viernes, 27 de noviembre de 2020

EVANGELIO - 28 de Noviembre - San Lucas 21,34-36


      Apocalipsis 22,1-7.

   El Ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero, en medio de la plaza de la Ciudad. A ambos lados del río, había arboles de vida que fructificaban doce veces al año, una vez por mes, y sus hojas servían para curar a los pueblos.
    Ya no habrá allí ninguna maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la Ciudad, y sus servidores lo adorarán.
    Ellos contemplarán su rostro y llevarán su Nombre en la frente.
    Tampoco existirá la noche, ni les hará falta la luz de las lámparas ni la luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y ellos reinarán por los siglos de los siglos.
    Después me dijo: "Estas palabras son verdaderas y dignas de crédito. El Señor Dios que inspira a los profetas envió a su mensajero para mostrar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto.
    ¡Volveré pronto! Feliz el que cumple las palabras proféticas de este Libro".


Salmo 95(94),1-2.3-5.6-7.

¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias,
aclamemos con música al Señor!

Porque el Señor es un Dios grande,
el soberano de todos los dioses:
en su mano están los abismos de la tierra,
y son suyas las cumbres de las montañas;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
y la tierra firme, que formaron sus manos.

¡Entren, inclinémonos para adorarlo!
¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó!
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros, el pueblo que él apacienta,
las ovejas conducidas por su mano.
Ojalá hoy escuchen la voz del Señor


    Evangelio según San Lucas 21,34-36.

    Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
    Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre".


    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 28 de Noviembre - “Estén prevenidos y oren incesantemente"


San Vicente de Paúl (1581-1660) presbítero, fundador de la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad Conversaciones con las Hijas de la Caridad (Entretiens aux Filles de la Charité, conférence du 22 janvier 1645, Tome IX, Gabalda, 1923), trad. sc©evangelizo.org

“Estén prevenidos y oren incesantemente" 

    Me dirán quizás, queridas hijas mías, que tienen tan poco recogimiento, mismo cuando ustedes rezan a Dios, que no están ni un cuarto de hora sin distracciones. No se asombran. Los más grandes servidores de Dios tienen a veces esas mismas penas. Hablaba un día con un buen sacerdote, convertido hace algunos años, que emplea un largo tiempo para rezar. Me decía que no tenía frecuentemente ni gusto ni satisfacción, fuera de decir “Mi Dios, estoy aquí en su presencia para hacer su muy santa voluntad. Es suficiente que me vea”. Hagan lo mismo. (…) Hay un medio muy fácil: tomen como tema de sus oraciones la pasión de Nuestro Señor. No hay una de ustedes que no sepa lo que ocurrió, porque escuchó predicar o porque ha meditado sobre ello. Oh hijas mías, ¡qué excelente medio para hacer oración la pasión de Nuestro Señor! Es una fuente de juventud en la que encontrarán cada día algo nuevo. San Francisco no tenía otro sujeto de oración que la pasión de Nuestro Señor y recomienda a sus queridos hijos espirituales de servirse continuamente. ¿Dónde creen que san Buenaventura ha extraído toda su ciencia? En el libro sagrado de la Cruz. Harían bien en habituarse. Se los aconsejo.

SANTORAL - SANTA CATALINA LABOURÉ

28 de Noviembre


    1806-1876 Catalina la trabajadora parece decir su nombre, la activa y la oscura, la humilde y la obediente. Y así fue desde la niñez, sustituyendo a su madre muerta en la dirección de la granja paterna, cuidando a diez hermanos, atendiendo a todo y aun encontrando tiempo para ir a la iglesia y visitar enfermos. Una modesta campesina bretona, no muy instruida por lo que sabemos, pero con el recio sentido común y el sólido equilibrio de las mujeres fuertes y sacrificadas acostumbradas al trabajo más ingrato y más duro. No le fue fácil cumplir su vocación religiosa (antes tuvo que ser criada y camarera en el café de su hermano en París), hasta que hizo el noviciado en las Hijas de la Caridad, la fundación de san Vicente de Paúl.

    El resto de su vida no tiene relieve visible, cuarenta y tantos años en un hospital, en medio del anonimato más absoluto, personaje que representa a miles de monjas dedicadas al servicio de los desamparados por amor de Dios; en hospitales, asilos, manicomios, orfanatos, allí donde se sufre, y sin que nadie las conozca, una monjita, como se las suele llamar.

    Nadie sabía que en su juventud, en 1830, en la capilla de la rue du Bac había tenido unas visiones de la Virgen, visiones muy plásticas (la Virgen sentada en una silla que aún se conserva) en las que Nuestra Señora le pedía que se acuñase una medalla con su imagen de cuyas manos saliesen rayos de luz, las gracias que derrama sobre el mundo.

    Este fue el origen de la «medalla milagrosa», que se difundió rápidamente y obró numerosos prodigios sobrenaturales, sin que nadie supiera hasta la muerte de Catalina que fue ella quien vio a la Virgen y escuchó sus palabras, cumpliendo su encargo para luego poner el sello del silencio y de la caridad sin nombre a la misión recibida.

Oremos 

    Tú, Señor, que concediste a Santa Catalina Labouré el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de esta Santa, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo. Amén

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO



Los frutos del Espíritu Santo

    No son algo propio sino que es algo que el mismo Espíritu Santo forma en nosotros. Y para que pueda formar estos frutos es necesario dejarlo entrar en nuestra vida. Es el Espíritu de Dios el que hará germinar desde dentro de nosotros aquellos frutos que provienen de la unión y cercanía que tengamos con el mismo Dios.



12º CASTIDAD

    La castidad es la victoria conseguida sobre la carne y que hace del cristiano templo vivo del Espíritu Santo. El alma casta, ya sea virgen o casada [porque también existe la castidad conyugal, en el perfecto orden y empleo del matrimonio] reina sobre su cuerpo, en gran paz y siente en ella, la inefable alegría de la íntima amistad de Dios, habiendo dicho Jesús: Felices los limpios de corazón, porque verán a Dios. Con la gracia de Dios.