miércoles, 15 de octubre de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 16 de Octubre - San Lucas 11,47-54


   Carta de San Pablo a los Romanos 3,21-30a.

    Pero ahora, sin la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios atestiguada por la Ley y los Profetas: la justicia de Dios, por la fe en Jesucristo, para todos los que creen. Porque no hay ninguna distinción: todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús.
    El fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, gracias a la fe. De esa manera, Dios ha querido mostrar su justicia: en el tiempo de la paciencia divina, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, y en el tiempo presente, siendo justo y justificado a los que creen en Jesús.
    ¿Qué derecho hay entonces para gloriarse? Ninguna. Pero, ¿en virtud de qué ley se excluye ese derecho? ¿Por la ley de las obras? No, sino por la ley de la fe.
    Porque nosotros estimamos que el hombre es justificando por la fe, sin las obras de la Ley.
    ¿Acaso Dios es solamente el Dios de los judíos? ¿No lo es también de los paganos? Evidentemente que sí, porque no hay más que un solo Dios, que justifica por medio de la fe tanto a los judíos circuncidados como a los paganos incircuncisos.

    Palabra de Dios


Salmo 130(129),1-2.3-4ab.5-6ab.


Desde lo más profundo te invoco, Señor.
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria.

Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?
Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido.

Mi alma espera en el Señor,
y yo confío en su palabra.
Mi alma espera en el Señor,
más que el centinela la aurora.


    Evangelio según San Lucas 11,47-54.

    Dijo el Señor: «¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado!
    Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
    Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos.
    Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.
    ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.»
    Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 16 de Octubre - «Le tendían trampas para cazarlo con alguna palabra en su boca»


Francisco, papa. Homilía (17-10-2013): Discípulos de Cristo y no de la ideología. Misa Matutina en la Domus Sanctae Marthae. Jueves 17 de octubre de 2013.



«Le tendían trampas para cazarlo con alguna palabra en su boca» 

    Cuando un cristiano se convierte en discípulo de la ideología, ha perdido la fe y ya no es discípulo de Jesús. Y el único antídoto contra tal peligro es la oración.

    «Ay de vosotros, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia; vosotros no habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis impedido». En esto podemos ver la imagen de una iglesia cerrada en la que la gente que pasa delante no puede entrar y de donde el Señor que está dentro no puede salir. De aquí la referencia a esos cristianos que tienen en su mano la llave y se la llevan, no abren la puerta; o peor, se detienen en la puerta y no dejan entrar.

    ¿Pero cuál es la causa de todo ello? La falta de testimonio cristiano, que se presenta aún más grave si el cristiano en cuestión es un sacerdote, un obispo, un Papa. Por lo demás, Jesús es muy claro cuando dice: «Id, salid hasta los confines del mundo. Enseñad lo que yo he enseñado. Bautizad, id a las encrucijadas de los caminos y traed a todos dentro, buenos y malos». Así dice Jesús. ¡Todos dentro!.

    En el cristiano que asume esta actitud de “llave en el bolsillo y puerta cerrada” existe todo un proceso espiritual y mental que lleva a que la fe pase por un alambique transformándola en ideología. Pero la ideología no convoca. En las ideologías no está Jesús. Jesús es ternura, amor, mansedumbre, y las ideologías, de cualquier sentido, son siempre rígidas. Se corre el riesgo de hacer al cristiano discípulo de esta actitud de pensamiento antes que discípulo de Jesús.

    Por ello sigue siendo actual el reproche de Cristo: Vosotros os habéis llevado la llave del conocimiento, pues el conocimiento de Jesús se ha transformado en un conocimiento ideológico y también moralista, según el mismo comportamiento de los doctores de la ley que cerraban la puerta con tantas prescripciones. Hay al respecto otra advertencia de Cristo —contenida en el capítulo 23 del Evangelio de Mateo— contra escribas y fariseos que lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros. Es precisamente a causa de estas actitudes que se desencadena un proceso por el que la fe se convierte en ideología ¡y la ideología espanta! La ideología expulsa a la gente y aleja a la Iglesia de la gente.

    Es una enfermedad grave ésta de los cristianos ideólogos; una enfermedad no nueva. Ya había hablado de ello el apóstol Juan en su primera carta, describiendo a los cristianos que pierden la fe y prefieren las ideologías: su actitud es hacerse rígidos, moralistas, “eticistas”, pero sin bondad. Entonces es necesario preguntarse qué provoca en el corazón de ese cristiano, de ese sacerdote, de ese obispo, o de ese Papa una actitud así. La respuesta es sencilla: Ese cristiano no reza. Y si no hay oración, se cierra la puerta. Así que la llave que abre la puerta a la fe es la oración. Porque cuando un cristiano no ora, su testimonio es soberbio. Y él mismo es un soberbio, es un orgulloso, es uno seguro de sí, no es humilde. Busca la propia promoción. En cambio, cuando un cristiano ora, no se aleja de la fe: habla con Jesús.

    Pero el verbo orar no significa decir oraciones, porque también los doctores de la ley decían muchas oraciones, pero sólo para hacerse ver. En efecto, una cosa es orar y otra es decir oraciones. En este último caso se abandona la fe, transformándola precisamente en ideología moralista y sin Jesús.

    Quienes oran como los doctores de la ley reaccionan de igual modo cuando un profeta o un buen cristiano les reprocha, utilizando el mismo método que se usó contra Jesús: «Al salir de allí los escribas y los fariseos empezaron a acosarlo implacablemente y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, tendiéndole trampas para cazarle con alguna palabra de su boca». Porque estos ideólogos son hostiles e insidiosos. ¡No son transparentes! Y, pobrecitos, ¡son gente ensuciada por la soberbia!.

    Pidamos al Señor la gracia de no dejar nunca de orar para no perder la fe y de permanecer humildes a fin de no transformarse en personas cerradas que cierran el camino al Señor.

SANTORAL - SANTA MARGARITA MARÍA ALACOQUE

16 de Octubre


    Margarita nació en una familia rica de Borgoña en 1647. Sus padres eran católicos practicantes, pero no lo suficiente como para permitir que su hija se consagrara al Señor en un convento. Sin embargo, a la edad de 24 años, superando la resistencia de sus padres, logró entrar en la Orden de la Visitación fundada por San Francisco de Sales.

Entre las Visitandinas, pero con Jesús

    Entre sus hermanas religiosas, Margarita - que se añadió el nombre de María cuando hizo la profesión de sus votos - no era comprendida ni apreciada: aunque con frecuencia había tenido visiones de Nuestra Señora, nunca había hablado de ello. Sin embargo, los rumores circulaban, y muchas entre las hermanas y sus superioras no le creían o incluso se burlaban de ella, sugiriendo que estaba enferma o loca. A pesar de todo, Margarita permanecerá en medio de la frialdad de sus hermanas visitandinas durante más de veinte años, pero experimentando gracias extraordinarias y también enormes penitencias y mortificaciones, sólo para acompañar amorosamente a Jesús en la íntima pasión de su Sagrado Corazón.

Una autobiografía para conservar la verdad

    Será su padre espiritual, el jesuita Claudio de la Colombière, quien reconocerá en ella el carisma de los santos y le ordenará que describa sus experiencias místicas en un escrito que luego se convertirá en su autobiografía y que afortunadamente ha llegado hasta nosotros. Al principio Margarita se resistió, luego por obediencia consintió. Mientras escribía, ella estaba convencida de que tales escritos habrían sido útiles sólo para ella misma, pero no se daba cuenta del valor tan trascendente de lo que narraba en esas páginas. A partir de 1673 Margarita María también comenzó a tener visiones de Jesús, quien le pidió que tuviera una especial devoción a su Sagrado Corazón, el cual se le apareció "radiante como el sol, con la adorable herida, rodeado de espinas y coronado por una cruz y apoyado sobre un trono de espinas". Gracias a su vívido relato surgirá la conocida iconografía que representa al Corazón de Cristo entre luz, fuego y espinas. Igualmente, a su empeño y fatiga se debe la institución de la fiesta litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús, fijada en el octavo día después del Corpus Christi.

"La gran promesa"

    Jesús se le apareció a Margarita María durante 17 años, hasta el día de su muerte, cuando finalmente vino a tomarla de la mano para conducirla al cielo. La llamó "discípula amada", le comunicó los secretos de su corazón y la hizo participar de la ciencia del amor. De parte de Jesús, Margarita también recibió una gran promesa: quien se acercase dignamente a la Eucaristía y comulgase durante nueve meses consecutivos el primer viernes del mes, con espíritu de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento y amando y honrando al Corazón de Jesús, conseguiría el preciadísimo don de la perseverancia final, es decir, terminaría su vida habiendo recibido los sacramentos y el completo perdón de sus pecados. Jesús también le pidió que apelara al Rey de Francia, Luis XIV, para que consagrase el país al Sagrado Corazón, pero la santa nunca recibió respuesta del soberano.

Su muerte y el culto al Sagrado Corazón

    Margarita María murió el 17 de octubre de 1690; gracias a su intercesión se construyó en el barrio de Montmartre de París, entre 1875 y 1914, un Santuario dedicado al Sagrado Corazón, consagrado en 1919. Beatificada por Pío IX en 1864, fue canonizada por Benedicto XV en 1920.


Oremos

  ¡Oh Bienaventurada Margarita María! depositaria venturosa del tesoro de los cielos, el Corazón Divino de Jesús, permite que, considerándote mi hermana, en este incomparable amor, te ruegue me des con generosidad, la parte que me corresponde en esa mansión de infinita caridad. Confidente de Jesús, acércame tú al Sagrario de su pecho herido; Esposa de predilección, enséñame a sufrir por la dilatación de aquel reinado cuya causa te confió el Maestro. Apóstol del Sagrado Corazón, consígueme que se realicen conmigo las promesas que en beneficio de su gloria, te hizo ochenta y siete veces el Amado; Discípula regalada del Divino Corazón, enséñame la ciencia de conocerlo como lo conociste tú, en el perfecto olvido de mí mismo y de la tierra. Víctima del Corazón de Jesús Sacramentado, toma el mío, y ocúltalo en la llaga donde tú viviste, compartiendo ahí las agonías del Cautivo del amor, de Jesús-Eucaristía. El, te dijo, hermana muy amada, que dispusieras en la eternidad del cielo, de este otro cielo, el de su Corazón Sacramentado; ¡Oh Margarita María! entrégamelo, pues, para consumirme en ese incendio, dámelo para llevarlo como vida redentora a los pobres pecadores y como glorificación de ese mismo Corazón Divino a las almas de los justos. ¡Ah, sí! compartamos, hermana mía el mismo sacrificio, el mismo apostolado, el mismo paraíso del Corazón Divino de Jesús: vénganos su reino. Amén

-FRASE DEL DÍA-