domingo, 15 de agosto de 2021

-PROPÓSITO DEL DÍA-



 

Oremos.

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.

EVANGELIO DEL DÍA - 16 de Agosto - San Mateo 19,16-22.



 



Libro de los Jueces 2,11-19.

Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos del Señor y sirvieron a los Baales.
Abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había hecho salir de Egipto; fueron detrás de otros dioses - los dioses de los pueblos vecinos - y se postraron delante de ellos, provocando así la indignación del Señor.
Abandonaron al Señor para servir a Baal y a Astarté.
Por eso, la ira del Señor se encendió contra Israel: él los puso en manos de salteadores, que los despojaron; los entregó a los enemigos que tenían a su alrededor, y no pudieron oponerles resistencia.
En todas las campañas, la mano del Señor se ponía en contra de ellos para hacerles mal, como el mismo Señor lo había dicho y jurado. Así se encontraron en una situación muy angustiosa.
Entonces el Señor suscitaba jueces, que salvaban a los israelitas del poder de los salteadores.
Pero los israelitas no escuchaban a sus jueces, sino que se prostituían, yendo detrás de otros dioses y postrándose delante de ellos. Se desviaban muy pronto del camino seguido por sus padres, que habían obedecido los mandamientos del Señor. Ellos, en cambio, no hacían lo mismo.
Cuando el Señor les suscitaba jueces, estaba con el juez y los salvaba de las manos de sus enemigos mientras vivía el juez, porque se compadecía de los gemidos que les provocaban sus opresores y perseguidores.
Pero cuando moría el juez, volvían a pervertirse más aún que sus antepasados: iban detrás de otros dioses para servirlos y postrarse delante de ellos, sin renunciar en nada a sus malas acciones y a su conducta obstinada.

Palabra del Señor.


Salmo 106(105),34-35.36-37.39-40.43ab.44.

No exterminaron a los pueblos
como el Señor les había mandado;
se mezclaron con los paganos
e imitaron sus costumbres;

rindieron culto a sus ídolos,
que fueron para ellos una trampa.
Sacrificaron en honor de los demonios
a sus hijos y a sus hijas;

Se mancharon con sus acciones
y se prostituyeron con su mala conducta;
por eso el Señor se indignó contra su pueblo
y abominó de su herencia.

El Señor los libró muchas veces,
pero ellos se obstinaron en su actitud,
Sin embargo, él miró su aflicción
y escuchó sus lamentos.


Evangelio según San Mateo 19,16-22.

Luego se le acercó un hombre y le preguntó: "Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?".
Jesús le dijo: "¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos".
"¿Cuáles?", preguntó el hombre. Jesús le respondió: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo".
El joven dijo: "Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?".
"Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".
Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes.

Palabra del Señor.

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 16 de Agosto - «Si tú quieres» (Mt 19,21a)



 
San Clemente de Alejandría
Homilía “¿Puede salvarse el rico?”, 8-9 : PG 9,603.

«Si tú quieres» (Mt 19,21a).


Este joven aunque cree que nada le falta a su virtud, sabe que todavía le falta la vida. Por eso viene pedírselo a aquel que puede concedérselo. Está seguro de estar en regla con la Ley; sin embargo implora al Hijo de Dios. De una fe pasa a otra fe. Las amarras de la Ley no lo defendían bien de los vaivenes; inquieto, deja este amarre peligroso y viene para echar el ancla al puerto del Salvador. Jesús no le reprocha por haber faltado a algún artículo de la Ley, sino que le mira con cariño (Mc 10,21), emocionado por esta aplicación de buen alumno. No obstante lo declara todavía imperfecto: es buen obrero de la Ley, pero perezoso para la vida eterna.

Está bien, sin duda alguna; «la Ley santa» es como un pedagogo (Rm 7,12; Ga 3,24) que instruye por el temor y conduce hacia los mandatos sublimes de Jesús y hacia su gracia. «Jesús es la plenitud de la Ley para justificar totalmente a los que creen en él» (Rm 10,4). No es un esclavo que fabrica esclavos, sino que Él da la categoría de hijos, hermanos, coherederos, a todos los que cumplen la voluntad del Padre (Rm 8,17; Mt 12,50)… Esta palabra «si quieres» muestra admirablemente la libertad del joven; sólo depende de él escoger, es dueño de su decisión. Pero es Dios quien da, porque es el Señor. Da a todos los que la desean y emplean todo su ardor y ruegan, con el fin de que la salvación sea su propia elección. Enemigo de la violencia, Dios no fuerza a nadie, sino que ofrece la gracia a los que la buscan, se la ofrece a los que lo piden, abre a los que llaman (Mt 7,7).

SANTORAL - 16 DE AGOSTO - SAN ROQUE





En Lombardía, san Roque, que, nacido en Montpellier, en el Languedoc, adquirió fama de santidad con su piadosa peregrinación por toda Italia curando a los afectados por la peste. Enfermero. Año 1378. Roque significa: "Fuerte como roca". Este santo se ha hecho famoso en el mundo por los grandes favores que consigue a favor de pobres y enfermos. Su popularidad ha sido verdaderamente extraordinaria cuando a pueblos o regiones han llegado pestes o epidemias, porque consigue librar de la enfermedad y del contagio a muchísimos de los que se encomiendan a él.

San Roque nació en Montpellier, de una familia sumamente rica. Muertos sus padres, él vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios. Y en ese tiempo estalló la peste de tifo y las gentes se morían por montones por todas partes. Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A muchos logró conseguirles la curación con sólo hacerles la señal de la Santa Cruz sobre su frente. A muchísimos ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio. Con todos practicaba la más exquisita caridad.

Así llegó hasta Roma, y en esa ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados. La gente decía al verlo: "Ahí va el santo". Y un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no ser molesto a nadie, se retiró a un bosque solitario, y en el sitio donde él se refugió, ahí nació un aljibe de agua cristalina, con la cual se refrescaba.

Y sucedió que un perro de una casa importante de la ciudad empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque. Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad, y siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre llaguiento, en el bosque. Entonces se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades. Apenas se sintió curado dispuso el santo volver a su ciudad de Montpellier. Pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron con un espía y lo encarcelaron.

Y así estuvo 5 años en la prisión, consolando a los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación de las almas. Y un 15 de agosto, del año 1378, fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima, murió como un santo. Al prepararlo para echarlo al ataúd descubrieron en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado de pequeñito y se dieron cuenta de que era hijo del que había sido gobernador de la ciudad.

Toda la gente de Montpellier acudió a sus funerales, y desde entonces empezó a conseguir de Dios admirables milagros y no ha dejado de conseguirlos por montones en tantos siglos. Lo pintan con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan.

Que San Roque bendito nos libre de enfermedades, epidemias y contagios del cuerpo y del alma. Amén


Oremos

Oh glorioso San Roque, que por tu ardiente amor a Jesús has abandonado riquezas y honores y has buscado la humillación, enséñame a ser humilde ante Dios y los hombres. Alcánzame la gracia de apreciar en su debido valor las riquezas y los honores de la vida para que no sean para mi lazos de eterna perdición. Líbrame de toda enfermedad corporal. Alcánzame el favor que te pido si es para honra tuya, gloria de Dios y salvación de mi alma. Amén.

-FRASE DEL DÍA-



 

ELEMENTOS MATERIALES DE LA LITURGIA

 


El Templo y sus Partes

    “La dignidad de la Palabra de Dios exige que en la iglesia haya un sitio reservado para su anuncio, hacia el que, durante la liturgia de la Palabra, se vuelva espontáneamente la atención de los fieles" (IGMR 309, Catec. I.C., 1184). El ambón es el lugar reservado para la proclamación de la Palabra de Dios por los lectores, el salmista y el diácono o presbítero que proclame el Pregón Pascual y el Evangelio en ausencia de diácono, y se enuncian las intenciones de la oración universal o de los fieles. (cfr IGMR, 130, 134, 135, 309; OLM, 17, 22, 31). También puede usarse para realizar la homilía y dirigir la oración de los fieles, aunque por ser éstas funciones presidenciales, se realizarán normalmente desde la sede. (cfr. IGMR, 136, 138, 309; OLM, 31; El presidente de la celebración, 29, Secr. Nac. de Liturgia, España, 1988). “Conviene que en general el ambón sea un lugar fijo y no móvil… y estar dispuesto de tal manera que los ministros ordenados y los lectores puedan ser cómodamente vistos y oídos por los fieles.” (IGMR, 309). Su forma debe guardar correlación con el altar y debe estar situado en el presbiterio (IGMR, 295). Se debe cuidar en el diseño del ambón, “ya que en general estará en un lugar elevado, la facilidad para acceder y descender de él con seguridad. Es conveniente en lo posible disponer de bocas y bases fijas para la conexión de micrófonos, eliminando cruces de cables en el presbiterio. No deberá descuidarse un correcto nivel de luz sobre los libros, y la suficiente solidez y dimensión al atril propiamente dicho como para apoyarse en él.” (cfr. CEA)

Fuente: Alejandro Hoese EL TEMPLO CATÓLICO