lunes, 4 de agosto de 2025

CARTA ENCÍCLICA LUMEN FIDEI DEL SUMO PONTÍFICE FRANCISCO

CAPÍTULO TERCERO
TRANSMITO LO QUE HE RECIBIDO
(cf. 1 Co 15,3)
Unidad e integridad de la fe


    47. La unidad de la Iglesia, en el tiempo y en el espacio, está ligada a la unidad de la fe: « Un solo cuerpo y un solo espíritu […] una sola fe » (Ef 4,4-5). Hoy puede parecer posible una unión entre los hombres en una tarea común, en el compartir los mismos sentimientos o la misma suerte, en una meta común. Pero resulta muy difícil concebir una unidad en la misma verdad. Nos da la impresión de que una unión de este tipo se opone a la libertad de pensamiento y a la autonomía del sujeto. En cambio, la experiencia del amor nos dice que precisamente en el amor es posible tener una visión común, que amando aprendemos a ver la realidad con los ojos del otro, y que eso no nos empobrece, sino que enriquece nuestra mirada. El amor verdadero, a medida del amor divino, exige la verdad y, en la mirada común de la verdad, que es Jesucristo, adquiere firmeza y profundidad. En esto consiste también el gozo de creer, en la unidad de visión en un solo cuerpo y en un solo espíritu. En este sentido san León Magno decía: « Si la fe no es una, no es fe »[40].

    ¿Cuál es el secreto de esta unidad? La fe es « una », en primer lugar, por la unidad del Dios conocido y confesado. Todos los artículos de la fe se refieren a él, son vías para conocer su ser y su actuar, y por eso forman una unidad superior a cualquier otra que podamos construir con nuestro pensamiento, la unidad que nos enriquece, porque se nos comunica y nos hace « uno ».

    La fe es una, además, porque se dirige al único Señor, a la vida de Jesús, a su historia concreta que comparte con nosotros. San Ireneo de Lyon ha clarificado este punto contra los herejes gnósticos. Éstos distinguían dos tipos de fe, una fe ruda, la fe de los simples, imperfecta, que no iba más allá de la carne de Cristo y de la contemplación de sus misterios; y otro tipo de fe, más profundo y perfecto, la fe verdadera, reservada a un pequeño círculo de iniciados, que se eleva con el intelecto hasta los misterios de la divinidad desconocida, más allá de la carne de Cristo. Ante este planteamiento, que sigue teniendo su atractivo y sus defensores también en nuestros días, san Ireneo defiende que la fe es una sola, porque pasa siempre por el punto concreto de la encarnación, sin superar nunca la carne y la historia de Cristo, ya que Dios se ha querido revelar plenamente en ella. Y, por eso, no hay diferencia entre la fe de « aquel que destaca por su elocuencia » y de « quien es más débil en la palabra », entre quien es superior y quien tiene menos capacidad: ni el primero puede ampliar la fe, ni el segundo reducirla[41].

    Por último, la fe es una porque es compartida por toda la Iglesia, que forma un solo cuerpo y un solo espíritu. En la comunión del único sujeto que es la Iglesia, recibimos una mirada común. Confesando la misma fe, nos apoyamos sobre la misma roca, somos transformados por el mismo Espíritu de amor, irradiamos una única luz y tenemos una única mirada para penetrar la realidad.

[40] In nativitate Domini sermo 4, 6: SC 22, 110.

[41] Cf. Ireneo, Adversus haereses, I, 10, 2: SC 264, 160.

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 05 de Agosto - San Mateo 14,22-36.


   Libro de los Números 12,1-13.

    Miriam y Aarón se pusieron a murmurar contra Moisés a causa de la mujer cusita con la que este se había casado. Moisés, en efecto, se había casado con una mujer de Cus.
    "¿Acaso el Señor ha hablado únicamente por medio de Moisés?, decían. ¿No habló también por medio de nosotros?". Y el Señor oyó todo esto.
    Ahora bien, Moisés era un hombre muy humilde, más humilde que cualquier otro hombre sobre la tierra.
    De pronto, el Señor dijo a Moisés, a Aarón y a Miriam: "Vayan los tres a la Carpa del Encuentro". Cuando salieron los tres, el Señor descendió en la columna de la nube y se detuvo a la entrada de la Carpa. Luego llamó a Aarón y a Miriam. Los dos se adelantaron, y el Señor les dijo: "Escuchen bien mis palabras: Cuando aparece entre ustedes un profeta, yo me revelo a él en una visión, le hablo en un sueño.
    No sucede así con mi servidor Moisés: él es el hombre de confianza en toda mi casa.
    Yo hablo con él cara a cara, claramente, no con enigmas, y el contempla la figura del Señor. ¿Por qué entonces ustedes se han atrevido a hablar contra mi servidor Moisés?".
    Y lleno de indignación contra ellos, el Señor se alejó.
    Apenas la nube se retiró de encima de la Carpa, Miriam se cubrió de lepra, quedando blanca como la nieve. Cuando Aarón se volvió hacia ella y vio que estaba leprosa, dijo a Moisés: "Por favor, señor, no hagas pesar sobre nosotros el pecado que hemos cometido por necedad.
    No permitas que ella sea como el aborto, que al salir del seno materno ya tiene consumida la mitad de su carne".
    Moisés invocó al Señor, diciendo: "¡Te ruego, Dios, que la cures!".

    Palabra de Dios.


Salmo 51(50),3-4.5-6a.6bc-7.12-13.

¡Piedad, Señor, porque pequé contra ti!

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!

Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti sólo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.

Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.


    Evangelio según San Mateo 14,22-36.

    Después que se sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
    Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
    La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.
    A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
    Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
    Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".
    Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua".
    "Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
    Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame".
    En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".
    En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
    Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".
    Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret.
    Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos, rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 05 de Agosto - ¡Confianza! ¡No teman!


San Carlos de Foucauld (1858-1916) ermitaño y misionero en el Sahara Ocho días en Efrén (Écrits spirituels de Charles de Foucauld, ermite au Sahara, apôtre des touaregs, Gigord, 1964)


¡Confianza! ¡No teman! 
          
    [Nuestro Señor:] “Hijos míos, no importa lo que les sucede, recuerden que estoy siempre con ustedes… Recuerden que visible o invisible, pareciendo actuar o pareciendo dormir y olvidarlos, estoy siempre velando, estoy en todos lados y soy todopoderoso. No tengan ningún temor, ninguna inquietud: ahí estoy, velo, los amo. Espero que no duden ya: ¡yo espero de Mi amor! Soy todopoderoso… ¿Qué más quieren?...

    Todo lo que les sucede, les sucede con mi permiso o mi voluntad, con el permiso o la voluntad de Mi amor. Sacarán de ello un gran bien, gran bien que les ayudo a sacar con Mi gracia… No teman nada, porque nada les puede ocurrir sin Mi permiso… No se aflijan por nada, conformen su voluntad a la Mía…

    Recuerden esos temporales que apacigüé con una palabra, trayendo luego una gran calma… Recuerden la forma con la que sostuve a Pedro, caminando sobre las aguas… Estoy siempre junto a cada hombre como lo estoy de ustedes, dispuesto a ayudarlo, socorrerlo en todo lo que requiera por el bien de su alma. (…) En esta vida la tempestad es continua y su barca está siempre en peligro de naufragar… Pero Yo, estoy ahí y conmigo la barca es insumergible. Desconfíen de todo y especialmente de ustedes. Pero tengan en mí una confianza completa, que destierre la inquietud…”

SANTORAL - NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

05 de Agosto


    Antigua advocación mariana que se remonta al siglo IV. Según la tradición, en la época del Papa Liberio (352 - 366), vivía en Roma un matrimonio piadoso y caritativo. Él se llamaba Juan Patricio mientras que el nombre de su esposa se desconoce. Habían sido bendecidos con abundancia de bienes y también de fe. Sin embargo, su gran dolor era no tener hijos con los que pudieran compartir sus dones. Durante años habían rezado por un hijo, finalmente se decidieron nombrar como heredera a la Santísima Virgen y le rezaron con devoción para que los guiara en la asignación de la herencia.

    Nuestra Señora, muy agradecida por el gesto, se le apareció a Juan Patricio y a su esposa la noche del 4 de agosto diciéndoles que deseaba que construyeran una basílica en el Monte Esquilino (una de las siete colinas de Roma), en el lugar donde ella les señalaría con una nevada. También se le apareció al Papa Liberio con el mismo mensaje. Al día siguiente, el 5 de agosto, a pleno día y con un sol brillante, la ciudad quedó sorprendida al ver un terreno nevado en el Monte Esquilino. La nieve cubrió exactamente el espacio que debía ser utilizado para la basílica y desapareció una vez señalado el lugar. Pronto se construyó la Basílica de Santa María la Mayor.

    El Papa Liberio buscaba una imagen de la Santísima Virgen que fuera digna de esta espléndida Basílica de Santa María la Mayor. Finalmente, donó la famosísima Madonna, Nuestra Señora y el Niño, la cual, según una tradición había sido pintada por San Lucas sobre una gruesa tabla de cedro y llevada a Roma por Santa Helena. Esta obra es venerada en el oratorio pontificio.

    A lo largo de los años, el pueblo de Roma ha sido muy devoto de la Virgen. Cada vez que Roma se encontraba en peligro de calamidades o de pestilencia, corría en bandadas al santuario de Nuestra Señora para pedirle auxilio. La Virgen Santísima les demostró ser una poderosa protectora con grandes milagros.

    El 1º de noviembre, de 1954, al final del Año Mariano, el Santo Padre Pío XII colocó una corona enjoyada sobre la pintura de Nuestra Señora, Protectora de Roma. En ese momento, se escuchó un fuerte clamor de entre la gran multitud congregada en Sta. María la Mayor: "¡Viva la Reina!". El Papa nombró a la Virgen Reina de cielos y tierra y decretó que se celebrara una fiesta especial para honrarla bajo ese título.

    La fiesta de Nuestra Señora de las Nieves se celebra el 5 de agosto, San Pío V la declaró fiesta de la Iglesia universal en el siglo XVII.

Oración

    Virgen Santísima de las Nieves, Patrona y Madre Nuestra; postramos ante este trono que nuestro filial amor te ha dedicado entre las bellezas y alturas de nuestras montañas nevadas, te suplicamos que derrames tu bendición sobre todos nosotros, sobre nuestros familiares, sobre los turistas y los alpinistas y que intercedas ante tu Divino Hijo para que nos conceda la gracia de pasar santamente el día de hoy y todos los de nuestra vida y que nos apartes siempre de todo peligro espiritual y corporal. Ante este altar que tiene por alfombra la nieve y por bóveda el cielo, bajo tu mirada dulce y bajo tu manto protector queremos que se deslicen estas horas de sano esparcimiento y que, al terminar la jornada, descendamos de estas cumbres con el alma más pura y el cuerpo más fortalecido para poder cumplir todos nuestros deberes. Virgen Santísima de las Nieves, ruega por nosotros.

-FRASE DEL DÍA-