jueves, 15 de julio de 2021

EVANGELIO - 16 de Julio - San Mateo 12,1-8.


        Libro del Éxodo 11,10.12,1-14.

    Moisés y Aarón realizaron todos estos prodigios delante del Faraón; pero el Señor le había endurecido el corazón, y él no dejó partir de su país a los israelitas.
    Luego el Señor dijo a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto: «Este mes será para ustedes el mes inicial, el primero de los meses del año.
    Digan a toda la comunidad de Israel: "El diez de este mes, consíganse cada uno un animal del ganado menor, uno para cada familia.
    Si la familia es demasiado reducida para consumir un animal entero, se unirá con la del vecino que viva más cerca de su casa. En la elección del animal tengan en cuenta, además del número de comensales, lo que cada uno come habitualmente.
    Elijan un animal sin ningún defecto, macho y de un año; podrá ser cordero o cabrito.
    Deberán guardarlo hasta el catorce de este mes, y a la hora del crepúsculo, lo inmolará toda la asamblea de la comunidad de Israel.
    Después tomarán un poco de su sangre, y marcarán con ella los dos postes y el dintel de la puerta de las casas donde lo coman.
    Y esa misma noche comerán la carne asada al fuego, con panes sin levadura y verduras amargas.
    No la comerán cruda ni hervida, sino asada al fuego; comerán también la cabeza, las patas y las entrañas.
    No dejarán nada para la mañana siguiente, y lo que sobre, lo quemarán al amanecer.
    Deberán comerlo así: ceñidos con un cinturón, calzados con sandalias y con el bastón en la mano. Y lo comerán rápidamente: es la Pascua del Señor.
    Esa noche yo pasaré por el país de Egipto para exterminar a todos sus primogénitos, tanto hombres como animales, y daré un justo escarmiento a los dioses de Egipto. Yo soy el Señor.
    La sangre les servirá de señal para indicar las casas donde ustedes estén. Al verla, yo pasaré de largo, y así ustedes se librarán del golpe del Exterminador, cuando yo castigue al país de Egipto.
    Este será para ustedes un día memorable y deberán solemnizarlo con una fiesta en honor del Señor. Lo celebrarán a lo largo de las generaciones como una institución perpetua."»


Salmo 116(115),12-13.15-16.17-18.

¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor.

¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!
Yo, Señor, soy tu servidor,
tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo.


    Evangelio según San Mateo 12,1-8.

    Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas.
    Al ver esto, los fariseos le dijeron: "Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado".
    Pero él les respondió: "¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes?
    ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta?
    Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo.
    Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes.
    Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 16 de Julio - «El Hijo del hombre es dueño del sábado»


Orígenes, presbítero Homilía: Dios trabaja siempre en este mundo Homilía sobre el Libro de los Números, n. 23 : SC 29

«El Hijo del hombre es dueño del sábado» 

    No vemos que las palabras del Génesis: «el sábado Dios descansó de sus obras» se hayan cumplido en este séptimo día de la creación, ni tampoco se cumplan hoy. Vemos a Dios trabajando siempre. No hay sábado en el que Dios deje de trabajar, ningún día en el que «no salga su sol sobre buenos y malos y caiga la lluvia sobre justos e injustos», donde «no crezca la hierba sobre las montañas y las plantas estén al servicio de los hombres»…, donde no haga «nacer y morir».

    Así, el Señor responde a los que lo acusaban de trabajar y de curar en sábado: «mi Padre está trabajando ahora, y yo también trabajo» Mostraba así que, en este mundo, no hay sábado en que Dios deje de velar por el mundo y por el destino del género humano… En su sabiduría creadora no deja de ejercer sobre sus criaturas su providencia y su benevolencia «hasta el fin del mundo». Pues el verdadero sábado donde Dios descansará de todos sus trabajos, será el mundo futuro, cuando «dolor, tristeza y gemidos desaparecerán”, y Dios lo será «todo en todos».

SANTORAL - NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

16 de Julio


 Historia de la Devoción a Nuestra Señora del Monte Carmelo

    Según tradición carmelita, el día de Pentecostés, ciertos piadosos varones, que habían seguido la traza de vida de los Profetas Elías y Eliseo, abrazaron la fe cristiana, siendo ellos los primeros que levantaron un templo a la Virgen María en la cumbre del Monte Carmelo, en el lugar mismo desde donde Elías viera la nube, que figuraba la fecundidad de la Madre de Dios. Estos religiosos se llamaron Hermanos de Santa María del Monte Carmelo, y pasaron a Europa en el siglo XIII , con los Cruzados, aprobando su regla Inocencio IV en 1245, bajo el generalato de San Simón Stock.

    El 16 de julio de 1251, la Virgen María se apareció a ese su fervoroso servidor, y le entregó el hábito que había de ser su signo distintivo. Inocencio bendijo ese hábito y le otorgó varios privilegios, no sólo para los religiosos de la Orden, sino también para todos los Cofrades de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Llevando éstos el escapulario, que es la reducción del que llevan los Carmelitas, participan de todos los méritos y oraciones de la Orden y pueden esperar de la Santísima Virgen verse pronto libres del Purgatorio, si hubieran sido fieles en observar las condiciones impuestas para su uso.

    En este día pidamos que se acreciente la devoción a María Santísima que es tan espléndida con sus devotos al prometer a los que lleven puesto su santo escapulario la eterna salvación y el alivio y reducción de las penas del Purgatorio. Vayamos a María, quien nos llama con su voz dulcísima de Madre.

    La Virgen María entrega el escapulario el 16 de julio de 1251. En el año 1246 nombraron a San Simón Stock general de la Orden Carmelita. Este comprendió que, sin una intervención de la Virgen, a la orden le quedaba poco tiempo. Simón recurrió a María poniendo la orden bajo su amparo, ya que ellos le pertenecían. En su oración la llamó "La flor del Carmelo" y la "Estrella del Mar" y le suplicó la protección para toda la comunidad.

    En respuesta a esta ferviente oración, el 16 de julio de 1251 se le aparece la Virgen a San Simón Stock y le da el escapulario para la orden con la siguiente promesa:

"Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: 
quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno"

    Aunque el escapulario fue dado a los Carmelitas, muchos laicos con el tiempo fueron sintiendo el llamado de vivir una vida más comprometida con la espiritualidad carmelita y así se comenzó la cofradía del escapulario, donde se agregaban muchos laicos por medio de la devoción a la Virgen y al uso del escapulario. La Iglesia ha extendido el privilegio del escapulario a los laicos.

Oremos

    ¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmen! Vos, que miráis con ojos de particular bondad al que viste vuestro bendito Escapulario, miradme benignamente y cubridme con el manto de vuestra maternal protección. Fortaleced mi flaqueza con vuestro poder, iluminad las tinieblas de mi entendimiento con vuestra sabiduría, aumentad en mí la fe, la esperanza y la caridad. Adornad mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de vuestro divino Hijo y de Vos. Asistidme en vida, consoladme cuando muera con vuestra amabilísima presencia, y presentadme a la augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto vuestro, para alabaros eternamente y bendeciros en el Paraíso. Amén.