miércoles, 6 de enero de 2021

EVANGELIO - 07 de Enero - San Mateo 4,12-17.23-25


        Epístola I de San Juan 3,22-24.4,1-6.

    Hijos míos: Dios nos concederá todo cuanto le pidamos, porque  cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
    Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó.
    El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
    Queridos míos, no crean a cualquiera que se considere inspirado: pongan a prueba su inspiración, para ver si procede de Dios, porque han aparecido en el mundo muchos falsos profetas.
    En esto reconocerán al que está inspirado por Dios: todo el que confiesa a Jesucristo manifestado en la carne, procede de Dios.
    Y todo el que niega a Jesús, no procede de Dios, sino que está inspirado por el Anticristo, por el que ustedes oyeron decir que vendría y ya está en el mundo.
    Hijos míos, ustedes son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque aquel que está en ustedes es más grande que el que está en el mundo.
    Ellos son del mundo, por eso hablan el lenguaje del mundo y el mundo los escucha.
    Nosotros, en cambio, somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha, pero el que no es de Dios no nos escucha. Y en esto distinguiremos la verdadera de la falsa inspiración.


Salmo 2,7-8.10-12a.

Voy a proclamar el decreto del Señor:
Él me ha dicho: “Tú eres mi hijo,
Yo te he engendrado hoy.
«Pídeme, y te daré las naciones como herencia,

y como propiedad, los confines de la tierra."
Por eso, reyes, sean prudentes;
aprendan, gobernantes de la tierra.
Sirvan al Señor con temor
temblando, ríndanle homenaje.


    Evangelio según San Mateo 4,12-17.23-25.

    Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea.
    Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones!
    El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz.
    A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca".
    Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.
    Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba.
    Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 07 de Enero - «Convertíos»


        San Juan Pablo II, papa Catequesis (30-08-2000): Audiencia General, 30 de Agosto del 2000.

«Convertíos» 

    […] Dios busca con particular insistencia y amor al hijo rebelde que huye lejos de su mirada. Se ha introducido en las sendas tortuosas de los pecadores a través de su Hijo, Jesucristo, que precisamente al irrumpir en el escenario de la historia se presentó como «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). Las primeras palabras que pronuncia en público son estas: «Convertíos, porque el reino de los cielos está cerca» (Mt 4,17). En ese texto aparece un término importante que Jesús ilustrará repetidamente con palabras y obras: «Convertíos», en griego metanoete, es decir, llevad a cabo una metanoia, un cambio radical de la mente y del corazón. Es preciso cortar con el mal y entrar en el reino de justicia, amor y verdad, que se está inaugurando.

    […] Así pues, todos los pecadores tienen siempre abierta una puerta de esperanza. «El hombre no se queda solo para intentar, de mil modos a menudo frustrados, una imposible ascensión al cielo: hay un tabernáculo de gloria, que es la persona santísima de Jesús el Señor, donde lo humano y lo divino se encuentran en un abrazo que nunca podrá deshacerse: el Verbo se hizo carne, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado. Él derrama la divinidad en el corazón enfermo de la humanidad e, infundiéndole el Espíritu del Padre, la hace capaz de llegar a ser Dios por la gracia» (Orientale lumen, 15).

SANTORAL - SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT

07 de Enero


   San Raimundo de Peñafort, presbítero de la Orden de Predicadores, eximio maestro en derecho canónico, que escribió de modo muy acertado sobre el sacramento de la Penitencia. Elegido maestro general de la Orden, preparó la redacción de las nuevas Constituciones, y tras llegar a edad muy avanzada, se durmió en el Señor en la ciudad de Barcelona, en España.

     Vivió entre sabios y santos. Tuvo la dicha de estar rodeado de hombres tan santos y sabios como San Alberto Magno, que fue su profesor, y San Pedro Nolasco el que dirigió su conciencia... En su tiempo vivían hombres que marcarán época como San Francisco de Asís, Domingo de Guzmán, Tomás de Aquino, Antonio de Padua...

    Nació por el 1180, muy cerquita de Villafranca del Panadés -Cataluña-, y hechos los estudios en su pueblo, marchó a Barcelona para graduarse en leyes. A la vez que aprendía, enseñaba la moral y las virtudes a los demás y así, casi sin darse cuenta, formó escuela que después sería famosa en toda la ciudad Condal.

    Marchó a Bolonia para ampliar estudios y se dedicó de lleno al estudio de las leyes en las que será un gran maestro. Ya había echado raíces en esta hermosa ciudad italiana cuando apareció su Obispo de Barcelona, D. Berenguer de Palou, para decirle: "Os necesito en Barcelona. Por favor, venid a ayudarme en la dirección de la diócesis y en la corrección de sus defectos. Quiero y necesito vuestra ayuda". Viendo que era la voluntad del Señor volvió a su tierra y pronto su fama se extendió como en Bolonia.

    Todos acudían a él con sus dificultades y a todas partes llegaba su acción iluminadora y caritativa. Pero él se veía un tanto vacío y buscaba más tiempo para entregarse a la oración y a su trato íntimo con el Señor. Por ello cierto día apareció ante el P. Prior de los Dominicanos y le dijo "Padre, he visto en Bolonia el maravilloso ejemplo que me ha dado vuestro fundador el P. Domingo. Quiero seguir su vida. Admitidme y vestidme el hábito de vuestra Orden"... Era el Viernes Santo de 1222 cuando vestía el hábito dominicano.

    Un día le llegó un joven con acento provenzal y le abrió su alma. Le vino a decir: "Padre mío, ya hace días que vengo siguiendo sus clases y tratando de imitar su vida pero necesito algo más. Vendí cuanto tenía y abandoné mi patria para entregarme a Dios, y desde Francia llegué hasta aquí buscando a los pobres y necesitados... pero aún quiero algo más. Quiero descubrir la voluntad del Señor respecto a mí. Necesito que usted me ayude a descubrirla...". Era el joven Pedro Nolasco quien venía de tan lejos. De aquel maravilloso encuentro saldría una gran amistad y una obra común: La fundación de la Orden de la Merced...

    A sus 47 años dice un día al P. Provincial que se llamaba Sugerio: "Padre, écheme, por favor una buena penitencia por mis muchos pecados, sobre todo por los que cometí en Bolonia por mi soberbia". Y el P. Provincial le impuso el escribir una SUMA sobre Teología moral que aún hoy es una maravilla de precisión y seguridad y que tantos juristas durante siglos se aprovecharon de ella.

    El Señor quería favorecer en aquellos momentos el gran apostolado de la redención de cautivos que tanto abundaban, inspiró a tres grandes hombres lo misma idea: Fundar la Orden de la Merced. Para ello se manifestó al rey Jaime I, a Pedro Nolasco y a nuestro Raimundo de Peñafort. A cada uno le manifestó lo que de ellos esperaba. Cada uno tuvo una gran misión en el nacimiento y desarrollo de esta Orden...

    Raimundo, a pesar de huir de puestos honoríficos, fue encargado por los reyes y Papas de grandes misiones y embajadas y en todas salió airoso y con gran fruto. Huyó desde Palma hacia Barcelona, porque el rey no quería oír sus consejos, sobre su propio manto haciendo de barquichuela... Fue elegido Superior General de su Orden en la que tanto y tan bien trabajó... Recorrió varias naciones y países para predicar, con ardiente caridad, la fe en Jesucristo a judíos y moros... Fue el consejero de miles de personas y gran director de conciencias... Ya centenario murió el 6 de enero de 1275 y se le hicieron funerales como de persona regia.

Oremos 

    Amorosísimo Padre mío San Raimundo, vos sabéis la necesidad que padece mi alma y el consuelo que necesito, aplicad vuestra intercesión delante de Dios, para que por vuestros méritos, alcance la gracia que pretendo, si ha de ser para mayor gloria de Dios para más servirle y amarle. Amén.