viernes, 20 de mayo de 2016

AMORIS LAETITIA



    42. «Asimismo, el descenso demográfico, debido a una mentalidad antinatalista y promovido por las políticas mundiales de salud reproductiva, no sólo determina una situación en la que el sucederse de las generaciones ya no está asegurado, sino que se corre el riesgo de que con el tiempo lleve a un empobrecimiento económico y a una pérdida de esperanza en el futuro. El avance de las biotecnologías también ha tenido un fuerte impacto sobre la natalidad». Pueden agregarse otros factores como «la industrialización, la revolución sexual, el miedo a la superpoblación, los problemas económicos. La sociedad de consumo también puede disuadir a las personas de tener hijos sólo para mantener su libertad y estilo de vida». Es verdad que la conciencia recta de los esposos, cuando han sido muy generosos en la comunicación de la vida, puede orientarlos a la decisión de limitar el número de hijos por motivos suficientemente serios, pero también, «por amor a esta dignidad de la conciencia, la Iglesia rechaza con todas sus fuerzas las intervenciones coercitivas del Estado en favor de la anticoncepción, la esterilización e incluso del aborto». Estas medidas son inaceptables incluso en lugares con alta tasa de natalidad, pero llama la atención que los políticos las alienten también en algunos países que sufren el drama de una tasa de natalidad muy baja. Como indicaron los Obispos de Corea, esto es «actuar de un modo contradictorio y descuidando el propio deber».


    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

CATEQUESIS SOBRE LOS SACRAMENTOS

CAPÍTULO PRIMERO
LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA




    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ( CAP IV )

LOS PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL

DE LA IGLESIA




    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

REFLEXIÓN

TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA VII
De la Feria. Salterio III
20 de mayo


De los Comentarios de san Ambrosio, obispo, sobre los salmos
(Salmo 48, 13-14: CSEL 64, 367-368)

ÚNICO ES EL MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES, CRISTO JESÚS, HOMBRE TAMBIÉN ÉL

    El hermano no rescata, un hombre rescatará; nadie puede rescatarse a sí mismo, ni dar a Dios un precio por su vida; esto es, ¿por qué habré de temer los días aciagos? ¿Qué habrá que pueda dañarme a mí, que no sólo no necesito quien me rescate, sino que soy yo quien rescato a todos? Si soy yo quien libero a los demás, ¿habré de temer por mí mismo? He aquí que haré algo nuevo, superior al mismo amor y piedad fraternos. Ningún hombre puede rescatar a su hermano, nacido del mismo seno materno; esto sólo puede hacerlo aquel hombre del que se halla escrito: el Señor les enviará un hombre que los salvará; aquel que afirmó de sí mismo: Pretendéis quitarme la vida, a mí, el hombre que os he manifestado la verdad

    Pero, aunque es un hombre, ¿quién podrá conocerlo? ¿Y por qué nadie puede conocerlo? Porque, así como Dios es único, así también único es el mediador entre
Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también él.

    Él es el único que puede rescatar al hombre, con un amor superior al de hermanos, ya que derrama su sangre por los extraños, cosa que nadie puede hacer por un hermano. Y así, para rescatarnos del pecado, no perdonó a su propio cuerpo, y se entregó a sí mismo como precio de rescate por todos, como atestigua su fidedigno apóstol Pablo, que dice: Digo la verdad, no miento.

    Mas, ¿por qué sólo él rescata? Porque nadie puede igualar su afecto, que le lleva a entregar la vida por sus siervos; porque nadie puede igualar su inocencia, ya que todos estamos bajo pecado, todos sujetos a la caída de Adán. Sólo es designado como Redentor aquel que no podía estar sometido al pecado de origen. Por tanto, el hombre de que habla el salmo hemos de entenderlo referido al Señor Jesús, ya que él tomó la condición humana, para crucificar en su carne el pecado de todos y para borrar con su sangre el decreto condenatorio que pesaba sobre todos.

    Pero quizá dirás: «¿Por qué se niega que el hermano rescatará, si él mismo dijo: Contaré tu fama a mis hermanos?» Es que él nos perdonó los pecados no en calidad de hermano nuestro, sino por la peculiar condición del hombre Cristo Jesús, en el que estaba Dios. Así, en efecto, está escrito: Dios reconciliaba consigo al mundo por medio de Cristo. En aquel Cristo Jesús, el único del que se ha dicho: La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Por consiguiente, cuando habitó hecho carne entre nosotros, habitó no como hermano, sino como Señor.



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

LA FRASE DEL DÍA

Viernes 20 de mayo



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

EVANGELIO

TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA VII
20 de mayo


    Epístola de Santiago 5,9-12.

    Hermanos, no se quejen los unos de los otros, para no ser condenados. Miren que el Juez ya está a la puerta.
    Tomen como ejemplo de fortaleza y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.
    Porque nosotros llamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Ustedes oyeron hablar de la paciencia de Job, y saben lo que hizo el Señor con él, porque el Señor es compasivo y misericordioso.
    Pero ante todo, hermanos, no juren ni por el cielo, ni por la tierra, ni de ninguna manera: que cuando digan "sí", sea sí; y cuando digan "no", sea no, para no ser condenados.



Salmo 103(102),1-2.3-4.8-9.11-12.

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
No acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;

Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.




    Evangelio según San Marcos 10,1-12.

    Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más.
    Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?".
    El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?".
    Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella".
    Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes.
    Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer.
    Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre,y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.
    Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".
    Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.
    El les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella;
y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio".

Fuente: ©Evangelizo.org



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA VII
20 de mayo


    Concilio Vaticano II  Constitución dogmática sobre la Iglesia en el mundo        actual «Gaudium et spes», § 48

«Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo 
amó a su Iglesia» (Ef 5,25)

    El marido y la mujer, que por el pacto conyugal «ya no son dos, sino una sola carne», con la unión íntima de sus personas y actividades se ayudan y se sostienen mutuamente, adquieren conciencia de su unidad y lo logran cada vez más plenamente. Esta íntima unión, como mutua entrega de dos personas, lo mismo que el bien de los hijos, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su indisoluble unidad.

    Cristo nuestro Señor bendijo abundantemente este amor multiforme, nacido de la fuente divina de la caridad y que está formado a semejanza de su unión con la Iglesia (Ef 5,32). Porque así como Dios antiguamente se adelantó a unirse a su pueblo por una alianza de amor y de fidelidad, así ahora el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del sacramento del matrimonio. Además, permanece con ellos para que los esposos, con su mutua entrega, se amen con perpetua fidelidad, como Él mismo amó a la Iglesia y se entregó por ella (Ef 5,25).

    El genuino amor conyugal es asumido en el amor divino y se rige y enriquece por la virtud redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia para conducir eficazmente a los cónyuges a Dios y ayudarlos y fortalecerlos en la sublime misión de la paternidad y la maternidad. Por ello los esposos cristianos, para cumplir dignamente sus deberes de estado, están fortificados y como consagrados por un sacramento especial, con cuya virtud, al cumplir su misión conyugal y familiar, imbuidos del espíritu de Cristo, que satura toda su vida de fe, esperanza y caridad, llegan cada vez más a su propia perfección y a su mutua santificación, y, por tanto, conjuntamente, a la glorificación de Dios.


Fuente: ©Evangelizo.org



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

HIMNO

TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA VII
De la Feria. Salterio III
20 de mayo



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

SANTORAL

TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA VII
20 de mayo


    Predicador. Año 1444. Nació cerca de Siena en Italia en el año 1380. Su padre era gobernador. Quedó huérfano de padre y madre a los siete años. Bernardino fue siempre un modelo de amabilidad y bondad.

    De joven se afilió a una asociación piadosa llamada "Devotos de Nuestra Señora" que se dedicaba a hacer obras de caridad con los más necesitados. En el año 1400 estalló en Siena la epidemia de tifo negro. Bernardino preparaba muy bien a los que ya se iban a morir, para que murieran en paz con Dios. En el año 1402 entró de religioso franciscano. Nuestro santo nació el día de la fiesta del nacimiento de la Santísima Virgen, el 8 de septiembre. Y en esa misma fecha recibió el bautismo.

    Y también un 8 de septiembre recibió el hábito de franciscano y en ese gran día de la Natividad de Nuestra Señora recibió la ordenación sacerdotal (en 1404) Estando rezando todos los religiosos por la mañana, de pronto un joven novicio, sin poder contenerse, interrumpió la oración y le dijo: "Hermano Bernardino: no ocultes más las cualidades que Dios te ha dado. Vete a Milán a predicar". Iguales palabras le fueron dichas cada uno de los tres días.

    Todos consideraron que esto era una manifestación de la voluntad de Dios y le aconsejaron que se fuera a la gran ciudad a predicar la Cuaresma. Las multitudes empezaron a asistir en inmensas cantidades a sus sermones. Y desde 1418 hasta su muerte, por 26 años Bernardino recorre pueblos, ciudades y campos predicando. Se levantaba a las 4 de la mañana y durante horas y horas preparaba sus sermones.

    Cada predicación era un entusiasmarse todos por Jesucristo y gran conversión de pecadores. Recorrió todo su país (Italia) a pie, predicando, a todos les recomendaba que se arrepintieran de sus pecados y que hicieran penitencia por su vida mala. Atacaba sin compasión los vicios y las malas costumbres e invitaba con gran vehemencia a tener un intenso amor a Jesucristo y la Virgen María.

    Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras: JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS. En Polonia predicó contra los juegos de azar y las gentes quemaron todos los juegos de azar que tenían.

    Un fabricante de naipes se quejó con el santo diciéndole que lo había dejado en la ruina, y él aconsejó: "Ahora dedíquese a imprimir estampas de Jesús". Así lo hizo y consiguió más dinero que el que había logrado conseguir imprimiendo cartas de naipe. Los envidiosos lo acusaron ante el Papa diciendo que Bernardino recomendaba supersticiones. El Papa lo invitó a Roma y lo examinó delante de los cardenales y quedó tan conmovido el Sumo Pontífice al oírle sus predicaciones, que le dio orden para que pudiera predicar por todas partes.

    Durante 80 días predicó en Roma e hizo allí 114 sermones con enorme éxito. El Papa quiso nombrarlo arzobispo, pero el santo no se atrevió a aceptar. Lo nombraron superior de los franciscanos. Cuando Bernardino entró en la comunidad de franciscanos observantes, solamente había en Italia 300 de estos religiosos.

    Cuando él murió ya había más de 4.000. En su rostro se notaba que era un verdadero penitente, atraía más la admiración de las gentes. Acompañaba sus predicaciones con admirables milagros y prodigios. En su ciudad natal, Siena, había muchas divisiones y peleas. Se fue allá y predicó 45 sermones que devolvieron la paz a toda esa región. Verdaderamente Bernardino era un gran maestro de oratoria.

    En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, se sintió muy débil y al llegar al convento de los franciscanos en Aquila, murió santamente el 20 de mayo.
    El Papa Nicolás V, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber muerto.

Oremos

    Señor Dios, tú que diste a San Bernardino de Siena un amor admirable al santo nombre de Jesús, concédenos también a nosotros, por su intercesión y sus méritos, vivir, siempre inflamados de este mismo espíritu de amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Fuente: ©Evangelizo.org



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín