domingo, 13 de abril de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 14 de Abril - San Juan 12,1-11


   Libro de Isaías 42,1-7.

    Así habla el Señor: Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones.
    El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles.
    No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley.
    Así habla Dios, el Señor, el que creó el cielo y lo desplegó, el que extendió la tierra y lo que ella produce, el que da el aliento al pueblo que la habita y el espíritu a los que caminan por ella.
    Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.


Salmo 27(26),1.2.3.13-14.

El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?

Cuando se alzaron contra mí los malvados
para devorar mi carne,
fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropezaron y cayeron.

Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.


    Evangelio según San Juan 12,1-11.

    Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado.
    Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.
    María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.
    Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: "¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?".
    Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.
    Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura.
    A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre".
    Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado.
    Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 14 de Abril - «La casa se llenó de la fragancia del perfume»


Guillermo de San Teodorico (c. 1085-1148) monje benedictino y después cisterciense Oraciones meditativas, nº 5


«La casa se llenó de la fragancia del perfume»
     
    Desde mi infancia que no he dejado de pecar, y tú no has dejado de hacerme el bien... A pesar de ello, Señor, que tu juicio sea movido tan sólo por la misericordia. El pecado te da ocasión para condenar el pecado...
¡Quieras encontrar mi corazón digno del fuego de tu perfecto amor, que su intenso calor haga salir de mí y consuma todo el veneno del pecado! Que ponga al desnudo toda la infección de mi conciencia y ésa se ahogue con las lágrimas de mis ojos. Que tu cruz crucifique toda la concupiscencia de la carne, de los ojos y el orgullo de la vida, que han consentido gracias a mi larga negligencia.  

     Señor, quienquiera podrá muy bien escucharme y burlarse de mi confesión: que me mire yaciendo, con tu pecadora, a los pies de tu misericordia, regándolos con las lágrimas de mi corazón, derramando sobre ellos el perfume de una tierna devoción (Lc 7,38). Que todos mis recursos, por pobres que sean, de cuerpo o alma, sean empleados para comprar este perfume que te complace. Lo derramaré sobre tu cabeza, sobre ti cuya cabeza es Dios; y sobre tus pies, sobre ti cuya franja es nuestra naturaleza enferma. Si el fariseo murmura, ¡tú, Dios mío, ten piedad de mí! Aunque el ladrón que conserva los cordones de la bolsa rechine de dientes, no temo en absoluto disgustar a quien sea con tal que yo te complazca.

     ¡Oh amor de mi corazón, que cada día, hasta sin parar, te derrame este perfume, porque derramándolo sobre ti, también lo derramo sobre mí mismo... Dame saber darte lealmente el don de todo lo que tengo, de todo lo que sé, de todo lo que soy, de todo lo que puedo! ¡Que no me reserve nada! Estoy ahí, a los pies de tu misericordia; es ahí que estaré siempre, que lloraré hasta que me hagas oír tu suave voz, el juicio de tu boca, la sentencia de tu justicia y de la mía: «Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor» (Lc 7,47).

SANTORAL - SAN VALERIANO MÁRTIR

14 de Abril


    Mártir romano, probablemente del tiempo de Juliano el Apóstol, esposo de la popular virgen Cecilia. Según las tradiciones fue convertido por ella el día mismo de la boda con medios sobrenaturales y milagrosos. Sobre su casa se edificó luego un templo, en el que reposan las reliquias de su santa consorte. — Fiesta 14 de abril.

    Una de las imágenes más sugerentes y humanas con que la divina Palabra nos ha introducido en el misterio de la Redención la constituyen las llamadas «bodas del Cordero».

    Dios ha amado a la humanidad con amor de Esposo y en el banquete nupcial se entrega a sí mismo como víctima y como alimento. Es realmente un vínculo de sangre el que sella estas bodas sublimes, es la sangre del Cordero, del Hijo de Dios inmolado. Por ello se comprende y se admira el profundo sentido cristiano que guió a la piedad de nuestros antepasados, ya desde muchos siglos atrás, en tejer con minuciosos detalles en torno a unas nupcias, mitad terrenas y mitad espirituales, este bello poema de virginidad y de martirio, de amor y de sacrificio, el poema de Cecilia y Valeriano, el poema de Cristo presente en el amor transparente de los dos jóvenes.

    Y el poema es cantado cada año por toda la Iglesia, en el oficio divino en honor de la santa esposa. Valeriano entra como segundo personaje, el convertido, el amante brioso, pero íntegro, que no duda en renunciar al goce sensible para unirse con ella en el amor supremo, el amor que salva y los une a los dos con Dios y en Dios.

    La narración es suave e insinuante. Durante el banquete nupcial Cecilia, preparada anteriormente con larga oración y ayuno, sin dejar de participar en el bullicio y la alegría, entona su cántico de confianza: «Que mi corazón permanezca inmaculado».

    Luego viene el momento del encuentro con el esposo. Valeriano se acerca a Cecilia con toda la ilusión de su juventud, con toda la satisfacción del amor conquistado.

    Cecilia pronuncia extrañas palabras. Un ángel guarda su virginidad; le invita a colaborar con el ángel, le promete ver también él al ángel si antes es lavado por un baño sagrado.

    Valeriano, enamorado, no duda de Cecilia, se le confía, se convierte, y va en busca de la iglesia en su Cabeza, el Papa oculto. Éste le instruye en el misterio y, tras pedirlo insistente, le administra el santo bautismo.

    Vuelve presuroso al tálamo nupcial, y descubre a su esposa en oración, con un ángel a su lado, más resplandeciente que el sol y ofreciendo a los dos una guirnalda de parte del Esposo de las vírgenes. Valeriano adora, cree, goza. Con la esposa.

    Y no tarda en conseguir tiempo después la conversión de su hermano Tiburcio, que sigue su mismo camino. Así Cecilia puede presentar a los dos hermanos como sus más preciadas coronas del día de sus esponsales, como el fruto de su amor y de su sabiduría...

    Pronto su esposo probará su espíritu y la profundidad con que siente su nueva vida. Primero dedicado intensamente a la caridad para con los pobres, compitiendo con Cecilia en su ya famoso desprendimiento. Después será su valentía y decisión ante el prefecto Almaquio.

    Los dos hermanos confiesan que son cristianos, y pretenden adoctrinar a los que asisten al juicio, en la verdadera religión. Son cruelmente apaleados, pero en pleno suplicio muestran sus rostros llenos de alegría por la gracia de poder dar su sangre por Jesucristo. Y de este modo, pasan delante de Cecilia, que pronto les seguirá en el camino del testimonio sangriento. Valeriano había amado de verdad y en el cielo, junto con su esposa, participa en el eterno banquete de gloria al Cordero. En la tierra, sus reliquias fueron conservadas, para gloria de Dios en sus santos, y se conservan. en la iglesia dedicada a Santa Cecilia, en el Trastévere.

Oremos

    Dios todopoderoso y eterno, que concediste a San Valeriano luchar por la fe hasta derramar su sangre, haz que, ayudados por su intercesión, soportemos por tu amor nuestras dificultades y con valentía caminemos hacia ti que eres la fuente de toda vida. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

-FRASE DEL DÍA-