lunes, 12 de octubre de 2020

EVANGELIO - 13 de Octubre - San Lucas 11,37-41


    Carta de San Pablo a los Gálatas 5,1-6.

    Hermanos: Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud.
    Yo mismo, Pablo, les digo: si ustedes se hacen circuncidar, Cristo no les servirá de nada.
    Les vuelvo a insistir: todos los que se circuncidan, están obligados a observar íntegramente la Ley.
    Si ustedes buscan la justicia por medio de la Ley, han roto con Cristo y quedan fuera del dominio de la gracia.
    Porque a nosotros, el Espíritu, nos hace esperar por la fe los bienes de la justicia.
    En efecto, en Cristo Jesús, ya no cuenta la circuncisión ni la incircuncisión, sino la fe que obra por medio del amor.


Salmo 119(118),41.43.44.45.47.48.

Que llegue hasta mí tu misericordia, Señor,
y tu salvación conforme a tu promesa.

No quites de mi boca la palabra verdadera,
porque puse mi esperanza en tus juicios.

Yo cumpliré fielmente tu ley:
lo haré siempre, eternamente.

Y caminaré por un camino espacioso,
porque busco tus preceptos.

Me deleitaré en tus mandamientos,
que yo amo tanto.

Elevaré mis manos hacia tus mandamientos
y meditaré en tus preceptos.


    Evangelio según San Lucas 11,37-41.

    Cuando terminó de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa.    Jesús entró y se sentó a la mesa.
    El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer.
    Pero el Señor le dijo: "¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia.
    ¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?
    Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 13 de Octubre - "Da limosna de lo que tienes, así todo en ti será puro"


       San Rafael Arnáiz Barón (1911-1938) monje trapense español Escritos espirituales, 04/03/1938

"Da limosna de lo que tienes, así todo en ti será puro"

    Dios está en el corazón desprendido…, en el silencio de la oración, en el sacrificio voluntario al dolor, en el vacío del mundo y sus criaturas... Dios está en la Cruz, y mientras no amemos la Cruz, no le veremos, no le sentiremos... Callen los hombres, que no hacen más que meter ruido. ¡Ah!, Señor, qué feliz soy en mi retiro... Cuánto te amo en mi soledad... Cuánto quisiera ofrecerte que no tengo, pues ya te lo he dado todo... Pídeme, Señor..., mas ¿Qué he de darte? ¿Mi cuerpo?, ya lo tienes; es tuyo. ¿Mi alma?... Señor, ¿en quién suspira sino en Ti, para que de una vez la acabes de tomar? ¿Mí corazón? está a los pies de María, llorando de amor..., sin ya nada querer, más que a Tí. ¿Mi voluntad? ¿acaso, Señor, deseo lo que Tú no deseas? Dímelo... dime, Señor, cuál es tu voluntad, y pondré la mía a tu lado... Amo todo lo que Tú me envíes y me mandes, tanto salud como enfermedad, tanto estar aquí como allí, tanto ser una cosa como otra ¿Mi vida? tómala, Señor Dios mío, cuando Tú quieras. ¡Cómo no ser feliz así! Si el mundo y los hombres supieran. Pero no sabrán; están muy ocupados en sus intereses; tienen el corazón muy lleno de cosas que no son Dios. Vive el mundo muy para un fin terreno; sueñan los hombres con esta vida, en que todo es vanidad, y así..., no se puede encontrar la verdadera felicidad que es el amor a Dios. Quizás se llegue a comprender, pero para sentirla hay que vivirla, y muy pocos renuncian a si mismos y toman su cruz (Mt 16,24).., aun entre los religiosos...Señor..., qué cosas permites..., tu sabiduría sabrá; tenme a mi de la mano y no permitas que mi pie resbale, pues si Tú no lo haces..., ¿Quién me ayudará? ¿Y si Tú no edificas? (Sal. 126,1)... Ah!, Señor, cuánto te quiero. ¡Hasta cuándo, Señor!

SANTORAL - SAN EDUARDO, EL CONFESOR

13 de Octubre


     Después del abandono, las luchas y la opresión durante el reinado de los dos soberanos daneses, Harold Harefoot y Artacanuto, el pueblo inglés acogió con júbilo al representante de la antigua dinastía inglesa, San Eduardo el Confesor. Las cualidades que merecieron a Eduardo ser venerado como santo, se referían más bien a su persona que a su administración como soberano pues era un hombre piadoso, amable y amante de la paz. Eduardo era hijo de Eteredo y de la normanda Ema. Durante la época de la supremacía danesa, fue enviado a Normandía cuando tenía 10 años y regresó a su patria en 1042 cuando fue elegido rey. A la edad de 42 años contrajo matrimonio con Edith, la hija del Conde Godwino, la mayor amenaza para su reino. La tradición sostiene que San Eduardo y su esposa guardaron perpetua continencia por amor a Dios y como un medio para alcanzar la perfección.

    La administración justa y equitativa de San Eduardo le hizo muy popular entre sus súbitos. La perfecta armonía que reinaba entre él y sus consejeros se convirtió más tarde en el sueño dorado ya que durante el reinado de Eduardo, los barones normandos y los representantes del pueblo inglés ejercieron una profunda influencia en la legislación y el gobierno. Uno de los actos más populares del reinado de San Eduardo fue la supresión del impuesto para el ejército; los impuestos recaudados de casa en casa en la época del santo fueron repartidos entre los pobres.

    Durante el destierro en Normandía, San Eduardo había prometido ir en peregrinación al sepulcro de San Pedro en Roma, si Dios se dignaba poner término a las desventuras de su familia. Después de su ascenso al trono, convocó un concilio y manifestó públicamente la promesa con que se había ligado. Sin embargo, la Asamblea le manifestó que con su partida se abriría el camino a las disensiones en el interior del país y los ataques de las potencias extranjeras. El rey decidió someter el asunto a juicio del Papa San León IX, quien le sugirió repartir el dinero que habría gastado en el viaje entre los pobres, y construir un monasterio en honor a San Pedro.

    El último año de vida del santo se vio turbado por la tensión entre el Conde Tostig Godwinsson de Nortumbría y sus súbitos; finalmente el monarca tuvo que desterrar al conde. Falleció en 1065. La canonización de San Eduardo tuvo lugar en 1161, y dos años después de que su cuerpo se mantenía incorrupto, fue trasladado por Santo Tomás Becket a una capilla del coro de la abadía de Westminster, de la cual San Eduardo fue su promotor, el 13 de octubre, fecha en que se celebra actualmente su fiesta.

Oremos

    Glorioso San Eduardo, tú que nos mostraste tu devoción  a Dios con paciencia, gentileza y generosidad. Pide a Dios la Gracia para que podamos servirlo fortaleciendo el Reino de Dios a través de la oración paciente y ayuda a nuestros hermanos necesitados. Enséñanos a ver en el mundo presente la preparación  del otro que no tendrá fin, a juzgar los acontecimientos humanos con vistas a sus resultados eternos. Por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina. Amén