jueves, 20 de noviembre de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 21 de Noviembre - San Lucas 19,45-48


     Primer Libro de Macabeos 4,36-37.52-59.

    Judas y sus hermanos dijeron: "Nuestros enemigos han sido aplastados; subamos a purificar el Santuario y a celebrar su dedicación".
    Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión.
    El día veinticinco del noveno mes, llamado Quisleu, del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al despuntar el alba y ofrecieron un sacrificio conforme a la Ley, sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían erigido.
    Este fue dedicado con cantos, cítaras, arpas y címbalos, justamente en el mismo mes y en el mismo día en que los paganos lo habían profanado.
    Todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y adoraron y bendijeron al Cielo que les había dado la victoria.
    Durante ocho días celebraron la dedicación del altar, ofreciendo con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de acción de gracias.
    Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron las entradas y las salas, y les pusieron puertas.
    En todo el pueblo reinó una inmensa alegría, y así quedó borrado el ultraje infligido por los paganos.
    Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que cada año, a su debido tiempo y durante ocho días a contar del veinticinco del mes de Quisleu, se celebrara con júbilo y regocijo el aniversario de la dedicación del altar.

    Palabra de Dios.


Primer Libro de Crónicas 29,10b.11abcd.11ef-12a.12bcd.

Después David bendijo al Señor en presencia de toda la asamblea, diciendo:
“¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre!
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad;
porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra.
Tuyo, Señor, es el reino;
tú te elevas por encima de todo.
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, Señor, es el reino; tú te elevas por encima de todo.
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, Señor, es el reino; tú te elevas por encima de todo.
De ti proceden la riqueza y la gloria;
tú lo gobiernas todo,
en tu mano están el poder y la fuerza,
y es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas.


    Evangelio según San Lucas 19,45-48.


    Jesús al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones".
    Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.
    Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.

    Palabra del Señor.

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 21 de Noviembre - «El pueblo entero quedó pendiente de sus labios»


    Francisco, papa. Catequesis: ¿Dónde podemos encontrar a Dios?. Audiencia general del 26-06-2013.


«El pueblo entero quedó pendiente de sus labios» 

    Quisiera hoy aludir brevemente a otra imagen que nos ayuda a ilustrar el misterio de la Iglesia: el templo (cf. Conc. Ecum. Vat. II, const. dogm. Lumen gentium, 6)… En Jerusalén, el gran Templo de Salomón era el lugar del encuentro con Dios en la oración; en el interior del Templo estaba el Arca de la alianza…, un recuerdo del hecho de que Dios había estado siempre dentro de la historia de su pueblo… también nosotros, cuando vamos al templo, debemos recordar esta historia, cada uno de nosotros nuestra historia, cómo me encontró Jesús, cómo Jesús caminó conmigo, cómo Jesús me ama y me bendice.

    Lo que estaba prefigurado en el antiguo Templo, está realizado, por el poder del Espíritu Santo, en la Iglesia: la Iglesia es la “casa de Dios”, el lugar de su presencia, donde podemos hallar y encontrar al Señor; la Iglesia es el Templo en el que habita el Espíritu Santo que la anima, la guía y la sostiene. Si nos preguntamos: ¿dónde podemos encontrar a Dios? ¿Dónde podemos entrar en comunión con Él a través de Cristo? ¿Dónde podemos encontrar la luz del Espíritu Santo que ilumine nuestra vida? La respuesta es: en el pueblo de Dios, entre nosotros, que somos Iglesia…

    Y es el Espíritu Santo, con sus dones, quien traza la variedad. Esto es importante: ¿qué hace el Espíritu Santo entre nosotros? Él traza la variedad que es la riqueza en la Iglesia y une todo y a todos, de forma que se construya un templo espiritual, en el que no ofrecemos sacrificios materiales, sino a nosotros mismos, nuestra vida (cf. 1 P 2, 4-5). La Iglesia no es un entramado de cosas y de intereses, sino que es el Templo del Espíritu Santo, el Templo en el que Dios actúa, el Templo del Espíritu Santo, el Templo en el que Dios actúa, el Templo en el que cada uno de nosotros, con el don del Bautismo, es piedra viva… ¡todos somos necesarios para construir este Templo! Nadie es secundario. Nadie es el más importante en la Iglesia; todos somos iguales a los ojos de Dios. Alguno de vosotros podría decir: «Oiga, señor Papa, usted no es igual a nosotros». Sí: soy como uno de vosotros, todos somos iguales, ¡somos hermanos! Nadie es anónimo: todos formamos y construimos la Iglesia.

LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

21 de Noviembre


    Memoria de la Presentación de santa María Virgen. Al día siguiente de la dedicación de la basílica de Santa María la Nueva, construida junto al muro del antiguo templo de Jerusalén, se celebra la dedicación que de sí misma hizo a Dios la futura Madre del Señor, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su Concepción Inmaculada. Los meses se sucedían para la niña. Y, cuando llegó a la edad de dos años, Joaquín dijo: llevémosla al templo del Señor, para cumplir la promesa que le hemos hecho, no sea que [Dios] nos la reclame, y rechace nuestra ofrenda. Y Ana respondió: esperemos al tercer año, a fin de que la niña no nos eche de menos. Y Joaquín repuso: Esperemos.

    Y, cuando la niña llegó a la edad de tres años, Joaquín dijo: llamad a las hijas de los hebreos que estén sin mancilla, y que tome cada cual una lámpara, y que estas lámparas se enciendan, para que la niña no vuelva atrás, y para que su corazón no se fije en nada que esté fuera del templo del Señor. Y ellas hicieron lo que se les mandaba, hasta el momento en que subieron al templo del Señor. Y el Gran Sacerdote recibió a la niña, y, abrazándola, la bendijo, y exclamó: El Señor ha glorificado tu nombre en todas las generaciones. Y en ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de Israel. E hizo sentarse a la niña en la tercera grada del altar, y el Señor envió su gracia sobre ella, y ella danzó sobre sus pies y toda la casa de Israel la amó.

    Y sus padres salieron del templo llenos de admiración, y glorificando al Omnipotente, porque la niña no se había vuelto atrás. Y María permaneció en el templo del Señor, nutriéndose como una paloma, y recibía su alimento de manos de un ángel. Y, cuando llegó a la edad de doce años, los sacerdotes se congregaron, y dijeron: He aquí que María ha llegado a la edad de doce años en el templo del Señor. ¿Qué medida tomaremos con ella, para que no mancille el santuario? Y dijeron al Gran Sacerdote: Tú, que estás encargado del altar, entra y ruega por María, y hagamos lo que te revele el Señor. Y el Gran Sacerdote, poniéndose su traje de doce campanillas, entró en el Santo de los Santos, y rogó por María. Y he aquí que un ángel del Señor se le apareció, diciéndole: Zacarías, Zacarías, sal y reúne a todos los viudos del pueblo, y que éstos vengan cada cual con una vara, y aquel a quien el Señor envíe un prodigio, de aquel será María la esposa. Y los heraldos salieron, y recorrieron todo el país de Judea, y la trompeta del Señor resonó, y todos los viudos acudieron a su llamada...»

    ¿Fue presentada María en el Templo de Jerusalén? Seguramente, como todo hijo e hija era presentado a Dios y se ofrecía por él/ella un tributo a Dios, tanto para agradecer el buen nacimiento como para invocar protección sobre el vástago. Ahora bien, en qué consistía en concreto el rito de «presentación», no han quedado testimonios, y desde luego que la presentación de María tal cual la cuenta el «Protoevangelio de Santiago» es legendaria. Sin embargo se hace eco de la fe profunda de la Iglesia ya desde sus primeros instantes: aunque en su familia y en su pueblo no lo hayan visto, María venía siendo «preparada» como nueva Arca de la nueva Alianza desde toda la eternidad; y eso es a lo que la leyenda, en definitiva, apunta: a poner en evidencia que el papel de María en la historia de la salvación no es casual ni azaroso, ni tampoco el fruto de una decisión momentánea. Así como habrá sorprendido a María verse envuelta por el anuncio angélico, así también es cierto que toda su vida era un recto y firme encaminarse hacia una fidelidad plena y absoluta, hacia una completa disposición a quien la había elegido desde toda la eternidad para que se realizara en ella un misterio que recién terminará de comprender -como Iglesia y como figura de la Iglesia que ella misma es- con la luz del Espíritu Santo en Pentecostés.

    Un hermoso detalle de la escena que me gustaría destacar es que María se alimenta «de manos de un ángel»; no podemos dejar de recordar la expresión del salmo 77: «y el hombre comió pan de ángeles», que aunque se refiere al maná, el cristianismo lo ha entendido desde siempre como figura de la Eucaristía; María sería así la primera en comer del «pan de ángeles» que traerá su Hijo.

    Por más que, desde luego, todos estos pensamientos sobre María sean muy simbólicos, muy poéticos y muy agradables, no debemos sin embargo olvidar que no tenemos ninguna clase de fuente fidedigna para conocer la prehistoria de Jesús (e incluso muchos aspectos de su historia cotidiana); por ello el nuevo Martirologio quiere dejar bien explícito que el motivo de esta fiesta se relaciona más con una realidad cultual y de la vida concreta cristiana que con leyendas piadosas: es en definitiva la fiesta de la dedicación de la basílica de Santa María la Nueva, de Jerusalén, realizada el 20 de noviembre del año 543. Como fiesta litúrgica no es muy antigua, ni en Occidente ni en Oriente, donde tuvo su origen, quizás hacia el siglo X. En Occidente se celebraba con cierta solemnidad en el siglo XI en Inglaterra, pero después cayó de nuevo en el olvido, y a finales del siglo XIV se volvió a conmemorar en la Iglesia latina, hasta que en 1585 el papa Sixto V la inscribió en el calendario general.

Oremos

    Santa Madre María, tú que desde temprana edad te consagraste al Altísimo, aceptando desde una libertad poseída el servirle plenamente como templo inmaculado, tú que confiando en tus santos padres, San Joaquín y Santa Ana, respondiste con una obediencia amorosa al llamado de Dios Padre, tú que ya desde ese momento en el que tus padres te presentaron en el Templo percibiste en tu interior el profundo designio de Dios Amor; enséñanos Madre Buena a ser valientes seguidores de tu Hijo, anunciándolo en cada momento de nuestra vida desde una generosa y firme respuesta al Plan de Dios. Amén.

-FRASE DEL DÍA-