martes, 6 de julio de 2021

EVANGELIO - 07 de Julio - San Mateo 10,1-7.


        Libro de Génesis 41,53-57.42,5-7a.17-24a.

    Entonces terminaron los años en que Egipto gozó de abundancia, y comenzaron los siete años de hambre, como José lo había anticipado. En todos los países se sufría hambre, pero en Egipto había alimentos.
    Cuando también los egipcios y el pueblo sintieron hambre, y el pueblo pidió a gritos al Faraón que le diera de comer, este respondió: "Vayan a ver a José y hagan lo que él les diga".
    Como el hambre se había extendido por todo el país, José abrió los graneros y distribuyó raciones a los egipcios, ya que el hambre se hacía cada vez más intensa.
    Y de todas partes iban a Egipto a comprar cereales a José, porque el hambre asolaba toda la tierra.
    Así llegaron los hijos de Israel en medio de otra gente que también iba a procurarse víveres, porque en Canaán se pasaba hambre.
    José tenía plenos poderes sobre el país y distribuía raciones a toda la población. Sus hermanos se presentaron ante él y se postraron con el rostro en tierra.
    Al verlos, él los reconoció en seguida, pero los trató como si fueran extraños y les habló duramente. "¿De dónde vienen?", les preguntó. Ellos respondieron: "Venimos de Canaán para abastecernos de víveres".
    E inmediatamente, los puso bajo custodia durante tres días. Al tercer día, José les dijo: "Si quieren salvar la vida, hagan lo que les digo, porque yo soy un hombre temeroso de Dios.
    Para probar que ustedes son sinceros, uno de sus hermanos quedará como rehén en la prisión donde están bajo custodia, mientras el resto llevará los víveres, para aliviar el hambre de sus familias.
    Después me traerán a su hermano menor. Así se pondrá de manifiesto que ustedes han dicho la verdad y no morirán". Ellos estuvieron de acuerdo.
    Pero en seguida comenzaron a decirse unos a otros: "¡Verdaderamente estamos expiando lo que hicimos contra nuestro hermano! Porque nosotros vimos su angustia cuando nos pedía que tuviéramos compasión, y no quisimos escucharlo. Por eso nos sucede esta desgracia".
    Rubén les respondió: "¿Acaso no les advertí que no cometieran ese delito contra el muchacho? Pero ustedes no quisieron hacer caso, y ahora se nos pide cuenta de su sangre".
    Ellos ignoraban que José los entendía, porque antes habían hablado por medio de un intérprete.
    José se alejó de ellos para llorar; y cuando estuvo en condiciones de hablarles nuevamente, separó a Simeón y ordenó que lo ataran a la vista de todos.


Salmo 33(32),2-3.10-11.18-19.

Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas;
entonen para él un canto nuevo,
toquen con arte, profiriendo aclamaciones.

El Señor frustra el designio de las naciones
y deshace los planes de los pueblos,
pero el designio del Señor
permanece para siempre,
y sus planes, a lo largo de las generaciones.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.


    Evangelio según San Mateo 10,1-7.

    Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.
    Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
    A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: "No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos.
    "Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
    Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 07 de Julio - Enviado a las ovejas perdidas


       Isaac de la Stella, monje Sermón 35 (trad.cf SC 202, p.259)

   
 Enviado a las ovejas perdidas 

    Cristo vino a buscar a la única oveja que se había perdido (Mt 18,12). Es por ella que el Buen Pastor, cuya venida desde siempre había sido prometida, ahora ha sido enviado en el tiempo; es para ella que ha nacido y ha sido entregado. Ella es única, sacada de los judíos y de las naciones, sacada de todas las naciones; única en el misterio, múltiple en las personas, múltiple por el cuerpo según la naturaleza, única por el Espíritu según la gracia; en resumen, una sola oveja y una multitud innumerable. Es por eso que el que vino a buscar a la única oveja ha sido enviado «a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mt 15,24)… Ahora bien, lo que el Pastor reconoce como suyo «nadie puede arrancárselo de su mano» (Jn 10, 28). Porque no se puede forzar el poder, engañar la sabiduría, destruir la caridad.

    Así es como habla él con toda seguridad: «De los que me has dado, Padre, ninguno se ha perdido» (Jn 17,22). Ha sido enviado como verdad para los engañados, como sabiduría para los que eran insensatos, como remedio para los enfermos, como rescate para los cautivos, y como alimento para los que morían de hambre. Su persona es para todos, por ello se puede decir que ha sido enviado «a las ovejas perdidas de la casa de Israel», para que no estén perdidas para siempre.

SANTORAL - SAN PANTENO

 07 de Julio


    Conmemoración de San Panteno de Alejandría, varón lleno de celo apostólico, enriquecido con toda clase de sabiduría, conocedor en alto grado de la Palabra de Dios y amante apasionado de la misma, acerca del cual la tradición cuenta que su fe y ardiente caridad le impulsaron a ir a predicar el Evangelio a pueblos desconocidos de lejanas regiones de Oriente, y que al volver finalmente a Alejandría, en Egipto, allí descansó en paz, en tiempo del emperador Antonino Caracalla.

    «Cuando di con el último de mis maestros, el primero en realidad por su valor, a quien descubrí en Egipto, encontré reposo. Verdadera abeja de Sicilia, recogía el néctar de las flores que esmaltan el campo de los profetas y los apóstoles, engendrando en el alma de sus oyentes una ciencia inmortal» (Stromata 1,1,11).

    Así se refiere Clemente de Alejandría a su maestro Panteno. Esto y lo poco que nos cuenta Eusebio de Cesarea en el libro V de su Historia Eclesiástica (V,10) es todo lo que tenemos sobre él, ya que no hay escritos suyos, y no se sabe a ciencia cierta si puso por escrito su doctrina (Eusebio lo afirma, pero Clemente lo niega), exceptuando la hipótesis de H. Marrou (1951), que opina que Panteno es el autor de la famosa «Carta a Diogneto». De las palabras de Clemente sale la deducción de que era siciliano (aunque no es el único sentido posible de la frase).

    Panteno dirigía la escuela catequética de Alejandría, que en sus tiempos era aun una escuela de iniciación cristiana, antes de que Orígenes, el sucesor de Clemente al frente de la Escuela, la elevara a los altísimos niveles a los que llegó, siendo la escuela de Sagradas Escrituras y Teología más famosa e influyente de la antigüedad. Panteno llegó a Alejandría hacia el año 180; había sido filósofo estoico; se desconocen las circunstancias de su conversión, pero no es un hecho raro, ya que muchos pasaban del estoicismo al cristianismo, viendo en éste una perfección del ideal de sabiduría que la filosofía buscaba.

    Puesto que dejó la dirección de la escuela a Clemente, y éste, después de haberla dirigido un tiempo, huyó de Alejandría en la persecución de Septimio Severo (inicios del 200), no se termina de comprender por qué el elogio del Martirologio Romano dice que Panteno murió en época de Caracalla (211-217), que fue posterior a Septimio Severo. El testimonio de Eusebio más bien deja abierto el final de Panteno: «Lo cierto es, al menos, que Panteno, por sus muchos merecimientos, terminaba rigiendo la escuela de Alejandría, comentando de viva voz y por escrito los tesoros de los dogmas divinos.» (HE V,10,4).

    Eusebio nos cuenta una curiosa historia sobre Panteno; pero debe tenerse presente que él mismo la recibió de tradición oral, y la refiere más de un siglo después, con todo lo que puede tener de confuso un testimonio así: «Se cuenta, pues, que demostró un celo tan grande por la doctrina divina con su ardentisima disposición de ánimo, que incluso fue proclamado heraldo del Evangelio de Cristo para los paganos del Oriente y enviado hasta las tierras indias. […] y se dice que fue a la India, donde es tradición que se encontró con que el Evangelio de Mateo se le había adelantado en su llegada entre algunos habitantes del país que conocían a Cristo: Bartolomé, uno de los apóstoles, les había predicado y les había dejado el escrito de Mateo en los propios caracteres hebreos, escrito que conservaban hasta el tiempo mencionado.» (HE V,10,2-3) En la actualidad se tiende a identificar esta «India» que menciona aquí con el sur de la península arábiga, el actual Yemen, o quizás Etiopía. Eusebio, y luego san Jerónimo, y luego toda la tradición oral hasta hace unos pocos años, encontraba en este pasaje y algunos otros (todos vinculados a la escuela de Alejandría) la confirmación de que había existido un evangelio de san Mateo redactado en hebreo o arameo. Se tiende más bien a pensar que se trata del llamado «Evangelio de los hebreos», o del «Evangelio de los ebionitas», escritos apócrifos perdidos, de los que se conservan unos pocos fragmentos, pero que jugaron ese importante papel de ser precisamente la realidad que confirmaba el imaginario evangelio original en arameo o hebreo de san Mateo del que parece hablar Papías.

Oremos

    Dios y Señor nuestro, que con tu amor hacia los hombres quisiste que San Panteno anunciara a los pueblos la riqueza insondable que es Cristo, concédenos, por su intercesión, crecer en el conocimiento del misterio de Cristo y vivir siempre según las enseñanzas del Evangelio, fructificando con toda clase de buenas obras. Por Jesucristo, tu Hijo. Amén