martes, 17 de diciembre de 2019

ESTRUCTURA DE LA MISA, SUS ELEMENTOS Y SUS PARTES

III. CADA UNA DE LAS PARTES DE LA MISA
C) Liturgia Eucarística - Oración sobre las ofrendas


    77. Depositadas las ofrendas y concluidos los ritos que las acompañan, con la invitación a orar junto con el sacerdote, y con la oración sobre las ofrendas, se concluye la preparación de los dones y se prepara la Plegaria Eucarística.

    En la Misa se dice una sola oración sobre las ofrendas, que se concluye con la conclusión más breve, es decir: Por Jesucristo, nuestro Señor; y si al final de ella se hace mención del Hijo: (Él) que vive y reina por los siglos de los siglos.

    El pueblo uniéndose a la súplica con la aclamación Amén, hace suya la oración.

PIADOSAS SÚPLICAS A SAN JOSÉ



    ¡Amado San José! Desde el abismo de mi pequeñez, dolor y ansiedad, te contemplo con emoción y alegría en el cielo, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparo de los desvalidos, gozo y amor de tus devotos ante el trono de Dios, de tu Jesús y de María, tu santa Esposa. Por eso, pobre y necesitado, a Vos dirijo hoy y siempre mis lágrimas y penas, mis ruegos y clamores del alma, mis arrepentimientos y mis esperanzas; y hoy especialmente traigo ante tu altar y tu imagen una pena para que consueles, un mal para que remedies, una desgracia para que impidas, una necesidad para que socorras, una gracia para que obtengas para mí y para mis seres queridos. Y para conmoverte te lo pediré y demandaré durante treinta días continuos en reverencia a los treinta años que viviste en la tierra con Jesús y María, y te lo pediré, urgente y confiadamente, invocando las distintas etapas y dolores de tu vida. Me sobran los motivos para confiar en que no demorarás en oír mi petición y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en tu bondad y poder, confío en que me obtendrás lo que necesito y aún más de lo que te pido y deseo. Amén

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO DE ADVIENTO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA III
Del Propio del día - Salterio III

18 de diciembre

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: ALEGRÍA DE NIEVE

Alegría de nieve
por los caminos.
Todo espera la gracia
del Bien Nacido.

Miserables los hombres,
dura la tierra.
Cuanta más nieve cae,
más cielo cerca.

La tierra tan dormida
ya se despierta.
Y hasta el hombre más muerto
se despereza.

Ya los montes se allanan
y las colinas,
y el corazón del hombre
vuelve a la vida.

Gloria al Padre y al Hijo,
gloria al Espíritu,
que han mirado a la tierra
compadecidos. Amén.

SALMODIA

Ant 1. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Salmo 88, 2-38 I - HIMNO AL DIOS FIEL A LAS PROMESAS HECHAS A DAVID

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Pues dijiste: «Cimentado está por siempre mi amor,
asentada más que el cielo mi lealtad.»

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.

Tú domeñas la soberbia del mar
y amansas la hinchazón del oleaje;
tú traspasaste y destrozaste a Rahab,
tu brazo potente desbarató al enemigo.

Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene;
tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.

Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha.
Justicia y derecho sostienen tu trono,
misericordia y fidelidad te preceden.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Ant 2. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.

Salmo 88, 2-38 II

Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.»

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso;

no lo engañará el enemigo
ni los malvados lo humillarán;
ante él desharé a sus adversarios
y heriré a los que lo odian.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder:
extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río.

Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora»;
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.

Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.

Ant 3. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»

Salmo 88, 2-38 III

Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos,
castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas;

pero no les retiraré mi favor
ni desmentiré mi fidelidad,
no violaré mi alianza
ni cambiaré mis promesas.

Una vez juré por mi santidad
no faltar a mi palabra con David:
«Su linaje será perpetuo,
y su trono como el sol en mi presencia,
como la luna, que siempre permanece:
su solio será más firme que el cielo.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»

V. Levantaos, alzad la cabeza.
R. Se acerca vuestra liberación.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 46, 1-13

EL SEÑOR CONTRA LOS DIOSES DE BABILONIA

Bel se desploma, se derrumba Nebo; cargan sus estatuas sobre bestias y acémilas, son llevadas como fardos sobre bestias extenuadas; se han derrumbado y desplomado, incapaces de librar al que los lleva, ellos mismos van cautivos al destierro.

Escuchadme, casa de Jacob, resto de la casa de Israel, que habéis sido sostenidos por mí desde el vientre materno, a quienes he llevado desde las entrañas: hasta vuestra ancianidad yo seré siempre el mismo, hasta que el cabello se os ponga blanco yo os sostendré; yo lo he hecho y yo os seguiré llevando, yo os sostendré y os libraré.

¿A quién me compararéis, me igualaréis o me asemejaréis que se me pueda comparar? Sacan oro de la bolsa y pesan plata en la balanza; asalarian un orfebre que les fabrique un dios, se postran y hasta lo adoran. Se lo cargan a hombros, lo transportan; donde lo ponen, allí se queda; no se mueve de su sitio. Por mucho que le griten, no responde, no los salva del peligro.

Recordadlo y meditadlo, reflexionad, rebeldes, recordando el pasado predicho. Yo soy Dios y no hay otro; no hay otro dios como yo.

De antemano yo anuncio el futuro; por adelantado lo que aún no ha sucedido. Digo: «Mi designio se cumplirá, mi voluntad la realizo.» Llamo al buitre del oriente, de tierra lejana al hombre de mi designio. Lo he dicho y haré que suceda, lo he dispuesto y lo realizaré.

Escuchadme, los desanimados, que os creéis lejos de la victoria: Yo acerco mi victoria, no está lejos, mi salvación no tardará; daré la salvación en Sión y mi honor será para Israel.

RESPONSORIO    Is 46, 12. 13

R. Escuchadme, los desanimados, que os creéis lejos de la victoria: * Daré la salvación en Sión y mi honor será para Israel.
V. Yo acerco mi victoria, no está lejos, mi salvación no tardará.
R. Daré la salvación en Sión y mi honor será para Israel.

SEGUNDA LECTURA

De la Carta a Diogneto
(Cap. 8, 5--9, 6: Funk 1, 325-327)

DIOS NOS REVELÓ SU AMOR POR MEDIO DE SU HIJO

Nadie jamás ha visto ni ha conocido a Dios, pero él ha querido manifestarse a sí mismo. Se manifestó a través de la fe, que es la única a la que se le concede ver a Dios. Porque Dios, Señor y Creador de todas las cosas, que todo lo hizo y todo lo dispuso con orden, no sólo amó a los hombres, sino que también fue paciente con ellos. Siempre lo fue, lo es y lo será: bueno, benigno, exento de toda ira, veraz; más aún: él es el único bueno. Después de haber concebido un designio grande e inefable se lo comunicó a su único Hijo.

Mientras mantenía oculto su sabio designio y lo reservaba para sí, parecía abandonarnos y olvidarse de nosotros. Pero, cuando lo reveló por medio de su amado Hijo y manifestó lo que había establecido desde el principio, nos dio juntamente todas las cosas: participar de sus beneficios y ver y comprender sus designios. ¿ Quién de nosotros hubiera esperado jamás tanta generosidad?

Dios, que todo lo había dispuesto junto con su Hijo, permitió que hasta el tiempo anterior a la venida del Salvador viviéramos desviados del camino recto, atraídos por los deleites y concupiscencias, y nos dejáramos arrastrar por nuestros impulsos desordenados. No porque se complaciera en nuestros pecados, sino que los toleraba. Ni es tampoco que Dios aprobara aquel tiempo de iniquidad, sino que estaba preparando el tiempo actual de justicia, a fin de que, convictos en aquel tiempo de que por nuestras propias obras éramos indignos de la vida, fuéramos hechos dignos de ella por la bondad de Dios, reconociendo así que por nosotros mismos no podíamos entrar en el reino de los cielos, pero que esto se nos concedía como un don de Dios.

Pues cuando nuestra maldad había colmado la medida y se hizo plenamente manifiesto que por ella merecíamos el castigo y la muerte, llegó en cambio el tiempo establecido por Dios para manifestar su bondad y su poder -¡oh inmenso amor de Dios a los hombres!- y no nos odió ni nos rechazó ni se vengó de nuestras ofensas, sino que nos soportó con magnanimidad y paciencia, apiadándose de nosotros y cargando él mismo con nuestros pecados. Nos dio a su propio Hijo como precio de nuestra redención: entregó al que es santo para redimir a los impíos, al inocente por los malos, al justo por los injustos, al incorruptible por los corruptibles, al inmortal por los mortales. Y ¿qué otra cosa hubiera podido encubrir nuestros pecados sino su justicia? Nosotros que somos impíos y malos, ¿en quién hubiéramos podido ser justificados sino únicamente en el Hijo de Dios?

¡Oh admirable intercambio, mediación incomprensible, beneficios inesperados: que la impiedad de muchos sea encubierta por un solo justo y que la justicia de un solo hombre justifique a tantos impíos!

RESPONSORIO    Hch 4, 12; Is 9, 6

R. En ningún otro se encuentra la salud; * y no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.
V. Será llamado: «Consejero admirable», «Dios poderoso», «Padre sempiterno» y «Príncipe de la paz».
R. y no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos, Señor, que la renovación del misterio de la Navidad de tu Hijo, a la cual nos preparamos, nos libre del antiguo yugo del pecado por el cual estamos oprimidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

LITURGIA DE LAS HORAS - LAUDES



TIEMPO DE ADVIENTO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA III
Del Propio del día - Salterio III

18 de diciembre

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.

Himno: QUE VIENE CRISTO REPITEN.

Que viene Cristo repiten
con su clamor los profetas,
previniendo que la gracia
de la redención se acerca.

Se anuncia nuestro mañana,
los corazones se alegran,
anunciadores de gloria
miles de voces resuenan.

Fue el primer advenimiento
no de castigo ni de pena,
sino por curar heridas
salvando a quien pereciera.

Mas que ha de venir de nuevo
su venida nos alerta,
a coronar a los justos
y a darles la recompensa.

Luz perenne se nos brinda,
la salvación centellea,
y un resplandor nos convoca
a las mansiones etéreas.

Oh Cristo, anhelamos verte
cual Dios en visión perpetua,
porque este gozo será
bienaventuranza eterna. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Desde Sión vendrá el Señor todopoderoso a salvar a su pueblo.

Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.

Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Desde Sión vendrá el Señor todopoderoso a salvar a su pueblo.

Ant 2. Por amor de Sión no callaré, hasta que amanezca, como una aurora, su Justo.

Cántico: DIOS JUZGARÁ CON JUSTICIA Is 33, 13-16

Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.

Temen en Sión los pecadores,
y un temblor se apodera de los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».

El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Por amor de Sión no callaré, hasta que amanezca, como una aurora, su Justo.

Ant 3. El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.

Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:

tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.

Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.

LECTURA BREVE   Rm 13, 11b-12

Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.

RESPONSORIO BREVE

V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. No dejéis de velar: pronto llegará el Señor, nuestro Dios.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. No dejéis de velar: pronto llegará el Señor, nuestro Dios.

PRECES

Roguemos, hermanos, al Señor Jesús, juez de vivos y muertos, y digámosle:

Ven, Señor Jesús.

Señor Jesucristo, tú que viniste a salvar a los pecadores,
líbranos de caer en la tentación.

Tú que vendrás con gloria para juzgar a tu pueblo,
muestra en nosotros tu poder salvador.

Ayúdanos a cumplir con fortaleza de espíritu los preceptos de tu ley,
para que podamos esperar tu venida sin temor.

Tú que eres bendito por los siglos,
concédenos, por tu misericordia, que llevando ya desde ahora una vida sobria y religiosa esperemos con gozo tu gloriosa aparición.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque Jesucristo mismo nos lo enseñó, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Concédenos, Señor, que la renovación del misterio de la Navidad de tu Hijo, a la cual nos preparamos, nos libre del antiguo yugo del pecado por el cual estamos oprimidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LITURGIA DE LAS HORAS - VÍSPERAS



TIEMPO DE ADVIENTO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA III
Del Propio del día - Salterio III

18 de diciembre

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ESCUCHA, CASA DE DAVID

Escucha, casa de David:
La Virgen pura se halla encinta;
Dios la acaricia y la fecunda
y la hace Madre de la vida.

La Virgen grávida nos lleva
en el secreto de su dicha;
la Virgen fiel nos abre ruta
por su obediencia de discípula.

Espera en calma la agraciada,
con ella el mundo se arrodilla;
levanta el pobre la mirada,
con ella pide la venida.

Nacido en tiempos sin aurora,
el Hijo espera con María.
¡Oh Dios de amor, nuestra esperanza,
cambia tu espera en parusía!

¡A ti, Jesús, Hijo esperado,
aparecido en nuestros días,
con santo júbilo cantamos!
¡Ven en tu reino, ven de prisa! Amén.

SALMODIA

Ant 1. Desde Sión vendrá el Señor todopoderoso a salvar a su pueblo.

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Desde Sión vendrá el Señor todopoderoso a salvar a su pueblo.

Ant 2. Por amor de Sión no callaré, hasta que amanezca, como una aurora, su Justo.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Por amor de Sión no callaré, hasta que amanezca, como una aurora, su Justo.

Ant 3. El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.

LECTURA BREVE   Flp 4, 4-5

Estad siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: Estad alegres. Que vuestra bondad sea conocida de todos. El Señor está cerca.

RESPONSORIO BREVE

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.

PRECES

Hermanos, oremos a Cristo, el Señor que viene a salvar a todos los hombres, y digámosle confiadamente:

Ven, Señor Jesús.

Señor Jesucristo, que por el misterio de la encarnación manifestaste al mundo la gloria de tu divinidad,
vivifica al mundo con tu venida.

Tú que participaste de nuestra debilidad,
concédenos tu misericordia.

Tú que en tu primera venida viniste humildemente para salvar al mundo de sus pecados,
absuélvenos de todas las culpas, cuando vuelvas de nuevo con gloria y majestad.

Tú que lo gobiernas todo con tu poder,
ayúdanos, por tu bondad, a alcanzar la herencia eterna.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que estás sentado a la derecha del Padre,
alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, digamos al Padre:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Concédenos, Señor, que la renovación del misterio de la Navidad de tu Hijo, a la cual nos preparamos, nos libre del antiguo yugo del pecado por el cual estamos oprimidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LITURGIA DE LAS HORAS - COMPLETAS



COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO ACABAMOS EL DÍA

Cuando acabamos el día
te suplicamos, Señor,
nos hagas de centinela
y otorgues tu protección.

Que te sintamos: contigo
sueñe nuestro corazón
para cantar tus loores
de nuevo al salir el sol.

Danos vida saludable,
alienta nuestro calor,
tu claridad ilumine
la oscuridad que llegó.

Dánoslo, Padre piadoso,
por Jesucristo, el Señor,
que reina con el Espíritu
Santo vivificador. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

Salmo 30, 2-6 - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

Ant 2. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

LECTURA BREVE   Ef 4, 26-27

No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

EVANGELIO - 18 de Diciembre - San Mateo 1,18-24


    Evangelio según San Mateo 1,18-24.

    Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
    José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
    Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
    Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".
    Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros".
    Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 18 de Diciembre - "José, hijo de David, no tengas reparo en recibir a María como esposa tuya"


       León XIII (1810-1903), papa 1878-1903 Quanquam pluries

“José, hijo de David no tengas reparo en recibir a María como esposa tuya.” 

    Las razones y motivos especiales por los que San José es proclamado patrón de la Iglesia y que ésta espere mucho de su protección y de su patronato, residen en que José fue el esposo de María y padre putativo de Jesús. De aquí se desprende su dignidad, su favor, su santidad, su gloria. Ciertamente, la dignidad de la Madre de Dios es tan alta que no hay nada que pueda ser creado por encima de ella. Pero, como José ha sido unido a la bienaventurada Virgen por los lazos conyugales, no hay duda de que haya sido más cercano que nadie a esta dignidad eminente por la que María, la Madre de Dios sobrepasa infinitamente todas las cosas creadas. El matrimonio es, en efecto, la comunidad y la unión más íntima de todas las que puedan existir y tiene como consecuencia la comunión de bienes entre el uno y el otro cónyuge. Así, al ser José esposo de María Virgen, Dios le dio en él no solamente un compañero para la vida, un testimonio de su virginidad, un guardián de su honor, sino además, en virtud del pacto conyugal, un partícipe de su sublime dignidad.

    De igual manera, José brilla entre todos por la más augusta dignidad, porque ha sido, por la voluntad divina, el guardián del Hijo de Dios, mirado por los hombres como hijo suyo. De ahí que el Hijo de Dios estaba humildemente sumiso a José y le obedecía, cumpliendo todos los deberes que los hijos están obligados a cumplir respecto de sus padres.

    De esta doble dignidad se desprenden los deberes que la naturaleza impone a los padres de familia, tal como José era el guardián, el administrador y el defensor legítimo y natural de la casa divina de la que él era la cabeza... La casa divina que José gobernaba con autoridad de padre contenía las primicias de la Iglesia naciente... Estas son las razones por las que el bienaventurado patriarca vela con particular solicitud sobre la multitud de los cristianos en la Iglesia a él confiada.

SANTORAL - SANTO PABLO NGUYEN Y CATEQUISTAS MÁRTIRES

18 de Diciembre


    En la colina de Go-Voi, en Tonkin, santos Pablo Nguyen Van My, Pedro Truong Van Duong y Pedro Vu Van Truat, mártires, los cuales, siendo catequistas y manteniéndose firmes en la fe, en tiempo del emperador Minh Mang fueron estrangulados.A los tres santos que fueron martirizados el 18 de diciembre de 1838 en Co-Voi, Vietnam, les llevó al martirio las argucias de una mujer, llamada Yen, que creía que denunciando a los dirigentes cristianos de su pueblo podría obtener el indulto para su marido, encarcelado bajo la acusación de pertenecer a una banda de maleantes. Simuló querer convertirse al cristianismo y así pudo saber quiénes eran los catequistas de la comunidad cristiana de Bau-No, y al no estar el misionero, san Juan Carlos Cornay, los denunció a ellos. Arrestados y conducidos ante el mandarín, se negaron a decir dónde estaba el misionero, que era lo que más quería el mandarín, pero se les exigió también que pisotearan la cruz en señal de apostasía. Los confesores de la fe se negaron y persistieron en su negativa pese a los golpes y azotes que acompañaron los tremendos interrogatorios a los que fueron sometidos. Condenados por fin a muerte, los tres la recibieron con entereza y generosidad evangélicas. Fueron beatificados en el 1900 y canonizados el 19 de junio de 1988 por el papa Juan Pablo II.

    Pablo Nguyen Van My nació en Ke-Non en 1798. Decidido a ser catequista, hace los estudios en su pueblo y en Ké-Vinh. Fue nombrado colaborador del P. Marette, a cuyo lado trabajó apostolicamente entre 1817 y 1836. Ese año pasó a la compañía de san Juan Carlos Cornay, hasta su detención.

    Pedro Truong Van Duong nació en Ke-So en 1808 en el seno de una familia cristiana. A los 9 años es acogido en la misión de Yentap, y pasa luego como ayudante de varios sacerdotes hasta que en 1824 obtiene el diploma de catequista, siendo enviado a Bau-No con el P. Marette. Arrestado y bárbaramente azotado, se mantuvo firme y desde la cárcel escribió una carta en la que manifestó su alegría de padecer por Cristo.

    Pedro Vu Van Truat había nacido en Ké-Thiec en 1816 y se preparaba para ser catequista cuando fue arrestado con sus dos compañeros de martirio. Como perseveraba firme en la fe pese a los azotes y malos tratos, san Juan Carlos Cornay le mandó a la cárcel el diploma de catequista. Lo sacaban para el suplicio cuando un mandarín le dijo que por qué se dejaba matar siendo tan joven, que era una cosa estúpida, a lo que el mártir respondió que no era estúpido dar esta vida terrena a cambio de la eterna.

TEOLOGÍA DEL CUERPO

Visión del Papa Juan Pablo II sobre el amor humano

COMPLEMENTARIEDAD ENTRE VIRGINIDAD Y MATRIMONIO
Audiencia General 14 de abril de 1982

1. Ahora continuamos las reflexiones de los capítulos precedentes sobre las palabras acerca de la continencia «por el reino de los cielos», que, según el Evangelio de Mateo (19, 10-12), Cristo dirigió a sus discípulos.

Digamos una vez más que estas palabras, en toda su concisión, son maravillosamente ricas y precisas; son ricas por un conjunto de implicaciones, tanto de naturaleza doctrinal, como pastoral; pero, al mismo tiempo, indican un justo límite en la materia. Así, pues, cualquier interpretación maniquea queda decididamente fuera de ese límite, como también queda fuera de él, según lo que Cristo dijo en el sermón de la montaña, el deseo concupiscente «en el corazón» (cf. Mt 5, 27-28).

En las palabras de Cristo sobre la continencia «por el reino de los cielos», no hay alusión alguna referente a la «inferioridad» del matrimonio respecto al «cuerpo», o sea, respecto a la esencia del matrimonio, que consiste en el hecho de que el hombre y la mujer se unen en él de tal modo que se hacen una «sola carne» (cf. Gén 2, 24; «los dos serán una sola carne»). Las palabras de Cristo referidas en Mateo 19, 11-12 (igual que las palabras de Pablo en la primera Carta a los Corintios, cap. 7) no dan fundamento ni para sostener la «inferioridad» del matrimonio, ni la «superioridad» de la virginidad o del celibato, en cuanto éstos, por su naturaleza, consisten en abstenerse de la «unión conyugal» «en el cuerpo». Sobre este punto resultan decididamente límpidas las palabras de Cristo. El propone a sus discípulos el ideal de la continencia y la llamada a ella, no a causa de la inferioridad o con perjuicio de la «unión» conyugal «en el cuerpo», sino sólo por el «reino de los cielos».

2. A esta luz resulta particularmente útil una aclaración más profunda de la expresión misma «por el reino de los cielos»; y es lo que trataremos de hace a continuación, al menos de modo sumario. Pero, por lo que respecta a la justa comprensión de la relación entre le matrimonio y la continencia de la que habla Cristo, y de la comprensión de esta relación como la ha entendido toda la tradición, merece la pena añadir que esa «superioridad» e «inferioridad» están contenidas en los límites de la misma complementaridad del matrimonio y de la continencia por el reino de Dios. El matrimonio y la continencia ni se contraponen el uno a la otra, ni dividen, de por sí, la comunidad humana (y cristiana) en dos campos (diríamos: los «perfectos» a causa de la continencia, y los «imperfectos» o menos perfectos a causa de la realidad de la vida conyugal). Pero estas dos situaciones fundamentales, o bien, como solía decirse, estos dos «estados», en cierto sentido se explican y completan mutuamente, con relación a la existencia y a la vida (cristiana) de esta comunidad, que en su conjunto y en todos sus miembros se realiza en la dimensión del reino de Dios y tiene una orientación escatológica, que es propia de ese reino. Ahora bien, respecto a esta dimensión y a esta orientación -en la que debe participar por la fe toda la comunidad, esto es, todos los que pertenecen a ella-, la continencia «por el reino de los cielos» tiene una importancia particular y una particular elocuencia para los que viven la vida conyugal. Por otra parte, es sabido que estos últimos forman la mayoría.

3. Parece, pues, que una complementaridad así entendida tiene su fundamento en las palabras de Cristo según Mateo 19, 11-12 (y también en la primera Carta a los Corintios, cap. 7). En cambio, no hay base alguna para una supuesta contraposición, según la cual los célibes (o las solteras), sólo a causa de la continencia constituirían la clase de los «perfectos» y, por el contrario, las personas casadas formarías la clase de los «no perfectos» (o de los «menos perfectos»). Si, de acuerdo con una cierta tradición teológica, se habla del estado de perfección (status perfectionis), se hace no a causa de la continencia misma, sino con relación al conjunto de la vida fundada sobre los consejos evangélicos (pobreza, castidad y obediencia), ya que esta vida corresponde a la llamada de Cristo a la perfección («Si quieres ser perfecto...» Mt 19, 21). La perfección de la vida cristiana se mide, por lo demás, con el metro de la caridad. De donde se sigue que una persona que no viva en el «estado de perfección» (esto es, en una institución que establezcan su plan de vida sobre los votos de pobreza, castidad y obediencia), o sea, que no viva en un instituto religioso, sino en el «mundo», puede alcanzar de hecho un grado superior de perfección -cuya medida es la caridad- respecto a la persona que viva en el «estado de perfección» con un grado menor de caridad. Sin embargo, los consejos evangélicos ayudan indudablemente a conseguir una caridad más plena. Por tanto, el que la alcanza, aun cuando no viva en un «estado de perfección» institucionalizado, llega a esa perfección que brota de la caridad, mediante la fidelidad al espíritu de esos consejos. Esta perfección es posible y accesible a cada uno de los hombres, tanto en un «instituto religioso» como en el «mundo».

4. Parece, pues, que a las palabras de Cristo, referidas por Mateo (19, 11-12) corresponde adecuadamente la complementaridad del matrimonio y de la conciencia «por el reino de los cielos» en su significado y en su múltiple alcance. En la vida de una comunidad auténticamente cristiana, las actitudes y los valores propios de uno a otro estado - esto es, de una u otra opción esencial y consciente como vocación para toda la vida terrena y en la perspectiva de la «Iglesia celeste»-, se completan y, en cierto sentido, se compenetran mutuamente. El perfecto amor conyugal debe estar marcado por esa fidelidad y esa donación al único Esposo (y también por la fidelidad y donación del Esposo a la única Esposa) sobre las cuales se fundan la profesión religiosa y el celibato sacerdotal. En definitiva, la naturaleza de uno y otro amor es «esponsalicia», es decir, expresada a través del don total de sí. Uno y otro amor tienden a expresar el significado esponsalicio del cuerpo, que «desde el principio» está grabado en la misma estructura personal del hombre y de la mujer.

5. Por otra parte, el amor esponsalicio que encuentra su expresión en la continencia «por el reino de los cielos», debe llevar en su desarrollo normal a «la paternidad» o «maternidad» en sentido espiritual (o sea, precisamente a esa «fecundidad del Espíritu Santo», de la que ya hemos hablado), de manera análoga al amor conyugal que madura en la paternidad y maternidad física y en ellas se confirma precisamente como amor esponsalicio. Por su parte, incluso la generación física sólo responde plenamente a su significado si se completa con la paternidad y maternidad en el espíritu, cuya expresión y cuyo fruto es toda la obra educadora de los padres respecto a los hijos, nacidos de su unión conyugal corpórea.

Como se ve, son numerosos los aspectos y las esferas de la complementariedad entre la vocación, en sentido evangélico, de los que «toman mujer y marido» (Lc 20, 34) y de los que consciente y voluntariamente eligen la continencia «por el reino de los cielos» (Mt 19, 12).

San Pablo, en su primera Carta a los Corintios (que analizaremos en nuestras posteriores consideraciones), escribirá sobre este tema: «Cada uno tiene de Dios su propia gracia; éste, una; aquél, otra» (1Cor 7, 7).