sábado, 13 de enero de 2024

GAUDETE ET EXSULTATE

CAPÍTULO TERCERO
A LA LUZ DEL MAESTRO
A contracorriente


  «Felices los que lloran, porque ellos serán consolados»

    75. El mundo nos propone lo contrario: el entretenimiento, el disfrute, la distracción, la diversión, y nos dice que eso es lo que hace buena la vida. El mundano ignora, mira hacia otra parte cuando hay problemas de enfermedad o de dolor en la familia o a su alrededor. El mundo no quiere llorar: prefiere ignorar las situaciones dolorosas, cubrirlas, esconderlas. Se gastan muchas energías por escapar de las circunstancias donde se hace presente el sufrimiento, creyendo que es posible disimular la realidad, donde nunca, nunca, puede faltar la cruz.


-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 14 de Enero - San Juan 1,35-42.


    Primer Libro de Samuel 3,3b-10.19.

    Samuel estaba acostado en el Templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios.
    El Señor llamó a Samuel, y él respondió: "Aquí estoy".
    Samuel fue corriendo adonde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy, porque me has llamado". Pero Elí le dijo: "Yo no te llamé; vuelve a acostarte". Y él se fue a acostar.
    El Señor llamó a Samuel una vez más. El se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy, porque me has llamado". Elí le respondió: "Yo no te llamé, hijo mío; vuelve a acostarte".
    Samuel aún no conocía al Señor, y la palabra del Señor todavía no le había sido revelada.
    El Señor llamó a Samuel por tercera vez. El se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy, porque me has llamado". Entonces Elí comprendió que era el Señor el que llamaba al joven, y dijo a Samuel: "Ve a acostarte, y si alguien te llama, tú dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha". Y Samuel fue a acostarse en su sitio.
    Entonces vino el Señor, se detuvo, y llamó como las otras veces: "¡Samuel, Samuel!". El respondió: "Habla, porque tu servidor escucha".
    Samuel creció; el Señor estaba con él, y no dejó que cayera por tierra ninguna de sus palabras.


Salmo 40(39),2.4ab.7-8a.8b-9.10.

Esperé confiadamente en el Señor:
él se inclinó hacia mí
y escuchó mi clamor.
Puso en mi boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios.

Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: “Aquí estoy.

En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo, Dios mío, tu voluntad,
y tu ley está en mi corazón».

Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,
Tú lo sabes, Señor.


    Carta I de San Pablo a los Corintios 6,13c-15a.17-20.

    Hermanos: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo.
    Y Dios que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder.
    ¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo?
    El que se une al Señor se hace un solo espíritu con Él.
    Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica peca contra su propio cuerpo.
    ¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios? Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados, ¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos.


    Evangelio según San Juan 1,35-42.

    Estaba Juan Bautista otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios".
    Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
    El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?".
    "Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
    Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
    Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo.
    Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 14 de Enero - "Andrés condujo a su hermano a Jesús"


Basilio de Seleucia (¿-c. 468) obispo Basilio de Seleucia, Sermón en alabanza de San Andrés, 3-4; PG 28, 1103


"Andrés condujo a su hermano a Jesús"

    Andrés había oído aquella palabra de Moisés: "El Señor, vuestro Dios, os suscitará de entre vosotros un profeta como yo. A él lo escucharéis" (Dt 18,15). Ahora oye a Juan Bautista que exclama: "He aquí el Cordero de Dios" (Jn 1,29). En seguida corre hacia aquél a quien anunciaba el profeta y lleva de la mano a su hermano hacia aquél a quien había reconocido. A Pedro le enseña un tesoro que ignoraba: "Hemos encontrado al Mesías anunciado por los profetas y a quien esperábamos con amor".

    Andrés, pues, fue a ver a su hermano Simón y con él compartió el tesoro de su contemplación. Condujo a su hermano al Señor. Cosa extraordinaria: todavía Andrés no es discípulo y sin embargo goza ya de bastante autoridad para dirigir a los demás. Enseñándo es como empieza a aprender y así adquiere la dignidad de apóstol: " Hemos encontrado al Mesías. Después de tantas noches pasadas velando en las orillas del Jordán, hemos encontrado a aquél a quien esperábamos.

    No vaciló Pedro en obedecer a la llamada. Era el hermano de Andrés y se fue con él, fervoroso y atento. Cuando, más tarde, proclamará de manera admirable la divinidad de Jesús, se hará eco de la frase con la que le invitó Andrés a seguir al Señor. Pero la alabanza que recibe Pedro, repercute sobre su hermano; pues los bienes de uno pertenecn al otro y el uno se glorifica de los bienes del otro.

SANTORAL - SAN FÉLIX DE NOLA

14 de Enero


     Natural de Nola, abrazó el servicio apostólico desde muy joven. Al morir su padre, Feliz distribuyó su herencia entre los pobres y fue ordenado sacerdote por San Máximo, Obispo de Nola. Al iniciarse una cruel persecución contra la Iglesia, Máximo huyó al desierto para continuar al servicio de su rebaño.

    Al no ser encontrado por los soldados romanos, Felix, quien lo sustituía en sus deberes pastorales, fue tomado preso, azotado, cargado de cadenas y encerrado en el calabazo cuyo piso estaba lleno de vidrios.

    Sin embargo, el Ángel del Señor se le apareció y le ordenó ir en ayuda de su Obispo, quien yacía medio muerto de hambre y de frío. Ante su capacidad de hacerlo volverlo en sí, el Santo acudió a la oración y al punto apareció un racimo de uvas, cuyas gotas derramó sobre los labios del maestro, el cual recuperó el conocimiento siendo conducido luego a su Iglesia.

    Felix permaneció escondido orando permanente por la Iglesia hasta la muerte de Decio; sin embargo, continuó siendo perseguido hasta que se estableció la paz de la Iglesia. Murió en medio de la pobreza y el servicio de los más necesitados, a pesar de que fue elegido como Obispo de Nola.

Oremos

    Señor Dios, Padre Omnipotente: Tú que le permitiste a tu mártir San Félix conseguir favores tan maravillosos para sí y para sus  devotos, haz que nuestra fe sea también tan grande que consigamos  las benditas intervenciones tuyas en favor nuestro y en favor  de todos los que necesitan ayuda de nuestra oración. Amen.

-FRASE DEL DÍA-