miércoles, 16 de diciembre de 2015

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA


La cercanía gratuita de Dios



REFLEXIÓN

Reflexiones Espirituales

Miércoles 16 de Diciembre


LA FRASE DEL DÍA

La Frase del Día de Hoy

Miércoles 16 de Diciembre


EVANGELIO

Evangelio del Día de la Semana III

 Del propio del Tiempo. Salterio III

Miércoles 16 de Diciembre


Libro de Isaías 45,6b-8.18.21b-25.

Para que se conozca,
desde el Oriente y el Occidente,
que no hay nada fuera de mí.
Yo soy el Señor, y no hay otro.
Yo formo la luz y creo las tinieblas, hago la felicidad y creo la desgracia: yo, el Señor, soy el que hago todo esto.
Destilen, cielos, desde lo alto, y que las nubes derramen la justicia! ¡Que se abra la tierra y produzca la salvación, y que también haga germinar la justicia! Yo, el Señor, he creado todo esto.
Porque así habla el Señor, el que creó el cielo y es Dios, el que modeló la tierra, la hizo y la afianzó, y no la creó vacía, sino que la formó para que fuera habitada: Yo soy el Señor, y no hay otro.
¡Declaren, expongan sus pruebas! ¡Sí, deliberen todos juntos! ¿Quién predijo esto antiguamente y lo anunció en los tiempos pasados? ¿No fui yo, el Señor? No hay otro Dios fuera de mí; un Dios justo y salvador, no lo hay, excepto yo.
Vuélvanse a mí, y serán salvados, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay otro.
Lo he jurado por mí mismo, de mi boca ha salido la justicia, una palabra irrevocable: Ante mí se doblará toda rodilla, toda lengua jurará por mí,
diciendo: Sólo en el Señor están los actos de justicia y el poder. Hasta él llegarán avergonzados todos los que se enfurecieron contra él.
En el Señor hallará la justicia y se gloriará toda la descendencia de Israel.



Salmo 85(84),9ab-10.11-12.13-14.

Voy a proclamar lo que dice el Señor:
el Señor promete la paz,
Su salvación está muy cerca de sus fieles,
y la Gloria habitará en nuestra tierra.

El Amor y la Verdad se encontrarán,
la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra
y la Justicia mirará desde el cielo.

El mismo Señor nos dará sus bienes
y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de él,
y la Paz, sobre la huella de sus pasos.

FUENTE: ©Evangelizo.org

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

Meditación del Evangelio del Día de la Semana III Del propio del Tiempo. Salterio III

Miércoles 16 de Diciembre


HIMNO

Recemos con la Iglesia

Miércoles 16 de Diciembre


SANTORAL

Santoral del Día de la Semana III 

Del propio del Tiempo. Salterio III

Miércoles 16 de Diciembre



Nació en Turín el 7 de enero de 1661. Era la última de once hermanos habidos en el matrimonio de los condes Giovanni Donato y María Tana, que estaba emparentada con san Luis Gonzaga. Fue educada conforme convenía a su origen aristocrático y se convirtió en una joven despierta e inteligente, de trato exquisito. Su gran temperamento y vivacidad discurría parejo al equilibrio y templanza que exhibió en muchos aspectos de su vida. Su infancia estuvo caracterizada por una poderosa inclinación hacia lo espiritual; construía altares, y le agradaba leer vidas de santos. Su modelo era san Luis Gonzaga. Como santa Teresa de Jesús, huyó de casa con su hermano en busca del martirio. Esta sensibilidad tuvo otro momento de fulgor al descubrir un Crucificado sin brazos en el ático de su hogar, que le dejó profundamente conmocionada. Tanto es así, que desterró a su muñeca del dormitorio y convirtió a la imagen en objeto de su ternura. Ante ella suplicaba con lágrimas el perdón de sus pecados. Humanamente, su pasión era la danza, en la que sobresalía con creces.

Poco a poco se iba dando cuenta de que le atrapaban ciertas flaquezas, experimentando vanidad y agrado ante los halagos de los que era objeto. Una visión de Cristo ensangrentado y coronado de espinas, que contempló en el espejo, le hizo aborrecer la vanidad. Otro momento de inflexión en su vida, fue la primera comunión que recibió en 1672. Después, inclinada a luchar contra sus tendencias, buscaba en la oración la fuerza precisa para hacerles frente, iniciando un camino de mortificación y penitencia que no abandonaría. Se dedicó a visitar enfermos y a ejercitar obras de caridad. Su director, el párroco P. Malliano, acertadamente la condujo por el sendero de la virtud. En 1673 ingresó en el monasterio cisterciense de Santa María de la Estrella para recibir formación. Permaneció allí año y medio porque su madre, viendo sus muchas cualidades, y dado que el conde había muerto en 1668, no dudó en ponerla al frente de la administración de la casa y tuvo que dejar la comunidad.

Dos años más tarde, la beata sondeó nuevamente el parecer materno, porque quería ser religiosa, pero su madre fraguaba su matrimonio. No hubo acuerdo, y comenzó una enconada lucha en defensa de su vocación que se dilató en el tiempo en medio de numerosas vicisitudes y contrariedades. Por fin, convencida su madre de que no podía disuadirla, dio su consentimiento para que ingresara con las cistercienses de Saluzzo. Pero en 1676, en el transcurso de un viaje a Turín, la joven conoció a un padre carmelita. Tuvieron una conversación tan decisiva, que determinó ingresar en el Carmelo de Santa Cristina. De nuevo su madre se opuso a que consagrara su vida en una Orden con Regla tan austera, pero el 19 de noviembre de ese año Marianna logró su propósito.

La vida conventual fue extremadamente difícil para ella, como narró en su autobiografía. Las pruebas espirituales que duraron catorce años incluyeron sequedad en la oración, animadversión a sus hermanas así como a las penitencias y mortificaciones, asechanzas del demonio, una hipersensibilidad a su entorno percibido con un insoportable hedor que le llevaba a aborrecer el alimento. Ella, que había gustado de los favores divinos, de repente no encontraba consuelo en la oración y debía caminar en fe porque no vislumbraba a Dios. Sus súplicas insistentes a Cristo le sumían aún en una sima más oscura, y la experiencia de aborrecimiento de sí llenaba su existencia de angustia y repugnancia por sus muchas ofensas. En ese desierto surgieron las dudas acerca de su vocación, atentados y tentaciones contra la caridad, el abandono del convento y hasta la desesperación, además de incitaciones contra la pureza. Frente a ello, con su oración insistente forjada en la fe, ofrecida con espíritu de reparación y fidelidad en la obediencia, alcanzó la gracia de la perseverancia.

De ese estado interior de luchas que terminaron en 1691 nadie tuvo noticia. Ante los demás, su virtud brillaba poderosamente. Austera en su vida, se consideraba la más indigna de todas. «O dadme mortificaciones o hacedme morir», rogaba a Dios. En 1682 los éxtasis ya habían comenzado a ser frecuentes y, en ocasiones, públicos. Era devota de María y de San José, y a él dedicó el Carmelo de Moncalieri que fundó con gran celo apostólico en 1702 aunque no pudo inaugurarlo hasta el año siguiente. Fue una excelente maestra de novicias. Elegida priora cuatro veces, se negó a una quinta en 1717 fecha ya cercana a su muerte: «Pueden empeñarse en hacerme priora; yo me empeñaré con mi Jesús a ver quien puede más». Murió el 16 de diciembre de ese año. Fue beatificada por el papa Pío IX el 25 de abril de 1865.

FUENTE: ©Evangelizo.org