jueves, 23 de noviembre de 2023

GAUDETE ET EXSULTATE

 CAPÍTULO PRIMERO
EL LLAMADO A LA SANTIDAD
Tu misión en Cristo

    
    24. Ojalá puedas reconocer cuál es esa palabra, ese mensaje de Jesús que Dios quiere decir al mundo con tu vida. Déjate transformar, déjate renovar por el Espíritu, para que eso sea posible, y así tu preciosa misión no se malogrará. El Señor la cumplirá también en medio de tus errores y malos momentos, con tal que no abandones el camino del amor y estés siempre abierto a su acción sobrenatural que purifica e ilumina.


-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO DEL DÍA - 24 DE NOVIEMBRE - San Lucas 19,45-48.


    Primer Libro de Macabeos 4,36-37.52-59.

    Judas y sus hermanos dijeron: "Nuestros enemigos han sido aplastados; subamos a purificar el Santuario y a celebrar su dedicación".
    Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión.
    El día veinticinco del noveno mes, llamado Quisleu, del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al despuntar el alba y ofrecieron un sacrificio conforme a la Ley, sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían erigido.
    Este fue dedicado con cantos, cítaras, arpas y címbalos, justamente en el mismo mes y en el mismo día en que los paganos lo habían profanado.
    Todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y adoraron y bendijeron al Cielo que les había dado la victoria.
    Durante ocho días celebraron la dedicación del altar, ofreciendo con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de acción de gracias.
    Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron las entradas y las salas, y les pusieron puertas.
    En todo el pueblo reinó una inmensa alegría, y así quedó borrado el ultraje infligido por los paganos.
    Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que cada año, a su debido tiempo y durante ocho días a contar del veinticinco del mes de Quisleu, se celebrara con júbilo y regocijo el aniversario de la dedicación del altar.

    Palabra de Dios.


Primer Libro de Crónicas 29,10b.11abcd.11ef-12a.12bcd.

Después David bendijo al Señor en presencia de toda la asamblea, diciendo:
“¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre!
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad;
porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra.
Tuyo, Señor, es el reino;
tú te elevas por encima de todo.
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, Señor, es el reino; tú te elevas por encima de todo.
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, Señor, es el reino; tú te elevas por encima de todo.
De ti proceden la riqueza y la gloria;
tú lo gobiernas todo,
en tu mano están el poder y la fuerza,
y es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas.


    Evangelio según San Lucas 19,45-48.


    Jesús al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones".
    Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.
    Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.

    Palabra del Señor.

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO -24 DE NOVIEMBRE - «Cada día subía al templo para enseñar al pueblo»


Beato Juan Taulero, fraile dominico Sermón: Que nuestro interior se convierta en casa de oración. Sermón 69.


«Cada día subía al templo para enseñar al pueblo» 

    Nuestro Señor mismo nos enseña lo que debemos hacer para que nuestro interior se convierta en una casa de oración, porque el hombre es verdaderamente un templo consagrado a Dios. Primero debemos echar de él a todos los vendedores, es decir, las imágenes y representaciones de los bienes creados y todo lo que significa satisfacción en las criaturas y gozos de la voluntad propia. Luego, hay que limpiar y purificar el templo con lágrimas. No todos los templos son santos por el mero hecho de ser casas habitables. Es Dios quien los santifica.

    Aquí se trata del templo amado por Dios, donde Dios se manifiesta de verdad si está purificado. ¿Cómo podría Dios morar en el alma si no ha puesto su pensamiento, por breve que sea, en Dios? ¿No será porque está abarrotada de otras cosas?

SANTORAL - SANTOS ANDRÉS DUNG-LAC Y COMPAÑEROS MÁRTIRES

24 de Noviembre


    La iglesia del Vietnam fecundada con la sangre de los mártires. Tomado de la página del Vaticano del día de la canonización del grupo por SS Juan Pablo II (19 de junio de 1988, Plaza de San Pedro)

    El trabajo de evangelización, llevado a cabo desde el inicio del siglo XVI y consolidado con los primeros Vicariatos apostólicos del Norte (Dáng-Ngoái) y del Sur (Dáng-Trong) en el 1659, ha tenido en el trascurso de los siglos un admirable desarrollo. Actualmente [escrito de 1988], las Diócesis son 25 (10 en el Norte, 6 en el Centro y 9 en el Sur) y los católicos son, aproximadamente, 6 millones (casi el 10% de la población); la Jerarquía Católica Vietnamita ha sido constituida por el Papa Juan XXIII el 24 de noviembre de 1960.

    Este resultado se debe al hecho que, desde los primeros años, la semilla de la Fe se ha mezclado, en el territorio vietnamita, con la abundante sangre de los Mártires, tanto del clero misionero como del clero local y del pueblo cristiano de Vietnam. Juntos han soportado las fatigas del trabajo apostólico, como si se hubiesen puesto de acuerdo, han afrontado incluso la muerte para dar testimonio de la verdad evangélica. La historia religiosa de la Iglesia vietnamita señala que han existido un total de 53 Edictos, firmados por los Señores TRINH y NGUYEN o por los Reyes que, durante más de dos siglos, en total 261 años (1625-1886), han decretado contra los cristianos persecuciones una más cruel que la otra. Son alrededor de unas 130.000 las víctimas caídas por todo el territorio nacional.

    A lo largo de los siglos, estos mártires de la Fe ha sido enterrados en forma anónima, pero su recuerdo permanece vivo en el espíritu de la comunidad católica. Desde el inicio del siglo XX, 117 de este gran grupo de héroes, martirizados cruelmente, han sido elegidos y elevados al honor de los altares por la Santa Sede en 4 Beatificaciones:

-en el 1900, por el Papa León XIII, 64 personas
-en el 1906, por el Papa S. Pío X, 8 personas
-en el 1909, por el Papa S. Pío X, 20 personas
-en el 1951, por el Papa Pío XII, 25 personas (AAS 043 [1951], pp. 140ss.)

clasificadas así:
11 españoles: todos Dominicos: 6 Obispos, 5 Sacerdotes;
10 franceses: todos de las Misiones Extranjeras de París: 2 Obispos, 8 Sacerdotes;
96 vietnamitas: 37 Sacerdotes (11 de ellos dominicos) y 59 Cristianos (entre ellos: 1 seminarista, 16 catequistas, 10 terciarios dominicos y 1 mujer).

    Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero (Apoc 7, 13-14), según el siguiente orden cronológico:

2 caídos bajo el reinado de TRINH-DOANH (1740-1767)
2 caídos bajo el reinado de TRINH-SAM (1767-1782)
2 caídos bajo el reinado de CANH-TRINH (1782-1802)
58 caídos bajo el reinado del Rey MINH-MANO (1820-1840)
3 caídos bajo el reinado del Rey THIEU-TRI (1840-1847)
50 caídos bajo el reinado del Rey TU-DUC (1847-1883)

    Y en el lugar del suplicio el Edicto real, colocado junto a cada uno de los ajusticiados, precisa el tipo de sentencia:

75 condenados a la decapitación,
22 condenados a ser estrangulados,
6 condenados al fuego, quemados vivos,
5 condenados al desgarro de los miembros del cuerpo,
9 muertos en la cárcel debido a las torturas.

Oremos

    Señor y Dios nuestro, que nos da constancia en la fe y fortaleza en la debilidad, concédenos, por el ejemplo y los méritos de los Santos Andrés y compañeros, participar en la muerte y resurrección de tu Hijo para que también gocemos contigo, en compañía de tus mártires, de la plena alegría de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

-FRASE DEL DÍA-