lunes, 7 de marzo de 2016

LITURGIA

Elementos Materiales de la Liturgia

El Templo, el Altar, vestiduras del Papa, obispos y sacerdotes, colores litúrgico

BLANCO:
    Se usa en tiempo pascual, tiempo de navidad, fiestas del Señor, de la Virgen, de los ángeles, y de los santos no mártires. Es el color del gozo pascual, de la luz y de la vida.
    Expresa alegría y pureza.

ROJO:
    Se usa el domingo de Ramos, el Viernes Santo, Pentecostés, fiesta de los apóstoles y santos mártires. Significa el don del Espíritu Santo que nos hace capaces de testimoniar la propia fe aún hasta derramar la sangre en el martirio. Es el color de la sangre y del fuego.



VERDE:
    Se usa en el tiempo ordinario (período que va desde el Bautismo del Señor hasta Cuaresma y de Pentecostés a Adviento). Expresa la juventud de la Iglesia, el resurgir de una vida nueva.
Se usa en los oficios y Misas del «ciclo anual».

MORADO:
    Indica la esperanza, el ansia de encontrar a Jesús, el espíritu de penitencia; por eso se usa en adviento, cuaresma y liturgia de difuntos.
    Es signo de penitencia y austeridad.


TODOS ESTOS COLORES DEBEN ESTAR MARCADOS TAMBIÉN EN NUESTRO CORAZÓN:

    Debemos vivir con el vestido blanco de la pureza, de la inocencia. Reconquistar la pureza con nuestra vida santa.
    Debemos vivir con el vestido rojo del amor apasionado a Cristo, hasta el punto de estar dispuesto a dar nuestra vida por Cristo, como los mártires.
    Debemos vivir el color verde de la esperanza teologal, en estos momentos duros de nuestro mundo, tendiendo siempre la mirada hacia la eternidad.
    Debemos vivir el vestido morado o violeta, pues la penitencia, la humildad y la modestia deben ser alimento y actitudes de nuestra vida cristiana.
FUENTE: Catholic.net




CÓMO ACTÚA EL MAL ESPÍRITU

    A las manifestaciones del mal espíritu las podemos clasificar en tres, por un lado duda y aflicción, por otro lado el manejo del tiempo y por último, el mal espíritu caricaturiza la memoria.



    Si hay un modo en el que el mal espíritu trabaja y deja su huella en el corazón para apartarnos del camino del seguimiento de Jesús es por el camino de la duda, del camino de la aflicción.

    Es propio del mal espíritu poner falta de paz con tristeza y desánimo, debilitamiento de la fe, esperanza, caridad, tristeza y soledad, dejar al alma toda como acurrucada y arrinconada, amordazada y atada, son como características propias con las que el mal espíritu busca atentar contra la vida de Dios en nosotros.

    El mal espíritu además maneja los tiempos interiores. No el del reloj, sino los tiempos de la interioridad. Nos aparta del kairos, del tiempo de Dios en el presente, al ritmo en el que Dios conduce la historia.

    El mal espíritu lleva hacia el pasado tentando por la seducción con los pecados de antes y haciéndonos creer que no se podía vivir sin ellos, que siguen incidiendo en la vida presente, que de ahí nunca vamos a salir y en todo caso si hay un mal que hoy nos habita, tiene mucho que ver con los males que en otro tiempo nos habitaban y que seguimos enredados entre sus redes.

    Al mismo tiempo el mal espíritu nos presenta el futuro con desesperanza y con miedo.

    Una forma de manejar el pasado de interferir sobre la lectura del pasado, es con los escrúpulos que torturan desde un pasado en desorden.

    Cuando uno ha pecado gravemente en el pasado y en delicadeza busca en el presente ser fiel a Dios y a sus designios, el mal espíritu tiene como este deseo de culpabilizarnos y de acusarnos y entonces escrupulosamente va generando en el corazón la mirada pecaminosa sobre realidades en donde no hay pecado.

    El convertido, a veces, es atacado por los escrúpulos. Pensemos que la noche oscura, para san Ignacio de Loyola, fueron eso, sus escrúpulos y no los tuvo al final de su vida sino al inicio, como le pasó también a Pablo de Tarso.

    Hacia el futuro el mal espíritu nos presenta los futuribles, es decir, nos presenta lo que vendrá diciéndonos que con aquello no podremos, nos    presenta fantasmas de las posibilidades, nos presenta el peor escenario en forma hipotética o condicionales: si ocurriera tal cosa yo no podría, qué va a pasar cuando… cuando en realidad no sabemos si va a pasar.

    Estos futuribles generan un temor que no se puede resolver y por lo tanto mantiene a la persona con mucha angustia sobre esa fantasía o ese fantasma que el mal ha generado en nosotros.

    Hemos visto cómo en el tiempo el mal espíritu tienta hacia el pasado y hacia el futuro cuando en realidad donde se juega la salvación es en el presente. Hoy es el día de la salvación, “hoy es el tiempo propicio” dice la Palabra.

    El mal espíritu ¿qué hace? Nos saca del aquí y el ahora, de la cotidianeidad, del compromiso simple y sencillo en lo laboral, en lo familiar, en lo apostólico, en la ciudadanía, por lo que nosotros podemos poner nuestro pequeño y gran granito de arena en el acontecer del hoy con la fidelidad a nuestra agenda discernida en Dios de cómo obrar y de cómo servir.
    No te apures en el andar que en el hoy se juega tu destino. No le hagas caso a lo que pasó cuando te lo muestren mal ni te preocupes por lo que vendrá que hoy comienza a construirse tu futuro.

    Nosotros somos invitados, en el tiempo que corre, a detenernos, para vivirlo según el ritmo de Dios, que ni va rápido ni va lento, va y en su ir marca un ritmo que es constante, que es permanente, que no se detiene, que reconoce el cansancio nuestro y nos invita a reposar en él mientras sigue yendo.



    El mal espíritu caricaturiza la memoria

    El mal espíritu caricaturiza la memoria haciendo que las cosas aparezcan como enfatizando lo negativo de lo que aconteció y minimizándolo.

    En un momento de la película El Rito,Anthony Hopkins, que es el actor principal y el exorcista adulto, le dice al aprendiz de exorcismo: atención porque el mal es un farsante, un mentiroso, un embaucador. Está diciendo esto que queremos nosotros recalcar hoy en la denuncia a su modo de actuar.

    Busca enfatizar lo negativo deformándolo o minimizando lo que está mal también deformándolo. Para esto se vale de la mentira haciendo perder la memoria del corazón.

    Cuando uno lee la Palabra, en las tentaciones de Jesús en el desierto uno se da cuenta que el mal espíritu usa la verdad pero la da vuelta, y miente con la verdad, cita la Palabra de Dios el mal espíritu, y en ese citar la Palabra de Dios, con una intencionalidad hiriente, busca sacarlo a Jesús del camino.

    En este trabajar sobre nosotros quiere oscurecer la memoria agradecida haciéndonos olvidar las gracias que hemos recibido en el pasado y entonces, cuando es así, quedamos a la deriva de la tentación, nos hace olvidar los afectos, las alegrías, la paz que han sido confirmatorios de la presencia de Dios en nuestra vida y viene con un espíritu ansioso para ir hacia delante sin rumbo, sin sentido.
    Todo esto, cuando se combina con la duda, se hace una mezcla muy particular, el corazón queda todo como enredado, sin memoria y todo con dudas.

    Solamente basta una experiencia de Dios fuerte, fundante, para perseverar y sostenerse también en medio de estos embates.

    Dice santa Teresa hablando de una experiencia suya donde la esencia del alma ha sido marcada por la presencia del Dios vivo: “No se me olvidará aunque quiera esta gracia recibida”.

    Por eso, en medio de las crisis, hay que buscar en la memoria si existió esa experiencia de gracia.

    Por eso es recomendable, cuando hagamos los ejercicios de Ignacio, llevar nuestro cuaderno y anotar las gracias que vamos recibiendo, porque cuando nos olvidamos, volver sobre ellas es como cuando se nos apaga el fuego y al hacerle un poquito de viento y comienza a arder de nuevo, vuelve a recuperar el alma su fuerza.

    Es que Dios no se muda, dice santa Teresa, Dios permanece, Dios queda, Dios es fiel.

    Ernesto Sábato, en otro contexto, decía: el hombre sin memoria es una hoja de otoño a la deriva del viento, es como un barco sin rumbo.

    En el pasado de alguna manera, marcado ya por Dios, están las claves de la brújula que nos conduce hacia el futuro.

    El mal espíritu lo que busca es enfatizar lo malo en el pasado y minimizar lo bueno, caricaturizar la realidad.

    Es un payaso, es un embaucador, es un mentiroso y nosotros; al ponerlo al descubierto no hacemos más que, con mucha sencillez, confiando en la bondad de Dios, desarticular sus estrategias para liberarnos y recorrer un nuevo camino.


Artículo Radio María Argentina





DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ( CAP II

LA DOCTRINA SOCIAL EN NUESTRO TIEMPO : 
APUNTES HISTÓRICOS








    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes"        Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración


REFLEXIÓN


TIEMPO DE CUARESMA
LUNES DE LA SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV
7 de marzo



    De las Homilías de Orígenes, presbítero, sobre el Levítico (Homilía 9, 5. 10: PG 12, 515. 523)

    CRISTO, SUMO SACERDOTE, ES PROPICIACIÓN POR NUESTROS PECADOS

    Una vez al año, el sumo sacerdote, dejando afuera al pueblo, entraba en el lugar donde se hallaban el propiciatorio, los querubines, el arca de la alianza y el altar de los aromas; lugar donde sólo al sumo sacerdote le estaba permitido entrar.

    Pero fijémonos en nuestro verdadero sumo sacerdote, el Señor Jesucristo. Él, habiendo tomado la naturaleza humana, estaba con el pueblo todo el año, aquel año, a saber, del cual dice él mismo: Me envió a evangelizar a los pobres y a proclamar el año de gracia del Señor. Y, una vez durante este año, el día de la expiación, entró en el santuario, es decir, cuando, cumplida su misión, penetró en los cielos, entró a la presencia del Padre, para hacerle propicio al género humano y para interceder en favor de todos los que creen en él.

    El apóstol Juan, conocedor de esta propiciación que nos reconcilia con el Padre, dice: Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Él es propiciación por nuestros pecados.

    También Pablo alude a esta propiciación, cuando afirma de Cristo: A quien Dios ha propuesto como instrumento de propiciación, por su propia sangre y mediante la fe. Por lo tanto, el día de nuestra propiciación continúa hasta el fin del mundo.

    Dice la palabra de Dios: Pondrá el incienso sobre las brasas delante del Señor, para que el humo del incienso cubra el propiciatorio que está sobre el documento de la alianza, y así él no muera. Después tomará sangre del novillo y rociará con el dedo el lado oriental de la placa o propiciatorio.

    Este texto nos recuerda el modo como en el antiguo Testamento se celebraba el rito de la propiciación ante Dios; pero tú que has venido a Cristo, verdadero sumo sacerdote, que con su sangre te hizo a Dios propicio y te reconcilió con el Padre, trasciende con tu mirada la sangre de las antiguas víctimas y considera más bien la sangre de aquel que es la Palabra, escuchando lo que él mismo te dice: Ésta es mi sangre, que será derramada por vosotros para el perdón de los pecados.

    El hecho de rociar el lado oriental tiene también su significado. De oriente nos viene la propiciación, pues de allí procede el varón cuyo nombre es Oriente, el que ha sido constituido mediador entre Dios y los hombres. Ello te invita a que mires siempre hacia oriente, de donde sale para ti el sol de justicia, de donde te nace continuamente la luz, para que no camines nunca en tinieblas, ni te sorprenda en tinieblas aquel día último; para que no se apodere de ti la noche y oscuridad de la ignorancia, sino que vivas siempre en la luz de la sabiduría, en el pleno día de la fe, bajo la luz de la caridad y de la paz.



    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes" Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

LA FRASE DEL DÍA

Lunes 7 de marzo








    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes" Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

EVANGELIO

TIEMPO DE CUARESMA
LUNES DE LA SEMANA IV
7 de marzo

 

    Libro de Isaías 65,17-21.

    Así habla el Señor:

    Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria, sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo.
    Jerusalén será mi alegría, yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos.
    Ya no habrá allí niños que vivan pocos días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito.
    Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos.




Salmo 30(29),2.4.5-6.11-12a.13b.
Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.


Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría.


«Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor.»
Tú convertiste mi lamento en júbilo,
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!




    Evangelio según San Juan 4,43-54.

    Jesús partió hacia Galilea.
    El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo.
    Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta.
    Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún.
    Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo.
    Jesús le dijo: "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen".
    El funcionario le respondió: "Señor, baja antes que mi hijo se muera".
    "Vuelve a tu casa, tu hijo vive", le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino.
    Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y leanunciaron que su hijo vivía.
    El les preguntó a qué hora se había sentido mejor.     "Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre", le respondieron.
    El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive". Y entonces creyó él y toda su familia. 

    Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea. 





    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes" Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO DE CUARESMA
LUNES DE LA SEMANA IV
7 de marzo



Baudoin de Ford (¿-c. 1190), abad cisterciense, después obispo Homilía 6 sobre Hebreos 4,12



«El hombre creyó en la palabra de Jesús»

    «La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo». (Hb 4,12). A través de estas palabras el apóstol enseña a los que buscan a Cristo –Palabra, Fuerza y Sabiduría de Dios- toda la fuerza, toda la sabiduría que contiene la Palabra de Dios. Esta Palabra estaba al principio junto al Padre, eterna como él (Jn 1,1). En su tiempo fue revelada a los apóstoles, anunciada por ellos y humildemente recibida en la fe por el pueblo de los creyentes.

    Hay, pues, una Palabra en el Padre, una Palabra en la boca de los apóstoles, una Palabra en el corazón de los creyentes. La Palabra en la boca es expresión de la Palabra que está en el Padre; es también expresión de la Palabra que hay en el corazón del hombre. Cuando se comprende la Palabra, o cuando se la cree, o cuando se la ama, la Palabra en el corazón del hombre se convierte en inteligencia de la Palabra, o en fe en la Palabra, amor en la Palabra. Cuando estas tres se reúnen en un solo corazón, en un momento se comprende, se cree y se ama a Cristo, Palabra de Dios, Palabra del Padre... Cristo habita en esta persona por la fe, y por una admirable condescendencia baja del Padre al corazón del hombre...

    Esta Palabra de Dios... es viva: el Padre le ha dado tener la vida en ella misma tal como él tiene la vida en sí mismo (Jn 5,26). Es por eso que no solamente es viva, sino que es Vida, tal como está escrito: «Yo soy el Camino, la Verdad, la Vida» (Jn 14,6). Y puesto que es la Vida, es viva para ser vivificante, porque «lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere» (Jn 5,21).





    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes" Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

HIMNO

TIEMPO DE CUARESMA

LUNES DE LA SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV
7 de marzo





   "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes" Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

SANTORAL

TIEMPO DE CUARESMA
LUNES DE LA SEMANA IV
7 de marzo




Santas Perpetua y Felicidad

    Fueron martirizadas en Cartago, en la persecución de Septimio Severo, el año 203.
    Perpetua era una joven matrona romana que acababa de dar a luz y Felicidad era una esclava.
    Se conserva una conmovedora narración de este encarcelamiento y martirio, escrita en parte por los mismos mártires antes de morir y en parte por un escritor de la época; este testimonio impresionante manifiesta el rigor de las persecuciones romanas y el heroísmo de quienes las sufrieron por fidelidad a Cristo.



Oración

    Dios todopoderoso, que con la fuerza de tu amor hiciste a las santas mártires Perpetua y Felicidad intrépidas ante el perseguidor e invencibles ante los tormentos de la muerte, concédenos, por su intercesión, perseverar firmes en la fe y crecer siempre en tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.




    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes" Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración