domingo, 10 de abril de 2016

¿QUÉ ES REALMENTE LA INFALIBILIDAD PAPAL Y CUÁNDO ES EL PAPA INFALIBLE?

 

    En 1870 El Concilio Vaticano I (reunión de obispos, teólogos, etc) declaró el dogma de la Infalibilidad papal con las siguientes palabras: "El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra (= con autoridad), esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia[2], irreformables." (Constitución dogmática Pastor Aeternus, Cap 4)

    O sea, no se declara que todo lo que dice el Papa sea infalible, sólo lo es cuando hace una declaración formal en ciertas condiciones.
El propio Catecismo de la Iglesia (-891) nombra tres condiciones que deben reunirse para que una definición pontificia sea ex cathedra:

1- El Papa debe hablar "como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos". (o sea, debe dirigirse a y hablar en nombre de la Iglesia universal, no por cuenta propia expresando su opinión personal)

2- El Papa "proclama por un acto definitivo la doctrina". (Cuando el Papa claramente expresa que la doctrina es definitiva, no puede cambiar)

3- El Papa habla "en cuestiones de fe y moral" (por tanto no es infalible si habla de ciencia, política, economía, deportes o lo rico que está el repollo)

    La misión de la Iglesia, y por tanto del papa, es la de preservar pura y sin contaminación la doctrina original cristiana tal como nos fue entregada por los apóstoles, y ninguna declaración ni dogma puede añadir o quitar nada a la doctrina original, sólo clarificarla y preservarla. El Papa no es el autor de la Revelación, sino su infalible intérprete y expositor. No tiene autoridad para quebrantar la ley divina o cambiar un solo ápice de la Escritura. Sus funciones se limitan a trasmitir incólume la fe a través de los siglos.

    A esto se añade, en la práctica, que el Papa se convierte en portavoz y árbitro de la voz de la Iglesia, pero no puede usar su infalibilidad para oponerse a ella. Dicho de otro modo, el Papa puede "fijar" una doctrina que es aceptada por la mayoría, incluso tomar partido cuando hay conflicto de opiniones, pero si pretendiese imponer a la Iglesia algo nuevo, algo que la Iglesia no cree… bueno, ya lo comentamos anteriormente, las puertas del infierno no pueden prevalecer contra la Iglesia así que esta situación se considera imposible.

    Total, que teniendo en cuenta todo lo que hay que tener para que una declaración papal se considere infalible, sólo se ha invocado oficialmente dicha infalibilidad en dos declaraciones papales, las declaraciones de los dos últimos dogmas marianos (la Inmaculada Concepción, 1854 y la Asunción, 1950), que son al fin y al cabo creencias aceptadas ya por la Iglesia primitiva (los mismos ortodoxos comparten estas creencias aunque las rechazan como dogmas porque no aceptan la autoridad del papa). Esto no quiere decir que con anterioridad no se considerasen infalibles declaraciones formales hechas por papas o concilios, pero vemos que estrictamente hablando, tras la declaración del dogma en 1870 sólo una vez el Papa ha usado esta infalibilidad para afirmar como dogma algo que la Iglesia siempre había ya creído. Juan Pablo II, por poner un ejemplo, fue Papa durante 27 y gobernó la Iglesia estupendamente bien sin necesidad de usar ni una sola vez la prerrogativa de infalibilidad.

    Pero puede que la cuestión no sea tanto si la Iglesia (en concilio o en su cabeza, el papa) es infalible como si realmente era necesario y conveniente declararlo dogma. Al fin y al cabo, la Iglesia llevaba 19 siglos asumiendo que el Espíritu Santo la libraba de todo error, y nunca había sido necesario crear un nuevo dogma oficial en torno a ello. Francis Simons, obispo de Indore, escribió:

    "En general los teólogos aceptan que sólo dos definiciones doctrinales de los papas reúnen con seguridad las condiciones requeridas para ser infalibles: las que se refieren a la inmaculada concepción de María y a su asunción en cuerpo y alma al cielo. Ambas definieron lo que ya era aceptado en la Iglesia de un modo general. Es, pues, difícil creer que realmente urgiesen o fuesen necesarias semejantes definiciones. Una prerrogativa que quizá sólo se ha usado dos veces en 1.900 años, y aún entonces únicamente para definir unas doctrinas que no precisaban con urgencia una definición infalible, difícilmente puede ser una prerrogativa necesaria."

    Un católico no puede negar la infalibilidad pero es una opinión respetable pensar, como este obispo, que no era necesario proclamarlo como dogma. Aún así, su afirmación de que esa prerrogativa "sólo se ha usado dos veces en 1.900 años" es ambigua y confusa. Si se interpreta como que la declaración de un Papa sólo ha sido infalible en dos ocasiones, es falso. Como hemos visto anteriormente, desde el principio Pedro y sus sucesores han hablado con infalibilidad en numerosas ocasiones. Lo que ocurre es que al transcurrir de los siglos, la doctrina de la Iglesia ha ido siendo fijada y cada vez era menos necesario el uso de la infalibilidad. Lo que sí es cierto es que, tal como se definió el dogma de la infalibilidad y las condiciones para su cumplimiento, sólo se ha utilizado esta manera concreta de proclamar una doctrina infalible en dos ocasiones.

    Muchos opinan que si esta verdad no se hubiera convertido en dogma, la reconciliación de las diferentes iglesias cristianas sería más fácil, otros opinan que sin proclamar alto y claro esta verdad, precisamente en estos nuevos tiempos de acercamiento y diálogo -y de relativismo- se correría el serio peligro de "negociar" verdades de fe para buscar un compromiso, y la verdad es innegociable. Se puede considerar que la declaración del dogma fue conveniente o inconveniente, pero no es correcto decir que esta verdad fue "inventada" en 1870, la creencia de que el Espíritu Santo mantenía a su Iglesia libre de error (a través del Papa o de los concilios) la encontramos bien asentada desde el principio.

    Y en cuanto al enfoque puramente apologético, no podemos esperar que un no-católico acepte que el Papa es infalible en alguna circunstancia, pero al menos sí podemos intentar hacerle entender qué significa realmente esta creencia para que no sigan repitiendeo de buena fe aquell falsedad de que los católicos creen que el Papa "nunca se equivoca" en lo que dice.



Fuente: catholic.net



¿PUEDEN COMULGAR LOS DIVORCIADOS EN NUEVA UNIÓN? ¿Y LOS QUE CONVIVEN SIN ESTAR CASADOS?



    A raíz de la exhortación Amoris Laetitia (pronúnciese “Amóris letítsia”) del Papa Francisco muchos han sacado apresuradamente una respuesta positiva a las preguntas de arriba. Sin embargo es una respuesta equivocada y por eso me parece conveniente hacer estas aclaraciones para mis amigos.

    Admitir o no en la comunión sacramental no es algo que pueda decidir nadie, ni el Papa. Porque no estamos hablando de símbolos ni de meros nombres (la Eucaristía, la gracia, el estado de pecado, son realidades, no cosas que puedan cambiar a nuestro antojo). Del mismo modo que ninguna autoridad médica puede decretar que a partir de este momento –y sólo porque él lo diga, sin que medie tratamiento alguno– el ébola dejará de ser una enfermedad o la sangre circular en sentido contrario.

    La exhortación Amoris Laetitia de hecho afirma varias veces que no intenta modificar nada de la doctrina recibida por la Iglesia. ¿Recibida de quién? De Cristo y los apóstoles, se entiende. Por lo tanto no se puede interpretar ningún pasaje en ese sentido, a contramano de lo que recibimos en las Sagradas Escrituras y en las enseñanzas de los Papas y Concilios a lo largo de los siglos.

    Si aun así encontramos pasajes que puedan dar la impresión de contradecir el magisterio pontificio anterior (sobre todo la Veritatis Splendor de San Juan Pablo II) hay que estar seguros de que:

a) No debe ser la intención del Papa Francisco que los leamos en ese sentido.

b) Incluso si esa fuese su intención, hay que admitir que en eso incluso el Papa puede equivocarse.

¿CÓMO? ¿NO ES QUE ERA INFALIBLE? El Papa es infalible en muy pocas ocasiones (el tema es largo y no para tratar aquí) y ésta no es una de ellas. O sea que en esta exhortación no es infalible = es falible = puede equivocarse (¡en incluso se lo pude corregir!... ver Gálatas 2,11-14). Que haya que prestar obediencia a los documentos del Magisterio no significa que antes no nos aseguremos una sana interpretación (¡si hasta la Biblia necesita su exégesis!).

    El mismo documento Amoris Laetitia afirma que no hay que esperar que el Papa resuelva aquí estas cuestiones de modo universal y definitivo.

    Del mismo modo hay que leer las afirmaciones de la encíclica Laudato Sí, sobre el calentamiento global, es decir, no como verdades absolutas salidas de un oráculo divino, sino como afirmaciones más o menos acertadas, sabias o prudentes, dichas por el Obispo de Roma.

    Me doy cuenta de que algunas de las afirmaciones que más pueden prestarse a dudas están en las notas al pie de página. ¿Son parte del magisterio? Supongo que no. Y en todo caso sujetas a mayor necesidad de delicadeza en su interpretación y aplicación.

   
¿QUÉ HAY DE LA AFIRMACIÓN DE QUE LOS MATRIMONIOS IRREGULARES “NO ESTÁN EXCOMULGADOS”? ¿NO DICE ESO EL DOCUMENTO? ¿NO SIGNIFICA QUE PUEDEN COMULGAR?

    Estar excomulgado y no poder comulgar son dos cosas distintas. Siempre lo fueron. No hay cambios en la enseñanza de la Iglesia sobre eso. Estar excomulgado significa estar separado oficialmente del cuerpo de la Iglesia. La Esposa de Cristo afirma que ciertos hijos suyos (bautizados) se comportan como enemigos del Pueblo de Dios y de Cristo mismo. Esos son los excomulgados. No puedo desarrollar esto ahora, pero quisiera dejar en quede claro que nunca los divorciados en nueva unión han estado excomulgados. Forman parte de la Iglesia y por lo tanto pueden participar de muchas formas en la vida comunitaria.

    Otra cosa distinta es no poder comulgar. Todo cristiano que peca no puede comulgar hasta que se haya confesado y recibido la absolución. No significa que está excomulgado. Sino que la Iglesia le recomienda por su propia salud espiritual no acercarse a la Eucaristía en ese estado, y más bien preparar el corazón mediante la adoración y la penitencia.

    En cada caso es necesaria la acogida fraterna para los más heridos, el acompañamiento espiritual, el discernimiento («este discernimiento no podrá jamás prescindir de las exigencias de verdad y de caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia» pf. 300), para ayudar a crecer en la santidad a cada cristiano en su condición, no igualando a todos sino tratando de obrar con justicia. Porque la justicia es dar a cada uno lo que le corresponde, admitiendo las diferencias de estados y condiciones (no todos los hijos necesitan de su madre los mismos alimentos, consejos, tareas, remedios). En el fondo, la verdadera Justicia se identifica con la Misericordia.

    Para ilustrar mejor esto copio a continuación el Párrafo 297 de Amoris Laetitia:

«Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia “inmerecida, incondicional y gratuita”. Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio. No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren. Obviamente, si alguien ostenta un pecado objetivo como si fuese parte del ideal cristiano, o quiere imponer algo diferente a lo que enseña la Iglesia, no puede pretender dar catequesis o predicar, y en ese sentido hay algo que lo separa de la comunidad (cf. Mt 18,17). Necesita volver a escuchar el anuncio del Evangelio y la invitación a la conversión. Pero aun para él puede haber alguna manera de participar en la vida de la comunidad, sea en tareas sociales, en reuniones de oración o de la manera que sugiera su propia iniciativa, junto con el discernimiento del pastor. Acerca del modo de tratar las diversas situaciones llamadas “irregulares”, los Padres sinodales alcanzaron un consenso general, que sostengo: “Respecto a un enfoque pastoral dirigido a las personas que han contraído matrimonio civil, que son divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven, compete a la Iglesia revelarles la divina pedagogía de la gracia en sus vidas y ayudarles a alcanzar la plenitud del designio que Dios tiene para ellos”, siempre posible con la fuerza del Espíritu Santo.»

FINALMENTE, UNA SÚPLICA: Recemos por la Iglesia. Corre el riesgo de desgarrarse internamente a base de interpretaciones contrarias de este documento. ¿Debería el Papa aclarar algo más? Creo que no. Deberíamos nosotros ser más fieles al Evangelio que al Mundo, para que, a la hora de discernir e interpretar un texto magisterial no tengamos que sufrir estas perplejidades.


Pbro: Alexis Louvet

1 h 
 

AMORIS LAETITIA







Porque esta no es una palabra vana, 
sino que es la vida de ustedes... 
(Deuteronomio 32, 47)

CATEQUESIS SOBRE LOS SACRAMENTOS

CAPÍTULO PRIMERO
EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA




Porque esta no es una palabra vana,
 sino que es la vida de ustedes...
 (Deuteronomio 32, 47)

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ( CAP III )

LA PERSONA HUMANA "IMAGO DEI"





Porque esta no es una palabra vana, 
sino que es la vida de ustedes... 
(Deuteronomio 32, 47)

REFLEXIÓN

TIEMPO PASCUAL
DOMINGO DE SEMANA III
Propio del Tiempo. Salterio III
10 de abril

  
    De la Apología primera de san Justino, mártir, en favor de los cristianos
    (Cap. 66-67: PG 6, 427-431)


LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA

    Sólo pueden participar de la eucaristía los que admiten como verdaderas nuestras enseñanzas, han sido lavados en el baño de regeneración y del perdón de los pecados y viven tal como Cristo nos enseñó.

    Porque el pan y la bebida que tomamos no los recibimos como pan y bebida corrientes, sino que así como Jesucristo, nuestro salvador, se encarnó por la acción del Verbo de Dios y tuvo carne y sangre por nuestra salvación, así también se nos ha enseñado que aquel alimento sobre el cual se ha pronunciado la acción de gracias, usando de la plegaria que contiene sus mismas palabras, y del cual, después de transformado, se nutre nuestra sangre y nuestra carne es la carne y la sangre de Jesús, el Hijo de Dios encarnado.

    Los apóstoles, en efecto, en sus comentarios llamados Evangelios, nos enseñan que así lo mandó Jesús, ya que él, tomando pan y habiendo pronunciado la acción de gracias, dijo: Haced esto en memoria mía; éste es mi cuerpo; del mismo modo, tomando el cáliz y habiendo pronunciado la acción de gracias, dijo: Ésta es mi sangre, y se lo entregó a ellos solos. A partir de entonces, nosotros celebramos siempre el recuerdo de estas cosas; y, además, los que tenemos alguna posesión socorremos a todos los necesitados, y así estamos siempre unidos. Y por todas las cosas de las cuales nos alimentamos alabamos al Creador de todo, por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo.

    Y, el día llamado del sol, nos reunimos en un mismo lugar, tanto los que habitamos en las ciudades como en los campos, y se leen los comentarios de los apóstoles o los escritos de los profetas, en la medida que el tiempo lo permite.

    Después, cuando ha acabado el lector, el que preside exhorta y amonesta con sus palabras a la imitación de tan preclaros ejemplos.

    Luego nos ponemos todos de pie y elevamos nuestras preces; y, como ya hemos dicho, cuando hemos terminado las preces, se trae pan, vino y agua; entonces el que preside eleva, fervientemente, oraciones y acciones de gracias, y el pueblo aclama: Amén. Seguidamente tiene lugar la distribución y comunicación, a cada uno de los presentes, de los dones sobre los cuales se ha pronunciado la acción de gracias, y los diáconos los llevan a los ausentes.

Los que poseen bienes en abundancia, y desean ayudar a los demás, dan, según su voluntad, lo que les parece bien, y lo que se recoge se pone a disposición del que preside, para que socorra a los huérfanos y a las viudas y a todos los que, por enfermedad u otra causa cualquiera, se hallan en necesidad, como también a los que están encarcelados y a los viajeros de paso entre nosotros: en una palabra, se ocupa de atender a todos los necesitados.

    Nos reunimos precisamente el día del sol, porque éste es el primer día de la creación, cuando Dios empezó a obrar sobre las tinieblas y la materia, y también porque es el día en que Jesucristo, nuestro salvador, resucitó de entre los muertos. Lo crucificaron, en efecto, la vigilia del día de Saturno, y a la mañana siguiente de ese día, es decir, en el día del sol, fue visto por sus apóstoles y discípulos, a quienes enseñó estas mismas cosas que hemos puesto a vuestra consideración.




Porque esta no es una palabra vana, 
sino que es la vida de ustedes... 
(Deuteronomio 32, 47)

LA FRASE DEL DÍA

Domingo 10 de abril




Porque esta no es una palabra vana, 
sino que es la vida de ustedes...
 (Deuteronomio 32, 47)

EVANGELIO

TIEMPO PASCUAL
DOMINGO DE SEMANA III
10 de abril


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 5,27b-32.40b-41.

    Los hicieron comparecer ante el Sanedrín, y el Sumo Sacerdote les dijo: "Nosotros les habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre!".
    Pedro, junto con los Apóstoles, respondió: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
    El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron morir suspendiéndolo del patíbulo.
    A él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados.
Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que le obedecen". llamaron a los Apóstoles, y después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar en el nombre de Jesús y los soltaron.
    Los Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín, dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el nombre de Jesús.



Salmo 30(29),2.4.5-6.11.12a.13b.

Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo

y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.
Canten al Señor, sus fieles;

den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:

si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría.
«Escucha, Señor, ten piedad de mí;

ven a ayudarme, Señor.»
Tú convertiste mi lamento en júbilo,
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!




    Apocalipsis 5,11-14.


    Y después oí la voz de una multitud de Angeles que estaban alrededor del trono, de los Seres Vivientes y de los Ancianos. Su número se contaba por miles y millones, y exclamaban con voz potente: "El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza".
    También oí que todas las criaturas que están en el cielo, sobre la tierra, debajo de ella y en el mar, y todo lo que hay en ellos, decían: "Al que está sentado sobre el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder, por los siglos de los siglos".
    Los cuatro Seres Vivientes decían: "¡Amén!", y los Ancianos se postraron en actitud de adoración.



    Evangelio según San Juan 21,1-19.

    Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
    Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.
    Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él.
    Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No".
    El les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla.
    El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.
    Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.
    Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan.
    Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar".
    Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
    Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres", porque sabían que era el Señor.
    Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.
    Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.
    Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?". El le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero".   Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos".
    Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas".
    Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas.
    Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras".
    De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".

Fuente: ©Evangelizo.org




Porque esta no es una palabra vana, 
sino que es la vida de ustedes...
 (Deuteronomio 32, 47)

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO PASCUAL
DOMINGO DE SEMANA III
10 de abril


    San Juan Pablo II (1920-2005), papa  Homilía en París 30/05/80


“¿Me amas?”

    “¿Amas?... ¿Me amas?...” Para siempre, hasta el fin de su vida, Pedro hizo su camino acompañado de esta triple pregunta: “¿Me amas?” Y todas sus actividades fueron conformes a la respuesta que había dado en su momento: cuando fue llamado a aparecer delante del Sanedrín; cuando fue encarcelado en Jerusalén, de cuya cárcel no debía salir y, sin embargo, salió. Y.. en Antioquia, y de allí, más lejos todavía, a Roma. Y cuando en Roma hubo perseverado hasta el fin de sus días, conoció la fuerza de las palabras según la que Otro le conduciría allí donde él no querría. Sabía también que, gracias a la fuerza de sus palabras, la Iglesia “era constante en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones” y que “el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando” (Hech 2,42.48)…

    Pedro no quiere jamás desprenderse de esta pregunta: “¿Me amas?”. Dondequiera que iba la llevaba con él. Y la lleva a través de los siglos, a través de las generaciones. En medio de pueblos nuevos y nuevas naciones. En medio de lenguas y razas siempre nuevas. Él la lleva solo, y sin embargo no es nunca solo… otros la llevan con él…Ha habido y hay muchos hombres y mujeres que han sabido y saben todavía hoy que toda su vida tiene valor y sentido solamente en la medida en que es una respuesta a esta misma pregunta: “¿Amas? ¿Me amas?”. Ellos han dado y dan su respuesta de manera total y perfecta –una respuesta heroica- o bien de manera común, ordinaria. Pero en todo caso saben que su vida, que la vida humana en general, tiene valor y sentido en la medida que es la respuesta a esta pregunta: “¿Amas?” Es sólo por esta pregunta que la vida vale la pena ser vivida.


Fuente: ©Evangelizo.org




Porque esta no es una palabra vana,
 sino que es la vida de ustedes... 
(Deuteronomio 32, 47)

HIMNO

TIEMPO PASCUAL
DOMINGO DE SEMANA III
Propio del Tiempo. Salterio III
10 de abril




Porque esta no es una palabra vana, 
sino que es la vida de ustedes... 
(Deuteronomio 32, 47)

SANTORAL

TIEMPO PASCUAL
DOMINGO DE SEMANA III
10 de abril


    Profeta (s. VII a. C) Ezequiel, hijo de Buzi, linaje sacerdotal, fue llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Jeconías de Judá (597 a.C) e internado en Tel Abib, a orillas del río Cobar. Cinco años después, a los treinta de su edad (cfr.1,1), Dios lo llamó al cargo de Profeta, que ejerció entre los desterrados durante 22 años, es decir, hasta el año 520 a.C. A pesar de las calamidades del destierro, los cautivos no dejaban de abrigar falsas esperanzas, creyendo que el cautiverio terminaría pronto y que Dios no permitiría la destrucción de su templo y la Ciudad Santa (véase Jer. 7,4).

    Había, además, falsos profetas que engañaban al pueblo prometiéndole en un futuro cercano el retorno al país de sus padres. Tanto mayor fue el desengaño de los infelices cuándo llegó la noticia de la caídad de Jerusalén. No pocos perdieron la fe y se entregaron a la desesperación. La misión del profeta Ezequiel consistió principalmente en combatir la idolatría, la corrupción de las malas costumbres, y las ideas erróneas acerca del pronto regreso a Jesuralén. Para consolarlos pinta el profeta, con los mas vivos y bellos colores, las esperanzas de la salud mesiánica.

    Dividese el libro en un prólogo, que relata el llamamiento del Profeta (cap. 1 a 3), y tres partes principales. La primera (cap. 4 a 24) comprende las profecías a cerca de la ruina de Jerusalén; la segunda (cap.25 a 32), el castigo de los pueblos enemigos de Judá; la tercera (cap. 33 a 48), la restauración. " es notable la última sección del profeta (40 a 48), en que nos describe en forma verdaderamente geométrica la restauración de Israel después del cautiverio: el Templo, la ciudad, sus arrabales y la tierra toda de Palestina repartida por igual entre las doce tribus " (Nácar-Colunga).

    Las profecias de Ezequiel descuellan por las riquezas de alegorias, imágenes, y acciones simbólicas, de tal manera, que San Jerónimo las llama " mar de la palabra divina" y " laberinto de los secretos de Dios". Fue una época dificultosa para el pueblo de Israel. En Jerusalén reina Joaquín, hijo del piadoso rey Josías que murió en la batalla de Megiddo (609 a. C.). En un primer momento, Joaquín intenta halagar al coloso babilónico, pero termina uniéndose en coalición con pequeñas potencias contra Nabucodonosor. Jeremías ya dio la voz de alerta, sugiriendo la sumisión, pero el orgullo de los elegidos la hizo imposible.

    En 598 los babilonios ponen cerco a Jerusalén y capitula Judá. Su precio es la deportación de gran parte de la población, entre ellos el rey Jeconías, hijo de Joaquín que murió durante el asedio. Con los deportados va también el joven Ezequiel que será el profeta del exilio. Dos etapas enmarcan su acción profética. La primera es antes de la destrucción de Jerusalén por los caldeos (598 a. C.) Aquí el hombre de Dios se encuentra con un pueblo ranciamente orgulloso y lleno de falso optimismo, fruto de la presunción. Es verdad que siglo y medio antes había permitido Dios la desaparición de Samaría, el Reino del Norte; pero Jerusalén es otra cosa; Yahwéh habita en ella.

    Pensaban que pasaría como en tiempos de Senaquerib, un siglo antes, cuando tuvo que abandonar el asedio por una intervención milagrosa; ahora Dios repetiría el prodigio. Ezequiel no piensa como ellos. Afirma y predica que Jerusalén será destruida con el Templo. Dice a todos que ha llegado la hora del castigo divino para el pueblo israelita pecador; sólo queda aceptar con compunción y humildad los designios punitivos de Yahwéh. A esta altura el profeta tiene una misión ingrata porque es un agorero de males futuros y próximos. La segunda se desarrolla una vez consumada la catástrofe. Ahora ha de levantar los ánimos oprimidos; debe dar esperanzas luminosas sobre un porvenir mejor. Creían sus compatriotas deportados que Dios se había excedido en el castigo, o que les había hecho cargar con los pecados de los antepasados.

    Ezequiel se preocupará de hacerles ver que Dios ha sido justo y que el castigo no tiene otra finalidad que la de purificarlos antes de pasar a una nueva etapa gloriosa nacional. Ezequiel empleando un estilo que no tiene nada que ver con el de los profetas preexilios Amós, Oseas, Isaías y Jeremías; no goza de su sencillez y frescor. Ezequiel pertenece a la clase sacerdotal, está cabalgando entre dos épocas y se aproxima a la literatura apocalíptica del judaísmo tardío.

    Fue la vida profética de Ezequiel un período de veinte años (593-573) de amplia actividad para salvar las esperanzas mesiánicas de sus compañeros de infortunio, al derrumbarse la monarquía israelita. Bien puede estar el secreto en copiar la fidelidad de Ezequiel. El Profeta Ezequiel, según tradición judía, murió mártir. La Iglesia celebra su conmemoración el 10 de abril.
Oremos

    Concédenos, Señor todopoderoso, que el ejemplo del Profeta Ezequiel nos estimule a una vida más perfecta y que cuantos celebramos su fiesta sepamos también imitar sus ejemplos.
 Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Fuente:©Evangelizo.org




Porque esta no es una palabra vana,
 sino que es la vida de ustedes... 
(Deuteronomio 32, 47)