domingo, 6 de marzo de 2016
CATEQUESIS DE JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
JUAN PABLO II
Miércoles 26 de noviembre de 2003
La popularidad de esta oración se debe también al uso constante que se hace de ella en las Vísperas del domingo. Por este motivo, el salmo 109, en la versión latina de la Vulgata, ha sido objeto de numerosas y espléndidas composiciones musicales que han jalonado la historia de la cultura occidental. La liturgia, según la práctica elegida por el concilio Vaticano II, ha recortado del texto original hebreo del salmo, que entre otras cosas tiene sólo 63 palabras, el violento versículo 6. Subraya la tonalidad de los así llamados "salmos imprecatorios" y describe al rey judío mientras avanza en una especie de campaña militar, aplastando a sus adversarios y juzgando a las naciones.
2. Dado que tendremos ocasión de volver otras veces a este salmo, considerando el uso que hace de él la liturgia, nos limitaremos ahora a ofrecer sólo una visión de conjunto.
Podemos distinguir claramente en él dos partes. La primera (cf. vv. 1-3) contiene un oráculo dirigido por Dios a aquel que el salmista llama "mi Señor", es decir, el soberano de Jerusalén. El oráculo proclama la entronización del descendiente de David "a la derecha" de Dios. En efecto, el Señor se dirige a él, diciendo: "Siéntate a mi derecha" (v. 1). Verosímilmente, se menciona aquí un ritual según el cual se hacía sentar al elegido a la derecha del arca de la alianza, de modo que recibiera el poder de gobierno del rey supremo de Israel, o sea, del Señor.
3. En el ambiente se intuyen fuerzas hostiles, neutralizadas, sin embargo, por una conquista victoriosa: se representa a los enemigos a los pies del soberano, que camina solemnemente en medio de ellos, sosteniendo el cetro de su autoridad (cf. vv. 1-2). Ciertamente, es el reflejo de una situación política concreta, que se verificaba en los momentos de paso del poder de un rey a otro, con la rebelión de algunos súbditos o con intentos de conquista. Ahora, en cambio, el texto alude a un contraste de índole general entre el proyecto de Dios, que obra a través de su elegido, y los designios de quienes querrían afirmar su poder hostil y prevaricador. Por tanto, se da el eterno enfrentamiento entre el bien y el mal, que se desarrolla en los acontecimientos históricos, mediante los cuales Dios se manifiesta y nos habla.
4. La segunda parte del salmo, en cambio, contiene un oráculo sacerdotal, cuyo protagonista sigue siendo el rey davídico (cf. vv. 4-7). La dignidad real, garantizada por un solemne juramento divino, une en sí también la sacerdotal. La referencia a Melquisedec, rey-sacerdote de Salem, es decir, de la antigua Jerusalén (cf. Gn 14), es quizá un modo de justificar el sacerdocio particular del rey junto al sacerdocio oficial levítico del templo de Sión. Además, es sabido que la carta a los Hebreos partirá precisamente de este oráculo: "Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec" (Sal 109, 4), para ilustrar el particular y perfecto sacerdocio de Jesucristo.
Examinaremos posteriormente más a fondo el salmo 109, realizando un análisis esmerado de cada uno de sus versículos.
5. Como conclusión, sin embargo, quisiéramos releer el versículo inicial del salmo con el oráculo divino: "Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies". Y lo haremos con san Máximo de Turín (siglo IV-V), quien en suSermón sobre Pentecostés lo comenta así: "Según nuestra costumbre, la participación en el trono se ofrece a aquel que, realizada una empresa, llegando vencedor merece sentarse como signo de honor. Así pues, también el hombre Jesucristo, venciendo con su pasión al diablo, abriendo de par en par con su resurrección el reino de la muerte, llegando victorioso al cielo como después de haber realizado una empresa, escucha de Dios Padre esta invitación: "Siéntate a mi derecha". No debemos maravillarnos de que el Padre ofrezca la participación del trono al Hijo, que por naturaleza es de la misma sustancia del Padre...
El Hijo está sentado a la derecha porque, según el Evangelio, a la derecha estarán las ovejas, mientras que a la izquierda estarán los cabritos. Por tanto, es necesario que el primer Cordero ocupe la parte de las ovejas y la Cabeza inmaculada tome posesión anticipadamente del lugar destinado a la grey inmaculada que lo seguirá" (40, 2: Scriptores circa Ambrosium, IV, Milán-Roma 1991, p. 195).
JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 18 de agosto de 2004
1. Siguiendo una antigua tradición, el salmo 109, que se acaba de proclamar, constituye el componente principal de las Vísperas dominicales. Se repite en las cuatro semanas en las que se articula la liturgia de las Horas. Su brevedad, ulteriormente acentuada por la exclusión, en el uso litúrgico cristiano, del versículo 6, con matiz imprecatorio, implica cierta dificultad de exégesis e interpretación. El texto se presenta como un salmo regio, vinculado a la dinastía davídica, y probablemente remite al rito de entronización del soberano. Sin embargo, la tradición judía y cristiana ha visto en el rey consagrado el perfil del Consagrado por excelencia, el Mesías, el Cristo. Precisamente desde esta perspectiva, el salmo se convierte en un canto luminoso dirigido por la liturgia cristiana al Resucitado en el día festivo, memoria de la Pascua del Señor.
2. Son dos las partes del salmo 109 y ambas se caracterizan por la presencia de un oráculo divino. El primer oráculo (cf. vv. 1-3) es el que se dirige al soberano en el día de su entronización solemne "a la diestra" de Dios, o sea, junto al Arca de la alianza en el templo de Jerusalén. La memoria de la "generación" divina del rey formaba parte del protocolo oficial de su coronación y para Israel asumía un valor simbólico de investidura y tutela, dado que el rey era el lugarteniente de Dios en la defensa de la justicia (cf. v. 3). Naturalmente, en la interpretación cristiana, esa "generación" se hace real y presenta a Jesucristo como verdadero Hijo de Dios. Así había sucedido en la lectura cristiana de otro célebre salmo regio-mesiánico, el segundo del Salterio, donde se lee este oráculo divino: "Tú eres mi hijo: yo te he engendrado hoy" (Sal 2, 7).
3. El segundo oráculo del salmo 109 tiene, en cambio, un contenido sacerdotal (cf. v. 4). Antiguamente, el rey desempeñaba también funciones cultuales, no según la tradición del sacerdocio levítico, sino según otra conexión: la del sacerdocio de Melquisedec, el soberanosacerdote de Salem, la Jerusalén preisraelita (cf. Gn 14, 17-20). Desde la perspectiva cristiana, el Mesías se convierte en el modelo de un sacerdocio perfecto y supremo. La carta a los Hebreos, en su parte central, exalta este ministerio sacerdotal "a semejanza de Melquisedec" (Hb 5, 10), pues lo ve encarnado en plenitud en la persona de Cristo.
4. El Nuevo Testamento recoge, en repetidas ocasiones, el primer oráculo para celebrar el carácter mesiánico de Jesús (cf. Mt 22, 44; 26, 64; Hch 2, 34-35; 1 Co 15, 25-27; Hb 1, 13). El mismo Cristo, ante el sumo sacerdote y ante el sanedrín judío, se referirá explícitamente a este salmo, proclamando que estará "sentado a la diestra del Poder" divino, precisamente como se dice en el versículo 1 del salmo 109 (Mc 14, 62; cf. 12, 36-37). Volveremos a reflexionar sobre este salmo en nuestro comentario de los textos de la liturgia de las Horas. Ahora, para concluir nuestra breve presentación de este himno mesiánico, quisiéramos reafirmar su interpretación cristológica.
5. Lo hacemos con una síntesis que nos ofrece san Agustín. En la Exposición sobre el salmo 109, pronunciada en la Cuaresma del año 412, definía este salmo como una auténtica profecía de las promesas divinas relativas a Cristo. Decía el célebre Padre de la Iglesia: "Era necesario conocer al único Hijo de Dios, que estaba a punto de venir a los hombres para asumir al hombre y para hacerse hombre a través de la naturaleza asumida: moriría, resucitaría, ascendería al cielo, se sentaría a la diestra del Padre y cumpliría entre las gentes todo lo que había prometido. (...) Todo esto, por tanto, debía ser profetizado, debía ser anunciado con anterioridad, debía ser señalado como algo que se iba a realizar, para que, al suceder de improviso, no suscitara temor, sino que fuera aceptado con fe y esperado. En el ámbito de estas promesas se inserta este salmo, el cual profetiza con palabras tan seguras y explícitas a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, que no podemos poner en duda que en este salmo se anuncia al Cristo" (Esposizioni sui Salmi, III, Roma 1976, pp. 951 y 953).
6. Dirijamos ahora nuestra invocación al Padre de Jesucristo, único rey y sacerdote perfecto y eterno, para que haga de nosotros un pueblo de sacerdotes y profetas de paz y amor, un pueblo que cante a Cristo, rey y sacerdote, el cual se inmoló para reconciliar en sí mismo, en un solo cuerpo, a toda la humanidad, creando al hombre nuevo (cf. Ef 2, 15-16).
DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ( CAP II )
LA DOCTRINA SOCIAL EN NUESTRO TIEMPO: APUNTES HISTÓRICOS
REFLEXIÓN
TIEMPO DE CUARESMA
DOMINGO DE LA SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV
6 de marzo
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Tratado 34, 8-9: CCL 36, 315-316)
CRISTO ES EL CAMINO HACIA LA LUZ, LA VERDAD Y LA VIDA
El Señor dice: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Esta breve sentencia contiene un mandato y una promesa. Cumplamos, pues, lo que nos manda, y así tendremos derecho a esperar lo que nos promete. No sea que nos diga el día del juicio: «¿Ya hiciste lo que te mandaba, pues que esperas alcanzar lo que prometí?» «¿Qué es lo que mandaste, Señor, Dios nuestro?» Te dice: «Que me siguieras.» Has pedido un consejo de vida. ¿Y de qué vida sino de aquella acerca de la cual está escrito: En ti está la fuente viva?
Por consiguiente, ahora que es tiempo, sigamos al Señor; deshagámonos de las amarras que nos impiden seguirlo. Pero nadie es capaz de soltar estas amarras sin la ayuda de aquel de quien dice el salmo: Rompiste mis cadenas. Y como dice también otro salmo: El Señor liberta a los cautivos, el Señor endereza a los que ya se doblan.
Y nosotros, una vez libertados y enderezados, podemos seguir aquella luz de la que afirma: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Porque el Señor abre los ojos al ciego. Nuestros ojos, hermanos, son ahora iluminados por el colirio de la fe. Para iluminar al ciego de nacimiento, primero le untó los ojos con tierra mezclada con saliva. También nosotros somos ciegos desde nuestro nacimiento de Adán, y tenemos necesidad de que él nos ilumine. Mezcló saliva con tierra. La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros. Mezcló saliva con tierra; por eso estaba escrito: La verdad brota de la tierra; y él mismo dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Disfrutaremos de la posesión de la verdad cuando lo veamos cara a cara, ya que también esto se nos ha prometido. Pues, ¿cómo nos atreveríamos a esperar lo que Dios no se hubiera dignado prometernos o darnos?
Veremos cara a cara, como dice el Apóstol: Al presente conozco imperfectamente, como en un espejo y borrosamente; entonces lo veremos cara a cara. Y el apóstol Juan dice en su carta: Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Se trata, en verdad, de una gran promesa; si lo amas, síguelo. «Lo amo -me respondes-, mas, ¿por dónde he de seguirlo?» Si el Señor, tu Dios, te hubiese dicho: «Yo soy la verdad y la vida», tú, deseoso de esta verdad y de esta vida, tendrías razón de decirte a ti mismo: «Gran cosa es la verdad, gran cosa es la vida; ¡si hubiese un camino para llegar a ellas!»
¿Preguntas cuál es el camino? Fíjate que el Señor dice en primer lugar: Yo soy el camino. Antes de decirte a donde, te indica por donde: Yo soy -dice- el camino. ¿El camino hacia dónde? La verdad y la vida. Primero dice por donde has de ir, luego a donde has de ir. Yo soy el camino, yo soy la verdad, yo soy la vida. Permaneciendo junto al Padre, es verdad y vida; haciéndose hombre, se hizo camino.
No se te dice: «Esfuérzate en hallar el camino, para que puedas llegar a la verdad y a la vida»; no, ciertamente. ¡Levántate, perezoso! El camino en persona vino a ti, te despertó del sueño, si es que ha llegado a despertarte; levántate, pues, y camina.
Quizá te esfuerzas en caminar y no puedes, porque te duelen los pies. ¿Por qué te duelen? ¿No será porque, movidos por la avaricia, han recorrido lugares escabrosos? Pero aquel que es la Palabra de Dios curó también a los cojos. «Resulta -dirás- que tengo sanos los pies, pero no acierto a ver el camino.» Piensa entonces que también abrió los ojos al ciego.
LA FRASE DEL DÍA
Domingo 6 de marzo
EVANGELIO
TIEMPO DE CUARESMA
DOMINGO DE LA SEMANA IV
6 de marzo
Entonces el Señor dijo a Josué: "Hoy he quitado de encima de ustedes el oprobio de Egipto". Y aquel lugar se llamó Guilgal hasta el día de hoy.
Los israelitas acamparon en Guilgal, y el catorce del mes, por la tarde, celebraron la Pascua en la llanura de Jericó.
Al día siguiente de la Pascua, comieron de los productos del país - pan sin levadura y granos tostados - ese mismo día.
El maná dejó de caer al día siguiente, cuando comieron los productos del país. Ya no hubo más maná para los israelitas, y aquel año comieron los frutos de la tierra de Canaán.
Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: El me respondió
y me libró de todos mis temores.
Miren hacia El y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
Carta II de San Pablo a los Corintios 5,17-21.
El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.
Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.
Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación.
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios.
A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.
Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola:
Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos.
El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.
El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!
Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'.
Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,
porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.
Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,
pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.
¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.
Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".
"He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes" Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola:
Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos.
El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.
El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!
Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'.
Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,
porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.
Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,
pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.
¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.
Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO
TIEMPO DE CUARESMA
DOMINGO DE LA SEMANA IV
6 de marzo
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia Homilías sobre los salmos, Sl 138, 5-6; CCL 40, 1992-1993
“Estando todavía lejos, su padre le vio venir”
“De lejos penetras mis pensamientos, distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares” (Sl 138, 2-3). Cuando todavía soy un viajero, antes de llegar a la patria, has comprendido mis pensamientos. Soñar al hijo pequeño, marchado lejos… El mayor no se había marchado lejos, trabajaba en el campo y era símbolo de los santos que, bajo la Ley, observaban las prácticas y preceptos de la Ley.
Así el género humano, que se había extraviado dando culto a los ídolos, había “marchado lejos”. En efecto, nada está tan lejos de aquél que te ha creado que esta imagen modelada por ti mismo, para ti. El hijo menor marchó, pues, a un país lejano llevándose consigo la parte de herencia que le pertenecía y, tal como nos lo dice el Evangelio, la malgastó… Después de tantas desgracias y desalientos, de pruebas y sin nada, se acordó de su padre y quiso regresar donde estaba él. Se dijo: “Me pondré en camino adonde está mi padre…” Pero aquél que había abandonado ¿no está en todas partes? Por eso en el Evangelio el Señor nos dice que su padre “echando a correr se le echó al cuello”. Es cierto, porque “de lejos había penetrado sus pensamientos, todas sus sendas le son familiares”. ¿Cuáles, sino los malos caminos que había seguido para abandonar a su padre, como si pudiera esconderse a su mirada que le llamaba, o como si la miseria abrumadora que le hizo llegar hasta guardar puercos no fuera ya el castigo que su padre le impuso en su alejamiento con el fin de recibirlo a su regreso?...
Dios castiga severamente nuestras pasiones, donde sea que vayamos, por mucho que nos alejemos de él. Así pues, como a un fugitivo a quien se detiene, el hijo dice: “Distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares”. Mis sendas, por largas que sean, no han podido alejarme de tu mirada. Había andado mucho, pero tú estabas allí donde llegué. Incluso antes de que entrara, incluso antes de que empezara a caminar, tú conociste mi senda por adelantado. Y permitiste que siguiera mis caminos con dolor para que, si no quería sufrir más, hiciera mi camino de regreso a ti… Confieso mi culpa ante ti: he seguido mi propio camino, me alejé de ti; te abandoné siendo así que contigo estaba bien; y, si ha sido doloroso para mí el haber estado sin ti, ha sido para mi bien. Porque si me hubiera encontrado bien sin ti, posiblemente no hubiera querido regresar a ti.
"He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes" Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración
HIMNO
TIEMPO DE CUARESMA
DOMINGO DE LA SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV
6 de marzo
SANTORAL
TIEMPO DE CUARESMA
DOMINGO DE LA SEMANA IV
6 de marzo
Virgen (1380-1447) Hija única. Su padre fue un carpintero de Corbie, en la Picardía, que en agradecimiento a san Nicolás por haberle dado la niña tan deseada, esperada y que parecía que no iba a llegar nunca, le puso por nombre Nicolette. Quedó huérfana a los dieciocho años.
La mitad de su vida transcurrió durante el Cisma de Occidente (1378-1417), donde se simultaneaban papas y antipapas a granel; hasta tres papas llegó a tener la Iglesia, uno en Roma, otro en Avignón y otro en Pisa. Coleta, que como la gran mayoría de los franceses, aceptaba la obediencia al papa de Avignón, tomó en el mismo año tres hábitos distintos por la entrada en tres monasterios diferentes. Tal como entró salió en las beguinas de Amiens, en las benedictinas de Corbie y en las clarisas "suaves" o mitigadas en su rigor primitivo por bula de Urbano IV (muerto en 1264) y por ello llamadas "urbanistas"; todos los monasterios le parecían demasiado cómodos y relajados; todos los ella conoció habían perdido el rigor primitivo.
Ciertamente los males eran muy grandes en la Iglesia. Por fin recaló en la Tercera Orden de san Francisco, sin vida en común. Decidió enclaustrarse ella misma, haciendo que le tapiaran entre dos contrafuertes de la iglesia de Nuestra Señora de Corbie; allí tenía la suerte de no tener nada, de poder emplear el día y la noche en oración contemplativa y dedicarse a las penitencias que el espíritu le sugería. Vivía reclusa, vestida con su hábito, y consiguió hacer de aquel espacio su celda particular desde la que podía asistir a la misa diaria y recibir a Jesús Sacramentado.
Por cuatro años llevó aquella vida solitaria y penitente, ayunando toda la Cuaresma a pan agua y repitiendo en alguna que otra temporada la misma pauta; con poco sueño y mala cama, si es que puede recibir este nombre el manojo de sarmientos desparramados por el suelo y que le servían para estirar sus huesos. En esas circunstancias tuvo éxtasis en los que le parecía contemplar el lastimoso estado de las personas consagradas a Dios, que habían perdido el fervor de la primera caridad. Lágrimas y más penitencia para expiar.
Tuvo visiones de la Virgen, de san Francisco y santa Clara que le pedían dedicase su tiempo y fuerzas a reformar la Orden franciscana; pero como se veía a sí misma como la criatura más tosca, vil y torpe para tamaña empresa, no se atrevió a hacer nada hasta que recibió la prueba de lo que desde el Cielo se le pedía. Animada por fray Enrique de la Beaume y ayudada por la Sra. De Brisay, se trasladó de Niza a Provenza para entrevistarse con Benedicto XIII, en Avignón. Tiene veinticinco años. Asombrado quedó el papa con las propuestas de Coleta; autorizó la reforma para todas aquellas monjas que quisieran aceptarla y la autorizó para fundar nuevos conventos; aprobó con todas sus bendiciones el propósito de Colette, vistiéndole él mismo el hábito de la Orden Franciscana, otorgándole el velo y el cíngulo, y nombrándola abadesa y superiora general tanto de los conventos que reformase como de los que fundase.
Toda Francia se puso en su contra: los seglares, los religiosos y los mismos prelados consideraron aquella aventura poco menos que imposible. Las monjas la juzgaron como amotinada, orgullosa, hipócrita e ilusa. Tuvo que retirarse a Saboya por la persecución; después pasó a Borgoña. Gracias a su perseverancia se consiguió aquel imposible por la cantidad de sinsabores, humillaciones, mortificación y trabajo que debió padecer para sacar la reforma adelante. La peste ayudó un poco también, llevándose por delante con sus estragos a las que mostraron mayor resistencia a la reforma. El primer convento que aceptó la vuelta al primitivo espíritu fue el de Besanzon; luego se corrió el buen deseo por toda centro Europa y dejó atrás a los Pirineos, cuando pasó a España.
Murió Coleta, después de recibir fervorosamente los sacramentos, en Gante (Bélgica), el día 6 de marzo de 1447, con sesenta y seis años de edad, después de haber sido adornada con los dones de profecía y milagros. Ella misma fundó dieciocho nuevos conventos llamados de las Clarisas Pobres, las descalzas, que viven en alegría el espíritu de Coleta.
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