miércoles, 8 de febrero de 2023
EVANGELIO - 09 de Febrero - San Marcos 7,24-30.
Después dijo el Señor Dios: "No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada".
Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre.
El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada.
Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío.
Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre.
El hombre exclamó: "¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre".
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne.
Los dos, el hombre y la mujer, estaban desnudos, pero no sentían vergüenza.
Salmo 128(127),1-2.3.4-5.
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien.
Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa.
¡Así será bendecido
el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén.
Evangelio según San Marcos 7,24-30.
En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies.
Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio.
El le respondió: "Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros".
Pero ella le respondió: "Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos".
Entonces él le dijo: "A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija".
Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 09 de Febrero - «¡Oh mujer, grande es tu fe!»
La fe, para ser grande, ha de tener tres cualidades: Ha de ser confiada, perseverante y humilde.
«Señor, —dice la mujer—, ten piedad de mí porque mi hija está terriblemente atormentada por el diablo.» ¡Qué gran confianza! Ella cree que si el Señor se apiada de ella, su hija se curará. No duda ni de su poder ni de su querer, porque exclama: solamente ten piedad de mí. Como queriendo decir: yo sé que eres piadoso con todos y no dudo de que si te pido que me tengas piedad, la vas a tener; y en cuanto la tengas, mi hija quedará curada.
Ciertamente, el mayor defecto que tienen nuestras oraciones y todo lo que nos sucede, es que nuestra confianza es pequeña. De ahí viene que no merecemos recibir el socorro tal como lo deseamos o pedimos.
La segunda cualidad de la fe es la perseverancia. Nuestra cananea al ver que el Señor no le respondía nada y parecía no atender a su petición, no por eso dejó de gritar: «Hijo de Dios, ten piedad de mí». Hasta que los Apóstoles le decían. Señor, atiéndela, que no cesa de gritar detrás de ti.
Perseveremos en nuestra oración en todo tiempo, pues, aunque el Señor parezca no oírnos, no es que nos quiera desairar; es para obligarnos a clamar más fuerte y así hacernos percibir mejor la grandeza de su misericordia.
La tercera cualidad de la fe es la humildad. Cuando nuestro Señor dijo a esta mujer «no es bueno echar el pan de los hijos a los perritos», ella no se ofendió sino que replicó: «sí, pero los perritos se alimentan de las migajas que caen...» Esta humildad fue tan agradable a nuestro Salvador, que le concedió todo lo que pedía, diciendo: «Oh mujer, qué grande es tu fe, hágase como lo quieres.» Es cierto que todas las virtudes son muy gratas a Dios, pero la humildad le gusta sobre todo y parece que no pudiera resistirse a ella.
SANTORAL - SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA
San Cirilo fue un hombre de carácter fuerte e impulsivo, pero a veces demasiado vehemente y aún violento. Hacia el 412, San Cirilo fue elevado a la sede de Alejandría, donde gracias a su intrepidez y labor, triunfó sobre la herejía, logrando sostener la fe de su Iglesia. Asistió como cabeza y representante del Papa Celestino, al Tercer Concilio General celebrado en Efeso en el 431.
Se ha llamado a San Cirilo el Doctor de la Encarnación y los alejandrinos le dieron el título de Maestro del Mundo, mientras que el Papa Celestino lo nombraba "el generoso defensor de la fe católica" y "hombre apostólico".
Pero sin duda, tenemos que agradecerle la firme y inflexible posición que tomó con respecto al dogma de la Encarnación, sobre la cual, muchas corrientes adversas como la del Arzobispo de Antioquía, Nestorio, quien negaba la encarnación de Dios hecho hombre, se convirtieron en una verdadera amenaza de la Iglesia católica. Así, la firme defensa del santo sobre este dogma permitió que en nuestras generaciones no tengamos duda alguna sobe lo que debemos creer con respecto al misterio sobre la cual fundamos nuestra fe como cristianos.
Su autoridad sirvió santamente los designios de Dios. San Cirilo es famoso por su defensa de la ortodoxia contra la herejía, particularmente contra el nestorianismo.
Arzobispo de Alejandría (Egipto). Defensor de la doctrina que proclama a María la Theotokos: Madre de Dios. Esta doctrina fue proclamada como dogma en el Concilio de Efeso (431) que San Cirilo presidió bajo la autoridad el Papa Celestino. Su gran oponente era Nestóreo, patriarca de Constantinopla.
Al ponerse en duda que María es madre de Dios se ponía en duda la identidad de Jesucristo quien es una persona divina. Por eso San Cirilo no solo aportó a la Mariología sino también a la Cristología.
El argumento de San Cirilo: María es la Theotokos, no porque ella existiese antes de Dios o hubiese creado a Dios. Dios es eterno y María Santísima es una criatura de Dios. Pero Dios quiso nacer de mujer. La persona que nace de María es divina por lo tanto ella es madre de Dios.
Su santa defensa de la verdad le ganó la cárcel y muchas luchas pero salió victorioso. Murió en el año 444, siendo proclamado Doctor de la Iglesia Universal en 1882.
Señor, tú que hiciste de tu obispo San Cirilo de Alejandría un defensor invicto de la maternidad divina de la Virgen María, concédenos a cuantos la proclamamos verdadera Madre de Dios llegar, por la encarnación de tu Hijo, a la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén