domingo, 28 de mayo de 2023

MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA



    El Papa Pablo VI, dirigiéndose a los padres conciliares del Vaticano II, declaró que María Santísima es Madre de la Iglesia.

    La Virgen María es la Madre de todos los hombres y especialmente de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, desde que es Madre de Jesús por la Encarnación. Jesús mismo lo confirmó desde la Cruz antes de morir, dándonos a su Madre por madre nuestra en la persona de San Juan, y el discípulo la acogió como Madre; nosotros hemos de tener la misma actitud que el Discípulo Amado. Por eso, la piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano. Vamos cumpliendo así la profecía de la Virgen, que dijo: "Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones" (Lc 1,48).

¿Por qué María es Madre de la Iglesia?

    María es Madre de la Iglesia porque, al ser Madre de Cristo, es también madre de los fieles y de los pastores de la Iglesia, que forman con Cristo un solo Cuerpo Místico.

¿Por qué llamamos a María Mediadora y Cooperadora de la Redención?

    Llamamos a María Mediadora y Cooperadora de la Redención porque, con su caridad maternal y su colaboración en el Sacrificio de Cristo, participó en nuestra reconciliación, que aplica a los hermanos de su Hijo todavía peregrinos con su constante y amorosa intercesión.

¿Qué culto tributa la Iglesia a la Santísima Virgen?

    La Iglesia tributa a la Virgen un culto singular que empezó pronto en la Iglesia y que durará siempre, según las palabras proféticas de María: "Me llamarán bienaventurada todas las generaciones". Ese amor que los fieles tributan a María como Madre, procurando amarla como la ama el Señor Jesús, es lo que conocemos como Piedad Filial.

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 29 de Mayo - San Juan 19,25-34.


    Libro de Génesis 3,9-15.20.

    Después que Adán comió del árbol, el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?".
    "Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí".
    El replicó: "¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?".
    El hombre respondió: "La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él".
    El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Cómo hiciste semejante cosa?".    La mujer respondió: "La serpiente me sedujo y comí".
    Y el Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida.
    Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón".
    El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes.


Salmo 87(86),1-2.3.5.6-7.

¡Esta es la ciudad que fundó el Señor
sobre las santas Montañas!
El ama las puertas de Sión
más que a todas las moradas de Jacob.

Cosas admirables se dicen de ti,
Ciudad de Dios.
Así se hablará de Sión:
«Este, y también aquél,

han nacido en ella,
y el Altísimo en persona la ha fundado.»
Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá:
«Este ha nacido en ella.»

Y todos cantarán, mientras danzan:
«Todas mis fuentes de vida están en ti.»


    Evangelio según San Juan 19,25-34.

    Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
    Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".
    Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
    Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed.
    Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.
    Después de beber el vinagre, dijo Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.
    Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne.
    Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús.
    Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 29 de Mayo - "María al pie de la cruz"


        Santo Papa Francisco - Lumn Fidei Vatican News


"María al pie de la cruz"

    María está al pie de la cruz. Ella "estaba de pie": esto indica presencia, continuidad, la fuerza de estar ahí. A diferencia de los discípulos, María nunca dejó a su Hijo Jesús en el camino de la Cruz. Allí, Jesús confía al discípulo amado a su Madre (y viceversa). María afronta este momento con gran dignidad, no escapa a los acontecimientos de la vida, sino que se mantiene en pie.

    María es invitada por su Hijo a decir un nuevo "Aquí estoy", un nuevo "sí", más convencido y más maduro. A través de su "estar al pie de la cruz", madura su experiencia de fe y maternidad, y esto la hace capaz de ir más allá. Desde el principio, el corazón de María estaba lleno de interrogantes: "Se preguntaba qué podía significar ese saludo" (Lc 1,29). Las preguntas también surgieron en presencia de Simeón: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos" (Lc 2,34-35). María y José "estaban admirados por lo que oían decir del Niño" (Lc 2,33).

    El "Aquí estoy" de María no es de una vez por todas, sino que crece, madura a través de los acontecimientos de la vida, incluidos los de la Cruz, junto a la que María "está de pie". Aquí, en esta fidelidad lograda, María recibe una nueva misión, una especie de "suplemento" de la maternidad, hasta el punto de convertirse en "Madre de la Iglesia". Madre, porque nos regenera en la gracia para que aprendamos a crecer en la medida de Cristo (Ef 4,7-13).

SANTORAL - SAN FELIX ZARAGOZA

29 de Mayo


 Santos Voto y Félix Eremitas (s. VIII)

    Todo Aragón, con Zaragoza, está dominado por los sarracenos que hace más de medio siglo llegaron a España. Los discípulos de Jesucristo, tienen que pagar tributos especiales al moro si quieren seguir haciendo las prácticas cristianas. Así, disgustados y humillados como muchos otros, viven los hermanos Voto y Félix que son gente perteneciente a la nobleza, piadosos y buenos con los pobres. Voto es amante de la caza.

    Ha herido a un ciervo en el monte, y recorre la maleza para atraparlo. Alertado por los ladridos, ve al animal que va huyendo; espolea su caballo. El ciervo se despeña por un precipicio y, cuando Voto quiere darse cuenta, se ha desbocado el caballo. Se encomienda a san Juan Bautista y el caballo se inmoviliza, en el borde de la sima. (Aún hoy los vecinos muestran la peña y las huellas que dejaron allí los hierros del animal) Inspecciona Voto el lugar, encontrando entre las matas y arbustos una ermita dedicada a san Juan Bautista.

    En su interior tiene un hombre muerto y una escritura donde se lee: «Yo, Juan, eremita en este sitio, habiendo despreciado al mundo, fundé como pude esta ermita en honor de san Juan Bautista, y aquí descanso en paz. Amén.» No sabe qué hacer ¡son tantas las cosas sucedidas en tan poco tiempo!... decide dar sepultura al muerto y regresa a su casa con el alma encogida y ansiando poner al corriente de los acontecimientos a su hermano Félix.

    Deducen que el muerto bien pudiera ser Juan, el de Atarés, de quien nadie daba razón desde hacía años; si acertaran en su conjetura, todo se explica por el retiro a una vida solitaria y santa. Ahora todo se les junta en la cabeza: la presencia de los moros y las dificultades para ser hombres íntegros de fe.

    Deciden repartir sus bienes entre los pobres y se marchan al monte Panno; construyen dos ermitas junto a la que ya había y comienzan un retiro en paz. Allí contemplan con piedad la Pasión de Cristo, meditan las verdades eternas; alimento de raíces, hierbas y frutos que da el campo, en alguna trampa caen animales y, sorbetean algunos huevos de nidadas salvajes.

    Descubierta su presencia, van agregándose gentes que construyen otras cabañas donde vivir en la proximidad y abrigo de los eremitas.

    Voto muere primero, el día 29 de mayo, algo después Félix. Su fiesta se celebra el mismo día por la unión mantenida en el sitio, tiempo y modo de santidad. Esa ermita primera, fue el origen de San Juan de la Peña, cuna del resurgimiento aragonés, en donde se veneran los restos de los dos santos, con los del eremita Atarés.


Oremos

  
 Señor, tú que otorgaste a los santos Voto, Félix y compañeros la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de estos santos, la gracia de vivir fielmente nuestra vocación, para que así tendamos a la perfección que nos has propuesto en la persona de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo. Amén

-FRASE DEL DÍA-