jueves, 12 de agosto de 2021

Propósito del Día




Oremos.

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.

EVANGELIO DEL DÍA - 13 de Agosto - San Mateo 19,3-12.





Libro de Josué 24,1-13.


Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor.
Entonces Josué dijo a todo el pueblo: "Así habla el Señor, el Dios de Israel: Sus antepasados, Téraj, el padre de Abraham y de Najor, vivían desde tiempos antiguos al otro lado del Río, y servían a otros dioses.
Pero yo tomé a Abraham, el padre de ustedes, del otro lado del Río, y le hice recorrer todo el país de Canaán. Multipliqué su descendencia, y le di como hijo a Isaac.
A Isaac lo hice padre de Jacob y de Esaú. A Esaú le di en posesión la montaña de Seir, mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto
Luego envié a Moisés y a Aarón, y castigué a Egipto con los prodigios que realicé en medio de ellos. Después los hice salir de Egipto, a ustedes y a sus padres, y ustedes llegaron al mar. Los egipcios persiguieron a sus padres, con carros y guerreros, hasta el Mar Rojo.
Pero ellos pidieron auxilio al Señor: él interpuso una densa oscuridad entre ustedes y los egipcios, y envió contra ellos el mar, que los cubrió. Ustedes vieron con sus propios ojos lo que hice en Egipto. Luego permanecieron en el desierto durante largo tiempo,
y después los introduje en el país de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán. Cuando ellos les hicieron la guerra, yo los entregué en sus manos, y así pudieron tomar posesión de su país, porque los exterminé delante de ustedes.
Entonces Balac - hijo de Sipor, rey de Moab - se levantó para combatir contra Israel, y mandó llamar a Balaam, hijo de Beor, para que los maldijera.
Pero yo no quise escuchar a Balaam, y él tuvo que bendecirlos. Así los libré de su mano.
Después ustedes cruzaron el Jordán y llegaron a Jericó. La gente de Jericó les hizo la guerra, y lo mismo hicieron los amorreos, los perizitas, los cananeos, los hititas, los guirgasitas, los jivitas y los jebuseos; pero yo los entregué en sus manos.
Hice cundir delante de ustedes el pánico, que puso en fuga a toda esa gente y a los dos reyes amorreos. Esto no se lo debes ni a tu espada ni a tu arco.
Así les di una tierra que no cultivaron, y ciudades que no edificaron, donde ahora habitan; y ustedes comen los frutos de viñas y olivares que no plantaron.


Palabra de Dios.


Salmo 136(135),1-3.16-18.21-22.24.


¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
¡Den gracias al Dios de los dioses,
porque es eterno su amor!
¡Den gracias al Señor de los señores,
porque es eterno su amor!

Al que guió a su pueblo por el desierto,
¡porque es eterno su amor!
al que derrotó a reyes poderosos,
¡porque es eterno su amor!
y dio muerte a reyes temibles,
¡porque es eterno su amor!

Al que dio sus territorios en herencia,
¡porque es eterno su amor!
en herencia a Israel, su servidor,
¡porque es eterno su amor!
y nos libró de nuestros opresores,
¡porque es eterno su amor!


Evangelio según San Mateo 19,3-12.

Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?".
El respondió: "¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne?
De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".
Le replicaron: "Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?".
El les dijo: "Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así.
Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio".
Los discípulos le dijeron: "Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse".
Y él les respondió: "No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido.
En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!".

Palabra del Señor.

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 13 de Agosto - «No son dos, sino una sola carne» (Mt 19,6)



 

San Juan Pablo II
Catequesis, Audiencia General (24-11-1982) (puntos 1 y 2)
La sacramentalidad del matrimonio a la luz del Evangelio

«No son dos, sino una sola carne» (Mt 19,6)

1. Hemos analizado la Carta a los Efesios y, sobre todo, el pasaje del capítulo 5, 22-23, desde el punto de vista de la sacramentalidad del matrimonio. Examinemos ahora el mismo texto desde la óptica de las palabras del Evangelio.

Las palabras de Cristo dirigidas a los fariseos (cf. Mt 19) se refieren al matrimonio como sacramento, o sea, a la revelación primordial del querer y actuar salvífico de Dios «al principio», en el misterio mismo de la creación. En virtud de este querer y actuar salvífico de Dios, el hombre y la mujer, al unirse entre sí de manera que se hacen «una sola carne» (Gén 2, 24), estaban destinados, a la vez, a estar unidos «en la verdad y en la caridad» como hijos de Dios (cf. Gaudium et spes, 24), hijos adoptivos en el Hijo Primogénito, amado desde la eternidad. A esta unidad y a esta comunión de personas, a semejanza de la unión de las Personas divinas (cf. Gaudium et spes 24), están dedicadas las palabras de Cristo, que se refieren al matrimonio como sacramento primordial y, al mismo tiempo, confirman ese sacramento sobre la base del misterio de la redención. Efectivamente, la originaria «unidad en el cuerpo» del hombre y de la mujer no cesa de forjar la historia del hombre en la tierra, aunque haya perdido la limpidez del sacramento, del signo de la salvación, que poseía «al principio».

2. Si Cristo ante sus interlocutores, en el Evangelio de Mateo y Marcos (cf. Mt 19; Mc 10), confirma el matrimonio como sacramento instituido por el Creador «al principio» —si en conformidad con esto, exige su indisolubilidad—, con esto mismo abre el matrimonio a la acción salvífica de Dios, a las fuerzas que brotan «de la redención del cuerpo» y que ayudan a superar las consecuencias del pecado y a construir la unidad del hombre y de la mujer según el designio eterno del Creador. La acción salvífica que se deriva del misterio de la redención asume la originaria acción santificante de Dios en el misterio mismo de la creación.

SANTORAL DEL DÍA - SANTOS PONCIANO E HIPÓLITO

13 de Agosto


Santos mártires Ponciano, papa, e Hipólito, presbítero, que, deportados al mismo tiempo a Cerdeña, ambos afrontaron allí una condena común y fueron ceñidos, según la tradición, con una única corona. Sus cuerpos, finalmente, fueron trasladados a Roma, el primero al cementerio de Calixto, y el segundo al cementerio de la vía Tiburtina. El mártir que la Iglesia conmemora en este día junto con el papa san Ponciano, era un sacerdote romano -quizás de origen griego- llamado Hipólito, que vivió a principios del siglo III. Era un hombre muy erudito y el más destacado de los escritores teológicos de los primeros tiempos de la Iglesia de Roma. La lengua que usaba en sus escritos era el griego. Tal vez había sido discípulo de san Ireneo, y San Jerónimo le calificó de «varón muy santo y elocuente». Hipólito acusó al papa san Ceferino de haberse mostrado negligente en descubrir y denunciar la herejía.

Cuando san Calixto I fue elegido papa, Hipólito se retiró de la comunión con la Iglesia romana y se opuso al Sumo Pontífice. Un núcleo reducido pero influyente de cristianos romanos lo eligieron obispo, por lo que resultó ser el primer antipapa de la historia. El cisma de Hipólito continuó durante los pontificados de Urbano I y de Ponciano.

Durante la persecución de Maximino, fue desterrado a Cerdeña junto con el papa san Ponciano, el año 235 y consta que allí Ponciano renunció a su episcopado para que los romanos pudieran elegir sucesor. Presumiblemente Hipólito hizo lo mismo; lo cierto es que en el exilio se reconcilió con la Iglesia y murió mártir en aquella isla insalubre a causa de los malos tratos que recibió. Su cuerpo fue, más tarde, trasladado al cementerio de la Vía Tiburtina.

Prudencio, basándose en una interpretación equivocada de la inscripción del papa san Dámaso, confunde a san Hipólito con otro mártir del mismo nombre y afirma que murió descoyuntado por un tiro de caballos salvajes en la desembocadura del Tíber. En un himno refiere que siempre había sido curado de sus enfermedades de cuerpo y alma cuando había ido a pedir auxilio a la tumba de san Hipólito y agradece a Cristo las gracias que le ha concedido por la intercesión del mártir. El mismo autor asegura que la tumba de san Hipólito era un sitio de peregrinación, frecuentado no sólo por los habitantes de Roma, sino por los cristianos de sitios muy remotos, sobre todo el día de la fiesta del mártir: «La gente se precipita desde la madrugada al santuario. Toda la juventud pasa por ahí. La multitud va y viene hasta la caída del sol, besando las letras resplandecientes de la inscripción, derramando especias y regando la tumba con sus lágrimas. Y cuando llega la fiesta del santo, al año siguiente, la multitud acude de nuevo celosamente ... y los anchos campos apenas pueden contener el gozo del pueblo». Otra prueba de la gran veneración en que los fieles tenían a san Hipólito, es que su nombre figura en el canon de la misa ambrosiana de Milán.

En 1551, se descubrió en el cementerio de san Hipólito, en el camino de Tívoli, una estatua de mármol del siglo III que representa al santo sentado en una cátedra; las tablas para calcular la Pascua y la lista de las obras de san Hipólito están grabadas en ambos lados de la cátedra. La estatua se halla actualmente en el Museo de Letrán.

De san Ponciano sabemos mucho menos que de su compañero de martirio. Era probablemente romano, y sucedió a san Urbano I en la sede de Roma hacia el año 230. Convocó en Roma el sínodo que confirmó la condenación pronunciada en Alejandría de ciertas doctrinas que se atribuían a Orígenes. Cuando estalló la persecución de Maximino, el papa fue desterrado a la isla de Cerdeña, calificada de «insalubre», probablemente por razón de las minas que había en ella. Allí renunció al pontificado; pero no sabemos si vivió aún mucho tiempo, ni cómo murió. Según la tradición, pereció apaleado.

Algunos años más tarde, el papa san Fabián trasladó los restos de Ponciano al cementerio de san Calixto, en Roma, donde se descubrió su epitafio original, en 1909. En la Depositio Martyrum, del siglo IV, se asocia el nombre de san Ponciano con el de san Hipólito y se designa el 13 de agosto como día de la conmemoración: «Idas Aug. Ypoliti in Tiburtina et Pontiani in Callisti.»

-FRASE DEL DÍA-


 

ELEMENTOS MATERIALES DE LA LITURGIA


El Templo y sus Partes

    La nave “Los lugares de los fieles han de disponerse como sumo cuidado, a fin de que puedan participar con la vista y con el espíritu en las celebraciones sagradas… Los bancos o sillas, sobre todo en los edificios recientemente construidos, han de disponerse de tal modo que los fieles puedan adoptar las posturas indicadas para las diversas partes de la celebración y puedan acercarse sin dificultad a recibir la sagrada Comunión.” (IGMR, 311). “El templo también debe ser un espacio que invite al recogimiento y a la oración silenciosa, que prolonga e interioriza la gran plegaria de la Eucaristía.” (Catec. I.C., 1185). Las posturas de los fieles en la celebración eucarística son: de pié, de rodillas y sentados (cfr. IGMR, 42-43). La disposición de los bancos en la nave también debe prever -y facilitar los diversos movimientos procesionales: Entrada, Evangelio, Ofertorio, Comunión, Salida, Vía Crucis, etc. (Cfr. IGMR, 44; 47; 74;86). Los principales requerimientos que debe satisfacer la nave son (cfr. CEA): - Visión: hacia el altar y presbiterio, en todas las posturas rituales (de pié, de rodillas, sentados) - Audición: clara, reforzada eventualmente con equipos de amplificación y parlantes de haz chato para evitar reverberaciones y ecos. Aquí también es necesario considerar que diseños rectilíneos de las paredes de la nave, con muros paralelos, son perjudiciales a la acústica del lugar. - Iluminación: de una intensidad mínima de 100 lux y uniforme en los sectores de asientos, deberá prever refuerzos escalonados en los sectores de circulaciones y adyacentes al presbiterio, reservándose para éste y en especial el altar, el mayor énfasis de iluminación. Las ventanas deberán ser elevadas, de modo que los fieles no tengan visión directa hacia el exterior, y viceversa. - Ventilación y calefacción: La arquitectura debe prever la adaptación al clima de la zona donde se emplazará el templo. Se debe procurar la formación de corrientes naturales de aire, cruzando en lo posible el sector de los asientos o en su defecto mediante corrientes ascendentes con suficiente chimenea. La conjunción del diseño y las orientaciones adecuadas en cuanto a vientos dominantes son de gran ayuda en este sentido.