martes, 2 de diciembre de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 03 de Diciembre - San Mateo 15,29-37


    Libro de Isaías 25,6-10a.

    En aquel día: El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados.
    El arrancará sobre esta montaña el velo que cubre a todos los pueblos, el paño tendido sobre todas las naciones.
    Destruirá la Muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho él, el Señor.
    Y se dirá en aquel día: "Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación: es el Señor, en quien nosotros esperábamos; ¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!".
    Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.


Salmo 23(22),1-3a.3b-4.5.6.

El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas.

Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,

porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;

unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;

y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.


    Evangelio según San Mateo 15,29-37.

    Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó.
    Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó.
    La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.
    Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino".
    Los discípulos le dijeron: "¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?".
    Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos pocos pescados".
    El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud.
    Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 03 de Diciembre - «Siento compasión por esta multitud”


      San John Henry Newman Doce Meditaciones e Intercesiones para el Viernes Santo, 9-10


"Siento compasión por esta multitud"

    La Escritura inspirada lo dice: “Te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado… A todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida” (Sab 11,21s). Mirad qué es lo que le hace bajar del cielo y le da el nombre de Jesús… “Le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará al pueblo de los pecados” (Mt 1,21). Es su gran amor por los hombres, su compasión por los pecadores lo que le ha hecho bajar del cielo.

    ¿Por qué consentir en cubrir su gloria en un cuerpo mortal si no deseara ardientemente salvar a los extraviados, los que han perdido toda esperanza de salvación? Lo dice él mismo: “El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar a los que se habían perdido” (Lc 19,10). Antes que dejarnos perecer, ha hecho todo lo que un Dios todopoderoso puede hacer de acuerdo con sus divinos atributos: se ha entregado a sí mismo. Nos ama hasta tal punto que quiere dar la vida por cada uno de nosotros de manera tan absoluta, tan plena, como si no hubiera más que un solo hombre para salvar. Es nuestro mejor amigo…, el único amigo verdadero, pone en juego todos los medios posibles para que nosotros le devolvamos este amor. No rechaza nada nuestro si consentimos en amarle…

    Oh, mi Señor y mi Salvador, en tus brazos me siento seguro. Estando contigo, nada temo; pero si me abandonas, ya nada puedo esperar. No sé que es lo que me va a pasar desde ahora hasta el momento de mi muerte, no sé nada de mi futuro, pero me fío de ti… Descanso totalmente en ti porque tú conoces lo que es bueno para mí, y no lo sé.

SANTORAL - SAN FRANCISCO JAVIER

03 de Diciembre


    Nació en el castillo de Javier (Navarra) el año 1506. Cuando estudiaba en París, conoció a Ignacio de Loyola, hizo los ejercicios espirituales, y junto a él y un grupo de Compañeros fundaron la Compañía de Jesús.

    Javier fue ordenado sacerdote en Roma el año 1537. El año 1541 se marchó al Oriente como misionero. Su vocación evangelizadora lo llevó a recorrer de manera incansable la India y el Japón durante diez años. Murió el año 1552 en la isla de Sanchón Sancián, a las puertas de China.

    Francisco Javier fue canonizado en 1622, al mismo tiempo que Ignacio de Loyola, Teresa de Avila, Felipe Neri e Isidro el Labrador.

Para Reflexionar a luz de la Vida de Javier

    Dinero, fama, títulos académicos, éxito en el deporte… las ambiciones de Francisco Javier (Navarra, 1506-1552) no son muy distintas de las que encontramos hoy por la calle. En París, un compañero estudiante lo desarmó: “Javier, ¿de qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?”(Mc 8,36).

    Así Ignacio de Loyola despertó a un gigante: ni lenguas, ni países, ni peligros, frenaron el celo apostólico de Francisco Javier para llevar a Jesucristo hasta el extremo conocido, siguiendo aquella máxima: «Id, inflamad todas las cosas». Era el 7 de abril de 1541, y esta frase fue pronunciada después de un inesperado cambio de planes: ¡era él el enviado de Pablo III a la misión de las Índias!

    Trece meses navegando mientras servía a enfermos y necesitados, hasta que desembarcó en Goa, donde empezó una odisea titánica de islas, lenguas, predicaciones y servicio desde allí hasta Japón. «Os hago saber, queridos hermanos, que tomé de las cartas vuestros nombres, escritos por vuestras propias manos, junto al voto de profesión que hice, y los llevo siempre conmigo, por las consolaciones que recibo de ellos».

    Sus denuncias al Rey de Portugal por el espolio de riquezas en las Índias en lugar de favorecer la evangelización le costó dolorosos fracasos, pero pidiendo fuerzas a Dios prosiguió incansable hasta la isla de Sancián, en un intento de entrar en China. Allí, al lado del indio Cristóbal y del chino Antonio, representantes de su misión en aquél continente, a los 46 años entregó su espíritu sembrando en la tierra su honda huella por Cristo, de donde nacería una entera generación de misioneros.

Oremos

    Señor, Dios nuestro, que quisiste que numerosos pueblos llegaran a conocerte por medio de la predicación de San Francisco Javier, concede a todos los bautizados un gran celo por la propagación de la fe, para que así tu Iglesia pueda alegrarse de ver aumentados sus hijos en todo el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

-FRASE DEL DÍA-