miércoles, 30 de octubre de 2019

PAPA FRANCISCO PROPONE DIEZ INSTRUCCIONES PARA IR AL ENCUENTRO DE TODOS

    “Cada uno de nosotros “es una misión en esta tierra”. El Papa Francisco invitó a ser misioneros, discípulos de Jesús, que comparten con los demás la alegría del amor de Dios, sin proselitismo, sino testimoniando.


7. Anunciar, renunciar

    “Es también el secreto de la misión: para partir se necesita dejar, para anunciar se necesita renunciar. El anuncio creíble no está hecho de hermosas palabras, sino de una vida buena: una vida de servicio, que sabe renunciar a muchas cosas materiales que empequeñecen el corazón, nos hacen indiferentes y nos encierran en nosotros mismos; una vida que se desprende de lo inútil que ahoga el corazón y encuentra tiempo para Dios y para los demás”. 

    Entonces, preguntó: “¿Cómo es mi subida? ¿Sé renunciar a los equipajes pesados e inútiles de la mundanidad para subir al monte del Señor? ¿mi camino es una subida o es para trepar?”.

    En otro momento, recordó que la misión es dirigida a todos y no a pocos: “El Señor es obstinado al repetir este todos. Sabe que nosotros somos testarudos al repetir “mío” y “nuestro”: mis cosas, nuestra gente, nuestra comunidad…, y Él no se cansa de repetir: “todos”.


    Fuente: Aleteia

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XXX
De la Feria. Salterio II

31 de octubre

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: SEÑOR, ¿A QUIÉN IREMOS?

Señor, ¿a quién iremos,
si tú eres la Palabra?
A la voz de tu aliento
se estremeció la nada;
la hermosura brilló
y amaneció la gracia.

Señor, ¿a quién iremos,
si tu voz no nos habla?

Nos hablas en las voces
de tu voz semejanza:
en los goces pequeños
y en las angustias largas.

Señor, ¿a quién iremos,
si tú eres la Palabra?

En los silencios íntimos
donde se siente el alma,
tu clara voz creadora
despierta la nostalgia.

¿A quién iremos, Verbo,
entre tantas palabras?

Al golpe de la vida,
perdemos la esperanza;
hemos roto el camino
y el roce de tu planta.

¿A dónde iremos, dinos,
Señor, si no nos hablas?

¡Verbo del Padre, Verbo
de todas las mañanas,
de las tardes serenas,
de las noches cansadas!

¿A dónde iremos, Verbo,
si tú eres la Palabra? Amén.

SALMODIA

Ant 1. Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre.

Salmo 43 I ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO A SUS ENEMIGOS

¡Oh Dios!, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres nos lo han contado:
la obra que realizaste en sus días,
en los años remotos.

Tú mismo, con tu mano, desposeíste a los gentiles,
y los plantaste a ellos;
trituraste a las naciones,
y los hiciste crecer a ellos.

Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que les dio la victoria;
sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los amabas.

Mi rey y mi Dios eres tú,
que das la victoria a Jacob:
con tu auxilio embestimos al enemigo,
en tu nombre pisoteamos al agresor.

Pues yo no confío en mi arco,
ni mi espada me da la victoria;
tú nos das la victoria sobre el enemigo
y derrotas a nuestros adversarios.

Dios ha sido siempre nuestro orgullo,
y siempre damos gracias a tu nombre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre.

Ant 2. Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.

Salmo 43 II

Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea.

Nos entregas como ovejas a la matanza
y nos has dispersado por las naciones;
vendes a tu pueblo por nada,
no lo tasas muy alto.

Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones.

Tengo siempre delante mi deshonra,
y la vergüenza me cubre la cara
al oír insultos e injurias,
al ver a mi rival y a mi enemigo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.

Ant 3. Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.

Salmo 43 III

Todo esto nos viene encima,
sin haberte olvidado
ni haber violado tu alianza,
sin que se volviera atrás nuestro corazón
ni se desviaran de tu camino nuestros pasos;
y tú nos arrojaste a un lugar de chacales
y nos cubriste de tinieblas.

Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y extendido las manos a un dios extraño,
el Señor lo habría averiguado,
pues él penetra los secretos del corazón.

Por tu causa nos degüellan cada día,
nos tratan como a ovejas de matanza.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión?

Nuestro aliento se hunde en el polvo,
nuestro vientre está pegado al suelo.
Levántate a socorrernos,
redímenos por tu misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.

V. Señor, ¿a quién vamos a ir?
R. Tú tienes palabras de vida eterna.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Jeremías 27, 1-15

EL PUEBLO LLEVARÁ EL YUGO DEL REY DE BABILONIA

El año cuarto del reinado de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, recibió Jeremías esta palabra del Señor. El Señor me dijo:

«Fabrícate unas coyundas y un yugo, y póntelas al cuello; y envía un mensaje a los reyes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón, por medió de los embajadores que han venido a Jerusalén a visitar al rey Sedecías. Les mandarás que informen a sus señores: Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Decid a vuestros señores:

"Yo he creado la tierra y los hombres y los animales sobre la superficie de la tierra, con mi gran poder, con brazo extendido: y la doy a quien me parece. Ahora yo entrego todas estas tierras en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo; incluso las bestias del campo le daré por vasallos. Serán sus vasallos todas las naciones, y también de su hijo y de su nieto; hasta que le llegue también a su país la hora de ser vasallo de pueblos numerosos, de reyes poderosos.

Si una nación y su rey no se someten a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y no rinden el cuello al rey de Babilonia, con espada y hambre y peste castigaré a esa nación, hasta entregarla en sus manos —oráculo del Señor—.

Y vosotros no hagáis caso a vuestros profetas, adivinos, agoreros, intérpretes de sueños y magos, que os dicen: 'No seréis esclavos del rey de Babilonia'; porque ellos os profetizan mentiras, para alejaros de vuestros campos, para que yo os disperse y os destruya. Pero el pueblo que rinda el cuello y se someta al rey de Babilonia, lo dejaré en su tierra, para que la cultive y habite en ella —oráculo del Señor—."»

A Sedecías, rey de Judá, le hablé en los mismos términos:

«Rendid el cuello al yugo del rey de Babilonia; someteos a él y a su pueblo, y viviréis; así no moriréis a espada, de hambre y de peste, según anunció el Señor a las naciones que no se sometan al rey de Babilonia. No hagáis caso a los profetas que os dicen: "No seréis esclavos del rey de Babilonia", porque os profetizan mentiras. Yo no los envié —oráculo del Señor—, y ellos profetizan en mi nombre falsamente, para hacer que yo os disperse y os destruya, a vosotros con los profetas que os profetizan.»

RESPONSORIO    Dt 28, 15. 48. 64

R. Si no escuchas la voz del Señor, tu Dios, servirás al enemigo que mande el Señor contra ti; * él te pondrá en los hombros un yugo de hierro.
V. El Señor os dispersará entre todos los pueblos, de un extremo a otro de la tierra.
R. El te pondrá en los hombros un yugo de hierro.

SEGUNDA LECTURA

De las Disertaciones de san Atanasio, obispo, Contra los arrianos.
(Disertación 2, 78. 79: PG 26, 311. 314)

LAS OBRAS DE LA CREACIÓN REFLEJO DE LA SABIDURÍA ETERNA

En nosotros y en todos los seres hay una imagen creada de la Sabiduría eterna. Por ello, no sin razón, el que es la verdadera Sabiduría de quien todo procede, contemplando en las creaturas como una imagen de su propio ser exclama: El Señor me creó al comienzo de sus obras. En efecto, el Señor considera toda la sabiduría que hay y se manifiesta en nosotros como algo que pertenece a su propio ser.

Pero esto no porque el Creador de todas las cosas sea él mismo creado, sino porque él contempla en sus creaturas como una imagen creada de su propio ser. Ésta es la razón por la que afirmó también el Señor: El que a vosotros recibe a mí me recibe, pues aunque él no forma parte de la creación, sin embargo en las obras de sus manos hay como una impronta y una imagen de su mismo ser, y por ello, como si se tratara de sí mismo, afirma: El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras.

Por esta razón precisamente la impronta de la sabiduría divina ha quedado impresa en las obras de la creación para que el mundo, reconociendo en esta sabiduría al Verbo, su Creador, llegue por él al conocimiento del Padre. Es esto lo que enseña el apóstol san Pablo: Son manifiestas a ellos las verdades que se pueden conocer acerca de Dios. Bien claro se las manifestó él. Así, desde la creación del mundo, lo invisible de Dios es conocido mediante las obras. Por esto, el Verbo, en cuanto tal, de ninguna manera es creatura, sino el arquetipo de aquella sabiduría de la cual se afirma que existe y que está realmente en nosotros.

Los que no quieren admitir lo que decimos deben responder a esta pregunta: ¿existe o no alguna clase de sabiduría en las creaturas? Si nos dicen que no existe, ¿por qué arguye san Pablo diciendo que, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría? Y si no existe ninguna sabiduría en las creaturas, ¿cómo es que la Escritura alude a tan gran número de sabios? Pues en ella se afirma: El sabio, lleno de temor, se aparta del mal y con sabiduría edifica su casa.

Y dice también el Eclesiastés: La sabiduría del hombre hace brillar su rostro; y el mismo autor increpa a los temerarios con estas palabras: No digas: ¿cómo es que el tiempo pasado fue mejor que el presente? Pues no es de sabios preguntar sobre ello.

Que exista la sabiduría en las cosas creadas queda patente también por las palabras del hijo de Sirac: La derramó sobre todas sus obras, la repartió entre los vivientes, según su generosidad, la regaló a los que lo aman; pero esta efusión de sabiduría no se refiere, en manera alguna, al que es la misma Sabiduría por naturaleza, el cual existe en sí mismo y es el Unigénito, sino más bien a aquella sabiduría que aparece como su reflejo en las obras de la creación. ¿Por qué, pues, vamos a pensar que es imposible que la misma Sabiduría creadora, cuyos reflejos constituyen la sabiduría y la ciencia derramadas en la creación, diga de sí misma: El Señor me creó al comienzo de sus obras? No hay que decir, sin embargo, que la sabiduría que hay en el mundo sea creadora; ella, por el contrario, ha sido creada, según aquello del salmo: El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos.

RESPONSORIO    Sb 7, 22. 23; 1Co 2, 10

R. Hay en la sabiduría un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, perspicaz, amante del bien, incoercible, firme, seguro, sereno; * él todo lo puede, todo lo observa, penetra todos los espíritus.
V. El Espíritu todo lo penetra, hasta la profundidad de Dios.
R. Él todo lo puede, todo lo observa, penetra todos los espíritus.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, y para que alcancemos lo que nos prometes haz que amemos lo que nos mandas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

LITURGIA DE LAS HORAS - LAUDES



TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XXX
De la Feria. Salterio II

31 de octubre

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: SEÑOR, TÚ ME LLAMASTE.

Señor, tú me llamaste
para ser instrumento de tu gracia,
para anunciar la buena nueva,
para sanar las almas.

Instrumento de paz y de justicia,
pregonero de todas tus palabras,
agua para calmar la sed hiriente,
mano que bendice y que ama.

Señor, tú me llamaste
para curar los corazones heridos,
para gritar, en medio de las plazas,
que el Amor está vivo,
para sacar del sueño a los que duermen
y liberar al cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos,
haz lo que quieras conmigo.

Señor, tú me llamaste
para salvar al mundo ya cansado,
para amar a los hombres
que tú, Padre, me diste como hermanos.
Señor, me quieres para abolir las guerras,
y aliviar la miseria y el pecado;
hacer temblar las piedras
y ahuyentar a los lobos del rebaño. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.

Salmo 79 - VEN A VISITAR TU VIÑA

Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraím, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.

¡Oh Dios!, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

Señor Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?

Le diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.

Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el terreno y echó raíces
hasta llenar el país;

su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.

¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?

Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa.

La han talado y le han prendido fuego:
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.

Ant 2. Anunciad a toda la tierra que el señor hizo proezas.

Cántico: ACCION DE GRACIAS DEL PUEBLO SALVADO - Is 12, 1-6

Te doy gracias, Señor,
porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.

Él es mi Dios y salvador:
confiare y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.

Aquel día, diréis:
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.

Tañed para el Señor, que hizo proezas;
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«¡Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel!».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Anunciad a toda la tierra que el señor hizo proezas.

Ant 3. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

Salmo 80 - SOLEMNE RENOVACIÓN DE LA ALIANZA

Aclamad a Dios, nuestra fuerza;
dad vítores al Dios de Jacob:

acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta;

porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto.

Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.

Clamaste en la aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.

Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!

No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto;
abre tu boca y yo la saciaré.

Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios;

los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

LECTURA BREVE   Rm 14, 17-19

El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo, pues el que en esto sirve a Cristo es grato a Dios y acepto a los hombres. Por tanto, trabajemos por la paz y por nuestra mutua edificación.

RESPONSORIO BREVE

V. Velando medito en ti, Señor.
R. Velando medito en ti, Señor.

V. Porque fuiste mi auxilio.
R. Medito en ti, Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Velando medito en ti, Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y perdónanos nuestros pecados.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y perdónanos nuestros pecados.

PRECES

Bendigamos a Dios, nuestro Padre, que mira siempre con amor a sus hijos y nunca desatiende sus súplicas, y digámosle con humildad:

Ilumínanos, Señor.

Te damos gracias, Señor, porque nos has iluminado con la luz de Jesucristo;
que esta claridad ilumine hoy todos nuestros actos.

Que tu sabiduría nos dirija en nuestra jornada;
así andaremos por sendas de vida nueva.

Ayúdanos a superar con fortaleza las adversidades
y haz que te sirvamos con generosidad de espíritu.

Dirige y santifica los pensamientos, palabras y obras de nuestro día
y danos un espíritu dócil a tus inspiraciones.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Dirijamos ahora, todos juntos, nuestra oración al Padre y digámosle:

Padre nuestro...

ORACIÓN

A ti, Señor, que eres la luz verdadera y la fuente misma de toda luz, te pedimos humildemente que meditando fielmente tu palabra vivamos siempre en la claridad de tu luz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LITURGIA DE LAS HORAS - VÍSPERAS



TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XXX
De la Feria. Salterio II

31 de octubre

I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: PATRIARCAS QUE FUISTEIS LA SEMILLA.

Patriarcas que fuisteis la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos,
al vencedor divino de la muerte
rogadle por nosotros.

Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas
rogadle por nosotros.

Almas cándidas, santos Inocentes
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado
rogadle por nosotros.

Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositario
rogadle por nosotros.

Mártires que ganasteis vuestra palma
en la arena del circo, en sangre rojo,
al que es fuente de vida y hermosura
rogadle por nosotros.

Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas
rogadle por nosotros.

Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber rico tesoro,
al que es raudal de ciencia inextinguible
rogadle por nosotros.

Soldados del ejército de Cristo,
santas y santos todos,
rogadle que perdone nuestras culpas
a aquel que vive y reina entre vosotros. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Una luz sin ocaso iluminará a tus santos, Señor, y un júbilo eterno será su parte. Aleluya.

Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Una luz sin ocaso iluminará a tus santos, Señor, y un júbilo eterno será su parte. Aleluya.

Ant 2. Alégrate y salta de gozo, Jerusalén, ciudad de Dios, por los hijos de los justos, que serán congregados y al Señor de los justos bendecirán. Aleluya.

Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alégrate y salta de gozo, Jerusalén, ciudad de Dios, por los hijos de los justos, que serán congregados y al Señor de los justos bendecirán. Aleluya.

Ant 3. Los santos cantaban un cántico nuevo ante el trono de Dios y del Cordero, y sus voces llenaban toda la tierra. Aleluya.

Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Los santos cantaban un cántico nuevo ante el trono de Dios y del Cordero, y sus voces llenaban toda la tierra. Aleluya.

LECTURA BREVE   Hb 12, 22-24

Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de los innumerables ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino, al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

RESPONSORIO BREVE

V. Los justos se alegran en la presencia de Dios.
R. Los justos se alegran en la presencia de Dios.

V. Rebosando de alegría.
R. En la presencia de Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los justos se alegran en la presencia de Dios.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, el ejército glorioso de los mártires te aclama; todos los santos y elegidos te ensalzan unánimes, Trinidad santa, único Dios.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, el ejército glorioso de los mártires te aclama; todos los santos y elegidos te ensalzan unánimes, Trinidad santa, único Dios.

PRECES

Acudamos, alegres, a nuestro Dios, corona de todos los santos, y digámosle:

Por intercesión de todos los santos, sálvanos, Señor.

Dios nuestro, fuente y origen de toda sabiduría, que por tu Hijo Jesucristo has hecho de los apóstoles fundamento de la Iglesia,
concédenos ser totalmente fieles a la fe que ellos enseñaron.

Tú que otorgaste a los mártires fortaleza para dar testimonio de ti hasta derramar su sangre,
concede a todos los cristianos ser fieles testigos de tu Hijo.

Tú que concediste a las vírgenes el don insigne de imitar a Cristo en su virginidad,
haz que sepamos ver siempre su virginidad consagrada como un signo del reino futuro.

Tú que has manifestado en los santos tu presencia, tu grandeza y tu perfección,
haz que los fieles, al venerarlos, se sientan unidos a ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concede, Señor, a todos los difuntos gozar siempre de la compañía de María, de san José y de todos los santos,
y, por su intercesión, dales parte en la alegría de tu reino.

Con el gozo que nos da sabernos miembros de la gran familia de los santos, digamos al Padre de todos:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que nos concedes celebrar los méritos de todos los santos en una misma solemnidad, te rogamos que, por las súplicas de tan numerosos intercesores, nos concedas en abundancia los dones que te pedimos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LITURGIA DE LAS HORAS - COMPLETAS



COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS.

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Ant 2. Durante la noche, bendecid al Señor.

Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO

Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:

Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.

LECTURA BREVE   Dt 6, 4-7

Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!

EVANGELIO - 31 de Octubre - San Lucas 13,31-35


    Evangelio según San Lucas 13,31-35.

    En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: "Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte".
    El les respondió: "Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.
    Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
    ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!
    Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 31 de Octubre - ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, pero no habéis querido!


        Juan Taulero (c. 1300-1361), dominico en Estrasburgo - Sermón 21, 4º para la Ascensión


«¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos
bajo las alas pero no habéis querido!»

    Jerusalén era una ciudad de paz, y fue también una ciudad de tormento, porque en ella Jesús sufrió inmensamente y en ella murió dolorosamente. Es en esta ciudad que hemos de ser sus testigos, y no con palabras sino en verdad, con nuestra vida, imitándolo tanto como podamos. Muchos hombres habría que, gustosamente, serían testigos de Dios en la paz con tal que todo les fuera según su criterio. Gustosamente serían santos, con la condición de no encontrar nada amargo en los ejercicios y trabajos para llegara a serlo. Querrían gustar, desear y conocer las dulzuras divinas sin tener que pasar por ninguna clase de amargura, pena o desolación. En cuanto les sobrevienen fuertes tentaciones y tinieblas, en cuanto les deja el sentimiento y la conciencia de estar en Dios, en cuanto se sienten abandonados interior y exteriormente, entonces todo lo abandonan y así dejan de ser verdaderos testigos.

    Todos los hombres buscan la paz. Por todas partes, en sus obras y de todas maneras buscan la paz. ¡Ah! que podamos nosotros liberarnos de esta búsqueda y podamos buscar la paz en el tormento. Es tan sólo ahí que nace la verdadera paz, la que permanece, la que perdura...Busquemos la paz en el dolor, el gozo en la tristeza, la simplicidad en la multiplicidad, la consolación en la amargura; es así que llegaremos a ser en verdad los testigos de Dios.

SANTORAL - SAN WOLFGANGO DE RATISBONA

31 de Octubre


    En Ratisbona, en el territorio de Baviera, san Wolfgango, obispo, que, después de ser maestro de escuela y haber profesado como monje, fue elevado a la sede episcopal, desde donde reinstauró la disciplina del clero, y mientras visitaba la región de Pupping descansó en el Señor. San Wolfgang, que pertenecía a una familia suaba, nació hacia el año 930. Sus padres le enviaron muy joven a la abadía de Reichenau, en una isla del Lago de Constanza, que era entonces un floreciente centro del saber. Allí se hizo amigo de un joven de la nobleza, llamado Enrique, hermano de Poppón, el obispo de Wurzburg. Este último había fundado una escuela en su ciudad episcopal, y Enrique convenció a Wolfgang de que se trasladase con él a dicha escuela. La inteligencia de que dio muestras el joven suabo, despertó entre sus compañeros la admiración y la envidia. El año 956, Enrique fue elegido arzobispo de Tréveris. Se llevó a Wolfgang a su arquidiócesis y le nombró profesor en la escuela de su catedral. En Tréveris Wolfgang cayó bajo la influencia de un monje muy dinámico, llamado Romualdo, y secundó con gran entusiasmo los esfuerzos de Enrique por promover la religión en la arquidiócesis. Enrique murió el año 964. Wolfgang se hizo entonces benedictino en un monasterio de Einsiedeln, cuyo abad era un inglés llamado Gregorio. El abad cayó pronto en la cuenta de que las cualidades de Wolfgang eran todavía mayores que su fama y le nombró director de la escuela del monasterio. San Ulrico, obispo de Augsburgo, le confirió la ordenación sacerdotal. Ello despertó el celo misionero de Wolfgang, quien partió a evangelizar a los magiares de Panonia. La empresa no tuvo el éxito que merecía. Por entonces, el emperador Otón II se enteró de que el santo era una persona idónea para ocupar la sede de Regensburg (Ratisbona), que estaba vacante. Inmediatamente le mandó llamar a Frankfurt y le confirió el beneficio temporal, por más que Wolfgang le rogó que le dejase volver a su monasterio. La consagración episcopal tuvo lugar en Regensburg, en la Navidad del año 972.

    San Wolfgang no abandonó jamás el hábito monacal y en la práctica de su ministerio episcopal mantuvo las austeridades de la vida conventual. Lo primero que hizo, una vez que se estableció en su diócesis, fue emprender la reforma del clero y de los monasterios, especialmente de dos conventos de monjas poco edificantes. Una de las principales rentas de la sede procedía de la abadía de San Emmeram de Regensburg. Hasta entonces había dependido del obispo, y los resultados habían sido tan malos como en otros casos análogos. Wolfgang le devolvió la autonomía y confió su gobierno a Ramuoldo, a quien mandó llamar de Tréveris. El santo era incansable en la predicación, y su intenso espíritu de oración confería una eficacia especial a su palabra. Cumplió con gran fidelidad y vigilancia todas sus obligaciones episcopales durante los veintidós años que ocupó la sede. Se refieren varios milagros obrados por él y su generosidad con los pobres llegó a ser proverbial. En una ocasión en que escaseaba el vino, ciertos sacerdotes ignorantes empezaron a emplear agua en vez de vino en la misa; naturalmente, eso horrorizó al santo obispo, quien distribuyó el vino de su propia bodega por toda la diócesis.

    Durante algún tiempo, san Wolfgang abandonó el gobierno de su diócesis y se retiró a la soledad; pero unos cazadores descubrieron su retiro y le obligaron a volver a Regensburg. Como quiera que fuese, la vocación monacal del santo no le impidió cumplir con sus obligaciones seculares, ya que asistió a varias dietas imperiales y acompañó al emperador en una campaña a Francia. San Wolfgang cedió una parte de Bohemia, que pertenecía a su diócesis, para que se fundase una nueva, cuya sede se estableció en Praga. El duque Enrique de Baviera tenía gran veneración por el santo y le confió la educación de su hijo Enrique, quien fue más tarde emperador y santo canonizado. En el curso de un viaje por el Danubio, rumbo a Austria, San Wolfgang cayó enfermo y falleció en la pequeña población de Puppingen, no lejos de Linz. Fue canonizado en 1052. Su fiesta se celebra en muchas diócesis de Europa Central y en las casas de los canónigos regulares de Letrán, ya que San Wolfgang restableció entre su clero la vida canonical.

Oremos

    Dios todopoderoso y eterno, que nos concede celebrar los méritos de todos los santos en una misma solemnidad, te rogamos que, por las súplicas de tan numerosos intercesores , nos concedas en abundancia los dones que te pedimos . Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo . Amen

EL CANON DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS

NUEVO TESTAMENTO


Cartas pastorales

    Desde hace tiempo se viene llamando a estas tres cartas «cartas pastorales», tomando la metáfora del cuidado pastoril de los rebaños y aplicándola al pastoreo de la comunidad cristiana. Es un nombre que recoge una de las imágenes más conocidas de Jesús en el Evangelio, la del «buen pastor». Las tres cartas forman un bloque homogéneo y se presentan como instrucciones escritas de Pablo a dos íntimos colaboradores suyos, Timoteo y Tito, que se encuentran al frente de las Iglesias de Éfeso y Creta, respectivamente.
    Timoteo estuvo estrechamente ligado al Apóstol, fue su compañero de viaje y misión (Hch 17,14s; 18,5; 19,22; 20,4) y hombre de confianza para realizar encargos especiales en Tesalónica (1 Tes 3,2.6), Macedonia (Hch 19,22) y Corinto (1 Cor 4,17; 16,10; 2 Cor 1,19). Pablo lo llama con mucho afecto paternal: «Hijo mío querido y fiel al Señor» (1 Cor 4,17).
    Tito, al igual que Timoteo, fue amigo y compañero de viaje de Pablo. Estuvo presente en el Concilio de Jerusalén (Gál 2,1-3) y fue el embajador del Apóstol para solucionar la crisis que tenía éste con la comunidad de Corinto (2 Cor 2,13; 7,6; 8,6.16.23; 12,18). Pablo lo llama fraternalmente: «mi hermano» (2 Cor 2,13), «compañero y colaborador» (2 Cor 8,23).
    No es inverosímil que estos dos ilustres personajes tuvieran el honor de recibir cartas personales de su maestro; lógicamente las conservarían y trasmitirían a la posteridad.


Autor, destinatarios y fecha de composición de las cartas 

    A partir del s. XIX se empezó a cuestionar la autenticidad paulina de estas cartas. Desde entonces se ha ido acrecentado la duda, de tal modo que en la actualidad son muy escasos los biblistas que atribuyen su autoría a Pablo. Se piensa, más bien, que son obra de un discípulo suyo de la siguiente generación, que las escribe alrededor del año 100.
    Recurriendo al procedimiento de pseudonimia, muy en boga en aquella época, este discípulo anónimo personifica a Pablo, dando forma de carta a sus instrucciones y escogiendo como destinatarios dos personajes insignes del círculo paulino. Probablemente se sentía heredero legítimo de Pablo; o quizás los rivales citaban a Pablo deformando su enseñanza.
    Nada de lo dicho pone en duda el valor canónico de estas cartas. Son parte integrante del Nuevo Testamento y así son reconocidas por todas las confesiones cristianas.


Contenido de las cartas

    Las cartas pastorales nos sitúan en la segunda o tercera generación cristiana. El ímpetu por evangelizar de las primeras décadas da paso a la necesidad por consolidar y mantener las Iglesias locales en la tradición y enseñanzas recibidas de los apóstoles o el depósito de la fe. Para ello hay que nombrar líderes responsables, competentes y de confianza, que sepan mantener el orden y la concordia, y regular el culto. Son Iglesias que en su incipiente institucionalización se sienten amenazadas por desviaciones doctrinales que ponen en peligro la «memoria de Jesús» y, por consiguiente, la praxis cristiana.
    Las cartas reiteran el adjetivo «sano/a» para referirse a la ortodoxia; hablan de la «verdad»; repiten que «algunos se han apartado de…». Es difícil identificar esas herejías o doctrinas peligrosas. Entre ellas se encontraban, probablemente, las de los «judaizantes», una fuerza menor, todavía activa, con sus prohibiciones alimenticias (1 Tim 4,3), su insistencia en la circuncisión (Tit 1,10), sus «fábulas judías» (Tit 1,14) o sus «controversias sobre la ley» (Tit 3,9). Más peligroso era el impacto del «gnosticismo» que se había infiltrado en las comunidades, cuyas doctrinas esotéricas provenientes de la cultura griega estaban falseando el mensaje cristiano con ideas tales como: la maldad del mundo material y por tanto la condenación en bloque de toda actividad sexual; la negación de la humanidad de Cristo; la afirmación de dos dioses, uno creador y otro salvador, y cosas por el estilo, que podemos adivinar leyendo las refutaciones del autor, aunque no las menciona por su nombre.


Mensaje de las cartas 

    Desde el punto de vista histórico, las cartas pastorales nos suministran datos preciosos para conocer la vida y los problemas de las Iglesias post-apostólicas formadas por la tercera generación cristiana. Son comunidades que viven la presencia de Jesús en los sacramentos y en la liturgia; muy exigentes con sus líderes y responsables, a los que comienzan, ya, a llamar «obispos y diáconos», y que reciben la autoridad apostólica por la imposición de las manos.
    La lista de cualidades y requisitos para acceder al cargo de «pastores» debería ser hoy, como lo fue entonces, el criterio fundamental de su elección: vida intachable, modestos, corteses, hospitalarios, amables, desinteresados (1 Tim 3,2-13), es decir, cercanos al pueblo, como conviene a una «familia» –imagen de la Iglesia, preferida en las cartas–, de la que ellos son, sobre todo, padres y no príncipes o jerarcas.
    Pero la gran preocupación y empeño de las pastorales es mantener vivo e intacto el «depósito de la fe» o lo que es lo mismo, la enseñanza que nos trasmite la tradición recibida de los apóstoles. Y esto no es un elenco muerto de dogmas y doctrinas, sino la «memoria viva de Jesús», en la que sobresale su opción por los pobres, los marginados, los pecadores, los últimos y más débiles. Y esto debe ser también el gran empeño de la Iglesia de hoy y de todos los tiempos.


SINOPSIS

Carta a Tito 

    Lo más sustancioso de esta carta es la doctrina cristológica de 2,11-15 y 3,4-7. Los demás temas y preocupaciones son los mismos de las cartas precedentes, dirigidas ahora a Tito como responsable de la Iglesia de Creta.