martes, 7 de marzo de 2023
EVANGELIO - 08 de Marzo - San Mateo 20,17-28.
Libro de Jeremías 18,18-20.
¡Préstame atención, Señor, y oye la voz de los que me acusan!
¿Acaso se devuelve mal por bien para que me hayan cavado una fosa? Recuerda que yo me presenté delante de ti para hablar en favor de ellos, para apartar de ellos tu furor.
Salmo 31(30),5-6.14.15-16.
Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Oigo los rumores de la gente
y amenazas por todas partes,
mientras se confabulan contra mí
y traman quitarme la vida.
Pero yo confío en ti, Señor,
y te digo: «Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos.»
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.
Evangelio según San Mateo 20,17-28.
porque tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Oigo los rumores de la gente
y amenazas por todas partes,
mientras se confabulan contra mí
y traman quitarme la vida.
Pero yo confío en ti, Señor,
y te digo: «Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos.»
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.
Evangelio según San Mateo 20,17-28.
Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: "Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará".
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
"¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda".
"No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron.
"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre".
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
"¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda".
"No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron.
"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre".
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".
Palabra del Señor
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 08 de Marzo - «¿Sois capaces de bebe el cáliz que Yo he de beber?»
«¿Sois capaces de bebe el cáliz que Yo he de beber?»
«Entonces se acercó a Jesús la madre de los de Zebedeos con sus hijos, y se postró para hacerle una petición. Jesús replicó: No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de bebe el cáliz que Yo he de beber? Contestaron: Lo somos.» Mt 20, 17-28
¡Qué grande es nuestra miseria! Queremos que Dios haga nuestra voluntad y no queremos hacer la suya más que cuando es conforme a la nuestra. La mayoría de nosotros, si nos examinamos bien, veremos que nuestras peticiones son impuras e imperfectas; si estamos en la oración, queremos que Dios nos hable, que venga a visitarnos, consolarnos y recrearnos; le decimos que haga esto, que nos de lo otro.
Y si no lo hace, aunque sea en beneficio nuestro, nos inquietamos, nos turbamos y nos afligimos... Nuestro divino Maestro les dijo: ¿Podéis beber conmigo el cáliz que me está preparado?... y respondieron: podemos. Y Él añadió: ¿sabéis lo que es beber mi cáliz? No creáis que es tener dignidades, honores, favores o consuelos, ¡no! Beber mi cáliz es participar en mi pasión, soportar las penas y los sufrimientos, los clavos, las espinas, beber la hiel y el vinagre.
Los mártires bebían de un trago ese cáliz... y ¿no es un gran martirio el no hacer nunca su propia voluntad, someter el juicio, desgarrar el corazón, vaciarlo de todos sus afectos impuros y de todo lo que no es Dios; no vivir según nuestras inclinaciones y humores sino según la voluntad divina y la razón? Es un martirio muy largo y enojoso y que debe durar toda nuestra vida, pero que nos obtendrá al final una gran corona como recompensa si somos fieles a todo esto.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)