lunes, 20 de junio de 2016

MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 20





    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

AMORIS LAETITIA



    73. «El don recíproco constitutivo del matrimonio sacramental arraiga en la gracia del bautismo, que establece la alianza fundamental de toda persona con Cristo en la Iglesia. En la acogida mutua, y con la gracia de Cristo, los novios se prometen entrega total, fidelidad y apertura a la vida, y además reconocen como elementos constitutivos del matrimonio los dones que Dios les ofrece, tomando en serio su mutuo compromiso, en su nombre y frente a la Iglesia. Ahora bien, la fe permite asumir los bienes del matrimonio como compromisos que se pueden sostener mejor mediante la ayuda de la gracia del sacramento [...] Por lo tanto, la mirada de la Iglesia se dirige a los esposos como al corazón de toda la familia, que a su vez dirige su mirada hacia Jesús». El sacramento no es una «cosa» o una «fuerza», porque en realidad Cristo mismo «mediante el sacramento del matrimonio, sale al encuentro de los esposos cristianos (cf. Gaudium et spes, 48). Permanece con ellos, les da la fuerza de seguirle tomando su cruz, de levantarse después de sus caídas, de perdonarse mutuamente, de llevar unos las cargas de los otros». El matrimonio cristiano es un signo que no sólo indica cuánto amó Cristo a su Iglesia en la Alianza sellada en la cruz, sino que hace presente ese amor en la comunión de los esposos. Al unirse ellos en una sola carne, representan el desposorio del Hijo de Dios con la naturaleza humana. Por eso «en las alegrías de su amor y de su vida familiar les da, ya aquí, un gusto anticipado del banquete de las bodas del Cordero». Aunque «la analogía entre la pareja marido-mujer y Cristo-Iglesia» es una «analogía imperfecta», invita a invocar al Señor para que derrame su propio amor en los límites de las relaciones conyugales.



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

CATEQUESIS SOBRE LOS SACRAMENTOS

CAPÍTULO PRIMERO
LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA




    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ( CAP IV )

LOS PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL

DE LA IGLESIA


    192 La solidaridad confiere particular relieve a la intrínseca sociabilidad de la persona humana, a la igualdad de todos en dignidad y derechos, al camino común de los hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez más convencida. Nunca como hoy ha existido una conciencia tan difundida del vínculo de interdependencia entre los hombres y entre los pueblos, que se manifiesta a todos los niveles. La vertiginosa multiplicación de las vías y de los medios de comunicación « en tiempo real », como las telecomunicaciones, los extraordinarios progresos de la informática, el aumento de los intercambios comerciales y de las informaciones son testimonio de que por primera vez desde el inicio de la historia de la humanidad ahora es posible, al menos técnicamente, establecer relaciones aun entre personas lejanas o desconocidas.

    Junto al fenómeno de la interdependencia y de su constante dilatación, persisten, por otra parte, en todo el mundo, fortísimas desigualdades entre países desarrollados y países en vías de desarrollo, alimentadas también por diversas formas de explotación, de opresión y de corrupción, que influyen negativamente en la vida interna e internacional de muchos Estados.El proceso de aceleración de la interdependencia entre las personas y los pueblos debe estar acompañado por un crecimiento en el plano ético- social igualmente intenso, para así evitar las nefastas consecuencias de una situación de injusticia de dimensiones planetarias, con repercusiones negativas incluso en los mismos países actualmente más favorecidos.





    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

REFLEXIÓN

TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XII
De la Feria. Salterio IV
20 de junio


    Del Tratado de san Gregorio de Nisa, obispo, Sobre el perfecto modelo del     cristiano. (PG 46, 254-255)


EL CRISTIANO ES OTRO CRISTO

    Pablo, mejor que nadie, conocía a Cristo y enseñó, con sus obras, cómo deben ser los que de él han recibido su nombre, pues lo imitó de una manera tan perfecta que mostraba en su persona una reproducción del Señor, ya que, por su gran diligencia en imitarlo, de tal modo estaba identificado con el mismo ejemplar, que no parecía ya que hablara Pablo, sino Cristo, tal como dice él mismo, perfectamente consciente de su propia perfección: Ya que andáis buscando pruebas de que Cristo habla por mí. Y también dice: Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.

    Él nos hace ver la gran virtualidad del nombre de Cristo, al afirmar que Cristo es la fuerza y sabiduría de Dios, al llamarlo paz y luz inaccesible en la que habita Dios, expiación, redención, gran sacerdote, Pascua, propiciación de las almas, irradiación de la gloria e impronta de la substancia del Padre, por quien fueron hechos los siglos, comida y bebida espiritual, piedra y agua, fundamento de la fe, piedra angular, imagen del Dios invisible, gran Dios, cabeza del cuerpo que es la Iglesia, primogénito de la nueva creación, primicias de los que han muerto, primogénito de entre los muertos, primogénito entre muchos hermanos, mediador entre Dios y los hombres, Hijo unigénito coronado de gloria y de honor, Señor de la gloria, origen de las cosas, rey de justicia y rey de paz, rey de todos, cuyo reino no conoce fronteras.

    Estos nombres y otros semejantes le da, tan numerosos que no pueden contarse. Nombres cuyos diversos significados, si se comparan y relacionan entre sí, nos descubren el admirable contenido del nombre de Cristo y nos revelan, en la medida en que nuestro entendimiento es capaz, su majestad inefable.

    Por lo cual, puesto que la bondad de nuestro Señor nos ha concedido una participación en el más grande, el más divino y el primero de todos los nombres, al honrarnos con el nombre de «cristianos», derivado del de Cristo, es necesario que todos aquellos nombres que expresan el significado de esta palabra se vean reflejados también en nosotros, para que el nombre de «cristianos» no aparezca como una falsedad, sino que demos testimonio del mismo con nuestra vida.



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

LA FRASE DEL DÍA

Lunes 20 de junio



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

EVANGELIO

TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XII
20 de junio


    Segundo Libro de los Reyes 17,5-8.13-15a.18.

    Salmanasar, rey de Asiria, invadió todo el país, subió contra Samaría y la sitió durante tres años.
    En el noveno año de Oseas, el rey de Asiria conquistó Samaría y deportó a los israelitas a Asiria.   Los estableció en Jalaj y sobre el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de Media.
    Esto sucedió porque los israelitas pecaron contra el Señor, su Dios, que los había hecho subir del país de Egipto, librándolos del poder del Faraón, rey de Egipto, y porque habían venerado a otros dioses.
    Ellos imitaron las costumbres de las naciones que el Señor había desposeído delante de los israelitas, y las que habían introducido los reyes de Israel.
    El Señor había advertido solemnemente a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes, diciendo: "Vuelvan de su mala conducta y observen mis mandamientos y mis preceptos, conforme a toda la Ley que prescribí a sus padres y que transmití por medio de mis servidores los profetas".
    Pero ellos no escucharon, y se obstinaron como sus padres, que no creyeron en el Señor, su Dios.
    Rechazaron sus preceptos y la alianza que el Señor había hecho con sus padres, sin tener en cuenta sus advertencias.
    El Señor se irritó tanto contra Israel, que lo arrojó lejos de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá.


Salmo 60(59),3.4-5.12-13.

¡Tú nos has rechazado, Señor, nos has deshecho!
Estabas irritado: ¡vuélvete a nosotros!
Hiciste temblar la tierra, la agrietaste:
repara sus grietas, porque se desmorona.

Impusiste a tu pueblo una dura prueba,
nos hiciste beber un vino embriagador.
Tú, Señor, nos has rechazado
y ya no sales con nuestro ejército.

Danos tu ayuda contra el adversario,
porque es inútil el auxilio de los hombres.



    Evangelio según San Mateo 7,1-5.

    Jesús dijo a sus discípulos: No juzguen, para no ser juzgados.
    Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes.
    ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo?
    ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 'Deja que te saque la paja de tu ojo', si hay una viga en el tuyo?
    Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.


Fuente: ©Evangelizo.org



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XII
20 de junio


    San Juan Clímaco (c. 575-c. 650), monje en el Monte Sinaí
    La Escalera santa, 10º escalón


«¿Por qué te fijas en la mota que tiene
 tu hermano en el ojo?»

    He oído a algunos hablar mal de su prójimo, y les he reprendido. Para defenderse, estos obradores de mal han contestado: «¡Es por caridad y solicitud hacia ellos que hablamos así!». Pero yo les he contestado: Dejad de practicar semejante caridad, puesto que si no lo hacéis acusáis de mentiroso a aquel que ha dicho: «al que en secreto difama a su prójimo lo haré callar... no los soportaré» (Sl 100,5).     Si le amas, tal como dices, ora en secreto por él y no te burles de este hombre. Es esta la manera de amar que agrada al Señor; no pierdas esto de vista, y vigilarás cuidadosamente para no juzgar a los pecadores. Judas fue uno de los apóstoles y el ladrón formo parte de los malhechores, pero ¡qué cambio tan sorprendente en un instante!...

    Al que te habla mal de su prójimo, respóndele: «¡Párate, hermano! Yo mismo caigo cada día en faltas más graves; siendo así, ¿cómo podré condenar a éste?» Así sacarás un doble provecho: te curarás a ti mismo y curarás a tu prójimo. No juzgar es un atajo que lleva al perdón de los pecados si es verdadera esta palabra: «No juzguéis y no seréis juzgados»... Algunos han cometido graves faltas a la vista de todos, pero en secreto han hecho grandes actos de virtud. Así es que sus detractores se han equivocado pues no han sabido ver más que la humareda y no han visto al sol...

    Los censores apresurados y severos caen en esta ilusión porque no conservan el recuerdo y la preocupación constante de sus propios pecados... Juzgar a los demás es usurpar sin vergüenza una prerrogativa divina; condenarlos, es arruinar nuestra propia alma... De la misma manera que un buen vendimiador come los racimos maduros y no coge los que están verdes, igualmente, un espíritu benevolente y sensato se fija cuidadosamente en todas las virtudes que ve en los demás; pero es insensato el que escruta las faltas y deficiencias.

Fuente: ©Evangelizo.org



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

HIMNO

TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XII
De la Feria. Salterio IV
20 de junio



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

SANTORAL

TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XII
20 de junio


    En el monasterio de San Jacobo de Foggia, en la Apulia, san Juan de Matera, abad, insigne por su austeridad y su predicación al pueblo, que instituyó la Congregación de Pulsano en la región del Gárgano, bajo la Regla de san Benito.

    El fundador de la congregación benedictina en Pulsano, nació en Matera, una ciudad de la región de Basilicata, que formaba parte del reino de Nápoles. Cuando era todavía un niño, Juan soñaba con vivir como un ermitaño y, tan pronto como llegó a la mayoría de edad, decidió realizar su sueño: abandonó la casa paterna y viajó hasta una isla, frente a Taranto, donde había un monasterio al que ingresó en calidad de pastor de los rebaños de los monjes. Su carácter adusto, su retraimiento que le impedía unirse a los hermanos en cualquiera de sus diversiones o paseos, le valieron la antipatía y aun la hostilidad de los demás, hasta el grado de verse obligado a abandonar el monasterio y la isla para refugiarse en Calabria y luego en Sicilia. Poco tiempo después, en procura de realizar lo que él consideraba como un llamado divino, regresó a Italia y se quedó en Ginosa durante dos años y medio sin pronunciar una sola palabra y sin revelar su presencia a sus padres que, como consecuencia de las guerras, se habían refugiado en las vecindades de Ginosa. Por aquel entonces tuvo una visión de san Pedro, quien le pidió que reconstruyese una iglesia arruinada que llevaba su nombre y se encontraba a unos tres kilómetros de la ciudad. Gracias a la tenacidad de sus esfuerzos y a la ayuda de algunos compañeros, pudo llevar a cabo con éxito la tarea. Pero entonces se le acusó de haber descubierto un tesoro oculto en la vieja iglesia y de haberse apropiado de él. Los acusadores lo llevaron ante el gobernador de la provincia, quien no quiso creer en su inocencia y le mandó a la cárcel.

    A poco de estar en la prisión, escapó en una forma que nadie podía explicarse, por lo que se dijo que había sido liberado por un ángel. Llegó hasta Cápua y tuvo que seguir su camino, porque los pobladores no le permitieron quedarse. En la soledad de la noche, oyó de nuevo la voz interior que le instaba a regresar a su comarca natal y así lo hizo. De nuevo en la Basilicata, consiguió ingresar en la comunidad religiosa de San Guillermo de Vercelli, en Monte Laceno. Ahí permaneció Juan hasta que un incendio destruyó las viviendas de los monjes; la mayoría se trasladó a la abadía de Monte Cagno, pero Juan se fue a Bari, donde comenzó a predicar con maravillosos resultados. Su éxito fue tan grande, que suscitó la envidia y, de nuevo, sus enemigos trataron de combatirlo con acusaciones falsas: aquella vez se le acusó de hereje. Sin embargo, se defendió brillantemente en los tribunales y, a fin de cuentas, salió libre de culpa y cargo entre las aclamaciones triunfales del pueblo. Después regresó a Ginosa, donde sus antiguos discípulos le dispensaron una calurosa bienvenida y, en la iglesia reconstruida de San Pedro, predicó una misión que rindió abundantes frutos. Sus constantes viajes estaban a punto de terminar: siempre dirigido por la misteriosa voz interior, se encaminó al Monte Gargano y, en Pulsano, a poco más de diez kilómetros del sitio bendecido por la aparición de san Miguel Arcángel, se dedicó a construir un monasterio. Desde todas partes acudieron los discípulos a ayudarle y, una vez terminado el edificio, albergó a sesenta monjes que tuvieron por superior a Juan hasta su muerte. Venerado por todos en razón de su ciencia, sus milagros, sus profecías y sus virtudes, pasó a mejor vida el 20 de junio de 1139. Posteriormente, otras casas de religión se afiliaron a la suya y, en una época, la congregación de Monte Pulsano formó parte de la gran familia Benedictina; pero desde hace mucho tiempo desapareció.

Fuente: ©Evangelizo.org



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín