miércoles, 20 de noviembre de 2024
EVANGELIO - 21 de Noviembre - San Lucas 19,41-44
Apocalipsis 5,1-10.
Y vi a un Ángel poderoso que proclamaba en alta voz: "¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?".
Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de ella, era capaz de abrir el libro ni de leerlo.
Y yo me puse a llorar porque nadie era digno de abrir el libro ni de leerlo.
Pero uno de los Ancianos me dijo: "No llores: ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David, y él abrirá el libro y sus siete sellos".
Entonces vi un Cordero que parecía haber sido inmolado: estaba de pie entre el trono y los cuatro Seres Vivientes, en medio de los veinticuatro Ancianos. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados a toda la tierra.
El Cordero vino y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.
Cuando tomó el libro, los cuatro Seres Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa, y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los Santos, y cantaban un canto nuevo, diciendo: "Tú eres digno de tomar el libro y de romper los sellos, porque has sido inmolado, y por medio de tu Sangre, has rescatado para Dios a hombres de todas las familias, lenguas, pueblos y naciones.
Tú has hecho de ellos un Reino sacerdotal para nuestro Dios, y ellos reinarán sobre la tierra".
Salmo 149(148),1-2.3-4.5-6a.9b.
Canten al Señor un canto nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que Israel se alegre por su Creador
y los hijos de Sión se regocijen por su Rey.
Celebren su Nombre con danzas,
cántenle con el tambor y la cítara,
porque el Señor tiene predilección por su pueblo
y corona con el triunfo a los humildes.
Que los fieles se alegren por su gloria
y canten jubilosos en sus fiestas.
Glorifiquen a Dios con sus gargantas;
ésta es la victoria de todos sus fieles.
Evangelio según San Lucas 19,41-44.
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que Israel se alegre por su Creador
y los hijos de Sión se regocijen por su Rey.
Celebren su Nombre con danzas,
cántenle con el tambor y la cítara,
porque el Señor tiene predilección por su pueblo
y corona con el triunfo a los humildes.
Que los fieles se alegren por su gloria
y canten jubilosos en sus fiestas.
Glorifiquen a Dios con sus gargantas;
ésta es la victoria de todos sus fieles.
Evangelio según San Lucas 19,41-44.
Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.
Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.
Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".
Palabra del Señor
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 21 de Noviembre - “¡Si también hubieras comprendido el mensaje de paz!”
San Gregorio Magno (c. 540-604) papa y doctor de la Iglesia Morales sobre Job, XII (SC 212.Morales sur Job, Cerf, 1974)
“¡Si también hubieras comprendido el mensaje de paz!”
“Voces horribles resuenan en sus oídos, en plena paz lo asalta el devastador” (Jb 15,21). Nada es más feliz que un corazón sencillo, porque manifestándose al otro sólo por la inocencia, no tiene nada que temer del otro. En su sencillez él es como un fuerte castillo. No se inquieta por sufrir de parte de otros, lo que no recuerda haber hecho sufrir. Por eso, esta sabia palabra de Salomón “el temor del Señor es un refugio seguro” (Prov 14,26). Y también “el corazón feliz siempre está de fiesta” (Prov 15,15). La paz de la seguridad es como una fiesta que se renueva sin cesar.
Un espíritu desviado, al contrario, está siempre trabajando: o maquinando golpes contra los otros o temiendo los golpes de los otros contra él. Todo lo que imagina contra su prójimo, tiene miedo que su prójimo lo imagine contra él. Por todos lados sospechas, de todos lados alarmas. Si recuerda a una persona, está seguro que es alguien que le desea un mal. La falta de la paz de la seguridad, es porque tiene los oídos llenos de ruidos horribles.
Miren a un hombre de este tipo. Si su prójimo le habla con sencillez, sin pensamientos ocultos hostiles, él sospecha una trampa, ya que el que actúa siempre con engaño, no concibe que se pueda actuar con sencillez. (…) “Voces horribles resuenan en sus oídos, en plena paz, lo asalta el devastador. El no espera evadirse de las tinieblas y está destinado a la espada” (Jb 15,21-22). Cree estar rodeado de trampas que van a golpearlo y pierde la esperanza de su salvación.
LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
21 de Noviembre
Memoria de la Presentación de santa María Virgen. Al día siguiente de la dedicación de la basílica de Santa María la Nueva, construida junto al muro del antiguo templo de Jerusalén, se celebra la dedicación que de sí misma hizo a Dios la futura Madre del Señor, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su Concepción Inmaculada. Los meses se sucedían para la niña. Y, cuando llegó a la edad de dos años, Joaquín dijo: llevémosla al templo del Señor, para cumplir la promesa que le hemos hecho, no sea que [Dios] nos la reclame, y rechace nuestra ofrenda. Y Ana respondió: esperemos al tercer año, a fin de que la niña no nos eche de menos. Y Joaquín repuso: Esperemos.
Y, cuando la niña llegó a la edad de tres años, Joaquín dijo: llamad a las hijas de los hebreos que estén sin mancilla, y que tome cada cual una lámpara, y que estas lámparas se enciendan, para que la niña no vuelva atrás, y para que su corazón no se fije en nada que esté fuera del templo del Señor. Y ellas hicieron lo que se les mandaba, hasta el momento en que subieron al templo del Señor. Y el Gran Sacerdote recibió a la niña, y, abrazándola, la bendijo, y exclamó: El Señor ha glorificado tu nombre en todas las generaciones. Y en ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de Israel. E hizo sentarse a la niña en la tercera grada del altar, y el Señor envió su gracia sobre ella, y ella danzó sobre sus pies y toda la casa de Israel la amó.
Y sus padres salieron del templo llenos de admiración, y glorificando al Omnipotente, porque la niña no se había vuelto atrás. Y María permaneció en el templo del Señor, nutriéndose como una paloma, y recibía su alimento de manos de un ángel. Y, cuando llegó a la edad de doce años, los sacerdotes se congregaron, y dijeron: He aquí que María ha llegado a la edad de doce años en el templo del Señor. ¿Qué medida tomaremos con ella, para que no mancille el santuario? Y dijeron al Gran Sacerdote: Tú, que estás encargado del altar, entra y ruega por María, y hagamos lo que te revele el Señor. Y el Gran Sacerdote, poniéndose su traje de doce campanillas, entró en el Santo de los Santos, y rogó por María. Y he aquí que un ángel del Señor se le apareció, diciéndole: Zacarías, Zacarías, sal y reúne a todos los viudos del pueblo, y que éstos vengan cada cual con una vara, y aquel a quien el Señor envíe un prodigio, de aquel será María la esposa. Y los heraldos salieron, y recorrieron todo el país de Judea, y la trompeta del Señor resonó, y todos los viudos acudieron a su llamada...»
¿Fue presentada María en el Templo de Jerusalén? Seguramente, como todo hijo e hija era presentado a Dios y se ofrecía por él/ella un tributo a Dios, tanto para agradecer el buen nacimiento como para invocar protección sobre el vástago. Ahora bien, en qué consistía en concreto el rito de «presentación», no han quedado testimonios, y desde luego que la presentación de María tal cual la cuenta el «Protoevangelio de Santiago» es legendaria. Sin embargo se hace eco de la fe profunda de la Iglesia ya desde sus primeros instantes: aunque en su familia y en su pueblo no lo hayan visto, María venía siendo «preparada» como nueva Arca de la nueva Alianza desde toda la eternidad; y eso es a lo que la leyenda, en definitiva, apunta: a poner en evidencia que el papel de María en la historia de la salvación no es casual ni azaroso, ni tampoco el fruto de una decisión momentánea. Así como habrá sorprendido a María verse envuelta por el anuncio angélico, así también es cierto que toda su vida era un recto y firme encaminarse hacia una fidelidad plena y absoluta, hacia una completa disposición a quien la había elegido desde toda la eternidad para que se realizara en ella un misterio que recién terminará de comprender -como Iglesia y como figura de la Iglesia que ella misma es- con la luz del Espíritu Santo en Pentecostés.
Un hermoso detalle de la escena que me gustaría destacar es que María se alimenta «de manos de un ángel»; no podemos dejar de recordar la expresión del salmo 77: «y el hombre comió pan de ángeles», que aunque se refiere al maná, el cristianismo lo ha entendido desde siempre como figura de la Eucaristía; María sería así la primera en comer del «pan de ángeles» que traerá su Hijo.
Por más que, desde luego, todos estos pensamientos sobre María sean muy simbólicos, muy poéticos y muy agradables, no debemos sin embargo olvidar que no tenemos ninguna clase de fuente fidedigna para conocer la prehistoria de Jesús (e incluso muchos aspectos de su historia cotidiana); por ello el nuevo Martirologio quiere dejar bien explícito que el motivo de esta fiesta se relaciona más con una realidad cultual y de la vida concreta cristiana que con leyendas piadosas: es en definitiva la fiesta de la dedicación de la basílica de Santa María la Nueva, de Jerusalén, realizada el 20 de noviembre del año 543. Como fiesta litúrgica no es muy antigua, ni en Occidente ni en Oriente, donde tuvo su origen, quizás hacia el siglo X. En Occidente se celebraba con cierta solemnidad en el siglo XI en Inglaterra, pero después cayó de nuevo en el olvido, y a finales del siglo XIV se volvió a conmemorar en la Iglesia latina, hasta que en 1585 el papa Sixto V la inscribió en el calendario general.
Oremos
Santa Madre María, tú que desde temprana edad te consagraste al Altísimo, aceptando desde una libertad poseída el servirle plenamente como templo inmaculado, tú que confiando en tus santos padres, San Joaquín y Santa Ana, respondiste con una obediencia amorosa al llamado de Dios Padre, tú que ya desde ese momento en el que tus padres te presentaron en el Templo percibiste en tu interior el profundo designio de Dios Amor; enséñanos Madre Buena a ser valientes seguidores de tu Hijo, anunciándolo en cada momento de nuestra vida desde una generosa y firme respuesta al Plan de Dios. Amén.
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