lunes, 20 de enero de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 21 de Enero - San Marcos 2,23-28.

 

     Carta a los Hebreos 6,10-20.

    Hermanos: Dios no es injusto para olvidarse de lo que ustedes han hecho y del amor que tienen por su Nombre, ese amor demostrado en el servicio que han prestado y siguen prestando a los santos.
    Solamente deseamos que cada uno muestre siempre el mismo celo para asegurar el cumplimento de su esperanza.
    Así, en lugar de dejarse estar perezosamente, imitarán el ejemplo de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
    Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no podía jurar por alguien mayor que él, juró por sí mismo, diciendo: Sí, yo te colmaré de bendiciones y te daré una descendencia numerosa.
    Y por su paciencia, Abraham vio la realización de esta promesa.
    Los hombres acostumbran a jurar por algo más grande que ellos, y lo que se confirma con un juramento queda fuera de toda discusión.
    Por eso Dios, queriendo dar a los herederos de la promesa una prueba más clara de que su decisión era irrevocable, la garantizó con un juramento.
    De esa manera, hay dos realidades irrevocables -la promesa y el juramento- en las que Dios no puede engañarnos. Y gracias a ellas, nosotros, los que acudimos a él, nos sentimos poderosamente estimulados a aferrarnos a la esperanza que se nos ofrece.
    Esta esperanza que nosotros tenemos, es como un ancla del alma, sólida y firme, que penetra más allá del velo, allí mismo donde Jesús entró por nosotros, como precursor, convertido en Sumo Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.


Salmo 111(110),1-2.4-5.9.10c.

El Señor se acuerda eternamente de su Alianza.

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en la reunión y en la asamblea de los justos.
Grandes son las obras del Señor:
los que las aman desean comprenderlas.

Él hizo portentos memorables,
el Señor es bondadoso y compasivo.
Proveyó de alimento a sus fieles
y se acuerda eternamente de su alianza.

Él envió la redención a su pueblo,
promulgó su alianza para siempre:
Su Nombre es santo y temible.
¡El Señor es digno de alabanza eternamente!


    Evangelio según San Marcos 2,23-28.

    Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar.
    Entonces los fariseos le dijeron: "¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?".
    El les respondió: "¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?".
    Y agregó: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.
    De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 21 de Enero - «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»


      San Francisco de Sales Carta (14-10-1604): El Espíritu de libertad A la Baronesa de Chantal


«Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?» 

    Os explicaré lo que es el espíritu de libertad. Todo hombre es libre respecto a actos que sean pecado mortal, sino apega a ellos su afecto: y esta es una libertad absolutamente necesaria para su salvación; pero no hablo de ella ahora. La libertad de la que yo hablo es la de los hijos amados. Y ¿cuál es? Es una liberación del corazón cristiano de todas las cosas, para poder seguir la voluntad de Dios reconocida. ... Pedimos a Dios, ante todo, que su Nombre sea santificado, que venga su Reino, que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo. Todo esto no es otra cosa sino libertad de espíritu porque, con tal que el nombre de Dios sea santificado, que su Majestad reine en nosotros, que se haga su voluntad, el espíritu ya no se preocupa de otra cosa.

    El corazón que posee esta libertad, no pierde su alegría por ninguna privación, ni se entristece quien tiene su corazón desapegado de todo. No digo que a veces no sea así pero suele durarle poco.

    Los efectos de esta libertad son: una gran suavidad de espíritu, gran dulzura y condescendencia a todo lo que no es pecado o peligro de pecado; es ese humor dulce y que se pliega a todo acto de virtud y caridad.

    Por ejemplo, un alma aficionada con mucho apego a los ejercicios de meditación, si se la interrumpe, la veréis dejarlos apenada, con apresuramiento y asombro. La que tiene la verdadera libertad, saldrá con un rostro sereno y de buena gana irá donde quiera el importuno que la ha molestado, pues para ella es lo mismo servir a Dios meditando, que servirle soportando al prójimo; en uno u otro caso ve la voluntad de Dios, pero en este momento lo necesario es aguantar al prójimo.

    La ocasión de ejercer esta libertad se encuentra en cada cosa que sucede contra nuestra inclinación, pues quien no está apegado a sus inclinaciones no se impacienta cuando se las contrarían.

SANTORAL - SANTA INÉS, VIRGEN Y MÁRTIR

21 de Enero


     En Roma, sobre la vía Nomentana, a cerca de dos kilómetros de Puerta Pía, se encuentra el complejo de Santa Inés que incluye los restos de la basílica constantiniana, el mausoleo de Constanza y la basílica honoriana del siglo VII, cuyo nivel se localiza muchos metros por arriba del paso peatonal. Hay que bajar 43 largas escalerillas, divididas en ocho niveles.

    En el último nivel de la escalera, sobre la pared izquierda, hay fijada una placa de mármol del 357, que formaba parte del sepulcro de la mártir que mandó arreglar el papa Liberio (352-366). Al centro está representada la pequeña mártir Inés en actitud orante, envuelta en una amplia dalmática, la túnica corta que portaban los romanos. El artista desconocido ha logrado trazar un delicado retrato espiritual de la joven mártir. El rostro redondo y las mejillas rechonchas iluminadas de una sonrisa ligera y serena, mientras la cabeza es coronada de una suave y ondulada cabellera de rizos a cascada.

    El papa Dámaso (336-384), gran devoto de los mártires, hizo grabar sobre una placa de mármol versos que narran la historia de la mártir. ¡Oh alma [Inés], digna de que yo te venere, santo decoro del pudor, te pido, oh ilustre Mártir, que seas propicia a las preces de Dámaso!

    La santa mártir Inés murió el 21 de enero, durante la última persecución, infligida por el emperador Diocleciano a los cristianos, en un año entre el 303 y el 305 d.C. La Tradición cuenta que Inés era una jovencita cristiana de doce años que quería vivir enteramente por su Jesús, sirviendo a los pobres. La pequeña Inés extraía su fuerza y su coraje de la Eucaristía, que los cristianos celebraban al ponerse el sol reuniéndose secretamente en alguna casa, domus ecclesiae, para celebrar la fractio panis. Como está escrito en los Hechos de los Apóstoles, 2, 42: “Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a la oración”.

    Fue inmediatamente notoria por su belleza y pedida por esposa para el hijo del prefecto de la ciudad de Roma, pero al rechazarlo, fue obligada a rendir honores a los dioses. Fue empujada al templo de la Diosa Vesta y obligada a mostrarse desnuda pero ella, corderillo de Dios, se escondió detrás de sus largos cabellos. Nadie osó violarla; le colocaron violentamente la cabeza sobre una piedra y el verdugo con la espada la degolló, como se hace con los corderos cuando están en la carnicería. Sus padres rescataron el cuerpo y le dieron sepultura en un pequeño espacio en la Vía Nomentana.

    Sobre la tumba de Inés, rezaba y lloraba Emerenciana, su hermana de leche, quien fue descubierta por una turba de crueles paganos que después de haberla escarnecido, la golpearon a muerte lapidándola. Todavía hoy los cuerpos de Inés y de Emerenciana reposan en paz en una espléndida urna de plata, regalo del papa Pablo V Borguese (1605-1621), bajo el altar mayor de la basílica, sobre la vía Nomentana.

    Sobre el mismo altar, cada año, el 21 de enero (día en que la Iglesia recuerda a la Santa), se bendicen dos corderillos, cuya lana se tejerá por las madres benedictinas de Santa Cecilia en Trastevere para hacer los sacros palios.

    El palio es una estola de lana blanca con cinco cruces rojas, símbolo del dulce yugo de Cristo, el buen Pastor, que toma sobre sí la oveja perdida y sus llagas; la parte final de los bordes del palio es de color negro para indicar los pasos de las ovejas que los obispos y pastores deben cuidar. El palio es impuesto por el papa en la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, el 29 de junio, a los nuevos arzobispos metropolitanos, para recordar la especial comunión que los liga a la sede apostólica. Esta es la tradición de la Iglesia.

Oremos

    Dios Padre amoroso que eliges a los más débiles ante el mundo para confundir así a los fuertes, concédeme la gracia de ser como Santa Inés, fiel al amor de tu hijo Jesús que murió por nosotros en la Cruz, fiel en lo mucho y en lo poco, fiel en la alegría y en la tristeza, fiel en el estudio y en la diversión. Que nunca me aparte de tí y, que por la intercesión de Santa Inés, bajo el amparo protector de la Virgen María me mantengas siempre alejado de las ocasiones de pecado. Amén

-FRASE DEL DÍA-