viernes, 21 de junio de 2024
EVANGELIO - 22 de Junio - San Mateo 6,24-34.
Segundo Libro de Crónicas 24,17-25.
Después de la muerte de Iehoiadá, los jefes de Judá fueron a postrarse delante del rey, y este se dejó llevar por sus palabras.
Entonces abandonaron la Casa del Señor, el Dios de sus padres, y rindieron culto a los postes sagrados y a los ídolos. Por este pecado, se desató la indignación del Señor contra Judá y Jerusalén.
Les envió profetas que dieron testimonio contra ellos, para que se convirtieran al Señor, pero no quisieron escucharlos.
El espíritu de Dios revistió a Zacarías, hijo del sacerdote Iehoiadá, y este se presentó delante del pueblo y les dijo: "Así habla Dios: ¿Por qué quebrantan los mandamientos del Señor? Así no conseguirán nada. ¡Por haber abandonado al Señor, él los abandonará a ustedes!".
Ellos se confabularon contra él, y por orden del rey lo apedrearon en el atrio de la Casa del Señor.
El rey Joás no se acordó de la fidelidad que le había profesado Iehoiadá, padre de Zacarías, e hizo matar a su hijo, el cual exclamó al morir: "¡Que el Señor vea esto y les pida cuenta!".
Al comenzar el año, el ejército de los arameos subió a combatir contra Joás. Invadieron Judá y Jerusalén, ejecutaron a todos los jefes que había en el pueblo, y enviaron el botín al rey de Damasco.
Aunque el ejército de Arám había venido con pocos hombres, el Señor entregó en sus manos a un ejército mucho más numeroso, por haberlo abandonado a él, el Dios de sus padres. De esta manera, los arameos hicieron justicia con Joás, y cuando se fueron, lo dejaron gravemente enfermo. Sus servidores tramaron una conspiración contra él para vengar la sangre del hijo del sacerdote Iehoiadá, y lo mataron cuando estaba en su lecho. Así murió, y fue sepultado en la Ciudad de David, pero no en el sepulcro de los reyes.
Salmo 89(88),4-5.29-30.31-32.33-34.
Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:
«Estableceré tu descendencia para siempre,
mantendré tu trono por todas las generaciones.»
Le aseguraré mi amor eternamente,
y mi alianza será estable para él.
le daré una descendencia eterna
y un trono duradero como el cielo.
Si sus hijos abandonan mi enseñanza
y no proceden de acuerdo con mis juicios;
si profanan mis preceptos
y no observan mis mandamientos.
Castigaré sus rebeldías con la vara
y sus culpas, con el látigo.
Pero a él no le retiraré mi amor
ni desmentiré mi fidelidad.
Evangelio según San Mateo 6,24-34.
Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.
Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?
Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos?
¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida?
¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer.
Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos.
Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!
No se inquieten entonces, diciendo: '¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?'.
Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan.
Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura.
No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.
Palabra del Señor
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 22 de Junio - “Todo esto se os dará por añadidura”
“Todo esto se os dará por añadidura”
Contemplación para alcanzar amor Primero conviene advertir dos cosas: la primera es que el amor se debe poner más en las obras que en las palabras; la segunda es que el amor consiste en un comunicarse de las dos partes, es a saber, en dar y comunicar el amante al amado lo que tiene, o de lo que tiene o puede y así por el contrario el amado al amante: de manera que si el uno tiene ciencia, dar al que no la tiene, si honores, riquezas y así el otro al otro.
Primer preámbulo es composición: que es aquí ver cómo estoy delante de Dios nuestro Señor, de los ángeles, de los santos interpelantes por mi.
El segundo: pedir lo que quiero, será aquí pedir conocimiento interno de tanto bien recibido para que yo, enteramente reconociendo pueda en todo amar y servir a su divina majestad.
El primer punto es traer a la memoria los beneficios recibidos de creación, redención y dones particulares, ponderando con mucho afecto cuánto ha hecho Dios nuestro Señor por mi y cuánto me ha dado de lo que tiene, y “consequenter” el mismo Señor desea dárseme en cuanto puede, según su ordenación divina. Y con esto reflectar en mi mismo, considerando con mucha razón y justicia en lo que yo debo de mi parte ofrecer y dar a la su divina majestad, es a saber, todas mis cosas y a mi mismo con ellas, así como quien ofrece afectándose mucho: “Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi hacer y poseer: Vos me lo disteis a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed de todo a vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia que ésta me basta”.
SANTORAL - SAN TOMÁS MORO
22 de Junio
Juan Fisher nació el año 1469; fue hijo de un modesto mercero de Beberly, en el condado de York (Inglaterra); estudió teología en Canbridge, fue ordenado presbítero, por privilegio, cuando sólo contaba veintidós años, y a los treinta y cinco ya era Vicecanciller de la Universidad.
Consumado humanista, fundó los Colleges de Cristo y de san Juan, amplió bibliotecas y fundó cátedras con la ayuda de Lady Margaret, madre de Enrique VII. Erasmo llegó a afirmar que no había en el país «hombre más culto, ni obispo más santo». Fue nombrado obispo de Rochester en el año 1504, cargo que ejerció con una vida llena de austeridad y de entrega pastoral, visitando con frecuencia a los fieles de su grey. Se mostró como decidido apologista antiprotestante.
Mantuvo una postura firme y clara ante los proyectos de Enrique VIII sobre su anulación matrimonial, defendiendo la validez y la indisolubilidad del contraído con la reina Catalina de Aragón. Miembro de la Cámara de los Lores, arremete contra ciertas medidas anticlericales y hace añadir una cláusula fatalmente restrictiva al nombramiento de Enrique VIII como Cabeza de la Iglesia en Inglaterra. Su actitud le llevó a estar dos veces en la cárcel, a sufrir atentados e intentos de asesinato y a soportar bajas calumnias. Por su negativa a prestar el juramento de Supremacía, se le encarceló en la Torre de Londres, le despojaron de su título episcopal y declararon a Rochester «sede vacante».
Tomás Moro nació el año 1477, y completó sus estudios en Oxford; se casó y tuvo un hijo y tres hijas. Ocupó el cargo de Canciller del reino. Íntimo compañero y amigo personal del rey Enrique VIII, abogado distinguido, notable humanista de gran cultura, amigo de Erasmo, cariñoso padre de familia, caballero simpático por su buen humor y, además católico fervoroso.
Grande era su reputación de hombre recto y jovial, juez justo, culto y estimado por los humanistas europeos, tanto que Erasmo de Rotterdam le dedicó su "Elogio de la locura". Fue muy amado por el pueblo por su caridad, y también muy conocido por su sentido del humor y su fino intelecto, como se evidencia en sus obras y su vida. Pero Tomás Moro era, ante todo, un hombre de fe. Hijo de un abogado, nació en Londres en 1478. En su vida privada visitaba con frecuencia a los franciscanos de Greenwich y pasó un período en la Cartuja de Londres. Su primer matrimonio fue con Jane Colt de quien tuvo 4 hijos y luego, quedando viudo, se casó con Alice Middleton. Fiel esposo y buen padre, se dedicó a la educación intelectual y religiosa de sus hijos, en su casa siempre abierta a los amigos.
Su historia está entrelazada con la vida del Rey Enrique VIII, quien, habiendo decidido casarse con Ana Bolena, obligó al Arzobispo Thomas Cranmer a que declarase nulo su matrimonio con Catalina de Aragón y luego, en una escalada de oposición al Papa Clemente VII, se autoproclamó como el Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra. En 1534 el parlamento ratificó la decisiòn del rey con el Acta de Supremacía y el Acta de Sucesión. No obstante que Tomás ya se había retirado del mundo político, en tal situaciòn tan crítica, confirmó valientemente su lealtad al Papa y por eso, en 1534 fue encarcelado en la Torre de Londres, pero esto no fue suficiente para hacerlo retractar. Su "línea defensiva", que era la del silencio, no fue suficiente para salvar su vida. Fue sometido a un juicio, en el curso del cual pronunció una famosa defensa sobre la indisolubilidad del matrimonio, sobre el respeto del patrimonio jurídico inspirado en los valores cristianos y acerca de la libertad de la Iglesia ante el Estado. Fue injustamente condenado por alta traición y decapitado el 6 de julio, pocos días después de que Juan Fisher, del que era un gran amigo, fuera también condenado por las mismas ideas. Por eso, la Iglesia los recuerda a los dos juntos el 22 de junio. Santo Tomás Moro fue un hombre muy apasionado por la verdad y en el discurso de Benedicto XVI en Westminster Hall leemos: "Quisiera recordar la figura de Santo Tomás Moro, el gran erudito inglés y hombre de Estado, quien es admirado por creyentes y no creyentes por la integridad con la que fue fiel a su conciencia, incluso a costa de contrariar al soberano de quien era un “buen servidor”, pues eligió servir primero a Dios".
Señor, tú que has querido que el martirio sea el supremo testimonio de la fe, concédenos, por la intercesión de los Santos Juan Fisher y Tomás Moro, ratificar con nuestra vida la fe que profesamos con nuestros labios. Por Nuestro Señor Jesucristo tu Hijo. Amén
Grande era su reputación de hombre recto y jovial, juez justo, culto y estimado por los humanistas europeos, tanto que Erasmo de Rotterdam le dedicó su "Elogio de la locura". Fue muy amado por el pueblo por su caridad, y también muy conocido por su sentido del humor y su fino intelecto, como se evidencia en sus obras y su vida. Pero Tomás Moro era, ante todo, un hombre de fe. Hijo de un abogado, nació en Londres en 1478. En su vida privada visitaba con frecuencia a los franciscanos de Greenwich y pasó un período en la Cartuja de Londres. Su primer matrimonio fue con Jane Colt de quien tuvo 4 hijos y luego, quedando viudo, se casó con Alice Middleton. Fiel esposo y buen padre, se dedicó a la educación intelectual y religiosa de sus hijos, en su casa siempre abierta a los amigos.
Una estrella en continuo ascenso
En su vida pública lo vemos trabajando como miembro del Parlamento y ocupando varios puestos diplomáticos. En 1516 escribió su obra más conocida, "La Utopía". Enseguida fue juez, presidente de la Cámara de los Comunes y como consejero y secretario del rey, luchó contra la Reforma Protestante. Contribuyó a la redacción de "La defensa de los siete sacramentos", obra que le había valido a Enrique VIII el título de Defensor de la fe. Su ascenso fue veloz e incomparable hasta llegar a la cima. De hecho fue el primer laico en ser nombrado Gran Canciller. Estamos en 1529. En este turbulento contexto politico y religioso, sólo unos pocos años después, en 1532, su vida cambiará de manera decisiva. Tomás sintió que debía renunciar a sus encargos políticos y entonces iniciará otra vida, pero esta vez de pobreza y de abandono para él y su familia. Muero como fiel servidor del rey, pero primero como servidor de Dios
Su historia está entrelazada con la vida del Rey Enrique VIII, quien, habiendo decidido casarse con Ana Bolena, obligó al Arzobispo Thomas Cranmer a que declarase nulo su matrimonio con Catalina de Aragón y luego, en una escalada de oposición al Papa Clemente VII, se autoproclamó como el Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra. En 1534 el parlamento ratificó la decisiòn del rey con el Acta de Supremacía y el Acta de Sucesión. No obstante que Tomás ya se había retirado del mundo político, en tal situaciòn tan crítica, confirmó valientemente su lealtad al Papa y por eso, en 1534 fue encarcelado en la Torre de Londres, pero esto no fue suficiente para hacerlo retractar. Su "línea defensiva", que era la del silencio, no fue suficiente para salvar su vida. Fue sometido a un juicio, en el curso del cual pronunció una famosa defensa sobre la indisolubilidad del matrimonio, sobre el respeto del patrimonio jurídico inspirado en los valores cristianos y acerca de la libertad de la Iglesia ante el Estado. Fue injustamente condenado por alta traición y decapitado el 6 de julio, pocos días después de que Juan Fisher, del que era un gran amigo, fuera también condenado por las mismas ideas. Por eso, la Iglesia los recuerda a los dos juntos el 22 de junio. Santo Tomás Moro fue un hombre muy apasionado por la verdad y en el discurso de Benedicto XVI en Westminster Hall leemos: "Quisiera recordar la figura de Santo Tomás Moro, el gran erudito inglés y hombre de Estado, quien es admirado por creyentes y no creyentes por la integridad con la que fue fiel a su conciencia, incluso a costa de contrariar al soberano de quien era un “buen servidor”, pues eligió servir primero a Dios".
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