sábado, 15 de agosto de 2020

SANTORAL - SANTA CLARA DE LA CRUZ

17 de Agosto


    En Montefalco, de la Umbría, santa Clara de la Cruz, virgen de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que rigió el monasterio de Santa Cruz y expresó extremo amor por la pasión de Cristo.
Santa Clara de Montefalco nació en Montefalco,en el año 1268. El nombre de sus padres eran, Damiano e Iacopa Vengente, que tuvieron 4 hijos en total. Su hermana mayor, Giovanna de 20 años y su amiga Andreola, establecieron una Ermita, en donde se dedicaron a una vida de oración y de sacrificio.

    En el año 1274 se le concedió aprobación de las autoridades eclesiástica y fue entonces que, Giovanna pudo recibir más hermanas a la Orden. La primera candidata fue su hermana Clara, de 6 años de edad. El ejemplo de sus padres, quienes tenían una gran devoción al Señor y a su Madre, y el de su Hermana y su compañera, contribuyeron a que se desarrollara en Clara el deseo de amar y servir al Señor a través de una vida de oración. Ella era una niña muy viva a la que todos encontraban que sobrepasaba a las niñas de su edad. Era además, extremadamente amorosa. Desde que entró al convento aun cuando era más joven que las demás, se mantenía al mismo nivel que sus dos compañeras, tanto en la oración como en la penitencia.

    Desde muy pequeña, tuvo un ardiente amor por el Señor, especialmente por su Pasión. Este fuego interior fue el que le dio la energía, el celo y la fuerza, para vivir una vida que para muchos sería imposible. Desde pequeña tuvo gran apetito, y tenía que luchar contra sus deseos de comer los platos que más le gustaban, ayunando constantemente, especialmente durante la Cuaresma. Aún cuando ninguna Regla Religiosa se había establecido, Clara practicó una estricta obediencia a su hermana Giovanna, que era la líder del grupo. Una vez, que Clara rompió la Regla del silencio dada por su hermana, se impuso la penitencia de pararse en un cubo de agua helada, con los brazos hacia arriba rezando 100 veces el Padre Nuestro.

    En 1278 dos años después de haber entrado Clara al Convento entró Marina, amiga de Clara, y fue seguida de muchas otras por lo que tuvieron que mudarse a una montaña cerca de la ciudad, donde construyeron otra Ermita. Se levantó una gran persecución contra ellas, no solo por parte de laicos de la ciudad, sino también por los Franciscanos del lugar que decían que la ciudad era muy pequeña para tener otra comunidad pidiendo limosna. Pero el Señor que es justo, movió al oficial del Ducado a votar por ellas y se quedaron. Con la Ermita teniendo el techo a medio hacer, pasando frío y hambre, la pequeña comunidad era sostenida por su fe y llamado, que era más fuerte que la persecución de las personas de la ciudad. Durante esta época pocas personas les daban algo para comer, y se sostuvieron de hierbas silvestres. Clara que tenía un don para cocinar, les hacía pasteles de plantas con tanto amor, que las hermanas recordaban estos tiempos como tiempos de gozo en vez de miseria...

    Finalmente Giovanna obtuvo permiso para enviar a algunas hermanas a pedir limosna. Clara que tenía 15 años, insistió tanto en ir que, venció las objeciones de su hermana, y ella junto con Marina, salieron durante 40 días en busca de limosnas; nunca regresaban sin haber cumplido su cometido. Su hermana Giovanna, pensando en proteger a Clara, no le permitió salir mas, y Clara estuvo en el convento por el resto de sus años. Clara pasaba de ocho a diez horas diarias en oración, y por las noches caía de rodillas rezando el Padre Nuestro. Practicaba actos tan severos de mortificación, que su hermana Giovanna tuvo que poner restricciones en sus prácticas. Siempre estaba buscando una forma más ascética de oración.

    En el año 1288, cuando Clara tenía 20 años. Parecía que estaba llegando a alcanzar la completa unión con Jesús, cuando el Señor la probó adentrándola en un desierto. Fue una prueba dada por el Señor para castigar su orgullo y para que ella viera que sin El no podía hacer nada. Clara entró en el desierto. Perseguida por todo tipo de tentaciones, víctima de las emociones. Sentía que Dios la había abandonado. Esta tortura duró once años de su vida, a través de la cual estuvo sin la asistencia espiritual que ella desesperadamente ansiaba. Clara cargaba el peso de sus sentimientos de inseguridad en su corazón. Como no recibía las penitencias deseadas, comenzó a imponérselas ella misma, causando tanto daño físico que su hermana tuvo que detenerla otra vez.

     El 22 de noviembre de 1291, muere su hermana Giovanna. Fue un golpe muy duro para Clara pues veía en su hermana el ejemplo a seguir y la persona que la formaba en su vida espiritual. El representante del Obispo llegó para la elección de la nueva Abadesa. Las monjas unánimemente escogieron a Clara. Sintiéndose totalmente indigna, les rogó que escogieran a alguna más, que fuera santa y sabia, diciendo que ella no era ninguna de las dos cosas; pero su petición no fue escuchada.

    Aceptó su responsabilidad, aunque se sentía indigna, y se convirtió en Madre, Maestra, y Directora Espiritual. Enseñaba a sus hermanas a ofrecerle al Señor todas sus necesidades individuales, para que fuesen moldeadas en las necesidades de la comunidad, formando así en ellas un verdadero cuerpo, con una vida en común. Balanceando la oración y el trabajo necesario del monasterio, traía a la comunidad gozo y amor. Sensible a aquellas que sentían el llamado a más oración, les permitía hacerlo, pero con la condición que todo el mundo tenía que hacer trabajo manual.

    Ella dirigía, personalmente, e incesantemente a las hermanas en sus necesidades espirituales y corporales. Decía: "¿Quien enseña al alma, sino Dios? No hay mejor instrucción para el mundo que la que viene de Dios". Las ayudaba e instruía a reconocer la voz del Espíritu y a discernir Quién era el poder en sus vidas. Pero, cuando era necesario, corregía y amonestaba a las hermanas, haciéndolas conscientes de los peligros a sus almas. Velaba por todas, aun a costa de su salud. La hermana Tomasa decía: "Ella permanecía despierta hasta tarde en la noche, pero siempre estaba despierta temprano en la mañana. 

    Como Clara fue tan probada y sufrió tantas luchas y dudas, podía hablar con autoridad a otros. A través de su experiencia podía relacionarse con la batalla espiritual sufrida por otros. Podía ministrar a las personas fuera de la comunidad, que venían a verla, contando con los dones de conocimiento y sabiduría que le había dado el Señor. Por su amor y cuidado genuino, Clara atraía al monasterio a sacerdotes, teólogos, obispos, jueces, santos y pecadores. Nunca descuidó sus responsabilidades hacia sus hermanas dentro del monasterio por su apostolado con aquellos de fuera del claustro. Clara tenía un amor muy grande por los pobres y perseguidos. Enviaba a las hermanas externas con comida y medicamentos para los necesitados. Le daba a amigos y enemigos igualmente, y a veces mas a los enemigos. Así como era amorosa, generosa y entregada, así mismo era firme. Enfrentaba a todos sus perseguidores con estas cualidades, nunca retrocediendo ante ellos. Ella se atrevió a ser impopular, enfrentándose al pensamiento popular del mundo, así como al de sus propias monjas, si ella pensaba que estaba incorrecto. Testigos afirman que ella tenía el don de bilocación.

    Aunque ella era una mística, generalmente en contemplación de su Amado Señor Jesucristo (especialmente en su pasión), y en adoración estática a Dios Padre, al Hijo y el Espíritu Santo en la Santísima Trinidad, estaba consciente del mundo a su alrededor. Ella no estaba alejada de el, pero envuelta en el, orando y haciendo penitencia por su salvación.

    El año 1294 fue un año decisivo en la vida de Clara. En la fiesta de la Epifanía, después de haber hecho una confesión general delante de todas las hermanas, cayó en éxtasis y permaneció así por varias semanas. Las hermanas la mantenían con vida dándole agua de azúcar. Durante este tiempo, Clara tuvo una visión, en la que se vio siendo juzgada delante de Dios,"vio el infierno con todas las almas perdidas sin esperanza y el cielo con los santos, gozando perfecta felicidad en la presencia de Dios. Vio a Dios en toda su majestad. Le reveló cuan incondicionalmente fiel un alma debe ser a El para vivir de verdad en El y con El. Al recobrarse, resolvió "nunca pensar o decir algo que la separara de Dios". También decía: Si Dios no me protegiera, sería la peor mujer en el mundo".

    En el año de 1303 consiguió construir la Iglesia que tanto soñó, que no solamente serviría al convento, pero también a la comunidad del pueblo. La primera piedra fue bendecida en Junio 24 de 1303 por el Obispo de Espoleto y ese día la Iglesia fue dedicada a la Santa Cruz. Clara tuvo también la visión de Jesús vestido como un peregrino pobre. Su rostro agobiado por el peso de la cruz y su cuerpo mostrando los signos de un camino duro cargando la cruz. Clara estaba de rodillas tratando de evitar que El siguiera caminando, y preguntándole Señor, a donde vas?"; Jesús le respondió:"He buscado en el mundo entero por un lugar fuerte donde plantar firmemente esta Cruz, y no he encontrado ninguno". Clara lo mira y toca la cruz, mostrando al Señor el deseo de tantos años de compartir su cruz. El rostro de Jesús ya no estaba exhausto, sino brillando de amor y de gozo. Su viaje había terminado. El le dice: "Si Clara, aquí he encontrado un lugar para mi cruz; al fin encuentro a alguien a quien puedo confiar mi cruz", y se la implantó en su corazón. El intenso dolor que sintió en todo su cuerpo, al recibir la Cruz de Jesús en su corazón, permaneció con ella. Desde ese primer momento, siempre estuvo consciente de la cruz, que no solamente sentía sino que la sentía con cada fibra de su ser. El era parte de ella, su Amor Jesús y ella era una en su Cruz.

    "La vida de un alma es el amor a Dios", decía Clara. Ella oraba para que todo aquel que ella conociera experimentara a Nuestro Señor Jesucristo, profundamente en su corazón. Ella oraba, sufría y ardía de pasión, como lo hizo nuestro Señor, porque le había entregado totalmente a El su corazón. Debido a sus penitencias de tantos años, su cuerpo comenzó a debilitarse y en Julio de 1308 ya no pudo levantarse mas de su cama. El demonio la atacaba incansablemente, tratando de hacerla sentir que ella era indigna de Dios; que Dios no la encontraba agradable, que se había equivocado en todo lo que ella había dicho y hecho; llevando así a la perdición a muchas almas. Pero con la fortaleza del Señor y su fe no cedió a las insinuaciones del demonio.

    En la noche de Agosto 15, llamó a las monjas y les dejó su último testamento espiritual: "Yo ofrezco mi alma por todas ustedes y por la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Sean bendecidas por Dios y por mi. Y oro, mis hijas, que ustedes se comporten bien y que todo el trabajo que Dios me ha hecho hacer por ustedes sea bendecido. Sean humildes, obedientes; sean tales mujeres, que Dios sea alabado siempre a través de ustedes".

    Después de hablar, pidió el Sacramento de Extrema Unción. Cuando una hermana estaba muriendo era la costumbre que cada hermana fuera e hiciera la señal de la cruz en la frente. Cuando se lo estaban haciendo a ella, les dijo: "Porque me hacen el signo de la Cruz?. Yo tengo a Jesús crucificado en mi corazón".

    El viernes 16 de Agosto, en la tarde, Clara pidió que viniera su hermano Francisco. Esa noche llegó y la encontró muy cansada; pero a la mañana siguiente, Clara parecía estarse recuperando. Francisco se marchaba cuando dos hermanas lo llamaron y llevaron a ver a Clara, que sentada en la cama, con el color del rostro encendido y sonriendo, parecía completamente recuperada. Le dio a su hermano dirección espiritual, ya que ella era su directora espiritual y maestra, hablando largamente con el. Un ambiente de gozo y celebración comenzó a esparcirse por el convento, cuando Clara llamó a Fray Tomaso, el capellán del convento, y le dijo: "Yo confieso al Señor y a usted todas mis faltas y ofensas", y mas tarde, decía a sus monjas: "Ahora ya no tengo nada mas que decirles. Ustedes están con Dios porque yo me voy con El. Y se mantuvo así, sentada en la cama, sus ojos mirando al cielo, sin moverse. Pasaron varios minutos y Francisco le tomó el pulso; mirando a las hermanas, llorando les anunció que Clara había muerto.

    Murió el Sábado 17 de Agosto, de 1308, a las nueve de la mañana. Las monjas inmediatamente prepararon el cuerpo de Clara para que todos pudieran verla. Primero le quitaron el corazón y lo pusieron en un caja floreada de madera. La Misa funeral fue celebrada el 18 de Agosto. Esa noche, las hermanas abrieron el corazón de Clara para prepararlo y ponerlo en un relicario, para su asombro, las palabras de Clara se hicieron vida; delante de ellas estaban las marcas de la Pasión de Jesús.

    Dentro del corazón estaba la forma perfecta de Jesús Crucificado, aún la corona de espinas en la cabeza y la herida de la lanza en el costado. Además, hechos de ligamentos o tendones, los flagelos usados en la flagelación, con las puntas mostrando las bolas de metal con los huesos para desgarrar la carne y los huesos del Señor. La noticia de este milagro se propagó inmediatamente.

    Otro hallazgo fue el de 3 piedras dentro de su vejiga. Cuando las monjas investigaron más, descubrieron que las 3 piedras, del tamaño de una nuez, eran perfectamente iguales en tamaño, forma y peso. Todas pesaban lo mismo, una pesaba tanto como dos, dos como tres y una como tres. Las hermanas interpretaron esto como un signo del amor tan grande que Clara tenia hacia la Santísima Trinidad.

    El cuerpo de Clara producía tal fragancia, que no pudieron enterrarla. Su cuerpo, después de 700 años, nunca se ha descompuesto.

    El proceso ordinario de la vida de Santa Clara, sus virtudes, sus revelaciones y milagros atestiguados gracias a su intercesión después de su muerte, comenzó en 1309. El proceso Apostólico llegó al Papa en 1328, pero su canonización en San Pedro, ocurrió el ocho de Diciembre de 1881, Fiesta de la Inmaculada Concepción.

     En la Iglesia de la Santa Cruz en Montefalco se conserva hasta hoy el cuerpo incorrupto de Santa Clara de Montefalco. Se pueden contemplar las reliquias de su corazón con las marcas de la pasión y las tres piedritas de la vejiga.

    En el jardín del monasterio (junto a la Iglesia), se encuentran unos árboles muy valiosos. Resulta que Jesús se apareció a Santa Clara en el jardín con un callado, el cual le pidió a Sta. Clara que lo sembrara. Ella le preguntó como hacerlo ya que no era una planta. Jesús le dijo que igual que si fuera una planta. En obediencia, Sta. Clara siembra el callado y de pronto se convierte en un árbol milagroso que dio frutos. La santa utilizaba sus semillas para hacer rosarios con los que oraba por los enfermos y se sanaban.

    Los descendientes del árbol milagroso aun están en el jardín del convento de Montefalco. Las hermanas del convento, siguen hasta hoy, haciendo estos rosarios. Se pueden adquirir en la tiendecita de la Iglesia.

Oremos

    Santa Clara, hermana y madre, que nos acompañas por los senderos de Dios en busca de la Belleza y el Amor, que siempre es posible cuando el corazón es el centro de la interioridad. Enséñanos a hacer de nuestro corazón Morada donde el Señor pueda apoyar su Cruz, de forma que nuestra vida sea un Don para todos y para la Iglesia, que tú has amado y servido en la oración que transforma a imagen de Jesucristo y que intercede ante el Padre. Contigo anunciaremos, desde temprano, con temor y gozo grandes, que es Hermosa la vida del Cielo, que es Hermoso cuanto el Señor nos da, que es Hermoso alabar al Señor. Amén.

EVANGELIO - 16 de Agosto - San Mateo 15,21-28


    Libro de Isaías 56,1.6-7.

    Así habla el Señor: Observen el derecho y practiquen la justicia, porque muy pronto llegará mi salvación y ya está por revelarse mi justicia.
    Y a los hijos de una tierra extranjera que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y para ser sus servidores, a todos los que observen el sábado sin profanarlo y se mantengan firmes en mi alianza, yo los conduciré hasta mi santa Montaña y los colmaré de alegría en mi Casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar, porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos.


Salmo 67(66),2-3.5.6.8.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.

Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.

¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.


    Carta de San Pablo a los Romanos 11,13-15.29-32.

    A ustedes, que son de origen pagano, les aseguro que en mi condición de Apóstol de los paganos, hago honor a mi ministerio provocando los celos de mis hermanos de raza, con la esperanza de salvar a algunos de ellos.
    Porque si la exclusión de Israel trajo consigo la reconciliación del mundo, su reintegración, ¿no será un retorno a la vida?
    Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables.
    En efecto, ustedes antes desobedecieron a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia.
    De la misma manera, ahora que ustedes han alcanzado misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ellos también alcancen misericordia.
    Porque Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos.


    Evangelio según San Mateo 15,21-28.

    Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.
    Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio".
    Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos".
    Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel".
    Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!".
    Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros".
    Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!".
    Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 16 de Agosto - «Mujer, ¡qué grande es tu fe!»


       Julián de Vézelay, monje benedictino Sermón: Si tu fe es grande moverás montañas Sermón 17 (SC 93)

«Mujer, ¡qué grande es tu fe!» 

    “No está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perrillos.” La mujer acoge la palabra y replica: “Eso es cierto, Señor”, como si dijera: … ”Yo no pido más que una migaja de la mesa y de la mano del amo generoso que da el alimento a todo viviente (cf Sal 135,25) Tu obsequias a los judíos como hijos. Por esto, te lo pido, no rehuses una migaja a tu pequeña perra cananea.”

    Jesús le dice: “Mujer, qué grande es tu fe!” Reprocha a Pedro su poca fe. (Mt 14,31) Admira la gran fe de esta mujer. Realmente tiene una fe grande pues proclama que el Verbo hecho carne (Jn 1,14) es el Hijo de David, y porque, segura del poder divino, tiene confianza de que puede restablecer la salud de su hija ausente, simplemente con un acto de su voluntad.

    Tú también, si tu fe es grande, una fe viva de la que vive el justo, (Rm 1,17) y no una fe muerta, sin alma, es decir, sin caridad, tú también obtendrás no sólo la salud completa de tu familia, de tu alma, sino tendrás poder para mover montañas.” (cf Mt 17,20)

SANTORAL - SAN ROQUE

16 de Agosto


    En Lombardía, san Roque, que, nacido en Montpellier, en el Languedoc, adquirió fama de santidad con su piadosa peregrinación por toda Italia curando a los afectados por la peste. Enfermero. Año 1378. Roque significa: "Fuerte como roca". Este santo se ha hecho famoso en el mundo por los grandes favores que consigue a favor de pobres y enfermos. Su popularidad ha sido verdaderamente extraordinaria cuando a pueblos o regiones han llegado pestes o epidemias, porque consigue librar de la enfermedad y del contagio a muchísimos de los que se encomiendan a él.

    San Roque nació en Montpellier, de una familia sumamente rica. Muertos sus padres, él vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios. Y en ese tiempo estalló la peste de tifo y las gentes se morían por montones por todas partes. Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A muchos logró conseguirles la curación con sólo hacerles la señal de la Santa Cruz sobre su frente. A muchísimos ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio. Con todos practicaba la más exquisita caridad.

    Así llegó hasta Roma, y en esa ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados. La gente decía al verlo: "Ahí va el santo". Y un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no ser molesto a nadie, se retiró a un bosque solitario, y en el sitio donde él se refugió, ahí nació un aljibe de agua cristalina, con la cual se refrescaba.

    Y sucedió que un perro de una casa importante de la ciudad empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque. Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad, y siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre llaguiento, en el bosque. Entonces se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades. Apenas se sintió curado dispuso el santo volver a su ciudad de Montpellier. Pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron con un espía y lo encarcelaron.

    Y así estuvo 5 años en la prisión, consolando a los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación de las almas. Y un 15 de agosto, del año 1378, fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima, murió como un santo. Al prepararlo para echarlo al ataúd descubrieron en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado de pequeñito y se dieron cuenta de que era hijo del que había sido gobernador de la ciudad.

    Toda la gente de Montpellier acudió a sus funerales, y desde entonces empezó a conseguir de Dios admirables milagros y no ha dejado de conseguirlos por montones en tantos siglos. Lo pintan con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan.

    Que San Roque bendito nos libre de enfermedades, epidemias y contagios del cuerpo y del alma. Amén

Oremos

    Oh glorioso San Roque, que por tu ardiente amor a Jesús has abandonado riquezas y honores y has buscado la humillación, enséñame a ser humilde ante Dios y los hombres. Alcánzame la gracia de apreciar en su debido valor las riquezas y los honores de la vida para que no sean para mi lazos de eterna perdición. Líbrame de toda enfermedad corporal. Alcánzame el favor que te pido si es para honra tuya, gloria de Dios y salvación de mi alma. Amén.