jueves, 21 de julio de 2016

ANGEL DE LA GUARDA


PROPÓSITO DEL DÍA


AMORIS LAETITIA



    104. El Evangelio invita más bien a mirar la viga en el propio ojo (cf. Mt 7,5), y los cristianos no podemos ignorar la constante invitación de la Palabra de Dios a no alimentar la ira: «No te dejes vencer por el mal» (Rm 12,21). «No nos cansemos de hacer el bien» (Ga 6,9). Una cosa es sentir la fuerza de la agresividad que brota y otra es consentirla, dejar que se convierta en una actitud permanente: «Si os indignáis, no llegareis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo» (Ef4,26). Por ello, nunca hay que terminar el día sin hacer las paces en la familia. Y, «¿cómo debo hacer las paces? ¿Ponerme de rodillas? ¡No! Sólo un pequeño gesto, algo pequeño, y vuelve la armonía familiar. Basta una caricia, sin palabras. Pero nunca terminar el día en familia sin hacer las paces». La reacción interior ante una molestia que nos causen los demás debería ser ante todo bendecir en el corazón, desear el bien del otro, pedir a Dios que lo libere y lo sane: «Responded con una bendición, porque para esto habéis sido llamados: para heredar una bendición» (1 P 3,9). Si tenemos que luchar contra un mal, hagámoslo, pero siempre digamos «no» a la violencia interior.

CATEQUESIS SOBRE LOS SACRAMENTOS

CAPÍTULO PRIMERO
LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA


CAMINANDO HACIA EL DIRECTORIO CATEQUÍSTICO ARGENTINO

Una Iglesia comunión con un 
proyecto evangelizador


REFLEXIÓN

TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XVI
De la Feria. Salterio IV
21 de julio

     De los Comentarios de san Ambrosio, obispo, sobre los salmos.
(Salmo 43, 89-90: CSEL 64, 324-326)

HA RESPLANDECIDO SOBRE NOSOTROS 
LA LUZ DE TU ROSTRO

    ¿Por qué nos escondes tu rostro? Cuando estamos afligidos por algún motivo nos imaginamos que Dios nos esconde su rostro, porque nuestra parte afectiva está como envuelta en tinieblas que nos impiden ver la luz de la verdad. En efecto, si Dios atiende a nuestro estado de ánimo y se digna visitar nuestra mente, entonces estamos seguros de que no hay nada capaz de oscurecer nuestro interior. Porque si el rostro del hombre es la parte más destacada de su cuerpo, de manera que cuando nosotros vemos el rostro de alguna persona es cuando empezamos a conocerla, o cuando nos damos cuenta de que ya la conocíamos, ya que su aspecto nos lo da a conocer, ¿cuánto más no iluminará el rostro de Dios a los que él mira?

    En esto, como en tantas otras cosas, el Apóstol, verdadero intérprete de Cristo, nos da una enseñanza magnífica, y sus palabras ofrecen a nuestra mente una nueva perspectiva. Dice, en efecto: El mismo Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas», ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para que demos a conocer la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. Vemos, pues, de qué manera brilla en nosotros la luz de Cristo. Él es, en efecto, el resplandor eterno de las almas, ya que para esto lo envió el Padre al mundo, para que, iluminados por su rostro, podamos esperar las cosas eternas y celestiales, nosotros que antes nos hallábamos impedidos por la oscuridad de este mundo.

    ¿Y qué digo de Cristo, si el mismo apóstol Pedro dijo a aquel cojo de nacimiento: Míranos? Él miró a Pedro y quedó iluminado con el don de la fe; porque no hubiese sido curado si antes no hubiese creído confiadamente.

    Si ya el poder de los apóstoles era tan grande, comprendemos por qué Zaqueo, al oír que pasaba el Señor Jesús, subió a un árbol, ya que era pequeño de estatura y la multitud le impedía verlo. Vio a Cristo y encontró la luz, lo vio y él, que antes se apoderaba de lo ajeno, empezó a dar lo que era suyo.

    ¿Por qué nos escondes tu rostro?, esto es: Aunque nos escondes tu rostro, Señor, a pesar de todo, ha resplandecido sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor. A pesar de todo, poseemos esta luz en nuestro corazón y brilla en lo íntimo de nuestro ser; porque nadie puede subsistir, si tú le escondes tu rostro.

LA FRASE DEL DÍA

Jueves 21 de Julio



EVANGELIO - SAN MATEO 13,10-17

TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XVI
21 de julio

    Libro de Jeremías 2,1-3.7-8.12-13. 

    La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
«Ve a gritar a los oídos de Jerusalén: Así habla el Señor: Recuerdo muy bien la fidelidad de tu juventud, el amor de tus desposorios, cuando me seguías por el desierto, por una tierra sin cultivar.
    Israel era algo sagrado para el Señor, las primicias de tu cosecha: todos los que comían de él se hacían culpables, les sobrevenía una desgracia -oráculo del Señor-
    Yo los hice entrar en un país de vergeles, para que comieran de sus frutos y sus bienes; pero ustedes entraron y contaminaron mi país e hicieron de mi herencia una abominación.
    Los sacerdotes no preguntaron: "¿Dónde está el Señor?", los depositarios de la Ley no me conocieron, los pastores se rebelaron contra mí, los profetas profetizaron en nombre de Baal y fueron detrás de los que no sirven de nada.
    ¡Espántense de esto, cielos, horrorícense y queden paralizados! -oráculo del Señor-.
    Por que mi pueblo ha cometido dos maldades: me abandonaron a mí, la fuente de agua viva, para cavarse cisternas, cisternas agrietadas, que no retienen el agua.»



Salmo 36(35),6-7ab.8-9.10-11.

Tu misericordia, Señor, llega hasta el cielo,
tu fidelidad hasta las nubes.
Tu justicia es como las altas montañas,
tus juicios, como un océano inmenso.

¡Qué inapreciable es tu misericordia, Señor!
Por eso los hombres se refugian
a la sombra de tus alas.
Se sacian con la abundancia de tu casa,
les das de beber del torrente de tus delicias.

En ti está la fuente de la vida,
y por tu luz vemos la luz.
Extiende tu gracia sobre los que te reconocen,
y tu justicia sobre los rectos de corazón.



    Evangelio según San Mateo 13,10-17.

    En aquel tiempo, los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?".
    El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
    Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
    Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden.
    Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán, Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.
    Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen.
    Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron."

Fuente: ©Evangelizo.org

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XVI
De la Feria. Salterio IV
21 de julio

      San Justino (c. 100-160), filósofo y mártir  Primera apología, 1.30-31

«Muchos profetas y justos desearon ver
 lo que veis vosotros»

    Al emperador Adriano, Augusto César, y a Verísimo, su hijo filósofo, y a Lucio, filósofo, y al Senado y a todo el pueblo romano: yo, Justino de Neapolis [Naplouse] en Siria de Palestina, uno de los muchos hombres de toda raza que son injustamente odiados y perseguidos, dirijo este discurso a favor de todos ellos...

    Se nos pone la objeción de que aquel a quien llamamos Cristo no es sino un hombre, que los prodigios que le atribuimos son debidos a arte de magia y que logró hacerse pasar por Hijo de Dios. Nuestra demostración no se apoyará sobre lo que se dice sino sobre unas profecías hechas antes del acontecimiento, a las cuales, necesariamente, hemos de creer porque hemos visto y todavía vemos que se realiza lo que estaba predicho...

    Entre los judíos hubo profetas de Dios a través de los cuales el Espíritu profético anunció por adelantado los acontecimientos futuros. Estas profecías fueron cuidadosamente conservadas por los sucesivos reyes de Judea, tal cual habían sido pronunciadas, en unos libros escritos en hebreo
por la mano misma de los profetas...

    Ahora bien, leemos en los libros de los profetas que Jesús, nuestro Cristo, ha de venir, que nacerá de una virgen, que llegará a la edad adulta, que curará toda clase de enfermedades y dolencias, que resucitará a los muertos, que será menospreciado y perseguido, será crucificado y morirá, que resucitará y subirá al cielo, que es y será reconocido Hijo de Dios, que enviará a algunos a anunciar estas cosas al mundo entero y que serán sobre todo los paganos los que creerán en él. Estas profecías fueron pronunciadas hace cinco mil, tres mil, dos mil, mil, ochocientos años antes de su venida porque los profetas se fueron sucediendo uno tras otro de generación en generación.

Fuente: ©Evangelizo.org


HIMNO LAUDES

TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XVI
De la Feria. Salterio IV
21 de julio


SANTORAL - PROFETA DANIEL (A.T.)

TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XVI
De la Feria. Salterio IV
21 de julio


    Daniel a quien la Biblia cita como prototipo de santidad (EZ.14, 14 y 20) y de sabiduría (Ez. 28, 3) vivió, como Ezequiel, en Babilonia durante el cautiverio, que presenció hasta el fin, mas no fue sacerdote que adoctrinase al pueblo, como aquél, y como Jeremías en Jerusalén, sino un alto personaje en la corte del rey pagano, como fue José en Egipto y Ester y Mardoqueo en Persia; de dónde resultó de gran alivio y consuelo para los judíos en el cautiverio y en los trabajos que padecían en Babilonia. De ahí, sin duda, que la Biblia Hebrea lo colocase mas bien entre los hagiógrafos (aunque no siempre) y que el Talmud viese en él una figura del Mesías por su fidelidad en las persecuciones.

    Su libro, último de los cuatro profetas mayores en el orden cronológico y también por su menor extensión, reviste, sin embargo, una importancia extraordinario debido al carácter mesiánico y escatológico de sus revelaciones, "como que en él se contienen admirable y especialísimo vaticinio del estado político del mundo, y así mismo del de la Iglesia, desde su tiempo hasta la encarnación del Verbo eterno, y después, hasta la consumación del siglo, según el pensamiento de San Jerónimo" (Sio ).

    Precisamente por ello, el Libro de Daniel es uno de los más misteriosos del Antiguo Testamento, el primer Apocalipsis, cuya visiones quedarían en gran parte incomprensible, si no estuviéramos en el Nuevo Testamento un libro paralelo, el Apocalipsis de San Juan. Es, por lo tanto, muy provecho leer los dos juntos, para no perder ni una gota de su admirable doctrina. Algunas de las revelaciones sólo se entenderán en los últimos tiempos, dice el mismo Daniel en 10, 14; y esos tiempos bien pueden ser los que vivimos nosotros.

    Oriundo de una noble familia de Judá, y tal vez de sangre real, como sostienen Flavio Josefo y San Jerónimo (Cfr. 1, 3), Daniel fue llevado a Babilonia en la primera deportación, que tuvo lugar en el tercer año del rey Joakim, o sea, en 606 - 605 a.C. Siendo todavía de tierna edad, fue educado en el palacio del rey de Babilonia, dónde se distinguió de tal manera, que fue ascendido a los más altos cargos y honores. Su servicio en la corte, si bien de vez en cuando interrumpido, duró desde el comienzo del reinado de Nabucodonosor (604 - 561) hasta el tercer año de Ciro, rey de los Persas, que conquistó Babilonia el año 538.

    Entre los catorce y diez y seis años de edad, según el testimonio de San Ignacio mártir, obispo de Antioquía, pronunció aquella célebre sentencia en favor de Susana, mujer de Joaquín y contra los dos perversos viejos, que pretendieron oprimirla con calumnias, por haberse resistido varonilmente a condescender con sus infames deseos. Desde este lance comenzó a hacerse célebre y ganarse la admiración de todos los babilonios y judíos; y aunque no ejercitó públicamente el encargo de profeta, para predicar al pueblo y declararle en sus sagradas juntas las revelaciones de lo que Dios le hacía conocer y le inspiraba, esto, no obstante, su libro ha sido puesto en el número de los otros Profetas.
    El libro de Daniel se divide en dos partes principales. La primera (cap. 1 a 6) se refiere a acontecimientos relacionados principalmente con el profeta y sus compañeros, menos el cap. 2 que, como observa Nácar - Columga, es una visión profética dentro de la parte histórica. La segunda (cap. 7 a 12) contiene exclusivamente visiones proféticas. "Anuncia, en cuatro visiones notables, los destinos sucesivos de los grandes imperios paganos, contemplados, sea en ellos mismos, sea en sus relaciones con el pueblo de Dios: 1°, las cuatro bestias, que simbolizan la sucesión de las monarquías paganas y el advenimiento del reino de Dios (cap. 7); 2°, el carnero y el macho cabrío (cap. 8); 3°, las setenta semanas de años (cap. 9); 4°, las calamidades que el pueblo de Jehová deberá sufrir por parte hasta su glorioso restablecimiento (cap. 10 a 12). El orden seguido en cada una de estas dos partes es el cronológico" (Fillion).

    Un Apéndice de dos capítulos (13 y 14) cierra el libro, que está escrito como lo fue el de Esdras, en dos idiomas entremezclados: parte en hebreo (1, 1 a 2, 4 a; cap. 8 a 12) y parte en arameo (2, 4 b a 7, 28) y cuya traducción por los Setenta ofrece tan notable divergencia con el texto masorético, que ha sido adoptada en su lugar para la Biblia griega la de Teodoción; de la que San Jerónimo tomó los fragmentos Deuterocanónicos (3, 24 - 90 y los cap. 13 y 14) para su versión latina; el empleo de dos lenguas se explica por las diferencias de los temas y destinatarios. Los capítulos escritos en arameo, que en aquel tiempo era el idioma de los principales reinos orientales, se dirigen a éstos (véase 2, 4) mientras que los escritos en hebreo, que era el idioma sagrado de los judíos, contienen lo tocante al pueblo escogido, y en sus últimas consecuencia a nosotros.

    Muchos se preguntan si los sucesos históricos que sirven de marco para las visiones y profecías, han de tomarse en sentido literal e histórico, o si se trata sólo de tradiciones legendarias y creaciones de la fantasía del hagiógrafo, "que, bajo forma y apariencia de relato histórico o de visión profética, nos hubiera transmitido, inspirado por Dios, sus concepciones sobre la intervención de Dios en el gobierno de los imperios y el advenimiento de su Reino" (Prado). San Jerónimo aboga por el sentido literal e histórico, con algunas reservas respecto a los dos últimos capítulos, y su ejemplo han seguido, con pocas excepciones, todos los exégetas católicos, de modo que las dificultades que se oponen al carácter histórico de los relatos daniélicos, han de solucionarse en el campo de la historia y de la arqueología bíblicas, así como muchas de sus profecías iluminan los datos de la historia profana y se aclaran recíprocamente a la luz de otros vaticinios de ambos Testamento.

    También contra la autenticidad del libro de Daniel se han levantado voces que pretenden atribuirlo en su totalidad o al menos en algunos capítulos, a un autor mas reciente. Felizmente, existen no pocos argumentos en favor de la autenticidad, especialmente el testimonio de Ezequiel (14, 14 ss.; 28, 3), del primer Libro de los Macabeos (1, 57) y del mismo Jesús, quién habla del profeta Daniel (Mateo, 24, 15), citando un pasaje de su libro (Daniel 9, 27). Poseemos, además, una referencia en el historiador judío Flavio Josefo, quién nos dice que el Sumo Sacerdote Jaddua mostró las profecía de Daniel a Alejandro Magno, lo que significa que éste libro debe ser anterior a la época del gran conquistador del Siglo IV, es decir, que no puede atribuirse al período de los Macabeos, como sostienen aquellos críticos. Lo mismo se deduce de la incorporación del libro de Daniel en la versión griega de los Setenta, la cual se hizo en el siglo III o II a. C.

    No obstante los problemas históricos planteados en éste libro divino, su profecías fueron de amplia y profunda influencia, particularmente durante las persecuciones en el tiempo de los Macabeos. "en los relatos y revelaciones de Daniel el pueblo de Jehobá poseía un documento auténtico que le prometía claramente la liberación final y gracias al Mesías" (Fillon). En ellas se encontraron los judíos perseguidos por el tirano Antíoco Epífanes el mejor consuelo y la seguridad de que, como dice el mismo Fillon, " los reinos paganos, por mas poderosos que fuesen no conseguirían destruirlo", y que, pasado el tiempo de los gentiles, vendrá el reino de Dios que el Profeta anuncia en términos tan magníficos (cfr. 2, 44; 7, 1 a 3 ss.; 9, 24 ss.). Para nosotros, los cristianos, no es menor la importancia de libro de Daniel, siendo, como es, un libro de consoladora esperanza y una llave de inapreciable valor para el Apocalipsis de San Juan. Un estudio detenido y reverente de las profecías de Daniel, nos proporcionan no solamente claros conceptos acerca de los acontecimientos del fin, sino también la fortaleza para mantenernos fieles hasta el día en que se cumpla nuestra "bienaventurada esperanza" (Tit. 2, 13 ).

    Como bien notan Nacar Columga, hablando de los misterios que aún rodean el libro de Daniel: "son estas dificultades de las que dice Pío XII en su encíclica Divino Afflante Spiritu, que no han sido resueltas todavía y esperan su solución de la asidua y mancomunada labor de los estudiosos."

    La encíclica Divino Afflante Spiritu, en efecto, orienta con respecto a casos, como el presente en que los intérpretes no han llegado a ponerse de acuerdo. Señala ante todo, Pío XII la humilde convicción de que lo que unos no entendieron puede estar reservado a que lo aclaren otros ( como Dios indica a Daniel en 12, 9 ).Y luego estimula a los estudiosos para que, con el debido espíritu de oración y respecto que corresponde a las palabras de Dios, acometan una y otra vez decididamente el estudio de esas cuestiones, utilizando cada vez los nuevos elementos de que pueda disponerse, y sin temer las críticas, a cuyo efecto el Pontífice no vacila llamar odioso el modo de pensar, según el cual " todo lo que es nuevo es por eso mismo rechazable, o por lo menos sospechoso. Porque deben tener sobre todo ante los ojos que ... entre las muchas cosas que se proponen en los Libros Sagrados, legales, históricos, sapienciales y proféticos, sólo muy pocas cosas hay cuyo sentido haya sido declarado por la autoridad de la Iglesia, y no son muchas más aquellas en las que sea unánime la sentencia de los Santos Padres. Quedan, pues, muchas otras, y gravísimas, en cuya discusión y explicación se puede y debe ejercer libremente la agudeza e ingenio de los intérpretes católicos" (Pío XII Encíclica Divino Afflante Spiritu, septiembre de 1943).

    Deduciendo, pues, la profunda enseñanza de la encíclica pontificia, vemos que esa gran humildad que ha de guiarnos en el estudio de la Palabra de Dios, no consiste en abandonar su investigación, so pretexto de incapacidad, pues esto equivaldría a guardar la mina improductiva (Lucas, 19, 20 ss.), y desentenderse " como los días de Noé y de Lot" (Lucas, 17, 26 ss.) de las divinas enseñanzas, que tanto en profecía como en doctrina nos han sido dadas bondadosamente para que " hallemos en ella la vida", es decir, para que, aun cuando no hallásemos las mismas cosas que buscamos, hallemos sin embargo otras que Dios quiera mostrarnos, de no menor utilidad para nuestra alma y la del prójimo. Es conocido el caso de un célebre y talentoso pensador inglés que, encargado por una secta anticristiana de estudiar la religión de Cristo para atacarla, halló en la Biblia lo contrario de lo que buscaba, es decir, halló la luz que lo llevó a Cristo, lo mismo que en otro tiempo sucediera al gran apologista San Justino, después de recorrer vanamente, en busca de la sabiduría, todas las escuelas de la filosofía griega. Mucho de eso mismo nos sucede a todos siempre que nos dedicamos a espigar en el campo divinamente fecundo de la Sagrada Escritura, haciendo a nuestro Padre del cielo el soberano homenaje de prestar atención a lo que Él ha hablado.

    Como un pequeño índice para facilitar el estudio sobre la persona de Daniel, un autor presenta el siguiente: cautivo en Babilonia (cap. 1) su fidelidad (1, 6 al 16). Explica los sueños del rey (cap. 2 a 4), y la inscripción del muro (5, 17). Ministro de Darío (6 ); desobece al decreto idolátrico (6, 10); librado de los leones (6, 21). grandes visiones (cap. 7 a 12). oración (9, 3). Promesas de retorno (9, 20; 10, 10; 12, 13).

Otro sumario por materias podría ser éste

    1- Introducción: la historia personal de Daniel desde la conquista de Jerusalén hasta el segundo año de Nabucodonosor (1, 21).

    2- La visión de Nabucodonosor y sus efectos (2, 1 a 4, 34).

    3- La historia personal de Daniel durante los reinados de Baltasar y de Darío (5, 1 a 6, 28).

    4- Las visiones de Daniel (7, 1 a 12, 13).

    5- La historia de Susana (13, 1-64).

    6- Beel y el dragón (13, 65 a 14, 42).

    Daniel, anunciando acontecimientos por la mayor parte venturosos, mereció la benevolencia de todos los hombres.

    " Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los Apóstoles y Profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu. " Ef. 2, 19-22

Fuente: ©Evangelizo.org