miércoles, 15 de febrero de 2023

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



EVANGELIO - 16 de Febrero - San Marcos 8,27-33.


      Libro de Génesis 9,1-13.

    Entonces Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles: "Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra.
    Ante ustedes sentirán temor todos los animales de la tierra y todos los pájaros del cielo, todo lo que se mueve por el suelo, y todos los peces del mar: ellos han sido puestos en manos de ustedes.
    Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento; yo les doy todo eso como antes les di los vegetales.
    Sólo se abstendrán de comer la carne con su vida, es decir, con su sangre.
    Y yo pediré cuenta de la sangre de cada uno de ustedes: pediré cuenta de ella a todos los animales, y también pediré cuenta al hombre de la vida de su prójimo.
    Otro hombre derramará la sangre de aquel que derrame sangre humana, porque el hombre ha sido creado a imagen de Dios.
    Ustedes, por su parte, sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y domínenla".
    Y Dios siguió diciendo a Noé y a sus hijos: "Además, yo establezco mi alianza con ustedes, con sus descendientes, y con todos los seres vivientes que están con ustedes: con los pájaros, el ganado y las fieras salvajes; con todos los animales que salieron del arca, en una palabra, con todos los seres vivientes que hay en la tierra.
    Yo estableceré mi alianza con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las aguas del Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra".
    Dios añadió: "Este será el signo de la alianza que establezco con ustedes, y con todos los seres vivientes que los acompañan, para todos los tiempos futuros: yo pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi alianza con la tierra.


Salmo 102(101),16-18.19-21.29.22-23.

Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria.

Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.

Los hijos de tus servidores tendrán una morada
y su descendencia estará segura ante ti,
para proclamar en Sión el nombre del Señor
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan los pueblos y los reinos,
y sirvan todos juntos al Señor.


    Evangelio según San Marcos 8,27-33.

    Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
    Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas".
    "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías".
    Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
    Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
    Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 16 de Febrero - «En el camino les preguntó y vosotros, ¿quién decís que soy yo?.


    San Francisco de Sales Sermón: La pregunta de Cristo se dirige también a ti. Sermones, Conversaciones, Tratado del Amor de Dios y cartas

«En el camino les preguntó y vosotros, ¿quién decís que soy yo?.»

    [San Francisco de Sales quiere también responder a la pregunta que hace Cristo a los discípulos, y que hace a cada uno de nosotros: «¿Quién soy yo?»]

    -Él es Nuestro Salvador y Redentor: Ése es su nombre, pues Jesús quiere decir Salvador. Él nos ha rescatado con su Pasión y muerte. Se ha hecho compañero de nuestra miseria para luego hacernos compañeros de su gloria. Te ruego, Teótimo, que te fijes con cuánto ardor desea Dios que seamos suyos. La Redención ha sido tan copiosa y abundante que nadie ya puede dudar de la misericordia divina

    -Nuestro Médico: El excelente Médico de todas nuestras enfermedades. Venid a Mí, nos dice, y seréis curados. Y para el divino Médico es como un honor que le busquen los enfermos, sobre todo si sus enfermedades son incurables.

    -Nuestro Maestro: Es el que el Padre ha enviado para enseñarnos lo que tenemos que hacer y desde entonces, debemos ajustar nuestra voluntad a la suya, quedándonos a la espera y en sencilla disposición de recibir todo con amor, sin otro deseo ni pretensión que darle gusto.

    -Nuestro Amigo: Aprended de Él lo que tenéis que hacer y no hagáis nada sin su consejo, porque Él es el Amigo fiel que os conducirá y dirigirá y tendrá cuidado de vosotros, como de todo corazón se lo suplico.

    -Nuestro Guía: Nos lleva de la mano; estrechádsela fuerte y caminad gozosos. Si os entra miedo, no temáis: vais con Jesús. Él os ayudará y cuando no podáis seguir, Él os llevará en sus brazos. Dios quiera que no nos fijemos mucho en las condiciones del camino sino que tengamos los ojos fijos en Aquel que nos conduce.

    Y por fin, nuestro Modelo en todo, y nuestro Dios por los siglos de los siglos.

SANTORAL - SAN ONÉSIMO MÁRTIR

 16 de Febrero


   
Onésimo († ca. 90-95) (también llamado Onésimo de Bizancio y El Sagrado Apóstol Onésimo en algunas iglesias ortodoxas) era un sirviente de Filemón, personaje importante e influyente de Colosa de Frigia, convertido al cristianismo por San Pablo. Onésimo cuando huía de la justicia, por haberle robado a su amo; se encontró con Pablo , quien se hallaba entonces prisionero en Roma. El Apóstol lo convirtió al Cristianismo, lo bautizó y lo envió a la casa de Filemón con una carta de recomendación, que decía lo siguiente: 
Te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión. Antes, él no te prestó ninguna utilidad, pero ahora te será muy útil, como lo es para mí. Te lo envío como si fuera yo mismo. Con gusto lo hubiera retenido a mi lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio. Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces no sea forzado, sino voluntario. Tal vez, él se apartó de ti por un instante, a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor.

    Según parece, Filemón perdonó y le concedió la libertad a Onésimo por haberse arrepentir, y lo mandó a reunirse de nuevo con San Pablo. Según cuenta Jerónimo de Estridón, Onésimo se volvió un predicador cristiano y luego Obispo de Éfeso por orden del Apóstol Pablo. Posteriormente, Onésimo fue apresado y llevado a Roma, donde murió lapidado.

Oremos 

    Bendito Padre Celestial, venimos ante ti adorándote y pidiendo sabiduría, que como a San Onésimo, nos ayudes bajo su intercesión, a ser mejores cristianos y a arrepentirnos de nuestros errores, que nos muestres el camino a la santidad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 

-FRASE DEL DÍA-