miércoles, 2 de junio de 2021

EVANGELIO - 03 de Junio - San Marcos 12,28-34.


        Libro de Tobías 6,10-11.7,1.9-16.8,4-9a.

    Cuando entraron en Media y ya se acercaban a Ecbátana, Rafael dijo al joven: "¡Hermano Tobías!". Este le preguntó: "¿Qué quieres?". El ángel continuó: "Es necesario que pasemos esta noche en casa de Ragüel; él es pariente tuyo y tiene una hija que se llama Sara.
    Cuando llegaron a Ecbátana, Tobías dijo: "Hermano Azarías, llévame directamente a la casa de nuestro hermano Ragüel". El ángel lo llevó, y encontraron a Ragüel sentado a la puerta del patio. Ellos lo saludaron primero, y él les respondió: "¡Salud, hermanos, sean bienvenidos!". Y los hizo pasar a su casa.
    Luego mataron un cordero del rebaño y los recibieron cordialmente. Después de lavarse y bañarse, se pusieron a comer. Entonces Tobías dijo a Rafael: "Hermano Azarías, dile a Ragüel que me dé por esposa a mi hermana Sara".
    Ragüel lo oyó y dijo al joven: "Come y bebe, y disfruta de esta noche, porque nadie tiene más derecho que tú, hermano, a casarse con mi hija Sara. Ni siquiera yo puedo dársela a otro, ya que tú eres mi pariente más cercano. Pero ahora, hijo mío, te voy a hablar con toda franqueza.
    Ya se la he dado a siete de nuestros hermanos, y todos murieron la primera noche que iban a tener relaciones con ella. Por el momento, hijo mío, come y bebe; el Señor intervendrá en favor de ustedes".
    Pero Tobías le replicó: "No comeré ni beberé hasta que hayas tomado una decisión sobre este asunto". Ragüel le respondió: "¡Está bien! Ella te corresponde a ti según lo prescrito en la Ley de Moisés, y el Cielo decreta que te sea dada. Recibe a tu hermana. Desde ahora, tú eres su hermano y ella es tu hermana. A partir de hoy es tuya para siempre. Que el Señor los asista esta noche, hijo mío, y les conceda su misericordia y su paz".
    Ragüel hizo venir a su hija Sara. Cuando ella llegó, la tomó de la mano y se la entregó a Tobías, diciendo: "Recíbela conforme a la Ley y a lo que está prescrito en el Libro de Moisés, que mandan dártela por esposa. Tómala y llévala sana y salva a la casa de tu padre. ¡Que el Dios del cielo los conduzca en paz por el buen camino"!.
    Después llamó a la madre y le pidió que trajera una hoja de papiro. En ella redactó el contrato matrimonial, por el que entregaba a su hija como esposa de Tobías, conforme a lo prescrito en la Ley de Moisés. Después empezaron a comer y a beber.
    Ragüel llamó a su esposa Edna y le dijo: "Hermana, prepara la otra habitación, y llévala allí a Sara".
    Ella fue a preparar la habitación, como se lo había dicho su esposo, llevó allí a Sara y se puso a llorar. Luego enjugó sus lágrimas y le dijo: "¡Animo, hija mía! ¡Que el Señor del cielo cambie tu pena en alegría!". Y salió.
    Mientras tanto, los padres habían salido de la habitación y cerraron la puerta. Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: "Levántate, hermana, y oremos para pedir al Señor que nos manifieste su misericordia y su salvación".
    Ella se levantó, y los dos se pusieron a orar para alcanzar la salvación. El comenzó así: "¡Bendito seas, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos! ¡Que te bendigan los cielos y todas tus criaturas por todos los siglos!
    Tú creaste a Adán e hiciste a Eva, su mujer, para que le sirviera de ayuda y de apoyo, y de ellos dos nació el género humano. Tú mismo dijiste: "No conviene que el hombre esté solo. Hagámosle una ayuda semejante a él".
    Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía, no para satisfacer una pasión desordenada, sino para constituir un verdadero matrimonio. ¡Ten misericordia de ella y de mí, y concédenos llegar juntos a la vejez!".
    Ambos dijeron: "¡Amén, amén!", y se acostaron para dormir.    Cuando Ragüel se levantó, llamó sus servidores y fue con ellos a cavar una fosa.


Salmo 128(127),1-2.3.4-5.

¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien.

Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa.

¡Así será bendecido
el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén.


    Evangelio según San Marcos 12,28-34.

    Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?".
    Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.
    El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos".
    El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios".
    Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 03 de Junio - «Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él»


San Agustín (354-430) obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia Sobre la Trinidad, VIII, 12; PL 42, 958B-959A

«Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él»

    «Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dio es amor» (1Jn 4,7-8). El apóstol Juan, con su gran autoridad, nos enseña claramente en este texto que el amor fraterno no sólo viene de Dios, sino que ese mismo amor que hace que nos amemos los unos a los otros, es Dios mismo. Por consiguiente, amando a nuestro hermano con un amor verdadero, le amamos a según Dios. Y no es posible no amar por encima de todo a ese mismo amor gracias al cual amamos a nuestro hermano. De ahí se concluye que estos dos preceptos no pueden existir el uno sin el otro. En efecto, puesto que «Dios es amor» el que ama, ciertamente que ama a Dios que ama el amor; y el que ama a su hermano necesariamente ama el amor. Por eso un poco más adelante el apóstol Juan dice: «Quien no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ve?» (1Jn 4,20); la razón que le priva de ver a Dios es que no ama a su hermano. El que no ama a su hermano no está en el amor; y el que no está en el amor no está con Dios, porque «Dios es amor».

MEMORIA SANTOS CARLOS LWANGA Y COMPAÑEROS MÁRTIRES

03 de Junio


    Los Padres Blancos evangelizaron en África en el siglo XIX. Los primeros conversos instruyeron y guiaron a los más nuevos creciendo la comunidad rápidamente. Inicialmente no había problemas con el rey pero al ver que interfería en su estilo de vida y modo de gobierno comenzaron las represalias.

    José Mkasa era el lider de la comunidad católica, quien tenía a su cargo una comunidad de 200 miembros. El rey mandó a que mataran a José, mientras sus verdugos le amarraban las manos, él les dijo: "Un Cristiano que entrega su vida por Dios no tiene miedo de morir". Lo quemaron el 15 de Noviembre de 1885.

    Los cristianos lejos de atemorizarse, continuaron con sus actividades. Carlos Lwanga, favorito del rey, reemplazó a José como jefe de la comunidad cristiana. Sus oraciones lograron que el rey desistiera de las persecuciones por seis meses.

    En mayo del año siguiente, estalló la tempestad. Los cristianos fueron capturados y llamados ante el rey. Este les preguntó si tenían la intención de seguir siendo cristianos, "!Hasta la muerte!", respondieron ellos al unísono. El rey ordenó que la ejecución se haga en un lugar llamado Namugongo, a 60 kms de distancia. Uno de los jóvenes era el hijo del verdugo. Éste le rogó para que se escapara, pero no fue aceptada su propuesta. A tres de los jóvenes mártires se les quitó la vida cuando iban por el camino; los restantes fueron encerrados por siete días en la prisión de Namugongo, bajo condiciones infrahumanas.

    El 3 de junio de 1886, día de la Ascensión, fueron sacados de la prisión; envueltos en unos juncos y, ordenados en fila, se les prendió fuego. Al hijo del verdugo le dieron un golpe en la cabeza para que no sufriera al ser quemado. Murieron proclamando el nombre de Jesús y diciendo: "Pueden quemar nuestros cuerpos pero no pueden dañar nuestras almas". Carlos Lwanga (21 años), Andrés Kagwa, y otros veinte jóvenes fueron beatificados el 6 de Junio de 1920 por el Papa Benito XV.

Ésto fue lo que escribió para su beatificación

    "Quién fue el que primero introdujo en África la fe cristiana se disputa aún; pero consta que ya antes de la misma edad apostólica floreció allí la religión, y Tertuliano nos describe de tal manera la vida pura que los cristianos africanos llevaban, que conmueve el ánimo de sus lectores. Y en verdad que aquella región a ninguna parecía ceder en varones ilustres y en abundancia de mártires. Entre éstos agrada conmemorar los mártires scilitanos, que en Cartago, siendo procónsul Publio Vigellio Saturnino, derramaron su sangre por Cristo, de las preguntas escritas para el juicio, que hoy felizmente se conservan, se deduce con qué constancia, con qué generosa sencillez de ánimo respondieron al procónsul y profesaron su fe. Justo es también recordar los Potamios, Perpetuas, Felicidades, Ciprianos y "muchos hermanos mártires" que las Actas enumeran de manera general, aparte de los mártires aticenses, conocidos también con el nombre de "masas cándidas", o porque fueron quemados con cal viva, como narra Aurelio Prudencio en su himno XIII, o por el fulgor de su causa, como parece opinar Agustín. Pero poco después, primero los herejes, después los vándalos, por último los mahometanos, de tal manera devastaron y asolaron el África cristiana que la que tantos ínclitos héroes ofreciera a Cristo, la que se gloriaba de más de trescientas sedes episcopales y había congregado tantos concilios para defender la fe y la disciplina, ella, perdido el sentido cristiano, se viera privada gradualmente de casi toda su humanidad y volviera a la barbarie." El 18 de octubre de 1964, el Papa Pablo VI canonizó a los 22 mártires de Uganda.

Oremos

    Señor, Dios nuestro, tú haces que la sangre de los mártires se convierta en semilla de nuevos cristianos; concédenos que el campo de tu Iglesia, fecundo por la sangre de San Carlos Luanga y de sus compañeros, produzca continuamente, para gloria tuya, abundante cosecha de cristianos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén