sábado, 12 de septiembre de 2020

EVANGELIO - 13 de Septiembre - San Mateo 18,21-35


    Libro de Eclesiástico 27,30.28,1-7.

    También el rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son patrimonio del pecador.
    El hombre vengativo sufrirá la venganza del Señor, que llevará cuenta exacta de todos sus pecados.
    Perdona el agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados.
    Si un hombre mantiene su enojo contra otro, ¿cómo pretende que el Señor lo sane?
    No tiene piedad de un hombre semejante a él ¡y se atreve a implorar por sus pecados!
    El, un simple mortal, guarda rencor: ¿quién le perdonará sus pecados?
    Acuérdate del fin, y deja de odiar; piensa en la corrupción y en la muerte, y sé fiel a los mandamientos; acuérdate de los mandamientos, y no guardes rencor a tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa por alto la ofensa.


Salmo 103(102),1-2.3-4.9-10.11-12.


Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura.

No acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.

Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.


    Carta de San Pablo a los Romanos 14,7-9.


    Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí.
    Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor.
    Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos.


    Evangelio según San Mateo 18,21-35.

    Se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?".
    Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
    Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
    Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.
    Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
    El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo".
    El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
    Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'.
    El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'.
    Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
    Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.
    Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.
    ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'.
    E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
    Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 13 de Septiembre - «Te perdoné toda tu deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías, pues, tener piedad de tu compañero como yo la tuve de ti?»


San Francisco de Sales Opúsculos: Misericordia sin límites XXVI, 412-41-415 (Extractos de puntos a meditar sobre la oración dominical)

«Te perdoné toda tu deuda porque me lo suplicaste. 
¿No debías, pues, tener piedad de tu compañero como yo la tuve de ti?» 

    Padre, somos pobres y llenos de deudas... ¿Hay alguien más pobre y más endeudado que yo? Cual otro publicano, os ruego me perdonéis las deudas de mis pecados, con los que os he ofendido. ¡Oh, Padre!, he pecado contra vuestra Ley, pero las riquezas de vuestra misericordia sobrepasan infinitamente mis culpas. Acordaos, oh Padre, de vuestras misericordias que son eternas. E igual que usasteis de misericordia con tantos servidores vuestros, dignaos perdonarme mis pecados... Señor, has puesto límites al mar, pero has dejado sin límites tu misericordia, para que siempre vaya en busca de pobres pecadores cargados de deudas, para perdonarlos.

    Os ruego, Padre Santo, por vuestra misericordia infinita, en virtud de la pasión que sufrió vuestro Hijo en el árbol de la Cruz, y por los méritos e intercesión de la bienaventurada Virgen y de todos los elegidos que ha habido desde el comienzo del mundo, que os dignéis perdonar nuestras deudas. También os ruego, Padre, que me deis vuestra virtud y vuestra gracia para que pueda perdonar perfectamente a los que me han ofendido. Y si encontráis en mi corazón algún resto de imperfección contra los que me han ofendido, hacedlo desaparecer, oh Padre, con el fuego de vuestra caridad; haced que ni una huella, ni una sombra de rencor quede en mi corazón.

SANTORAL - SAN JUAN CRISÓSTOMO

13 de Septiembre


    Memoria de san Juan, obispo de Constantinopla y doctor de la Iglesia, antioqueno de nacimiento, que, ordenado presbítero, llegó a ser llamado «Crisóstomo» por su gran elocuencia. Gran pastor y maestro de la fe en la sede constantinopolitana, fue desterrado de la misma por insidias de sus enemigos, y al volver del exilio por decreto del papa san Inocencio I, como consecuencia de los malos tratos recibidos de sus guardianes durante el camino de regreso, entregó su alma a Dios en Cumana, localidad del Ponto, el catorce de septiembre.
    San Juan Crisóstomo nació en Antioquía, Asia Menor, hacia el año 347. Hijo de un destacado militar, estudió filosofía y retórica y a los dieciocho años decidió entregarse al servicio de la iglesia. Después de ser bautizado, se retiró a la meditación en las montañas de las afueras de la ciudad, donde pasó seis años, pero ante su delicada salud se vio obligado a regresar a Antioquía.

    En el 386 fue ordenado sacerdote. Durante doce años realizó una gran labor pastoral como predicador, ya que su exposición y sus enseñanzas morales resultaban siempre aplicables a la vida cristiana. El año 398, pese a su resistencia a ello, se le consagró arzobispo de Constantinopla. Los grandes conflictos que sacudían al Imperio Romano de Oriente y a la iglesia repercutieron dolorosamente en la vida de San Juan Crisóstomo, que fue atacado tanto por sus propios hermanos en el episcopado como por el poder civil debido a su firme actitud en defensa de la austeridad y de la moral.

    Sus enemigos, apoyados en que había criticado a la emperatriz Eudoxia, consiguieron deponerlo y en el 403 fue deportado a Armenia. Dado que las cartas que desde allí escribía continuaban proporcionándole apoyo popular, se le ordenó establecerse aún más lejos, en una localidad del extremo oriental del mar Negro. Incapaz de soportar las penalidades del camino, San Juan Crisóstomo falleció en Cumano Pontica, Capadocia, el 14 de septiembre del año 407. Rehabilitado pocos años después, sus cenizas fueron llevadas a Constantinopla. La festividad de San Juan Crisóstomo se celebra el 13 de septiembre; se le honra como santo patrón de los oradores.


Oremos

    San Juan Crisòstomo, tù que fuiste sal de la tierra y luz del mundo, tù que difundiste con claridad las enseñanzas, y con santa paciencia resististe en los infortunios, defiendenos a todos de las injusticias y el error. Ayúdanos a asumir el Evangelio como camino,regla y vida en nuestro ser y actuar, para alcanzar la gloria celestial. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén