sábado, 9 de noviembre de 2024

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 10 de Noviembre - San Marcos 12,38-44.


    Primer Libro de los Reyes 17,8-16.

    Entonces la palabra del Señor llegó a Elías en estos términos: "Ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y establécete allí; ahí yo he ordenado a una viuda que te provea de alimento".
    El partió y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que estaba juntando leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme en un jarro un poco de agua para beber".
    Mientras ella lo iba a buscar, la llamó y le dijo: "Tráeme también en la mano un pedazo de pan".
    Pero ella respondió: "¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo pan cocido, sino sólo un puñado de harina en el tarro y un poco de aceite en el frasco. Apenas recoja un manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y para mi hijo; lo comeremos, y luego moriremos".
    Elías le dijo: "No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame con eso una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después.
    Porque así habla el Señor, el Dios de Israel: El tarro de harina no se agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la superficie del suelo".
    Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías, y comieron ella, él y su hijo, durante un tiempo.
    El tarro de harina no se agotó ni se vació el frasco de aceite, conforme a la palabra que había pronunciado el Señor por medio de Elías.


Salmo 146(145),6c.7.8-9a.9bc-10.

Él hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que hay en ellos.
Él mantiene su fidelidad para siempre,
Hace justicia a los oprimidos

y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos,
Abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados,

el Señor ama a los justos
El Señor protege a los extranjeros
y sustenta al huérfano y a la viuda;
y entorpece el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.
¡Aleluya!


    Carta a los Hebreos 9,24-28.

    Cristo, en efecto, no entró en un Santuario erigido por manos humanas -simple figura del auténtico Santuario- sino en el cielo, para presentarse delante de Dios en favor nuestro.
    Y no entró para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como lo hace el Sumo Sacerdote que penetra cada año en el Santuario con una sangre que no es la suya.
    Porque en ese caso, hubiera tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. En cambio, ahora él se ha manifestado una sola vez, en la consumación de los tiempos, para abolir el pecado por medio de su Sacrificio.
    Y así como el destino de los hombres es morir una sola vez, después de lo cual viene el Juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan.


    Evangelio según San Marcos 12,38-44.

    Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad".
    Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
    Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.
    Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 10 de Noviembre - "Amar a Cristo con su Cuerpo"


San Agustín (354-430) obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia Tratado sobre la1º Carta de Juan, La caridad universal (Le corps mystique du Christ, II, Desclée de Brouwer, 1936)


"Amar a Cristo con su Cuerpo"
            
    Si  quieres amar a Cristo, extiende tu caridad al mundo entero, porque los miembros de Cristo se extienden en todo el mundo. Si sólo amas una parte, te separas. Si te separas, no estás en el Cuerpo y si no estás en el Cuerpo, no estás bajo la Cabeza.

    ¿Dices creer y al mismo tiempo blasfemas? Adoras a Cristo en la Cabeza pero lo blasfemas en su Cuerpo. Él ama a su Cuerpo. La Cabeza te grita desde el cielo que es en vano que la honores. Es como si alguien quisiera besarte en el rostro y te aplastara los pies. Alguien con sus duros zapatos te lastima los pies al querer tomar tu cabeza para besarla. Interrumpirías su demostración de respeto gritando “¡Qué haces hombre, me lastimas!”.

    De este modo, nuestro Señor Jesucristo, antes de subir al cielo, nos ha recomendado a su Cuerpo, por el que él iba a permanecer sobre la tierra. Veía que muchos lo honoraban en su gloria, pero que eran vanos esos honores si despreciaban a sus miembros sobre la tierra.

SANTORAL - SAN LEÓN MAGNO

10 de Noviembre


    San León I, elegido obispo de Roma en el año 440 y muerto el 461, fue un Papa de momentos de crisis. Tenía un espíritu suficientemente magnánimo como para hacerles frente. Resistió con igual energía e inteligencia el peligro de las invasiones de los bárbaros como el de la herejía monofisita, que ponía en peligro la fe de la Iglesia en el misterio de la Encarnación.

    Si bien acertó a alejar la amenaza de Atila que pesaba sobre Italia , hubo de asistir, sin embargo, tres años más tarde, al saqueo de Roma por los vándalos . Ahora bien, en el momento en que tenía que atender a las necesidades materiales de su pueblo, había de formular también la fe recibida de los Apóstoles con respecto a la persona de Jesús.

    El Concilio de Calcedonia ratificó por aclamación su doctrina: «Pedro ha hablado por boca de León», exclamaron los Padres. Pero la fe no es una pura especulación. De ahí que San León recuerde a su pueblo, a lo largo del año, las consecuencias que supuso para la vida del cristiano la Encarnación: «Reconoce, cristiano, tu dignidad.

    Recuerda de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro». Es admirable que unas oraciones litúrgicas, unos sermones y cartas compuestos en medio de tantas dificultades resuman tal serenidad.

    El secreto de semejante paz y dominio hay que buscarlo en el amor y la fe que animaban a León Magno: fe en Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, y amor a Aquel que es Hijo de Dios e hijo de María; fe en sus promesas, cuya depositaria es la Iglesia en la persona del sucesor de Pedro, y amor hacia esa misma Iglesia, que sigue siendo gobernada por la segura mano de Pedro.

Oremos

    Oh Dios, tú que no permites que el poder del infierno derrote a tu Iglesia, fundada sobre la firmeza de la roca apostólica, concédele, por los ruegos del papa san León Magno, permanecer siempre firme en la verdad, para que goce de una paz duradera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén 

-FRASE DEL DÍA-