viernes, 19 de febrero de 2021

EVANGELIO - 20 de Febrero - San Lucas 5,27-32.


        Libro de Isaías 58,9b-14.

    Así habla el Señor: Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía.
    El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan.
    Reconstruirás las ruinas antiguas, restaurarás los cimientos seculares, y te llamarán "Reparador de brechas", "Restaurador de moradas en ruinas".
    Si dejas de pisotear el sábado, de hacer tus negocios en mi día santo; si llamas al sábado "Delicioso" y al día santo del Señor "Honorable"; si lo honras absteniéndote de traficar, de entregarte a tus negocios y de hablar ociosamente, entonces te deleitarás en el Señor; yo te haré cabalgar sobre las alturas del país y te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob, porque ha hablado la boca del Señor.


Salmo 86(85),1-2.3-4.5-6.

Inclina tu oído, Señor, respóndeme,
porque soy pobre y miserable;
protégeme, porque soy uno de tus fieles,
salva a tu servidor que en ti confía.

Tú eres mi Dios: ten piedad de mí, Señor,
porque te invoco todo el día;
reconforta el ánimo de tu servidor,
porque a ti, Señor, elevo mi alma.

Tú, Señor, eres bueno e indulgente,
rico en misericordia con aquellos que te invocan:
¡atiende, Señor, a mi plegaria,
escucha la voz de mi súplica!


    Evangelio según San Lucas 5,27-32.

    Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme".
    El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
    Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos.
    Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: "¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?".
    Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
    Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 20 de Febrero - ¡Vuelvan a mí y vivirán!


San Alfonso María de Ligorio (1696-1787) obispo y doctor de la Iglesia Del trato familiar con Dios, (“Manière de converser avec Dieu”, Le Laurier, 1988), trad. sc©evangelizo.org

¡Vuelvan a mí y vivirán!

    ¿Quieren dar a Dios, que los ama, una marca de extrema confianza con la que será conmovido? Cuando cometen una falta, no duden en correr enseguida y postrarse a sus pies para pedirle perdón. Comprendan bien, Dios está tan inclinado a perdonar, que si los pecadores se obstinan en vivir lejos de él privados de su gracia, gime sobre su perdición y les hace escuchar los llamados de su ternura: "¿Por qué quieres morir, casa de Israel? Yo no deseo la muerte de nadie –oráculo del Señor–. Conviértanse, entonces, y vivirán" (cf. Ez 18,31-32). Dios promete recibir al alma fugitiva, en cuanto viene a tirarse en sus brazos: "Vuelvan a mí y yo volveré a ustedes" (cf. Za 1,3). ¡Si los pobres pecadores comprendieran con qué bondad Nuestro Señor los espera para perdonarlos! "A pesar de todo, el Señor espera para apiadarse de ustedes" (cf. Is 30,18). ¡Si comprendieran qué prisa tiene, no de castigarlos sino verlos convertidos para abrazarlos y estrecharlos contra su corazón! Escuchemos su solemne declaración: "Juro por mi vida –oráculo del Señor– que yo no deseo la muerte del malvado, sino que se convierta de su mala conducta y viva" (Ez 33,11). (…) Cuando un alma se arrepiente por haberlo ofendido, declaró formalmente Dios que pierde hasta el recuerdo de sus pecados: "Ninguna de las ofensas que haya cometido le será recordada: a causa de la justicia que ha practicado, vivirá" (Ez 18,22). Entonces, en cuanto caen en alguna falta, eleven los ojos hacia Dios, ofrézcanle un acto de amor y, confesando su pecado, cuenten firmemente con su perdón.

SANTORAL - BEATOS JACINTA Y FRANCISCO MARTO

20 de Febrero


     En Aljustrel, lugar cercano a Fátima, en Portugal, beata Jacinta Marto, la cual, siendo aún niña de tierna edad, aceptó con toda paciencia la grave enfermedad que le aquejaba y demostró siempre una gran devoción a la Santísima Virgen María.

    -Francisco nació el día 11 de junio, de 1908.

    -Jacinta nació el día 11 de marzo, de 1910.

    Desde muy temprana edad, Jacinta y Francisco aprendieron a cuidarse de las malas relaciones, y por tanto preferían la compañía de Lucía, prima de ellos, quien les hablaba de Jesucristo. Los tres pasaban el día juntos, cuidando de las ovejas, rezando y jugando.

    Entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917, a Jacinta, Francisco y Lucía, les fue concedido el privilegio de ver a la Virgen María en el Cova de Iría. A partir de esta experiencia sobrenatural, los tres se vieron cada vez más inflamados por el amor de Dios y de las almas, que llegaron a tener una sola aspiración: rezar y sufrir de acuerdo con la petición de la Virgen María. Si fue extraordinaria la medida de la benevolencia divina para con ellos, extraordinario fue también la manera como ellos quisieron corresponder a la gracia divina.

    Los niños no se limitaron únicamente a ser mensajeros del anuncio de la penitencia y de la oración, sino que dedicaron todas sus fuerzas para ser de sus vidas un anuncio, mas con sus obras que con sus palabras. Durante las apariciones, soportaron con espíritu inalterable y con admirable fortaleza las calumnias, las malas interpretaciones, las injurias, las persecuciones y hasta algunos días de prisión. Durante aquel momento tan angustioso en que fue amenazado de muerte por las autoridades de gobierno si no declaraban falsas las apariciones, Francisco se mantuvo firme por no traicionar a la Virgen, infundiendo este valor a su prima y a su hermana. Cuantas veces les amenazaban con la muerte ellos respondían: "Si nos matan no importa; vamos al cielo." Por su parte, cuando a Jacinta se la llevaban supuestamente para matarla, con espíritu de mártir, les indicó a sus compañeros, "No se preocupen, no les diré nada; prefiero morir antes que eso."

    El 23 de diciembre de 1918, 14 meses después de la última aparición, ella y Francisco se ven afectados por la "gripe española", pero mientras que el segundo se cura en pocos meses, para Jacinta se vuelve un calvario, ya que le sobreviene una pleuresía purulenta, que soporta y ofrece «para la conversión de los pecadores y para reparar los ultrajes que se realizan al Corazón Inmaculado de María». Se le pide un último gran sacrificio: separarse de los suyos, y sobre todo de su prima Lucía, para pasar un tiempo de recuperación en un hospital de Lisboa. Donde se prueba todo, incluso una cirugía sin anestesia para intentar arrancarla de la muerte, pero donde la Virgen viene serenamente a tomarla el 20 de febrero de 1920, como había prometido.

Oremos

    Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Te adoro profundamente con toda las fuerzas de mi alma y te agradezco de todo corazón por las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima, en las cuales se manifestaron al mundo los tesoros del Inmaculado Corazón de María. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y por la intercesión del Inmaculado Corazón, te imploramos, si es para mayor gloria y el bien de las almas, que eleven ante la Santa Iglesia a los beatos Jacinta y Francisco, alcanzándonos por su bendita intercesión la gracia que ahora te pedimos. Amén