo los ejemplos de tu misionera, la beata Ascensión Nicol, trabajemos incansablemente en la extensión de tu reino. Tú que vives y reinas con el Padre en unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

LA ORACIÓN DEL SEÑOR: "PADRE NUESTRO" ( CEC )



“PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO”

VII. «Y Líbranos del mal»

    2850 La última petición a nuestro Padre está también contenida en la oración de Jesús: “No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno” (Jn 17, 15). Esta petición concierne a cada uno individualmente, pero siempre quien ora es el “nosotros”, en comunión con toda la Iglesia y para la salvación de toda la familia humana. La Oración del Señor no cesa de abrirnos a las dimensiones de la Economía de la salvación. Nuestra interdependencia en el drama del pecado y de la muerte se vuelve solidaridad en el Cuerpo de Cristo, en “comunión con los santos” (cf RP 16).

    2851 En esta petición, el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El “diablo” (diá-bolos) es aquél que “se atraviesa” en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo.

    2852 “Homicida [...] desde el principio [...] mentiroso y padre de la mentira” (Jn 8, 44), “Satanás, el seductor del mundo entero” (Ap 12, 9), es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota toda la creación entera será “liberada del pecado y de la muerte” (Plegaria Eucarística IV, 123: Misal Romano). “Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno” (1 Jn 5, 18-19):

    «El Señor que ha borrado vuestro pecado y perdonado vuestras faltas también os protege y os guarda contra las astucias del Diablo que os combate para que el enemigo, que tiene la costumbre de engendrar la falta, no os sorprenda. Quien confía en Dios, no tema al demonio. “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Rm 8, 31)» (San Ambrosio, De sacramentis, 5, 30).