miércoles, 17 de marzo de 2021

EVANGELIO - 18 de Marzo - San Juan 5,31-47.


        Libro del Exodo 32,7-14.

    El Señor dijo a Moisés: "Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido.
    Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: "Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto".
    Luego le siguió diciendo: "Ya veo que este es un pueblo obstinado.
    Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación".
    Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: "¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa?
    ¿Por qué tendrán que decir los egipcios: "El los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra?". Deja de lado tu indignación y arrepiéntete del mal que quieres infligir a tu pueblo.
    Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: "Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia".
    Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.


Salmo 106(105),19-20.21-22.23.

En Horeb se fabricaron un ternero,
adoraron una estatua de metal fundido:
así cambiaron su Gloria
por la imagen de un toro que come pasto.

Olvidaron a Dios, que los había salvado
y había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam
y portentos junto al Mar Rojo.

El Señor amenazó con destruirlos,
pero Moisés, su elegido,
se mantuvo firme en la brecha
para aplacar su enojo destructor.


    Evangelio según San Juan 5,31-47.

    Jesús dijo a los judíos: Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría.
    Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero.
    Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
    No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.
    Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz.
    Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.
    Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.
    Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.
    Mi gloria no viene de los hombres.
    Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.
    He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir.
    ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?
    No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza.
    Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí.
    Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 18 de Marzo - « Si creéis en Moisés, creeréis también en mí, porque es de mí de quién él ha hablado »


         Santiago de Saroug (c. 449-521) monje y obispo sirio Homilía sobre el velo de Moisés 12-13

« Si creéis en Moisés, creeréis también en mí, porque es de mí de quién él ha hablado »

    Moisés anunció los misterios pero sin explicarlos. Él tenía dificultad de palabra y era incapaz de hablar con claridad (Ex 4,10). Esta dificultad de palabra se le mantuvo a propósito para que sus discursos siguieran siendo inexplicables. Cuando nuestro Señor vino, desató la lengua de Moisés y hoy sus palabras son distintas, ya que su lengua no tartamudea más y sus discursos son claros como el día. Hasta nuestro Señor, la palabra estaba entumecida, se quedó sin explicación, y todo lo que se dijo de Él ha permanecido en la oscuridad. El misterio escondido a la fe se ocultó detrás de la tartamudez y el velo (Ex 34,33; 2 Cor 3:14), así permaneció largo tiempo hasta que llegó la hora de su proclamación para el gran día. Moisés pidió ver al Padre (Ex 33,18); De hecho, presentía que el Hijo llegaría a este mundo al descubierto. Fue entonces cuando el Padre le mostró la otra cara de su rostro; quiso mostrárselo ya que su Hijo se manifestará bajo apariencia humana. El Eterno puso una distinción entre la cara y el reverso, para que Moisés reconociera que la tierra contemplará a su Hijo en la forma de un hombre... Este reverso que ha contemplado Moisés, es lo que le puso brillante la piel de su rostro (Ex 34,29). El esplendor del Hijo reposó sobre el conjunto de la profecía...; cuando hablaba Moisés, era Él quien hablaba por su boca, porque Él es la Palabra que inspiró todas las palabras de la profecía. Sin Él, no hay para los profetas palabra ni revelación posible, porque Él es la fuente primera de la profecía... Pero cuando llegó el Crucificado, el Esposo, la profecía desveló su rostro y expuso su voz en la Asamblea. El Hijo de la Virgen les ha levantado el velo a los hebreos; todo ha quedado manifiesto, claro y fácil de interpretar.

SANTORAL - SAN CIRILO DE JERUSALÉN

18 de Marzo


    San Cirilo nació cerca de Jerusalen y fue Arzobispo de esa ciudad durante 30 años, de los cuales estuvo 16 años en destierro. 5 veces fue desterrado: tres por los de extrema izquierda y dos por los de extrema derecha.

    Era un hombre suave de carácter, enemigo de andar discutiendo, que deseaba más instruir que polemizar, y trataba de permanecer neutral en las discusiones. Pero por eso mismo una vez lo desterraban los de un partido y otra vez los del otro.

    Aunque los de cada partido extremista lo llamaban hereje, sin embargo San Hilario (el defensor del dogma de la Santísima Trinidad) lo tuvo siempre como amigo, y San Atanasio (el defensor de la divinidad de Jesucristo) le profesaba una sincera amistad, y el Concilio general de Constantinopla, en el año 381, lo llama "valiente luchador para defender a la Iglesia de los herejes que niegan las verdades de nuestra religión".

    Una de las acusaciones que le hicieron los enemigos fue el haber vendido varias posesiones de la Iglesia de Jerusalen para ayudar a los pobres en épocas de grandes hambres y miserias. Pero esto mismo hicieron muchos obispos en diversas épocas, con tal de remediar las graves necesidades de los pobres.

    El emperador Juliano, el apóstata, se propuso reconstruir el templo de Jerusalen para demostrar que lo que Jesús había anunciado en el evangelio ya no se cumplía. San Cirilo anunció mientras preparaban las grandes cantidades de materiales para esa reconstrucción, que aquella obra fracasaría estrepitosamente. Y así sucedió y el templo no se reconstruyó.

    San Cirilo de Jerusalen se ha hecho célebre y ha merecido el título de Doctor de la Iglesia, por unos escritos suyos muy importantes que se llaman "Catequesis". Son 18 sermones pronunciados en Jerusalen, y en ellos habla de la penitencia, del pecado, del bautismo, y del Credo, explicándolo frase por frase. Allí instruye a los recién bautizados acerca de las verdades de la fe y habla bellísimamente de la Eucaristía.

    En sus escritos insiste fuertemente en que Jesucristo sí esta presente en la Santa Hostia de la Eucaristía. A los que reciben la comunión en la mano les aconseja: "Hagan de su mano izquierda como un trono en el que se apoya la mano derecha que va a recibir al Rey Celestial. Cuidando: que no se caigan pedacitos de hostia. Así como no dejaríamos caer al suelo pedacitos de oro, sino que los llevamos con gran cuidado, hagamos lo mismo con los pedacitos de Hostia Consagrada".

    Al volver de su último destierro que duró 11 años, encontró a Jerusalen llena de vicios y desórdenes y divisiones y se dedicó con todas sus fuerzas a volver a las gentes al fervor y a la paz, y a obtener que los que se habían pasado a las herejías volvieran otra vez a la Santa Iglesia Católica. A los 72 años murió en Jerusalen en el año 386.En 1882 el Sumo Pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.

Oremos

    Señor, Dios nuestro, que has permitido a tu Iglesia penetrar con mayor profundidad en los sacramentos de la salvación, por la predicación de San Cirilo, obispo de Jerusalén, concédenos, por su intercesión, llegar a conocer de tal modo a tu Hijo que podamos participar con mayor abundancia de su vida divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén