jueves, 25 de febrero de 2021

EVANGELIO - 26 de Febrero - San Mateo 5,20-26.



       Libro de Ezequiel 18,21-28.

    Así habla el Señor Dios: Si el malvado se convierte de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, seguramente vivirá, y no morirá.
    Ninguna de las ofensas que haya cometido le será recordada: a causa de la justicia que ha practicado, vivirá.
    ¿Acaso deseo yo la muerte del pecador -oráculo del Señor- y no que se convierta de su mala conducta y viva?
    Pero si el justo se aparta de su justicia y comete el mal, imitando todas las abominaciones que comete el malvado, ¿acaso vivirá? Ninguna de las obras justas que haya hecho será recordada: a causa de la infidelidad y del pecado que ha cometido, morirá.
    Ustedes dirán: "El proceder del Señor no es correcto". Escucha, casa de Israel: ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto?
    Cuando el justo se aparta de su justicia, comete el mal y muere, muere por el mal que ha cometido.
    Y cuando el malvado se aparta del mal que ha cometido, para practicar el derecho y la justicia, él mismo preserva su vida.
    El ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido: por eso, seguramente vivirá, y no morirá.


Salmo 130(129),1-2.3-4.5-6ab.6c-8.

Desde lo más profundo te invoco, Señor.
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?

Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido.
Mi alma espera en el Señor,
y yo confío en su palabra.
Mi alma espera en el Señor,
más que el centinela la aurora.

Como el centinela espera la aurora,
Espere Israel al Señor,
porque en él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
Él redimirá a Israel
de todos sus pecados.


    Evangelio según San Mateo 5,20-26.

    Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
    Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
    Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
    Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
    Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.
    Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 26 de Febrero - «Si tu ojo está claro, todo tu cuerpo será luminoso»


       Tomás de Kempis Imitación de Cristo: ¿Cómo está tu corazón?

«Si tu ojo está claro, todo tu cuerpo será luminoso» 

    Con dos alas se levanta el hombre de lo terreno, que son: simplicidad y pureza. La simplicidad está en la intención y en la pureza del afecto. La simplicidad busca a Dios, la pureza lo encuentra y lo gusta. Ninguna obra buena te resultará difícil si estás interiormente libre de todo afecto desordenado. Si tú sólo quieres lo que Dios quiere y lo que es útil a tu prójimo, entonces gozarás de libertad interior.

    Si tu corazón es recto, toda criatura será como un espejo de vida y un libro lleno de santas instrucciones. No existe criatura tan insignificante y tan deleznable que no refleje de alguna manera la bondad de Dios. Si poseyeras suficiente inocencia y pureza, verías todo sin obstáculos. Un corazón puro penetra cielo y tierra. Cada uno juzga de las cosas exteriores según lo que alberga en su corazón. Si hay alegría alguna en el mundo, la posee el corazón puro.

SANTORAL - BEATA PIEDAD DE LA CRUZ

26 de Febrero


    «Su ingreso en la vida religiosa fue el fruto de su perseverancia. Sin ceder al desánimo insistió cuántas veces fue preciso intentando vincularse a varios Institutos. Es fundadora de las Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús»

    La incertidumbre es frecuente en la vida santa. Acompaña al aparente fracaso de un sueño que no logra materializarse. Son momentos de prueba para un alma que se da de bruces contra las cuerdas de la soledad y el vacío. La porción del camino que desea recorrer, el único que ve, se le resiste y no sabe por qué. Dios, que conoce lo que está dentro del corazón de cada cual, que tiene constancia hasta del último de nuestros cabellos, permite circunstancias que la razón no entiende porque la explicación de los sucesos no discurre por esos derroteros. A quienes persisten en sus ruegos, a su debido tiempo, cuando Él juzga oportuno les da la luz y erradica los escollos, como hizo con esta beata.

    Tomasa, que ese era su nombre de pila, nació en Bocairente, Valencia, España, el 12 de noviembre de 1842. Era la quinta de ocho hermanos. Sintió la llamada a la vida religiosa cuando realizó la primera comunión: «Cuando recibí por primera vez la Sagrada Comunión, quedé como anonadada y experimenté que Jesús me llamaba a la vida religiosa». En esta época solía enseñarse a bordar y a recitar, y ella mostró buenas dotes no solo para la confección y la poesía sino también para la música, como constataron en el colegio de Loreto donde estudiaba. Pero la formación genuina, tanto humana como espiritual, se la proporcionaron las religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos en Valencia.

    La época no era propicia para los que optaban por la consagración. Por eso, pero sobre todo porque la Providencia la había elegido para otra misión, las puertas del convento parecían cerradas para la beata, pese a que intentó en varias ocasiones cumplir su anhelo una vez que su familia dejó de oponerse a sus deseos. Pretendió ingresar con las carmelitas descalzas de Onteniente, y la enfermedad dio al traste con su aspiración. Fue un obstáculo que la obligó a regresar a su casa paterna. Y otro tanto le aconteció con las carmelitas de la caridad de Vich ya que estando junto a ellas contrajo el cólera. Entonces sus padres habían fallecido. De hecho, no dio ningún paso hasta que los perdió; había vivido dedicada a su cuidado mientras asistía a pobres y enfermos.

    En este proceso de búsqueda –ya había hecho voluntaria renuncia al matrimonio–, y dado que no identificaba el camino que debía emprender, sino muchos impedimentos a lo que se proponía, halló empleo como obrera textil en Barcelona y sirvió en el colegio de las mercedarias de la enseñanza. Intacto conservaba su deseo de consagración que decidió llevar adelante aunque tuviera que hacerlo fuera de un convento. Luego estuvo en Benicassim, en el desierto de Las Palmas pensando que quizá podía dedicarse a una especie de consagración eremítica. Su confesor no lo veía claro, y ella misma se dio cuenta in situ de que tenía razón. Así que volvió a Barcelona con el peso de su incertidumbre: «Tuya, Jesús mío, tuya quiero ser, pero dime dónde». La respuesta llegó a través de una experiencia mística. El Sagrado Corazón de Jesús le mostró su hombro izquierdo ensangrentado, diciéndole: «Mira cómo me han puesto los hombres con sus ingratitudes, ¿quieres tú ayudarme a llevar esta cruz?». Ella respondió como Samuel, sin dudar: «Señor, si necesitas una víctima y me quieres a mí, aquí estoy, Señor». Entonces, el Redentor le dijo: «Funda, hija mía, que de ti y de tu Congregación siempre tendré misericordia». Aún le quedaba por saber dónde se iniciaría la obra.

    Y obedeciendo a la sugerencia del obispo Jaime Catalá, se dirigió a su confesor determinada a cumplir sus indicaciones. La escasez de vocaciones y las necesidades que se presentaron en su tierra, anegada por la destructiva inundación del río Segura que arrasó la huerta murciana en 1884 como en 1879 lo hiciera la riada de Santa Teresa, fueron determinantes para encaminar sus pasos hacia allí. Y las inmediaciones de Alcantarilla alumbraron el nacimiento de la primera comunidad de terciarias de la Virgen del Carmen. Lidió con el cólera prodigando cuidados a los enfermos y a niñas huérfanas en un pequeño centro sanitario que denominó «La Providencia». Aumentaron las vocaciones y se abrieron nuevas casas, una de ellas en Albacete. Pero quería conocer si esa era realmente la voluntad de Dios, y el único signo para dilucidarlo era la cruz: «fundar en tribulación».

    Los problemas surgieron entre miembros de las casas de Alcantarilla y Caudete cuando la Congregación no había recibido aún aprobación diocesana. Fueron días de intensa oración y sufrimiento. El padre Tomás Bryan y Livermore la envió junto a otra religiosa, sor Alfonsa, la única que perseveró, al Convento de la Visitación de las Salesas Reales, en Orihuela, para hacer ejercicios espirituales y proyectar una nueva fundación. Y aquí se le dio a entender su verdadero carisma: los niños pobres y abandonados, los ancianos y los enfermos, a quienes mostraría el Corazón misericordioso de Jesús y el patrocinio de san Francisco de Sales para esta obra que debía poner en marcha. Así nació en 1890 la Congregación de Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús.

    Volcada en las necesidades de todos, ofrendó su piadosa vida abrazada a la cruz, confiada, perseverante hasta el fin. "La limosna del amor vale más que la del dinero», hizo notar. El año de su muerte, 1916, contrajo una grave enfermedad y el 26 de febrero murió sentada en su sillón en la casa de Alcantarilla. En otros momentos, mirando el crucifijo había dicho: «Aquél murió en la cruz y yo no debo morir en la cama, sino en el suelo». Fue beatificada el 21 de marzo de 2004 por Juan Pablo II.

Oremos

    Madre Piedad de la Cruz, amiga de los pobres y los niños. Dios te dio su Gracia, recorriste difíciles caminos, enseñando tu bondad. Para ser santa naciste, iluminaste a los sin techo, esperanza les diste. Damos gracias por tu ejemplo, ayúdanos. Té lo pedimos de todo corazón. Amén