NOVENA ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez
Jesús, con su debilidad, fortalece nuestra fragilidad
R/.Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según san Lucas 22, 28-30a. 31-32.
«Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino…
Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos».
Con su tercera caída, Jesús confiesa el amor con el que ha abrazado por nosotros el peso de la prueba y renueva la llamada a seguirle hasta el final, en fidelidad. Pero nos concede también echar una mirada más allá del velo de la promesa: «Si perseveramos, también reinaremos con él».
Sus caídas pertenecen al misterio de su encarnación. Nos ha buscado en nuestra debilidad, bajando hasta lo más hondo de ella, para levantarnos hacía él. «Nos ha mostrado en sí mismo la vía de la humildad, para abrirnos la vía del regreso». «Nos ha enseñado la paciencia como arma con la que se vence el mundo». Ahora, caído en tierra por tercera vez, mientras «com-padece nuestras debilidades», nos indica la manera de no sucumbir en la prueba: perseverar, permanecer firmes y constantes. Simplemente: «Permanecer en él».
Humilde Jesús,
ante las pruebas que criban nuestra fe
nos sentimos desolados:
no nos acabamos de creer que nuestras pruebas
hayan sido ya las tuyas,
y que tú nos invitas simplemente
a vivirlas contigo.
¡Ven, Espíritu de la Verdad,
en las caídas que marcan nuestro camino!
Enséñanos a apoyarnos en la fidelidad de Jesús,
a creer en su oración por nosotros,
para acoger esa corriente de fuerza
que sólo él, el Dios con nosotros, puede darnos.
Padre Nuestro...
Haz que mi corazón arda
en el amor de mi Dios
y en cumplir su voluntad.
Extracto del Himno Stabat Mater
Fuente: Vaticano
Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos».
Con su tercera caída, Jesús confiesa el amor con el que ha abrazado por nosotros el peso de la prueba y renueva la llamada a seguirle hasta el final, en fidelidad. Pero nos concede también echar una mirada más allá del velo de la promesa: «Si perseveramos, también reinaremos con él».
Sus caídas pertenecen al misterio de su encarnación. Nos ha buscado en nuestra debilidad, bajando hasta lo más hondo de ella, para levantarnos hacía él. «Nos ha mostrado en sí mismo la vía de la humildad, para abrirnos la vía del regreso». «Nos ha enseñado la paciencia como arma con la que se vence el mundo». Ahora, caído en tierra por tercera vez, mientras «com-padece nuestras debilidades», nos indica la manera de no sucumbir en la prueba: perseverar, permanecer firmes y constantes. Simplemente: «Permanecer en él».
Humilde Jesús,
ante las pruebas que criban nuestra fe
nos sentimos desolados:
no nos acabamos de creer que nuestras pruebas
hayan sido ya las tuyas,
y que tú nos invitas simplemente
a vivirlas contigo.
¡Ven, Espíritu de la Verdad,
en las caídas que marcan nuestro camino!
Enséñanos a apoyarnos en la fidelidad de Jesús,
a creer en su oración por nosotros,
para acoger esa corriente de fuerza
que sólo él, el Dios con nosotros, puede darnos.
Padre Nuestro...
Haz que mi corazón arda
en el amor de mi Dios
y en cumplir su voluntad.
Extracto del Himno Stabat Mater
Fuente: Vaticano