VIGÉSIMO SEXTO DÍA: PODER DE SAN JOSÉ
Poder de San José
José es, en la sagrada Escritura una figura profética de san José, esposo de María. Es todopoderoso en el fértil Egipto; el Faraón le confió sus graneros donde se apiñan las gavillas de las cosechas; estuvo autorizado a distribuirla entre sus hermanos, venidos suplicantes. ¿No ocurre lo mismo de nuestro bien amado protector? Colocado en el cielo, no lejos e María, la todosuplicante, investido por Jesús mismo de una dignidad que no tiene parangón entre los santos y que responde al este título único: Padre nutricio del Verbo encarnado, todo lo puede sobre el Corazón de Jesús. Algunos autores piadosos no temen decir que Jesús lo obedece todavía; todo lo puede sobre el corazón de María, que le estuvo estrechamente unido, y este poder lo emplea a favor de la Iglesia y por los fieles. ¿Cuál es la oración que José no haya escuchado? Admirable en el orden temporal, siempre dispuesto a compartir las miserias de nuestra débil humanidad, es más admirable aún cuando se le invoca para los bienes del alma y cuando se le suplica la obtención de algunas de esas gracias, como hacen los santos, que aseguran la salvación. La palabra de santa Teresa puede ser repetida siempre, por miles de corazones que han tenido esa dulce experiencia. No se pide nada a José que no lo conceda (en el orden d elas cosas permitidas), y la confianza filial que se tributa en todo el universo, ese gran dispensador de sus dones celestes responde a una solicitud paternal. Tal como fue en la tierra, bueno y tierno, así es en el cielo.
Oración
Glorioso san José, fuiste investido del cuidado misericordioso de facilitar al cristiano el paso a la eternidad. A tinos debemos dirigir para obtener una buena muerte. Sé pues nuestro auxilio, oh José, en ese solemne y último instante de nuestra vida terrestre. Nosotros esperamos en María, a quien que suplicamos cada día nos sea propicia en la hora de la muerte; pero sabemos que María se complace al ver la confianza que depositamos en ti, y que allí donde estés, ella se digna estar. Ven, pues, con ella, oh bienamado san José, y asiste a tus pobres servidores..