lunes, 8 de septiembre de 2025

EVANGELIO DEL DÍA - 09 de Septiembre - San Lucas 6,12-19


   Carta de San Pablo a los Colosenses 2,6-15.

    Vivan en Cristo Jesús, el Señor, tal como ustedes lo han recibido, arraigados y edificados en él, apoyándose en la fe que les fue enseñada y dando gracias constantemente.
    No se dejen esclavizar por nadie con la vacuidad de una engañosa filosofía, inspirada en tradiciones puramente humanas y en los elementos del mundo, y no en Cristo.
    Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y ustedes participan de esa plenitud de Cristo, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad.
    En él fueron circuncidados, no por mano de hombre, sino por una circuncisión que los despoja del cuerpo carnal, la circuncisión de Cristo.
    En el bautismo, ustedes fueron sepultados con él, y con él resucitaron, por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos.
    Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y de la incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir con él, perdonando todas nuestras faltas.
    El canceló el acta de condenación que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz.
    En cuanto a los Principados y a las Potestades, los despojó y los expuso públicamente a la burla, incorporándolos a su cortejo triunfal.

    Palabra de Dios


Salmo 145(144),1-2.8-9.10-11.

¡El Señor es bueno con todos!

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey,
y bendeciré tu Nombre eternamente;
día tras día te bendeciré,
y alabaré tu Nombre sin cesar.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.


    Evangelio según San Lucas 6,12-19.

    Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.
    Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
    Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 09 de Septiembre - «Pasó la noche orando a Dios. Al llegar el día, llamó a sus discípulos y escogió a doce de entre ellos»


Santa Teresa de Calcuta (1910-1997) fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad El gozo del don


«Pasó la noche orando a Dios. Al llegar el día, llamó a sus discípulos y 
escogió a doce de entre ellos»
        
    Creo que nuestras hermanas han recibido esta comunicación de gozo que se percibe en  muchos de los religiosos que se han dado a Dios sin reserva. Nuestra obra no es más que la expresión de nuestro amor por Dios. Este amor necesita a alguien que lo reciba, y de esta manera, la gente con la que nos encontramos nos dan el medio para poderlo expresar.

    Tenemos necesidad de encontrar a Dios, y no le vamos a encontrar ni en la agitación ni en medio del ruido. Dios es amigo del silencio. ¡En medio de qué silencio crecen los árboles, las flores y la hierba! ¡Y en medio de qué silencio de mueven las estrellas, la luna y el sol! Nuestra misión ¿no es dar a Dios a los pobres de las barracas? Pero no un Dios muerto, sino al Dios vivo y amante. Cuanto más recibamos en la oración silenciosa, más podremos dar en nuestra vida activa. Tenemos necesidad de silencio para ser capaces de llegar a las almas. Lo esencial no es lo que decimos, sino lo que Dios nos dice y dice a través nuestro. Todas nuestras palabras serán vanas en tanto que no vendrán de lo más íntimo; las palabras que no transmiten la luz de Cristo, no sirven más que para aumentar las tinieblas.

    Nuestro progreso en la santidad depende de Dios y de nosotros mismos, de la gracia de Dios y de nuestra voluntad de ser santos. Nos hace tomar en serio el compromiso vital de llegar a la santidad. «Quiero ser santo» significa: Quiero desligarme de todo lo que no es Dios, quiero despojar mi corazón de todas las cosas creadas, quiero vivir en la pobreza y en el desprendimiento, quiero renunciar a mi voluntad, a mis inclinaciones, a mis caprichos y gustos, y hacerme el servidor dócil de la voluntad de Dios.

SANTORAL - SAN PEDRO CLAVER

09 de Septiembre


    “¿Cómo puedo amar de verdad al Señor? ¿Qué debo hacer para agradarle? Enséñamelo. Él me da un gran deseo de ser todo suyo, pero no sé qué hacer”. Esta era la pregunta que Pedro Claver, estudiante de filosofía en Palma de Mallorca (España) dirigía al portero del convento de los jesuitas, Alfonso Rodríguez. Éste, tras haber rezado largo tiempo, exhortó al joven a partir para evangelizar en América.

De España a Cartagena

    Pedro, nacido en Verdú (Cataluña, España) el 25 de junio de 1581, no provenía de una familia noble. Hizo el noviciado en Tarragona, los estudios filosóficos en Palma de Mallorca, e inició los teológicos en Barcelona. Aún no los había terminado cuando fue destinado a la misión en Nueva Granada –antiguo nombre de Colombia-.

    El joven desembarcó en Cartagena en 1610, y fue ordenado sacerdote en 1616 en la misión en la que, durante 44 años, operó entre los esclavos afroamericanos, en un periodo de auge de la trata de seres humanos.

Siervo de los esclavos

    Educado en la escuela del misionero Alfonso de Sandoval, Pedro hizo voto de servir siempre a los esclavos africanos, “Aethiopum semper servus” –ya que en la época todos ellos eran llamados “etíopes”-. Las costas en las que se desembarcaba a miles de personas, arrancadas sin piedad de su tierra y su propia vida, se convirtieron en el campo del apostolado del joven jesuita.

    Cada mes, cuando se anunciaba la llegada de nuevos esclavos hacinados en las naves, Pedro Claver salía a su encuentro con su barca para llevarles alimentos, socorro y consuelo. Despertaba en cada uno el sentido de la propia dignidad humana, llevaba la fe a los no bautizados, elevaba a todos al conocimiento y a la práctica de las virtudes evangélicas. Curaba sus heridas, y para alimentarlos y vestirlos llamaba a todas las puertas pidiendo limosna. Con el fin de instruirlos, aprendió la lengua de los angoleños, y se rodeó además de un grupo de 18 intérpretes. A causa de su incansable labor, fue acusado de “celo incauto” y de haber profanado los sacramentos al impartirlos a criaturas que “a duras penas poseen un alma”.

La muerte en medio del abandono y la contemplación

    En 1650 Pedro enfermó de peste; sobrevivió, pero durante el resto de su vida ya no pudo trabajar. Transcurrió los últimos cuatro años de su existencia terrena inmovilizado en la enfermería del convento. El hombre que había sido el alma de la ciudad, padre de los pobres y consolador de tantas desdichas, fue completamente olvidado por todos, y pasó el tiempo en oración.

    Pedro Claver murió el 8 de septiembre de 1654. Fue elevado a los altares el 16 de julio de 1850 por el Beato Pío IX, y canonizado el 15 de enero de 1888 por León XIII, junto con Alfonso Rodríguez. El 7 de julio de 1896 fue proclamado patrón de todas las misiones católicas entre los africanos.

Oremos

    Oh Dios, que fortaleciste a San Pedro Claver con admirable caridad y paciencia para ser esclavo de los esclavos; concédenos por su intercesión buscar lo que es de Jesucristo amando a nuestros hermanos con obras y de verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

-FRASE DEL DÍA-