domingo, 6 de agosto de 2023

BIENAVENTURANZAS DEL MISIONERO



    La fe es un don precioso de Dios, que abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar, Él quiere relacionarse con nosotros para hacernos partícipes de su misma vida y hacer que la nuestra esté más llena de significado, que sea más buena, más bella. Dios nos ama. Pero la fe necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia. Es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación. Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos. El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia. «El impulso misionero es una señal clara de la madurez de una comunidad eclesial» (Benedicto XVI, Exhort. ap. Verbum Domini, 95). Toda comunidad es “adulta”, cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a las “periferia”, especialmente a aquellas que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCOPARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2013 (n.1)

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 07 de Agosto - San Mateo 14,13-21.


   Libro de los Números 11,4b-15.

    La turba de los advenedizos que se habían mezclado con el pueblo se dejó llevar de la gula, y los israelitas se sentaron a llorar a gritos, diciendo: "¡Si al menos tuviéramos carne para comer!
    ¡Cómo recordamos los pescados que comíamos gratis en Egipto, y los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos!
    ¡Ahora nuestras gargantas están resecas! ¡Estamos privados de todo, y nuestros ojos no ven nada más que el maná!".
    El maná se parecía a la semilla de cilantro y su color era semejante al del bedelio.
    El pueblo tenía que ir a buscarlo; una vez recogido, lo trituraban con piedras de moler o lo machacaban en un mortero, lo cocían en una olla, y lo preparaban en forma de galletas. Su sabor era como el de un pastel apetitoso.
    De noche, cuando el rocío caía sobre el campamento, también caía el maná.
    Moisés oyó llorar al pueblo, que se había agrupado por familias, cada uno a la entrada de su carpa. El Señor se llenó de una gran indignación, pero Moisés, vivamente contrariado, le dijo: "¿Por qué tratas tan duramente a tu servidor? ¿Por qué no has tenido compasión de mí, y me has cargado con el peso de todo este pueblo?
    ¿Acaso he sido yo el que concibió a todo este pueblo, o el que lo dio a luz, para que me digas: "Llévalo en tu regazo, como la nodriza lleva a un niño de pecho, hasta la tierra que juraste dar a sus padres?"
    ¿De dónde voy a sacar carne para dar de comer a todos los que están llorando a mi lado y me dicen: "Danos carne para comer? "
    Yo solo no puedo soportar el peso de todo este pueblo: mis fuerzas no dan para tanto.
    Si me vas a seguir tratando de ese modo, mátame de una vez. Así me veré libre de mis males".

    Palabra de Dios


Salmo 81(80),12-13.14-15.16-17.

Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no me quiso obedecer:
por eso los entregué a su obstinación
para que se dejaran llevar por sus caprichos.

¡Ojalá mi pueblo me escuchara,
e Israel siguiera mis caminos!
Yo sometería a sus adversarios en un instante,
y volvería mi mano contra sus opresores.

Los enemigos del Señor tendrían que adularlo,
y ese seria su destino para siempre;
Yo alimentaría a mi pueblo con lo mejor del trigo
y lo saciaría con miel silvestre.



    Evangelio según San Mateo 14,13-21.

    Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.
    Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.
    Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos".
    Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos".
    Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados".
    "Tráiganmelos aquí", les dijo.
    Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
    Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.
    Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 07 de Agosto - «Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición»


San Hilario, obispo y doctor de la Iglesia Comentario: AdmiraciónComentario al evangelio de Mateo, 14, 12



«Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición»

    El Señor, después de haber tomado los cinco panes, levantó su mirada al cielo para ensalzar a Aquel de quien él mismo recibe el ser. No estaba obligado a mirar al Padre con sus ojos de carne; quería hacer comprender a los allí presentes de quién había recibido el poder para realizar un acto de tanto poder. Da inmediatamente los panes a sus discípulos. No es por la multiplicación que los cinco panes se han convertido en muchos más. Los pedazos se suceden unos a otros y engañan a los que los rompen; ¡como si hubieran hecho los pedazos con anterioridad! La materia sigue desplegándose…

    No te sorprenda, pues, que las fuentes manen, que haya racimos en las cepas, que los arroyuelos de vino nazcan de los racimos. Todos los recursos de la tierra se propagan según un ritmo anual que no falla. Una tal multiplicación de los panes, revela la acción del autor del universo. Normalmente Él impone un límite al crecimiento porque conoce a fondo las leyes de la materia. En la creación visible se da un trabajo invisible. El misterio de la presente acción es obra del Señor de los misterios celestiales. El poder de Aquel que actúa está por encima de toda la naturaleza, y el método de ese Poder desborda la comprensión del hecho. Queda tan sólo la admiración por ese poder.

SANTORAL - SAN CAYETANO DE THIENE

07 de Agosto


     San Cayetano de Thiene, presbítero, que en Nápoles, en la región de Campania, se entregó a pías obras de caridad, especialmente en favor de los enfermos incurables, promovió asociaciones para la formación religiosa de los laicos e instituyó los Clérigos Regulares para la renovación de la Iglesia, recomendando a sus discípulos el deber de observar la primitiva forma de vida apostólica.

    Fundador. Año 1547. Este santo, muy popular entre los comerciantes y ganaderos porque los protege de muchos males, nació en 1480 en Vicenza, cerca de Venecia, Italia. Su padre, militar, murió defendiendo la ciudad contra un ejército enemigo. El niño quedó huérfano, al cuidado de su santa madre que se esmeró intensamente por formarlo muy buen.

    Estudió en la Universidad de Padua donde obtuvo dos doctorados y allí sobresalía por su presencia venerable y por su bondad exquisita que le ganaba muchas amistades. Se fue después a Roma, y en esa ciudad capital llegó a ser secretario privado del Papa Julio II, y notario de la Santa Sede. A los 33 años fue ordenado sacerdote. El respeto que tenía por la Santa Misa era tan grande, que entre su ordenación sacerdotal y su primera misa pasaron tres meses, tiempo que dedicó a prepararse lo mejor posible a la santa celebración.

    En ese tiempo estalló la revolución de Lutero que fundó a los evangélicos y se declaró en guerra contra la Iglesia de Roma. Muchos querían seguir su ejemplo, atacando y criticando a los jefes de la santa Iglesia Católica, pero San Cayetano les decía: «Lo primero que hay que hacer para reformar a la Iglesia es reformarse uno a sí mismo».

    San Cayetano era de familia muy rica y se desprendió de todos sus bienes y los repartió entre los pobres. «Veo a mi Cristo pobre, ¿y yo me atreveré a seguir viviendo como rico?» Veo a mi Cristo humillado y despreciado, ¿y seguiré deseando que me rindan honores? Oh, que ganas siento de llorar al ver que las gentes no sienten deseos de imitar al Redentor Crucificado».

    Sentía un inmenso amor por Nuestro Señor, y lo adoraba especialmente en la Sagrada Eucaristía y recordando la santa infancia de Jesús. Su imagen preferida era la del Divino Niño Jesús. La gente lo llamaba: «El padrecito que es muy sabio, pero a la vez muy santo» Los ratos libres los dedicaba, donde quiera que estuviera, a atender a los enfermos en los hospitales, especialmente a los más abandonados y repugnantes. Un día en su casa de religioso no había nada para comer porque todos habían repartido sus bienes entre los pobres.

    San Cayetano se fue al altar y dando unos golpecitos en la puerta del Sagrario donde estaban las Santas Hostias, le dijo con toda confianza: «Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer». Al poco rato llegaron unas mulas trayendo muy buena cantidad de provisiones, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban. En su última enfermedad el médico aconsejó que lo acostaran sobre un colchón de lana y el santo exclamó: «Mi Salvador murió sobre una tosca cruz. Por favor permítame a mí que soy un pobre pecador, morir sobre unas tablas».

    Y así murió el 7 de agosto del año 1547, en Nápoles, a la edad de 67 años, desgastado de tanto trabajar por conseguir la santificación de las almas. En seguida empezaron a conseguirse milagros por su intercesión y el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1671. Falleció el 7 de agosto de 1547. En 1670 el Papa Clemente X lo canonizó.



Oremos

    Señor Dios todopoderoso, que inspiraste al presbítero san Cayetano el deseo de vivir según el modelo de la primitiva comunidad apostólica, haz que nosotros, siguiendo su ejemplo y contando con su intercesión, confiemos siempre en ti y busquemos continuamente el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén



Oración a San Cayetano

    Glorioso San Cayetano, aclamado por todos los pueblos, Padre de providencia porque socorres con grandes milagros a cuantos te invocan en sus necesidades: acudo a tu altar, suplicando que presentes al Señor los deseos que confiadamente deposito en tus manos. Haz que estas gracias, que ahora te pido, me ayuden a buscar siempre el Reino de Dios y su Justicia, sabiendo que Dios que viste de hermosura las flores del campo y alimenta con largueza las aves del cielo me dará las demás cosas por añadidura. Glorioso San Cayetano, intercede por nosotros ante la Divina Providencia. En el nombre de Jesús. Amén. 

-FRASE DEL DÍA-