domingo, 12 de octubre de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 13 de Octubre - San Lucas 11,29-32


    Carta de San Pablo a los Romanos 1,1-7.

    Carta de Pablo, servidor de Jesucristo, llamado para ser Apóstol, y elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios, que él había prometido por medio de sus Profetas en las Sagradas Escrituras, acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, nacido de la estirpe de David según la carne, y constituido Hijo de Dios con poder según el Espíritu santificador. por su resurrección de entre los muertos.
    Por él hemos recibido la gracia y la misión apostólica, a fin de conducir a la obediencia de la fe, para gloria de su Nombre, a todos los pueblos paganos, entre los cuales se encuentran también ustedes, que han sido llamados por Jesucristo.
    A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos, llegue la gracia y la paz, que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

    Palabra de Dios


Salmo 98(97),1.2-3ab.3cd-4.

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.

Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.


    Evangelio según San Lucas 11,29-32.

    Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.
    Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
    El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
    El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 13 de Octubre - «Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación»


San Juan-María Vianney [Cura de Ars] Sermón: Quien ante Dios se humilla no perece. Sermón para el domingo 3º después de Pentecostés


«Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, 
lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación» 

    Hermanos, si recorremos las diferentes edades del mundo vemos que toda la tierra está cubierta de las misericordias del Señor, y los hombres envueltos en sus beneficios. No hermanos, no es el pecador quien vuelve a Dios para pedirle perdón, sino que es el mismo Dios que corre a buscar al pecador y le hace volver a él… Espera que los pecadores hagan penitencia y les invita a través de movimientos interiores de su gracia y por la voz de sus ministros.

    Fijaos como se comporta con Nínive, esta gran ciudad pecadora. Antes de castigar a sus habitantes, manda al profeta Jonás que vaya de su parte a anunciarles que dentro de cuarenta días les va a castigar. Jonás, en lugar de ir a Nínive, huye hacia el otro lado. Quiere atravesar el mar; pero Dios, antes de castigar a los ninivitas sin haberles advertido con anterioridad y para mantener en vida a su profeta, hace un milagro y lo guarda en el vientre de la ballena durante tres días y tres noches, la cual, al cabo de tres días lo vomita sobre la tierra. Entonces el Señor dice a Jonás: «Ves a anunciar a la gran ciudad que dentro de cuarenta días perecerá». No les pone condiciones de ninguna clase. El profeta va y anuncia a Nínive que dentro de cuarenta días perecerá.

    Ante esta noticia todos se entregan a la penitencia y al llanto, desde el campesino hasta el rey. «¿Quién sabe, les dice el rey, si el Señor todavía va a apiadarse de nosotros?». El Señor, viendo como recurren a la penitencia, parece alegrarse y poder tener el gozo de perdonarles. Jonás viendo que era llegado el tiempo del castigo, se retiró a las afueras de la ciudad y esperar allí ver como caía sobre la ciudad fuego del cielo. Viendo que no caía, exclamó: «¡Ah, Señor!, ¿es que queréis hacerme pasar por un falso profeta? Es mejor que me hagas morir. ¡Ah, sé muy bien que sois demasiado bueno, y que sólo queréis perdonar! –Y pues, Jonás, le dice el Señor, ¿es que tú querrías que hiciera morir a tantas personas que se han humillado ante mí? ¡Oh no! no, Jonás, yo no sería capaz de ello; sino todo lo contrario, les amaré y los guardaré.»

SANTORAL - SAN EDUARDO, EL CONFESOR

13 de Octubre


    Después del abandono, las luchas y la opresión durante el reinado de los dos soberanos daneses, Harold Harefoot y Artacanuto, el pueblo inglés acogió con júbilo al representante de la antigua dinastía inglesa, San Eduardo el Confesor. Las cualidades que merecieron a Eduardo ser venerado como santo, se referían más bien a su persona que a su administración como soberano pues era un hombre piadoso, amable y amante de la paz. Eduardo era hijo de Eteredo y de la normanda Ema. Durante la época de la supremacía danesa, fue enviado a Normandía cuando tenía 10 años y regresó a su patria en 1042 cuando fue elegido rey. A la edad de 42 años contrajo matrimonio con Edith, la hija del Conde Godwino, la mayor amenaza para su reino. La tradición sostiene que San Eduardo y su esposa guardaron perpetua continencia por amor a Dios y como un medio para alcanzar la perfección.

    La administración justa y equitativa de San Eduardo le hizo muy popular entre sus súbitos. La perfecta armonía que reinaba entre él y sus consejeros se convirtió más tarde en el sueño dorado ya que durante el reinado de Eduardo, los barones normandos y los representantes del pueblo inglés ejercieron una profunda influencia en la legislación y el gobierno. Uno de los actos más populares del reinado de San Eduardo fue la supresión del impuesto para el ejército; los impuestos recaudados de casa en casa en la época del santo fueron repartidos entre los pobres.

    Durante el destierro en Normandía, San Eduardo había prometido ir en peregrinación al sepulcro de San Pedro en Roma, si Dios se dignaba poner término a las desventuras de su familia. Después de su ascenso al trono, convocó un concilio y manifestó públicamente la promesa con que se había ligado. Sin embargo, la Asamblea le manifestó que con su partida se abriría el camino a las disensiones en el interior del país y los ataques de las potencias extranjeras. El rey decidió someter el asunto a juicio del Papa San León IX, quien le sugirió repartir el dinero que habría gastado en el viaje entre los pobres, y construir un monasterio en honor a San Pedro.

    El último año de vida del santo se vio turbado por la tensión entre el Conde Tostig Godwinsson de Nortumbría y sus súbitos; finalmente el monarca tuvo que desterrar al conde. Falleció en 1065. La canonización de San Eduardo tuvo lugar en 1161, y dos años después de que su cuerpo se mantenía incorrupto, fue trasladado por Santo Tomás Becket a una capilla del coro de la abadía de Westminster, de la cual San Eduardo fue su promotor, el 13 de octubre, fecha en que se celebra actualmente su fiesta.

Oremos

    Glorioso San Eduardo, tú que nos mostraste tu devoción  a Dios con paciencia, gentileza y generosidad. Pide a Dios la Gracia para que podamos servirlo fortaleciendo el Reino de Dios a través de la oración paciente y ayuda a nuestros hermanos necesitados. Enséñanos a ver en el mundo presente la preparación  del otro que no tendrá fin, a juzgar los acontecimientos humanos con vistas a sus resultados eternos. Por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina. Amén

-FRASE DEL DÍA-