lunes, 19 de mayo de 2025

CARTA ENCÍCLICA LUMEN FIDEI DEL SUMO PONTÍFICE FRANCISCO

  CAPÍTULO PRIMERO
HEMOS CREÍDO EN EL AMOR
(cf. 1 Jn 4,16)
La forma eclesial de la fe

    
    22. De este modo, la existencia creyente se convierte en existencia eclesial. Cuando san Pablo habla a los cristianos de Roma de que todos los creyentes forman un solo cuerpo en Cristo, les pide que no sean orgullosos, sino que se estimen « según la medida de la fe que Dios otorgó a cada cual » (Rm 12,3). El creyente aprende a verse a sí mismo a partir de la fe que profesa: la figura de Cristo es el espejo en el que descubre su propia imagen realizada. Y como Cristo abraza en sí a todos los creyentes, que forman su cuerpo, el cristiano se comprende a sí mismo dentro de este cuerpo, en relación originaria con Cristo y con los hermanos en la fe. La imagen del cuerpo no pretende reducir al creyente a una simple parte de un todo anónimo, a mera pieza de un gran engranaje, sino que subraya más bien la unión vital de Cristo con los creyentes y de todos los creyentes entre sí (cf. Rm 12,4-5). Los cristianos son « uno » (cf. Ga 3,28), sin perder su individualidad, y en el servicio a los demás cada uno alcanza hasta el fondo su propio ser. Se entiende entonces por qué fuera de este cuerpo, de esta unidad de la Iglesia en Cristo, de esta Iglesia que —según la expresión de Romano Guardini— « es la portadora histórica de la visión integral de Cristo sobre el mundo »[16], la fe pierde su « medida », ya no encuentra su equilibrio, el espacio necesario para sostenerse. La fe tiene una configuración necesariamente eclesial, se confiesa dentro del cuerpo de Cristo, como comunión real de los creyentes. Desde este ámbito eclesial, abre al cristiano individual a todos los hombres. La palabra de Cristo, una vez escuchada y por su propio dinamismo, en el cristiano se transforma en respuesta, y se convierte en palabra pronunciada, en confesión de fe. Como dice san Pablo: « Con el corazón se cree […], y con los labios se profesa » (Rm 10,10). La fe no es algo privado, una concepción individualista, una opinión subjetiva, sino que nace de la escucha y está destinada a pronunciarse y a convertirse en anuncio. En efecto, « ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿Cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? » (Rm 10,14). La fe se hace entonces operante en el cristiano a partir del don recibido, del Amor que atrae hacia Cristo (cf. Ga 5,6), y le hace partícipe del camino de la Iglesia, peregrina en la historia hasta su cumplimiento. Quien ha sido transformado de este modo adquiere una nueva forma de ver, la fe se convierte en luz para sus ojos.

[16] Vom Wesen katholischer Weltanschauung (1923), en Unterscheidung des Christlichen. Gesammelte Studien 1923-1963, Mainz 1963, 24.

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 20 de Mayo - San Juan 14,27-31a.


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 14,19-28.

    Vinieron de Antioquía y de Iconio algunos judíos que lograron convencer a la multitud. Entonces apedrearon a Pablo y, creyéndolo muerto, lo arrastraron fuera de la ciudad.
    Pero él se levantó y, rodeado de sus discípulos, regresó a la ciudad. Al día siguiente, partió con Bernabé rumbo a Derbe.
    Después de haber evangelizado esta ciudad y haber hecho numerosos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia.
    Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.
    En cada comunidad establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído.
    Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia.
    Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía.
    Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir.
    A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos.
    Después permanecieron largo tiempo con los discípulos.


Salmo 145(144),10-11.12-13ab.21.

¡Que tus fieles manifiesten tu gloria, Señor!.

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.

Mi boca proclamará la alabanza del Señor:
que todos los vivientes bendigan su santo Nombre,
desde ahora y para siempre.


    Evangelio según San Juan 14,27-31a.

    Jesús dijo a sus discípulos: «Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman !
    Me han oído decir: 'Me voy y volveré a ustedes'. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
    Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.
    Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.»

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 20 de Mayo - ¡Qué el Espíritu de paz nos conduzca!


San León Magno (¿-c. 461) papa y doctor de la Iglesia Sermones para Navidad, 6 (Lectures chrétiennes pour notre temps, Abbaye d'Orval, 1970)



¡Qué el Espíritu de paz nos conduzca!
            
    He aquí el bien al que el Apóstol nos invita “Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom 5.1). Esta breve máxima resume la puesta en obra de casi todos los mandamientos, ya que dónde se encuentra la verdadera paz no puede faltar ninguna virtud.

    ¿Qué quiere decir queridos hermanos, estar en paz con Dios, sino querer lo que él ordena y no desear lo que prohíbe? Las amistades humanas exigen afinidad de sentimientos y armonía de voluntades y las actitudes opuestas no pueden nunca conducir a un entendimiento. Entonces, el que se complace en lo que no agrada a Dios y encuentra sus delicias en lo que lo ofenden, no puede tener parte en la paz de Dios. No es ese el espíritu de hijos de Dios y esas actitudes no se acuerdan con la nobleza de su adopción. La raza elegida y real (cf. 1 Pe2,9) debe responder a la dignidad de su nuevo nacimiento, amar lo que ama el Padre y no estar jamás en desacuerdo con su Creador. (…)

    El nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz. El Apóstol dijo “Porque Cristo es nuestra paz; él ha unido a los dos pueblos en uno solo” (Ef 2,14). Judíos o gentiles, “por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu” (Ef 2,18). ¡Qué el Espíritu de paz nos lleve y conduzca a la unidad de pensamientos y de voluntad, en la concordia de la fe, esperanza y caridad, ya que “todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios” (Rm 8,14).

SANTORAL - BEATA MARÍA CRESCENCIA PÉREZ

20 de Mayo


     La Hermana María Crescencia Pérez fue conocida como “Sor Dulzura” por la entrega con que dedicó su vida a los enfermos. Hermana de las Hijas de María Santísima del Huerto, sus restos descansan, incorruptos, en la capilla del Colegio de la Ciudad de Pergamino. Fue proclamada Beata el 17 de noviembre de 2012.

    En Buenos Aires, el 17 de agosto de 1897 nació María Angélica Pérez, quinta hija de inmigrantes españoles. Al igual que sus once hermanos, fue criada en un ámbito de fe, rezos diarios del Rosario y visitas a misa cada domingo, sin importar lo lejos que estuvieran de la Iglesia. Tuvo un ejemplo de sacrificio y de servicio a los demás.

    La enfermedad de su madre, hizo que la familia se trasladara en 1905 a Pergamino, en busca de un mejor clima que posibilite su recuperación.

    En 1907, junto a una de sus hermanas, María Angélica ingresó como interna al “Hogar de Jesús”, una institución educativa de Pergamino que estaba a cargo de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora del Huerto.

    En este lugar María cursó la primaria y tomó clases de costura y bordado. Aquí encontró su vocación e ingreso al noviciado. Siempre demostró una personalidad especial que aportaba alegría, buena disposición, generosidad, también piedad religiosa y hábitos de orden, obediencia y sacrificios. De buen carácter y tono muy dulce, siempre estaba dispuesta a ayudar a todos. Ayudaba en la atención y en el cuidado de las internas, en la enseñanza y en el catecismo de estas chicas.

    En septiembre de 1916, María Angélica Pérez cambió su nombre, según costumbre de la época, por el de María Crescencia, en honor del santo mártir Crescencio, cuyas reliquias fueron colocadas en el altar mayor.

    En septiembre de 1918 la Hermana Crescencia hizo su Profesión Religiosa, que renovó por seis años hasta que, el 12 de enero de 1924 emitió su Profesión Perpetua.

    Los enfermos fueron su causa: en diciembre de 1924, es trasladada al Hospital Marítimo de Mar del Plata. A partir de esta tarea su compromiso, su sentido del deber y del amor al prójimo la colocarían en otro lugar. Estaba en el pabellón Santa Rosa de Lima que albergaba a las niñas que padecían tuberculosis ósea. Las ayudaba en el aseo y su higiene personal, era la responsable de su alimentación y de su educación. Además, les enseñaba a orar, les daba clases de catequesis y las preparaba para recibir su primera comunión. Las niñas internadas amaban a la Hermana Crescencia .

    En febrero de 1928 su salud comenzó a deteriorarse por lo que sus superiores decidieron, para cuidarla, trasladarla a otro lugar donde el clima la ayudara en su recuperación, Pergamino.

    El 8 de marzo de 1928, Crescencia llega a la comunidad de Vallenar, Chile, localidad que había sufrido una fuerte epidemia y un terremoto, para entregar su amor y a dar todo en pos de una comunidad tan necesitada. Pero ella ya estaba enferma y no se le permitía estar en contacto con los pacientes, por lo que era la responsable de la farmacia, de la cocina y de la dieta de cada paciente internado. Además, se ocupaba de la capilla del hospital, de la dirección del coro y de dar clases de catequesis.

    El clima en la región pareció hacerle bien, por lo menos los primeros dos años. Pero en 1930 contrajo bronconeumonía y agravo así su estado de salud. Meses después fue diagnosticada con tuberculosis pulmonar.

    En 1931, viajó a la localidad de Quillota, a la Congregación de las Hermanas del Huerto, una casa para realizar ejercicios espirituales. Pero finalmente es internada en el Hospital de Freirina bajo estrictas condiciones de aislamiento permaneciendo en absoluta soledad.

    Tras meses de dolor y sufrimiento, la Hermana María Crescencia falleció un 20 de mayo de 1932, a los 34 años de edad. Su legado de amor, compromiso y cuidado al otro se reflejó en los rostros tristes y conmovidos de cientos de personas que salieron a las calles a darle su último adiós a quien llamaban “La Santita” o “Sor Dulzura”.

    Escritos de la época dicen que la Hermana Crescencia, en momentos antes de su muerte, tuvo en visión la visita de San Antonio María Gianelli. Además, momentos antes de su partida, y desde el cuadro de la Virgen del Huerto, vio cómo María la bendecía y le entregaba al Niño Jesús. Las Hermanas que estaban en ese momento acompañándola, veían cómo ella alzaba los brazos queriendo abrazar y recibir al Niño Jesús.

    En su agonía pidió a las Hermanas que rezaran al Sagrado Corazón de Jesús, cuya imagen estaba colocada frente a la cama. Fue el mismo Señor quien le hizo sentir su presencia divina y misericordiosa y la impulsó a repetir las palabras que Él mismo le enseñó: “Corazón de Jesús, por los sufrimientos de tu Divino Corazón, ten misericordia de nosotros”.

    En sus últimas palabras, la Hermana Crescencia pidió bendición para ella y sus Hermanas. Y al final oró al Corazón de Jesús por Chile, pidiendo por la paz y la tranquilidad de esa nación.

    Ese mismo día, en Quillota, la Comunidad de las Hermanas del Huerto olía distinto... Un intenso aroma a violetas perfumaba todos los ambientes. Era mayo, no era temporada de violetas. Las Hermanas, sorprendidas por tan intenso aroma, comprendieron que María Crescencia, esa Hermana tan especial, había muerto.

    El cuerpo de la Hermana María Crescencia permaneció en Chile hasta 1986, cuando sus familiares decidieron repatriarlo a Pergamino. Actualmente sus restos descansan incorruptos en la capilla del Colegio Nuestra Señora del Huerto de la Ciudad de Pergamino, Provincia de Buenos Aires.

¿Qué nos enseña nuestra Beata María Crescencia Pérez?

    Ante todo, nos invita a reforzar nuestra fe en Dios, a vivirla, a testimoniarla, a compartirla y a no avergonzarnos del Evangelio. La fe es luz, vida, sabiduría, sal de la tierra. Es un bien precioso que hay que conservar y dar.

    Nos exhorta a la imitación de su vida santa, sobre todo de su espíritu de oración y de servicio a los pobres, a los pequeños, a los enfermos. La fe es operativa y ofrece a la sociedad las energías necesarias para aliviar los sufrimientos del prójimo, consolando a los afligidos, pacificando los ánimos. Los santos son auténticos benefactores de la humanidad, con su vida evangélica buena.

    Con la beatificación de hoy, Sor María Crescencia Pérez es presentada por la Iglesia como intercesora nuestra ante Dios Trinidad. El Beato Juan Pablo II decía: «Los Beatos y los Santos de América acompañan con solicitud fraterna a sus compatriotas, hombres y mujeres, entre gozos y sufrimientos, hasta el encuentro definitivo con el Señor»

    En fin, la Beata Sor Dulzura nos exhorta a la amabilidad, a la serenidad, a la alegría . La sonrisa en familia, en comunidad, en la sociedad es un rayo de sol que alivia el corazón, disipa el mal humor y anima al bien y al optimismo.

   Oremos

   
  Padre de Jesús y nuestro que por tu Divino Espíritu haces florecer la santidad en la Iglesia, te damos gracias por tu sierva María Crescencia que te amo con sencillez, y te rogamos que la glorifiques, para que su ejemplo e intersección sirvan a la extensión de tu Reino y a la multiplicación de las vocaciones a la vida consagrada. Concédenos, por su intermedio, la gracia que, con humildad, te imploramos. Por Jesucristo Nuestro Señor, Amen.

-FRASE DEL DÍA-