viernes, 21 de abril de 2023

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 22 de Abril - San Juan 6,16-21.


     Libro de los Hechos de los Apóstoles 6,1-7.

    En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendía a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos.
    Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: "No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas.
    Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea.
    De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra".
    La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía.
    Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron las manos.
    Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la fe.


Salmo 33(32),1-2.4-5.18-19.

Aclamen, justos, al Señor:
es propio de los buenos alabarlo.
Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas.

Porque la palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.


    Evangelio según San Juan 6,16-21.

    Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos.
    El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.
    Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo.
    El les dijo: "Soy yo, no teman".
    Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 22 de Abril - «Inmediatamente, la barca se acercó a la orilla»


       San Clemente de Alejandría El Pedagogo: En camino hacia la Vida Eterna III, 12, 101


«Inmediatamente, la barca se acercó a la orilla» 

    Dirijamos nuestra oración al Verbo: Sé propicio a tus pequeños, Pedagogo, Padre, Guía de Israel (2 Re 2,12); Hijo y Padre, ambos un solo Señor. Concede a quienes seguimos tus preceptos llevar a su perfección la semejanza de la imagen (Gn 1,26) y sentir en lo posible la bondad de Dios, como juez, y su rigor; y concédenos tú mismo todo eso: que vivamos en tu paz sobre la tierra, que seamos trasladados a tu ciudad; que atravesemos sin naufragar las olas del pecado y que, en plena calma, seamos transportados junto al Espíritu Santo, la inefable sabiduría.

    Que de noche y de día,- hasta el día final-, alabemos y demos gracias al único Padre e Hijo, Hijo y Padre, al Hijo Pedagogo y Maestro, junto con el Espíritu Santo. Todo está en el Uno, puesto que en Él son todas las cosas (Jn 1,3; 1 Co 8,6; Col 1,16-17), por quien todo es uno, por quien la eternidad es, de quien todos somos miembros (Rm 12,5; 1 Co 12,12); de Él es la gloria y los siglos; todo sea para el Bueno; todo, para el Bello; todo, para el Sabio; todo, para el Justo. A Él la gloria, ahora y por los siglos de los siglos. Amén (Rm 11,36).

SANTORAL - SANTOS SOTERO Y CAYO PAPAS Y MÁRTIRES

22 de Abril


    San Cayo era originario de Dalmacia y pariente del emperador Diocleciano. La violencia de la persecución le obligó a vivir ocho años en las catacumbas. Sus sufrimientos por la fe le merecieron el título de mártir.

    San Sotero por su parte sucedió a San Aniceto en la cátedra de San Pedro. Eusebio nos ha conservado una carta en la que San Dionisio, obispo de Corinto alude la paternal bondad del Papa, especialmente con los que habían sufrido por la fe en Cristo. Además, San Dionisio manifiesta que en las iglesias de Corinto se leyó una carta escrita por San Sotero junto con la carta del Papa San Clemente, considerada por algunos autores como la famosa "segunda carta de San Clemente". La Iglesia venera a San Sotero como mártir, pero no existe ningún relato de su martirio.

Oremos

    Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño, y guardadlo con protección constante por vuestros bienaventurados mártires y Soberanos Pontífices Sotero y Cayo, a quienes constituisteis pastores de toda la Iglesia. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 21 de Abril - San Juan 6,1-15.


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 5,34-42.

    Un fariseo, llamado Gamaliel, que era doctor de la Ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en medio del Sanedrín. Después de hacer salir por un momento a los Apóstoles, dijo a los del Sanedrín: "Israelitas, cuídense bien de lo que van a hacer con esos hombres.
    Hace poco apareció Teudas, que pretendía ser un personaje, y lo siguieron unos cuatrocientos hombres; sin embargo, lo mataron, sus partidarios se dispersaron, y ya no queda nada.
    Después de él, en la época del censo, apareció Judas de Galilea, que también arrastró mucha gente: igualmente murió, y todos sus partidarios se dispersaron.
    Por eso, ahora les digo: No se metan con esos hombres y déjenlos en paz, porque si lo que ellos intentan hacer viene de los hombres, se destruirá por sí mismo, pero si verdaderamente viene de Dios, ustedes no podrán destruirlos y correrán el riesgo de embarcarse en una lucha contra Dios". Los del Sanedrín siguieron su consejo: llamaron a los Apóstoles, y después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar en el nombre de Jesús y los soltaron.
    Los Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín, dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el nombre de Jesús.
    Y todos los días, tanto en el Templo como en las casas, no cesaban de enseñar y de anunciar la Buena Noticia de Cristo Jesús.


Salmo 27(26),1.4.13-14.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?

Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.


    Evangelio según San Juan 6,1-15.

    Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
    Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
    Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
    Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
    Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".
    El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
    Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".
    Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: "Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?".
    Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.
    Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
    Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada".
    Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
    Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo".
    Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 21 de Abril - «Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió»


        San Juan Pablo II (1920-2005) papa Carta apostólica «Mane nobiscum Domine», § 15-16


«Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió»

    Sin duda que la dimensión más evidente de la Eucaristía es la de una comida. La Eucaristía nació al atardecer del Jueves santo, en el contexto de la cena pascual. En su misma estructura lleva, pues, inscrito el sentido de la convivialidad: «Tomad, comed (...). Después, cogiendo la copa (...), y se la pasó diciendo: bebed todos de ella» (Mt 26, 26.27). Este aspecto expresa bien la relación de comunión que Dios quiere establecer con nosotros y que nosotros mismos debemos también hacer crecer unos con otros.

    De todas maneras no se puede olvidar que la comida eucarística tiene también un sentido primordial, profundamente y ante todo, sacrificial. Cristo, en ella, nos presenta de nuevo el sacrificio llevado a cabo de una vez por todas en el Gólgota. Estando presente en ella como Resucitado, lleva consigo las marcas de su Pasión de la que cada misa es el «memorial», tal como nos lo recuerda la liturgia en la aclamación de después de la consagración: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, Señor Jesús...». La Eucaristía, al mismo tiempo que nos hace presente el pasado, nos hace mirar hacia el futuro, hacia el retorno de Cristo al final de los tiempos. Este aspecto «escatológico» da al Sacramento eucarístico una dinámica que pone en marcha la vida cristina y le da el hálito de esperanza.

    Todas estas dimensiones de la Eucaristía se juntan en un aspecto que, más que los demás, pone a prueba nuestra fe, a saber, el del misterio de la presencia "real". Nosotros, con toda la tradición de la Iglesia, creemos que Jesús está realmente presente bajo las especies eucarísticas. (...) Es su misma presencia que da a todas las demás dimensiones –comida, memorial de la Pascua, anticipación escatológica- una significación que es mucho más que un puro simbolismo. La Eucaristía es misterio de presencia a través del cual se realiza de manera eminente la promesa de Jesús de quedarse entre nosotros hasta el fin del mundo (Mt 28,20).