martes, 9 de febrero de 2021

EVANGELIO - 10 de Febrero - San Marcos 7,14-23.


    Libro de Génesis 2,4b-9.15-17.

    Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo, pero un manantial surgía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo.
    Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.
    El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado.
    Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol del conocimiento del bien y del mal.
    El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.
    Y le dio esta orden: "Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín, exceptuando únicamente el árbol del conocimiento del bien y del mal. De él no deberás comer, porque el día que lo hagas quedarás sujeto a la muerte".


Salmo 104(103),1-2a.27-28.29bc-30.

Bendice al Señor, alma mía:
¡Señor, Dios mío, qué grande eres!
Estás vestido de esplendor y majestad
y te envuelves con un manto de luz.

Todos esperan de ti
que les des la comida a su tiempo:
se la das, y ellos la recogen;
abres tu mano, y quedan saciados.

Si les quitas el aliento,
expiran y vuelven al polvo.
Si envías tu aliento, son creados,
y renuevas la superficie de la tierra.


    Evangelio según San Marcos 7,14-23.

    Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
    Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
    ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!".
    Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola.
    El les dijo: "¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?". Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.
    Luego agregó: "Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro.
    Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
    Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 10 de Febrero - “Te gusta un corazón sincero”


        Orígenes (c. 185-253) presbítero y teólogo Homilías sobre el Génesis, nº 13, 3-4; PG 12, 233

“Te gusta un corazón sincero”

    Cristo nos ha enseñado que a Dios no hay que buscarle en un determinado lugar de la tierra, y que “se ofrece un sacrificio en su nombre en todas partes de la tierra” (Ml 1,11). En efecto, es ahora “el tiempo en que los verdaderos adoradores adoran al Padre”, ya no en Jerusalén ni en el monte Garizim, “sino en espíritu y verdad” (Jn 4, 21.24). No es pues en un lugar de la tierra donde Dios habita sino en el corazón. Entonces ¿buscáis dónde se encuentra Dios?” Dios reside en un corazón puro. Allí, en efecto, tiene su morada según lo que dice por el profeta: “Habitaré y andaré con ellos, ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, dice el Señor” (Lv 26,12). Fijaos bien en que cada una de nuestras almas contiene un pozo de agua viva; en ella hay un cierto sentido celeste, una imagen de Dios escondida... Allí está el Verbo de Dios, y su operación actual es de sacar de cada uno la arena de vuestra alma para hacer que brote vuestra fuente. Esta fuente está en vosotros y no viene de fuera porque “el Reino de Dios está dentro de vosotros” (Lc 17, 21). La mujer encontró la moneda de plata que había perdido porque no estaba fuera de su casa sino dentro de ella. “Había encendido su lámpara, había barrido de su casa” (Lc15, 8) los escombros y suciedades que se habían acumulado en ella por su negligencia, y es allí que encontró su moneda de plata. En cuanto a vosotros, si encendéis vuestra lámpara, si os servís de la iluminación del Espíritu Santo, “si veis la luz en su luz” (Sl 36,10), encontraréis en vosotros la moneda de plata, porque es en vosotros mismos que se encuentra la imagen del rey celestial.

SANTORAL - SANTA ESCOLÁSTICA, VIRGEN

10 de Febrero


    Memoria de la sepultura de santa Escolástica, virgen, hermana de san Benito, la cual, consagrada desde su infancia a Dios, mantuvo una perfecta unión espiritual con su hermano, al que visitaba una vez al año en Montecasino, en la Campania, para pasar juntos una jornada de santas conversaciones y alabanza a Dios.

    Mientras su hermano residió en Monte Casino, ella se hallaba en Plombariola, fundando y gobernando un monasterio.

   Tenía la costumbre de visitar a San Benito una vez al año y como no estaba permitido entrar al monasterio, él salía a su encuentro para llevarla a una casa de confianza, donde los hermanos pasaban la velada orando, cantando himnos de alabanza a Dios y discutiendo asuntos espirituales. Sobre la última visita, San Gregorio hace una notable descripción, en la cual, la santa presintiendo que no volvería ver más a su hermano, le rogó que no partiera esa noche sino al día siguiente, pero San Benito se sintió incapaz de romper las reglas de su monasterio.

    Entonces, Santa Escolástica apeló a Dios con una ferviente oración para que interviniera en su ayuda, y acto seguido, estalló una fuerte tormenta que impidió que su hermano regresara al monasterio. Los dos santos pasaron la noche hablando de las cosas santas y de asuntos espirituales. Tres días después, la santa murió, y su hermano que se encontraba absorto en la oración tuvo la visión del alma de su hermana ascendiendo al cielo en forma de paloma.

Oremos

    Oh Dios, que nos mostraste hacia donde la inocencia conduce, Tú hiciste que el alma de la virgen Santa Escolástica se elevara al cielo como una paloma en vuelo. Obtenedme a través de ella por sus méritos y sus oraciones que podamos así vivir en la inocencia para lograr las alegrías eternas. Te lo pedimos a través de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.