jueves, 23 de diciembre de 2021
EVANGELIO DEL DÍA - 24 DE DICIEMBRE - Natividad del Señor (Misa de medianoche) - Evangelio según San Lucas 2,1-14.
Libro de Isaías 9,1-6.
El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia. como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián.
Porque todas las botas usadas en la refriega y las túnicas manchadas de sangre, serán presa de las llamas, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: "Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz".
Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.
Palabra de Dios.
Salmo 96(95),1-2.3.11-12.13.
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre,
día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.
Carta de San Pablo a Tito 2,11-14.
La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.
El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
y sus maravillas entre los pueblos.
Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.
Carta de San Pablo a Tito 2,11-14.
La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.
El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Palabra de Dios.
Evangelio según San Lucas 2,1-14.
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria.
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!".
Evangelio según San Lucas 2,1-14.
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria.
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!".
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 24 DE DICIEMBRE - “Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador” (Lc 2,1-14).
San Francisco de Sales, obispo
Meditación sobre el nacimiento de Jesús. Opúsculos, p. 372.
“Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador” (Lc 2,1-14).
Imaginaros a San José con la Santísima Virgen cuando llegó la hora del parto, ya en Belén y buscando, por todas partes, sin encontrar un lugar ni persona que les quisiera recibir. ¡Dios mío, qué desprecio, qué rechazo el del mundo para con los seres celestiales y los santos! Y ¡de qué forma abrazaron esta abyección esas dos almas santas!
No se ensalzaron, no demostraron quiénes eran ni la categoría que tenían, sino que recibieron ese rechazo, esa dureza, con una dulzura sin igual. ¡Y yo!, el menor olvido que se haga a este honor puntilloso que me es debido, o que yo me imagino que me es debido, me turba, me inquieta, excita mi arrogancia y mi orgullo; siempre y en todas partes me abro camino a viva fuerza para estar en primera fila. ¡Ay de mí! ¿Cuándo tendré esa virtud, ese desprecio de mí mismo y de las vanidades?
Considerad cómo San José y nuestra Señora entran en el establo donde va a tener lugar el glorioso nacimiento del Salvador. ¿Dónde quedaron los edificios suntuosos que la ambición del mundo construye para que en ellos habiten los pecadores?
¡Qué desprecio de las grandezas del mundo nos ha enseñado el divino Salvador! Bienaventurados los que saben amar la santa sencillez y moderación.
¡Miserable de mí! Necesito un palacio, mientras mi Salvador está bajo un techo lleno de agujeros y acostado sobre el heno; pobre y lastimosamente alojado.
Considerad al divino Infantito, desnudo y tiritando en un pesebre. Allí todo es pobre, todo es vil y abyecto en su nacimiento. Y nosotros… ¡tan delicados y deseando comodidades! ¡Buscando el bienestar!
Tenemos que estimular nuestro amor al Salvador y el deseo de sufrir por Él molestias, pobreza y carencias.
¡Miserable de mí! Necesito un palacio, mientras mi Salvador está bajo un techo lleno de agujeros y acostado sobre el heno; pobre y lastimosamente alojado.
Considerad al divino Infantito, desnudo y tiritando en un pesebre. Allí todo es pobre, todo es vil y abyecto en su nacimiento. Y nosotros… ¡tan delicados y deseando comodidades! ¡Buscando el bienestar!
Tenemos que estimular nuestro amor al Salvador y el deseo de sufrir por Él molestias, pobreza y carencias.
SANTORAL DEL DÍA - 24 DE DICIEMBRE - SAN GREGORIO PRESBÍTERO
En la península itálica, en la Umbria, concretamente en Spoleto, hay un hombre llamado Gregorio, se ocupa en hacer el bien a los demás, está interesado en poner remedio a las necesidades económicas de los más pobres y de hecho las remedia en la medida que puede, da consuelo a los tristes e incluso quema el tiempo animando cuando alguien está desalentado. Es pacífico y en su vida se advierte la rectitud. Todos lo tienen por hombre religioso. Incluso a los que quieren les descubre poco a poco los misterios de Dios y, lo que es más llamativo aún, algunos le siguen porque tanto su enseñanza como el estilo de su vida tienen un atractivo poco común. Sí, hay un no-sé-qué atrayente por su nobleza y altura de miras. Pero por lo que se ve que no agrada a todos. No quiere sacrificar a los dioses. Tiene ideas distintas. Él no se acomoda a lo establecido. Es acusado de "ser rebelde a los dioses". Afirma que sólo un Dios merece adoración y tan testarudo se muestra en su convicción que, a pesar de las amenazas y vejaciones, está dispuesto incluso a morir. De hecho así terminó su vida en el año 303.
Desobediente. Inadaptado. Reaccionario. Indócil. Rebelde. Indisciplinado. Agitador. Inconformista. Independiente. Parece que todos estos calificativos tienen un contenido negativo. Pero, claro... hay que saber contra qué o contra quien. Porque —a la postre y para ser justos en el juicio— todo depende de a qué lado quede la verdad. Quizá resulte que hay que cambiar el esquema y se deban proponer para premios Nobel precisamente a los que no se acomoden a los croquis de la sociedad y vayan contra el "status".
Oremos
Afirma que sólo un Dios merece adoración y tan testarudo se muestra en su convicción que, a pesar de las amenazas y vejaciones, esta dispuesto incluso a morir. No siempre "ser como los demás" es signo de "estar en la verdad". A que la verdad no depende del poder, de la fuerza física, política o militar. ¡A que no!
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