domingo, 2 de marzo de 2025
MES DE SAN JOSÉ
MES DE SAN JOSÉ
PRIMER DÍA: NACIMIENTO DE SAN JOSÉ
Nacimiento de San José
José, hijo de Jacob, descendía de David y de la tribu de Judá. La sangre real de Israel, la sangre más noble y la más pura fluía por sus venas. Descendía de esta raza pura y elegida, que nunca adoró a los ídolos, que había conservado el culto al verdadero Dios y el recuerdo de las promesas hechas a nuestros primeros padres y al santo patriarca Abrahán, pero aunque pertenecía al linaje real, la familia de san José era pobre, y el mismo trabajo toda su vida, manejando la sierra y el cepillo, y adorando la voluntad de Dios, que le reservaba una muy diferente del trono de Salomón. Pese a su ilustre nacimiento era humildísimo, y sus duro trabajos lo hicieron pacientísimo. Sea cual fuere nuestro origen, sea cual fuere nuestra fortuna y nuestra posición en el mundo, no seamos orgullosos, si son grandes; sometámonos y con contentamiento de corazón, si son pequeñas. Dios tiene miradas particulares sobre cada una de sus creaturas: había colocado a San José en la oscuridad para que la venida, el nacimiento y la vida del Mesías fuesen ocultas; de la misma manera tiene designios sobre nosotros sobre nosotros, designios de misericordia y de bondad; si ricos pedirá que seamos caritativos, si pobres nos querrá resignados y pacientes: el cielo será nuestra recompensa
Oración
¡Salve José, hijo de David!, casto esposo de la Santísima Virgen María, de quien nació Jesús! ¡Salve José, Padre de mi Jesús, admirable y amabilísimo José, protégeme en los peligros de la vida, ilumíname, condúceme, y no me abandones en la hora de la muerte! San José, hijo de David, protégenos. Amén.EVANGELIO - 03 de Marzo - San Marcos 10,17-27
La limosna de un hombre es para él como un sello, y tiene en cuenta un favor como la pupila de sus ojos.
Después, él se levantará para retribuirles y pondrá sobre sus cabezas la recompensa merecida.
A los que se arrepienten, les permite volver y reconforta a los que perdieron la constancia.
Vuelve al Señor y deja de pecar, suplica ante su rostro y deja de ofenderlo.
Vuelve al Altísimo, apártate de la injusticia y odia profundamente toda abominación.
¿Quién alabará al Altísimo en el Abismo, si los vivientes no le rinden homenaje?, el muerto, el que ya no existe, deja de alabarlo: el que está vivo y sano debe alabar al Señor.
Salmo 32(31),1-2.5.6.7.
y liberado de su falta!
¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,
y en cuyo espíritu no hay doblez!
Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: “Confesaré mis faltas al Señor”.
¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado!
Por eso, que todos tus fieles te supliquen
en el momento de la angustia;
y cuando irrumpan las aguas caudalosas
no llegarán hasta ellos.
Tú eres mi refugio,
tú me libras de los peligros
y me colmas con la alegría de la salvación.
Evangelio según San Marcos 10,17-27.
Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.
Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre".
El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud".
Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".
El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!".
Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!.
Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios".
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible".
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 03 de Marzo - «¿Qué he de hacer para heredar la vida eterna?»
SANTORAL - SAN EMETERIO Y CELEDONIO
No se conocen las circunstancias del martirio de estos santos; no las refiere Prudencio. ¡Qué pena que el emperador Diocleciano ordenara quemar los códices antiguos y expurgar los escritos de su tiempo! Con ello intentó, por lo que nos refiere Eusebio, que no quedara constancia ni sirviera como propaganda de los mártires y evitar que se extendiera el incendio. Tampoco hay en el relato nombres que faciliten una aproximación. ¿Fue al comienzo del siglo IV en la persecución de Diocleciano? Parece mejor inclinarse con La Fuente por la mitad del siglo III, en la de Valeriano, contando con que algún otro retrotrae la historia hasta el siglo II. Cierto es que Prudencio nació hacia el 350, deja escrita en su verso la historia antes del 401, cuando se marcha a Italia, hablando de ella como de suceso muy remoto y no debe referirse con esto al tiempo de Daciano (a. 304) porque esta época ya fue conocida por los padres del poeta. Es bueno además no perder de vista que el narrador antiguo no es tan exacto en la datación de los hechos como la actual crítica, siendo frecuente toparse con anacronismos poco respetuosos con la historia.
El caso es que Emeterio y Celedonio -hermanos de sangre según algunos relatores- que fueron honrados con la condecoración romana de origen galo llamada torques por los méritos al valor, al arrojo guerrero y disciplina marcial, ahora se ven en la disyuntiva de elegir entre la apostasía de la fe o el abandono de la profesión militar. Así son de cambiantes los galardones de los hombres. Por su disposición sincera a dar la vida por Jesucristo, primero sufren prisión larga hasta el punto de crecerles el cabello. En la soledad y retiro obligados bien pudieron ayudarse entre ellos, glosando la frase del Evangelio, que era el momento de «dar a Dios lo que es de Dios» después de haberle ya dado al César lo que le pertenecía. Su reciedumbre castrense les ha preparado para resistir los razonamientos, promesas fáciles, amenazas y tormentos. En el arenal del río Cidacos se fija el lugar y momento del ajusticiamiento. Cuenta el relato que los que presencian el martirio ven, asombrados, cómo suben al cielo el anillo de Emeterio y el pañuelo de Celedonio como señal de su triunfo señero.
Muy pronto el pueblo calagurritano comenzó a dar culto a los mártires. Sus restos se llevaron a la catedral del Salvador; con el tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y medio día de Francia dispusieron de preciosas reliquias. Junto al arenal que recogió la sangre vertida se levanta la catedral que guarda sus cuerpos. Hoy Emeterio y Celedonio, los santos cantados por su paisano Prudencio, y recordados por sus compatriotas Isidoro y Eulogio son los patronos de Calahorra que los tiene por hermanos o de sangre o -lo que es mayor vínculo- de patria, de ideal, de profesión, de fe, de martirio y de gloria.