martes, 15 de diciembre de 2015
EVANGELIO
Evangelio del Día de la Semana III
Del propio del Tiempo. Salterio III
Martes 15 de Diciembre
¡Ay de la rebelde, de la impura, de la ciudad opresora!
Ella no escuchó el llamado, no aprendió la lección, no puso su confianza en el Señor ni se acercó a su Dios.
Entonces, yo haré que sean puros los labios de los pueblos, para que todos invoquen el nombre el Señor y lo sirvan con el mismo empeño.
Desde más allá de los ríos de Cus,
mis adoradores, los que están dispersos,
me traerán ofrendas.
Aquel día,
ya no tendrás que avergonzarte de las malas acciones
con las que me has ofendido,
porque yo apartaré a esos jactanciosos prepotentes
que están en medio de ti,
y ya no volverás a engreírte
sobre mi santa Montaña.
Yo dejaré en medio de ti
a un pueblo pobre y humilde,
que se refugiará en el nombre del Señor.
El resto de Israel
no cometerá injusticias
ni hablará falsamente;
y no se encontrarán en su boca
palabras engañosas.
Ellos pacerán y descansarán
sin que nadie los perturbe.
Salmo 34(33),2-3.6-7.17-18.19.23.
Ella no escuchó el llamado, no aprendió la lección, no puso su confianza en el Señor ni se acercó a su Dios.
Entonces, yo haré que sean puros los labios de los pueblos, para que todos invoquen el nombre el Señor y lo sirvan con el mismo empeño.
Desde más allá de los ríos de Cus,
mis adoradores, los que están dispersos,
me traerán ofrendas.
Aquel día,
ya no tendrás que avergonzarte de las malas acciones
con las que me has ofendido,
porque yo apartaré a esos jactanciosos prepotentes
que están en medio de ti,
y ya no volverás a engreírte
sobre mi santa Montaña.
Yo dejaré en medio de ti
a un pueblo pobre y humilde,
que se refugiará en el nombre del Señor.
El resto de Israel
no cometerá injusticias
ni hablará falsamente;
y no se encontrarán en su boca
palabras engañosas.
Ellos pacerán y descansarán
sin que nadie los perturbe.
Salmo 34(33),2-3.6-7.17-18.19.23.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.
Miren hacia El y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
Pero el Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en El no serán castigados.
FUENTE: ©Evangelizo.org
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.
Miren hacia El y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
Pero el Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en El no serán castigados.
FUENTE: ©Evangelizo.org
SANTORAL
Santoral del Día de la Semana III
Del propio del Tiempo. Salterio III
Martes 15 de Diciembre
Nació en 1773 en Tubinga. Su padre, un empresario muy respetado (y también administrador de los bienes del Duque de Württemberg), lo envía a los dieciséis años a París y a los dieciocho a Verona, para aprender lenguas y práctica comercial. Se trata de un joven reservado y maduro, todo estudio y trabajo. Ferviente protestante, como toda su familia. Sin embargo, lo fascina el mundo vivaz de Verona con su vitalidad cultural y religiosa. Lo atrae el diálogo con algunas grandes figuras, de entre sacerdotes y laicos, y esto lo lleva en septiembre de 1792 a convertirse al catolicismo. Cuatro años después será ordenado sacerdote, con gran amargura de su familia, que lo deshereda (pero a la muerte de su hermana Guillermina los bienes paternos pasarán a él).
Es tiempo de guerra entre Napoleón y Austria: las batalla de Bassano, de Arcole, de Rivoli, y luego las revueltas antifrancesas de 1797 (las «Pascuas Veronesas»). Verona, ya bajo Venecia, por 18 años verá alternarse el dominio francés y el de los Habsburgo. Carlos Steeb vive este tiempo entre enfermerías, hospitales militares y lazaretos, como sacerdote, enfermero e intérprete en tres lenguas. Se mantiene enseñando, no tiene otros trabajos retribuidos. Su «trabajo estable» es el lecho de los sufrientes, en la guerra y la paz, entre quienes vive como un hombre de punta de la «Fraternidad evangélica de sacerdotes y laicos hospitalarios», fundada en 1796 por Pietro Leonardi, con hombres y mujeres. Se contagia el tifus y hace testamento, pero su director espiritual, el P. G.B. Bertolini, le advierte: «No es tu hora, el Señor espera algo grande de ti».
Eso grande nació en 1840, en dos pequeñas habitaciones: es el Instituto de Hermanas de la Misericordia, dedicadas a todo sufrimiento y necesidad; nace con el impulso y el apoyo económico suyo, y con el trabajo de la veronesa Luisa Poloni, después Madre Vincenza, de la que es confesor (confiesa a toda Verona, este alemán de voz débil). Desde aquellas dos habitaciones, el Instituto inició un viaje que continúa en el tercer milenio, con casas en Europa, América Latina y África. Y él muere después de ver completada la iglesia del Instituto en Verona, donde está depositado su cuerpo. SS Pablo VI lo beatificó en 1975.
Fuente: Santi e Beati
Fuente: Santi e Beati
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